Relato erótico
Mi preciosa zorrita
Ha hecho realidad una de sus fantasías, ver follar a su novia con otro tío. La convenció poco a poco y lo ha conseguido, ahora en su zorrita.
Roberto – SALAMANCA
Ella, mi novia, se llama Mónica, es preciosa, tiene un buen cuerpo y es muy tímida y me encantaba verla enseñando su cuerpo y calentando a otros. El problema es que a algunas mujeres les gusta mucho la idea y cuando estás follando dicen que sí a todo, pero después les da temor, por lo que hay que tener paciencia, sin presionarlas porque esto es para disfrutar ambos, no para que ella se lo pase mal.
Con Mónica primero fue ir hablando de eso mientras teníamos relaciones, lograr que ella, al menos en esos momentos, dejara salir su calentura. Yo obviamente, no me cortaba y le hacia comentarios sensuales. Le decía que estaba muy guapa en traje de baño, pero sobre todo, que me volvía loco el chochito que marcaba y los pelitos que se asomaban por las ingles y añadía:
– Me gustaría que estuvieras todo el día en traje de baño, porque realza la belleza de tu cuerpo, los tíos se dan la vuelta para ver como se te marca el coño.
– ¿Y no te da celos? – me preguntaba.
– No, para nada, me gusta ver como se ponen cachondos mirándote. – ¿Seguro?
– Sí, seguro y más de uno. Y debe haberles gustado mucho. Deben cerrar los ojos e imaginarse que estás desnuda – ella se excitó mucho al oír eso – Han mirado tu chocho, tus divinas nalgas y esas dos tetas desafiantes que tienes. ¡Quien no quisiera verte desnuda!
– ¿Crees eso… crees que me quieren ver desnuda?
El “tratamiento” iba dando efecto. Poco a poco, día a día la charla durante el sexo iba tratando sobre el tema, pero suavemente, enseñándole lo
excitante que era eso y más adelante ella participaba en esa conversación.
– ¿Y por qué no usas faldas más cortitas?
– ¿Para qué quieres que use faldas más cortas? Aunque sí, tengo algunas muy cortas.
– Sí, pero me gustan más cortitas, que se te vea bastante. Me calentaría mucho que se te viera un poco tu ropita interior – dije muy excitado.
– ¿Que se me vea mucho… y se me la ven todos?
– Mejor, que todos te vean lo buena que estás, lo hermosas que tienes las nalgas…
– ¿Quieres que me vean las nalgas?
– Sí, quiero que las enseñes.
– ¿Y a quien se las enseño?
– A todos, que uses falditas muy cortitas y que enseñes las nalgas como por descuido.
Más adelante ya empecé a fantasear sobre algo más concreto diciéndole:
-Quiero que cuando vayamos al club lleves una falda muy cortita
– Muy cortita y que les enseñe el culo. ¿Eso quieres?
– Sí, quiero que todos te coman el culo con la mirada y que en lugar de traje de baño vayas en ropa interior y que te metas en la piscina con ella enfrente de todos.
– Pero se me va a transparentar todo al mojarme – exclamó.
– ¿Qué se te va a transparentar?
– Los pezones, el culo, los pelitos del coño…
– Y el coño también si te agachas al salir del agua y quisiera que me la mamaras allí, junto a la piscina, con tu ropa interior mojada
– ¿Frente a todos?
– ¡Siiií… que te vean con la polla en la boca!
– ¿Que me vean metiéndomela en la boca y chupándola?
– Sí y como al mamar vas a estar arrodillada, se te va a notar tu hermoso coñito.
– ¿Me van a ver el coño mientras te la mamo frente a todos?
Su calentura era ya extrema comenzó a tener un orgasmo, sin poderlo evitar.
– Van a tener ganas de que les des también chupaditas en su verga pues todos van a tener durísimas las pollas de verte arrodillada mamándome y enseñándolo todo, además te voy a sacar los pechos y vas a estar casi desnuda, sí te voy a desnudar y allí enfrente de todos, me voy a subir encima de ti y todos van a ver tu chocho desnudo recibiendo mi polla, incluso se van a acercar a verlo todo de más cerca.
Mónica estaba como loca y mis palabras le provocaban un orgasmo tras otro, sin poder evitar gemir sin parar.
– Y cuando me corra se te van a querer subir encima para follarte también.
Ya en esa etapa, poco a poco, la animé a que se vistiese con faldas muy cortas y blusas sin sujetador. Así fuimos a un centro comercial y
yo le pedí que fuésemos a ver la fruta, se agachara y dejara que la faldita se le alzara toda y los pechos se le vieran por el escote. Lo hizo, pero no tanto como yo hubiera querido, pero más de uno se la comían con la ojos.
Luego fuimos a comer un bocadillo y ella se sentó con las piernas abiertas y se le veía toda la ropa interior, aunque estaba muy nerviosa al notar que todo el mundo la miraba. Esa noche hablamos mucho sobre ello.
– Todos te comían con la mirada -le dije.
– Sí, me lo veían todo, al estar sentada miraban mi coño bajo la ropa interior.
– Todos te hubiesen querido tener en la cama, tenerte con las piernas abiertas – su primer orgasmo llegó rápido – y tenerte con el culo levantado dándote por atrás
– ¿Desnuda? – preguntó muy excitada.
– Sí, desnuda, follándote entre dos o tres, uno por la boca, otro por el coño…
El nuevo orgasmo fue más intenso que el anterior y al día siguiente fuimos de nuevo al mismo súper, y ella iba un poco mas desenvuelta. Se agachó más al mirar la fruta y yo, que estaba lejos, le vi todo el culo.
En un momento dado fuimos por un pasillo, le saqué un pecho y se lo chupe, pero al ver que dos chicos nos estaban mirando, ella se puso coloradísima.
Al sentarnos a comer el bocadillo, estaban sentados casi enfrente y le pedí que comiera sensualmente. Ella tomó la salchicha y la chupó como se chupa una polla y los chicos la miraban babeando. Por la noche hablábamos más sobre el tema, con palabras más fuertes.
– Como los calentaste – le dije.
– Sí, creo que querían que les chupara la polla – contestó empezando a excitarse.
– A mi me hubiera gustado verte chupándosela.
– ¿Te gustaría verme chupándole la verga a otro?
– Sí, me calentaría mucho.
– ¿Verme metiéndome su verga en la boca?
– Sí, y quiero verte haciéndolo.
– ¿Quieres que me meta pollas duras en la boca?
– Sí, verte arrodillada lamiéndoselas, chupando vergas.
Por fin pensé que el gran día había llegado, fuimos al cine y ella había prometido chupar alguna polla allí adentro. Yo la notaba un poco tensa y le dije que no se presionara, que cuando se diera la ocasión lo haría, que no había que presionarse. Durante toda la película la manoseé mucho y aunque había un chico cerca, creí que era muy apresurado enviarla a mamar a pesar de que ella estaba caliente y el chico no nos quitaba la vista de encima, en medio de un cine casi vacío.
– Mámamela a mí – le dije – al menos excítalo, que te vea mamar una polla.
Ella se agachó, se levantó el cabello de modo que no tapara nada y se la metió en la boca. Ahora el chico nos estaba mirando descaradamente y
ella succionaba excitadísima de saberse observada.
– Te está viendo con la verga en la boca, está viendo como me la chupas.
Ella gimió con mi polla en la boca y entonces le alcé el vestido del todo y le bajé la braga para tocarle el coño, que estaba empapado. Estuvo así mamándomela cada vez más caliente y yo le recordaba que él le estaba viendo las nalgas, el coño y como me la mamaba. Ella, cada vez más excitada, comenzó a lamerme golosamente la verga y me excité tanto que eyaculé al mismo tiempo que ella tenía un orgasmo.
Entonces se levantó, se subió las bragas y se sentó. Aun tenía los pechos desnudos.
– Voy al baño – me dijo y se levantó.
Me llamó la atención que seguía con las tetas fuera y que pasó frente al chico para salir de la fila, cuando lo lógico era que saliera por el otro lado.
Unos segundos después el chico se levantó y salió también de la sala, por el mismo lado que ella había salido. El corazón me latía a tope, dudé qué hacer, pero finalmente me levanté y salí sigilosamente. Al salir de la sala vi que había un pasillo largo y medio oscuro y que al fondo debían estar los lavabos. Caminé hacia allá y la distinguí en la penumbra. Estaba frente a la pared, con el vestido alzado, las nalgas levantadas y el chico la bombeaba por atrás. ¡Se le estaba follando!
La oí gemir de placer mientras el chico se la follaba desesperadamente y ella se movía meneando las nalgas de un modo muy sensual. En eso el chico se la sacó y ella se arrodilló para recibir la descarga en la boca, luego se la limpió con la lengua y el chico se fue al lavabo. Ella medio se arregló la ropa y se acercó caminando a mí que, al verla de cerca, noté que llevaba en la cara aun restos de la corrida del chico.
– Me he vuelto una puta – solo dijo.
Saludos y ya os contaré algo más sobre las aventuras de mi novia.