Relato erótico

Mi querida Ama

Charo
23 de marzo del 2020

Se fue a trabajar a unos grandes almacenes para poder costearse los estudios. El trabajo, no era ni bueno ni malo pero le convenía. Lo que no se imaginaba es que la encargada le convirtiera en algo de su “propiedad”.

Ignacio – San Sebastián
Esto que voy a contar me ocurrió cuando comencé a ganarme la vida trabajando y mientras trataba de sacar mis estudios, no sabía que pudiera ser tan duro el ganar dinero, ni tampoco sabía que pudiera haber Jefes tan exigentes con sus empleados.
Me llamo Ignacio, vivo en el Norte de España y mi descripción física es que soy de pelo castaño tirando a rubio, guapo de cara y con un físico bastante bueno, debido a esto y a que me encanta comunicarme con los demás, siempre me he desenvuelto bien en el campo de los Recursos Humanos dentro de las empresas, y en mis relaciones personales entre el público femenino.
Esto me ocurrió en mi primer puesto de trabajo serio, fue en unos famosos Grandes Almacenes con centros en toda España, era un trabajo que realizaba para poder pagarme los estudios, no es que me guste demasiado ir de traje, pero la verdad era que necesitaba el dinero, no tenía otro medio para costearme los estudios ni para pagarme el lugar donde residía.
Cuando comencé a trabajar y dentro de los puestos de mando en la empresa yo tenía de encargado de sección, en este caso encargada, a una compañera que se llamaba Izaskun, de mediana edad, unos 38 años más o menos, pelo castaño con mechas rubias, cuerpo de complexión normal tirando un poco a rellenita, ojos preciosos de color azul y unas facciones de cara que resaltaban sobre el resto del cuerpo, tenía unos pechos grandes y las caderas algo anchas, pero lo que más llamaba la atención sin duda, era la clase con la que se desenvolvía y el fuerte temperamento del que era objeto, y con el que llegaba a conseguir siempre todo lo que se proponía, en definitiva, era una mujer especial, no es que fuera como he comentado antes una belleza, de hecho en el centro había mujeres muchísimo más guapas que ella, pero su manera de ser y de moverse no dejaban dudas de hasta donde podía llegar en un futuro
Desde el momento de empezar a trabajar me advirtieron que era muy dura con las personas de las secciones que mandaba, y que solía presionar bastante al personal masculino sobre todo hasta hacerles la vida imposible si no le gustaba su forma de trabajar,
Después de un par de semanas trabajando, empecé a notar que me miraba y que se detenía a ver cómo atendía a los clientes, en cierta ocasión una señora se vino quejando de un producto que había comprado y usado no quedando contenta con el resultado, al comentarle que yo no podía hacer nada ya que no era culpa de la casa, empezó a gritar llamando la atención del público presente, por lo que se acercó hasta allí Izaskun al ver que era lo que pasaba y una vez calmó a la clienta me reprendió delante de ella diciéndome que era un cretino por alterar así al cliente y por llamar la atención de los demás compradores que en ese momento se encontraban en el centro comercial, me sentí humillado y cuando me llamó a su despacho y entré me dijo que la próxima vez que volviera a ocurrir algo parecido me echaría a la calle, que no podía permitir mi actitud para con la clientela, tuvieran o no tuvieran razón en sus pretensiones, lo importante era el nombre de la empresa. No tardó ni una semana en ocurrir algo parecido y cuando se enteró de ello me hizo llamar a última hora del trabajo, antes de cerrar, cuando entré en su despacho me dijo:

– Parece que tiene usted algún problema con las clientas de este centro, específicamente solo con mujeres por lo que compruebo, me parece que necesita usted que le eduquen de nuevo.
– Yo no tengo ningún problema con nadie, y menos con las mujeres, si son unas cretinas no querrá que les dé la razón, y menos cuando son unas analfabetas – repliqué.
– Me parece que no tiene muy claro cual es su misión aquí – dijo y luego gritó tuteándome – ¡Desnúdate!
– ¿Cómo dice?, me parece que no he oído bien.
– Que te desnudes gilipollas, no tengo todo el día para atenderte. ¿Todavía no sabes quien manda aquí…? pues yo te lo voy a aclarar.
Yo me quedé parado, no sabiendo que hacer, y ella se acercó a mí y después de darme un fuerte bofetón me dijo que tenía dos opciones:
– O colaboras, o te vas a la calle nada mas salgas de aquí, niñato.
Lentamente empecé a quitarme la chaqueta del traje pensando que no podía permitirme el lujo de perder los ingresos que percibía, ensimismado pasé a quitarme la corbata, ella se apoyó en el borde de la mesa y cruzó sus brazos, yo desabroché los puños de mi camisa blanca, luego el cuello y por último los botones sacándola del pantalón y dejándola sobre una silla, cuando estaba así me quedé un rato esperando, mirando a Izaskun, y al preguntarme que si había algún problema, le dije que me parecía una situación humillante al tratar a una persona así, y ella contestó:
– De eso se trata, parece que tú no has entendido que no eres una persona, que a partir de que entres por las mañanas en mis “dominios” dejarás de ser persona y te convertirás en un esclavo, mi esclavo, y como, repito, parece que no lo has captado, eso se va a acabar, y ahora sigue adelante.
Me saqué los zapatos y los calcetines y luego desabroché los pantalones quitándomelos y dejándolos a un lado. Ahora estaba solo con los slips y esperaba no seguir adelante, pero ella se acercó al ver que me quedaba quieto, me dijo que bajara la vista y que no la mirara de frente, y cuando estaba a mi lado vi que llevaba unas tijeras en la mano, las acercó a mis slips y los cortó por un lateral cayendo al suelo, luego llevó las tijeras a mi polla y me la tiró hacia abajó con las tijeras diciendo:
– Ahora no pareces tan gallito Ignacio. ¿Crees que por llevar esta cosa entre tus piernas puedes hacer lo que te dé la gana con las clientas? Yo te voy a enseñar cómo se trata a las mujeres.
Después de esto empezó a cortarme el pelo de los testículos y yo, que miraba hacia abajo, le agarré la mano para que no siguiera, pero ella me pegó un bofetón con la otra mano en toda la cara y dijo:
– ¡Suelta la mano, bastardo o te corto la polla!
Yo solté la mano y me la llevé a la mejilla. Yo no daba crédito a lo que me estaba pasando, una mujer me estaba dominando, y no era capaz de reaccionar.

Ella se separó de mí, y se volvió a apoyar en el borde de la mesa, bajó las luces de la oficina y descorrió las cortinas de su despacho desde donde se divisaban las luces de la ciudad que iluminaban en esos momentos la noche. Me dijo que me pusiera de rodillas y me tiró las tijeras delante de mí.
– ¡Cógelas y córtate el pelo de ahí, cerdo!
Yo las recogí y empecé a cortarme el vello y mientras lo hacía mi polla notaba como empezaba a reaccionar, aunque todavía no estaba empalmada, pero notaba un cosquilleo por la situación del momento, o eso creía yo. Cuando acabé y había cortado la mayoría del vello de mi sexo, ella se acercó al lateral de la oficina donde tenía un pequeño aseo y después de sacar una cuchilla de afeitar, jabón, una toalla y un poco de agua en un recipiente, los dejó en el suelo sin decir una palabra. Recogí el jabón, lo mojé y después la espuma la pasé por mi sexo, luego recogí la cuchilla y rasuré todas mis partes, una vez acabado, lo dejé todo y esperé, no pensaba, solo esperaba a que ella hablara, y al rato dijo:
– Bien, ahora que parece que ya estás más decente y que ya no tienes ese pelo de machito, ponte a cuatro patas y ven aquí, y no se te ocurra levantar la cabeza, perro.
Me puse a cuatro patas sobre la moqueta y me acerqué a ella, parándome enfrente suyo y con la cabeza baja mirando al suelo, desde allí podía observar sus pies y sus zapatos negros de tacón alto, también pude apreciar que llevaba medias de color cristal, tenía los tobillos algo hinchados por llevar ese calzado desde por la mañana.
– Como buen perro que debes ser, después de limpiarte tú, que ya lo has hecho, ahora debes limpiar a tu Ama, empieza por limpiarme el sillón de cuero de mi escritorio.
Rodeé la mesa y cuando estaba al lado del sillón me paré, cogí un pañuelo de papel y empecé a limpiar el sillón
– No, no, así no perrito, así no se limpia, hazlo con la lengua, limpia bien el sillón donde pongo mi culo y donde me masturbo cuando me apetece, después de chuparlo, pues no quiero tus babas asquerosas en él, pásale el pañuelo.
Empecé a chupar el cuero negro del sillón de mi Jefa y ahora Ama, le pasé luego el pañuelo y cuando acabé me quedé muy quieto esperando sus órdenes. Se acercó y comprobó el sillón, después me dijo:
– Ahora te vas a quedar aquí muy quieto y sin decir nada de nada mientras yo reviso algunos documentos.
Se sentó en el sillón, y empezó a trabajar sobre papeles que tenía en la mesa, mientras tanto me quedé a su lado esperando. Desde mi posición dentro de la mesa y a sus pies, podía ver sus piernas con medias, hasta las rodillas nada más, a partir de ahí tenía la falda entallada no dejaba apreciar nada más, pero una de las veces en las que miró me vio mirando entre sus piernas y me lanzó una patada a mis partes dejándome dolorido y retorciéndome en el suelo.
– ¿Quién te ha dado permiso para levantar la cabeza perro, y menos a intentar mirar mis piernas? Tú lo has querido.

Se levantó y cogió un paño, seguidamente lo ató a mi nuca y me vendó totalmente los ojos. Yo no podía ver nada a través de él y se volvió a sentar. Ahora solo podía oír lo que ocurría a mí alrededor y en tal caso a oler, y eso es lo que estaba haciendo, oler su perfume. Entre eso y el olor a sudor de sus zapatos, notaba que me estaba excitando, mi imaginación era más poderosa que la vista y tenía unas sensaciones muy raras. Al rato de estar así, llamaron por teléfono, según la conversación, parecía ser su marido, le comentaba que tenía mucho trabajo y que igual llegaría más tarde, que no tenía más que ineptos a su alrededor y que tenía que reformarlos, riéndose luego por algo que había escuchado de él. Mientras hablaba empezó a rozar sus piernas en mi cara, luego se quitó los zapatos y seguidamente cruzó las piernas, dejando sus pies con las medias puestas a la altura de mi boca.
Yo no veía nada, pero notaba la presencia de sus pies a mi altura, ella arrimó la puntera a mi boca y empujó, yo abrí la boca y con miedo empecé a besar y lamer con cuidado, pero al ver que no me agredía y que seguía hablando por teléfono con su marido empecé a besar su empeine de rodillas, lo besaba y lo lamía, cada vez un poquito más arriba, hasta que llegué al principio de su falda por encima de la rodilla, ella le dijo a su marido que esperara un momento, y noté que se levantaba y que rozaba algo, cuando se volvió a sentar y coger el teléfono, al acercar mi cara noté que se había quitado las medias. Volví a besar sus piernas y ella me dejó seguir más arriba, y cuando subí más arriba noté que también se había quitado la falda, entonces empecé a chupar sus muslos mientras ella reía y ronroneaba en la conversación que mantenía con su marido.
Estaba chupando sus muslos y notaba que yo estaba excitadísimo, mi rabo estaba totalmente erguido y vibraba de excitación. Cuando estaba chupando sus muslos notaba el olor a hembra que me venía de sus partes y me volvía loco, por lo que traté de llegar con la lengua hasta su coño, pero ella apoyó su mano en mi nuca y me la empujó violentamente hacia abajo, dándome un golpe con el sillón y doliéndome la cara, pero seguí chupando sus muslos y piernas, hasta que, pasado un rato, oí como ponía sus piernas sobre el escritorio y me agarraba del pelo, llevando mi cara a su coño y restregándomela contra sus bragas diciendo:
– ¡Cómeme el coño, venera a tu Ama y veremos si te perdono por hoy, coge tu polla con la mano y mastúrbate, pero si te corres, te apaleo, perro!
Yo empecé como loco a chupar sus bragas, tenían un sabor ácido, pero me encantaba su olor, notaba que estaban húmedas y mi saliva inundaba su prenda. Al rato ella misma separó un poco la parte delantera de la braga y chupé sus labios directamente. Que delicia, notaba que su coño estaba depilado y totalmente húmedo y chorreando. Mi lengua se entretuvo en su clítoris y no dejé de chuparle su garbanzo, que estaba durísimo, tan duro como mi pene, que sigo tocándomelo y que tengo que parar varias veces porque el placer es insoportable y me puedo llegar a correr, y eso no lo quiero, no quiero defraudar a mi dueña, no ahora que tengo su coño dentro de mi boca.

Ella sigue hablando por el teléfono a la vez que empieza a moverse rítmicamente en la silla, agarró bruscamente de nuevo mi pelo y restregó violentamente su coño contra mi boca, haciendo esto durante un buen rato, hasta que noté que se arqueaba considerablemente y que luego se dejaba caer en el sillón, apartándome de una patada en mis hombros y dejándome en el suelo con mi mano en la polla sin saber que hacer. Ella acabó la conversación telefónica, se levantó y fue al aseo, se acicaló y seguidamente se vistió. Yo mientras tanto, seguía enrollado sobre mi mismo escuchando todo lo que ocurría a mi alrededor, esperando alguna indicación. Mis huevos me dolían, estaba a punto de explotar por no poder llegar hasta el final, cuando oí:
– Bien, hoy has recibido tu primera lección de cómo tratar a las mujeres, todavía no te mereces ni mirarme, no a una mujer. Cuando yo salga te levantas y te vistes, no te quiero ver aquí cuando vuelva dentro de un rato, y a partir de ahora cuando te llame vendrás a mis pies y esperarás mis indicaciones, espero que te haya quedado claro de quien manda, y que no se te ocurra masturbarte aquí.
Seguidamente oí como se abría la puerta y salía del despacho, me quité la venda de los ojos y vi que estaba solo, me levanté con dolores y me vestí. Todavía me encontraba terriblemente excitado, y a cada roce de mi miembro sobre mis calzoncillos me producía un martirio, estaba como loco por llegar a casa y poder masturbarme.
Mi vida no va a ser la misma a partir de ese momento, y el caso es que no me desagradaba, luego vendrían nuevas situaciones que espero contar aquí y que resultaron extremadamente excitantes.
Un saludo, con permiso de mi Ama.

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