Mi trabajo me apasiona

Trabaja como acompañante de mujeres, de todas las edades, pero las que más le gustan son las mujeres maduras. Aquel día lo llamó una de sus clientas y le dijo que tenía una sorpresa para él.

Paolo – Marbella
Querida Charo, en primer lugar decirte que tu revista me encanta y es motivo de más de una de mis pajas por los relatos de tus lectores. Lo que te voy a contar a continuación me ocurrió hace cosa de dos meses mas o menos y he pensado que lo tenías que saber.
Para empezar me describiré, me llamo Paolo, mido 1,83 m de altura, mis ojos son de color azul cielo, peso 85 kg y mi color de pelo es castaño claro, vivo en Marbella y tengo 30 años. Soy una persona que siempre he ligado bastante aunque yo creo que más que por mi físico ha sido por mi forma de ser.
Hace un año me ofrecieron un trabajo que consiste en acompañar a mujeres separadas, solteras, casadas, de cualquier condición, edad o físico. Me pagan por acompañarlas a cenar, a una fiesta de empresa, a un viaje de negocios, o cualquier tipo de evento que se me requiera.
Esto me ocurrió con la última de mis clientas, Ana, una mujer de 48 años que esta casada pero en sus viajes de negocios a Marbella me llama siempre para cenar y luego terminar follando toda la noche. A mí es una mujer que me encanta pues, aunque es una mujer normal, su tremendo culo y sus grandes tetas me ponen la polla como una barra de acero. Mi polla mide 16cm de largo por 10 de ancho y una de las cosas que más me gusta es el 69 y me encanta comerles el chocho a las mujeres maduras.
Cuando ella vino hace dos meses por motivos de trabajo me llamó y quedamos en vernos en un restaurante que hay al lado del puerto donde se comen muy buen marisco. Iba vestida como a mi me gusta, traje negro ceñido que le marcaba su tremendo culo y un escote de los que hacen que los hombres se giren para mirarla y como ella sabe que a mi me gusta que no lleve bragas para así poder disfrutar de los preliminares en el mismo restaurante, no se las puso por esa noche.
Al terminar de cenar llevábamos ya dos botellas de buen vino blanco frío con que la cosa estaba bastante cargada y me dijo durante la cena que tenía una sorpresa para mí esa noche y yo le dije que cuando quisiera ya me lo diría. Cuando pedimos el postre me preguntó:
– ¿Paolo, hace mucho que no follas?
– ¡Hace dos días que no y mira como me tienes! – yo le contesté.
Cogí su mano y la dirigí a mi enorme bulto, que parecía que se iba a salir del pantalón de cómo la tenía.
– La sorpresa que te tengo preparada – me dijo – requiere que estés descansado porque esta noche necesito toda tu energía.
Yo no tenía ni idea de lo que me tenía preparado, pero la verdad es que la intriga me tenía todavía más cachondo. Al salir del restaurante, le dije si quería ir a tomar algo, pero ella se negó diciéndome que tenía otro plan mejor.
Nos montamos en el coche de alquiler que la empresa le da para desplazarse por aquí y me llevó hasta la habitación de su hotel pero mi sorpresa no fue esa, mi sorpresa fue el ver a 3 mujeres más de su empresa que yo conocí en una de esas cenas en la que anteriormente acompañé a Ana.

Estaban las tres tomando unas copas en el sofá de la habitación. Ana me cogió la polla por encima del pantalón y viendo el enorme bulto que tenía me dijo al oído:
– ¿Te gusta no, pedazo de cabrón?
Yo contesté simplemente con una sonrisa, pero mi polla contestó por mí, con ese bulto.
– Pues disfrútalas toda la noche porque son solo para ti – me dijo Ana.
Primero una de ellas me bajó la cremallera sin dejarme quitar la chaqueta que llevaba puesta, dejó escapar mi polla de aquella cárcel que eran los calzoncillos y empezó a chupármela como si le fuera la vida en ello, mientras Ana estaba sentada en una silla mirando el espectáculo.
Las otras dos me quitaron la ropa en menos de 30 segundos y me dejaron en pelotas ante la mirada lasciva de las maduritas de aquella habitación y mientras Asún me comía la polla con gran maestría, yo tenía ya dos dedos metidos en el coño de Eva que tenía la falda subida hasta la cadera y suspiraba a cada entrada y salida de mis dedos.
Entonces entró en escena la última de las tres, que se llama Esther, y que quitando a Asún casi de un empujón, empezó ahora ella a chupar mi verga. Después de más de 10 minutos chupando, la aparté para cogerla por la cadera y ponerla encima de mi polla que fue entrando poco a poco en su coño sin dificultad por lo caliente que estaba y los jugos que le salían como una fuente y resbalaban por mis pierna, mientras Esther se agarraba a mi cuello y con sus piernas rodeaba mi cintura para no saltar en mis fuertes envestidas.
Eva y Asún se estaban besando y tocando entre ellas para seguir así calientes y esperar su turno. Ana seguía sentada en la silla pero ahora ya se había subido la falda y se estaba tocando el coño de lo excitada que estaba al escuchar los chillidos de su amiga al darle yo sin parar. Después de 15 minutos, cambiando de posturas, Esther se corrió chillando, quedándose en el sofá exhausta, pero como yo aun no me había corrido mi polla estaba tiesa como un sable así que sin preguntar cogí a Eva y la puse a cuatro patas en el suelo con la cara apoyada en la silla donde estaba Ana, quedando la cara de Eva a la altura del coño de Ana, por lo que me acerque a su oído y le dije:
– Tú me hiciste el regalo de estas tres putas, este coño y mi leche, cuando me corra, son el mío para ti por estar así de buena y ser así de puta.
Ana me dio las gracias, y cogiendo la cara de Eva la empujó contra su coño. Eva empezó a lamer y dar pequeños mordiscos en el chocho de Ana, que estaba como loca del placer que estaba recibiendo, mientras yo empecé a bombear cada vez más duro al tiempo que con un dedo iba dilatando su ano, ya que mi intención era terminar en su culo.

Después de un rato follándola por detrás, se la saqué, la apoyé en la entrada de su culo y sin decir nada se la metí de un solo golpe hasta que mis cojones tocaron contra sus nalgas. Ella dio un pequeño chillido pero, al minuto, eran suspiros y gemidos de placer.
Entonces Asún se puso debajo de Eva y mientras yo le daba por el culo ella le comía el coño, por lo que Eva no tardó nada en empezar a decir que se corría, y así entre chillidos y suspiros se corrió en la cara de su amiga.
Yo, que ya no podía más, después de más de 45 minutos sin parar le dije a Ana que me corría y ella, apartando la cara de Eva de su coño, se levantó y se metió mi polla en su boca empezando a chupar como si le fuera la vida en ello hasta que acabé descargando toda mi leche en su boca, que ella se tragó sin ningún problema y que además sabe que me encanta que lo haga.
Solo quedaba por correrse Asún que fue la primera que me comió la polla y luego el coño a Eva, por lo que mirándome me cogió la polla y me dijo:
– ¿No pensarás dejar a una cerda como yo así, no?
Yo le contesté de la manera que mejor sé, la cogí por los pelos y le llevé mi polla a su boca para que la pusiera otra vez en condiciones, cosa que tardo muy poco en hacer y a los dos minutos la tenía otra vez en pie de guerra y cogiéndola en brazos la llevé a la cama y allí, con las piernas hacia arriba, se la clavé hasta los cojones. Ella empezó a chillar como si la estuviera matando así que a los pocos segundos estaban Eva, Esther y Ana mirándome desde la puerta y tocándose entre ellas.
Se corrió dos veces en muy poco tiempo pero como yo me acababa de correr hacía poco tenía aguante así que las puse a las cuatro de rodillas delante de mi polla y les dije que me la comieran una a una hasta que me corrí en sus caras.

Como es evidente no cobré aquella noche ya que disfruté como nunca antes con esas cuatro hembras salidas y sumisas solo para mí. Esta es una de las historias que quería contaros.
Recibe un beso muy húmedo y caliente de mí para ti, querida Charo.