Relato erótico
Mi marido…el mejor
Estaba aburrido en casa, mirando páginas porno en internet e inevitablemente se calentó. Tomo la decisión de contactar con una pareja. Contacto, se conocieron y se citaron. Con ellos descubrió algunas facetas nuevas del sexo.
Juan – Zaragoza
Otra vez en casa, aburrido y con un gran calentón de tanto ver páginas eróticas en internet y de hablar con gente sobre cosas calientes por medio de chats, me decidí a experimentar un trío con un matrimonio que tuviera experiencia en ello. Estuve varios días intentando encontrar a algún matrimonio y por fin logré contactar con uno.
No era fácil para un chico de 25 años y sin experiencia en tríos, que además seguía viviendo con sus padres, encontrar un matrimonio para trío, pero tuve mucha suerte. Me dijeron que no eran de Madrid pero que estarían ese fin de semana en la capital. Me invitaron a probar el trío en su hotel y así, poder iniciarme en ese mundo.
Sus nombres eran Manuel de 37 años y Rosalía de 36. Por todas las fotos que me enseñaron a través de mensajes, pude comprobar que estaban bastante bien cuidados y con muy buenos cuerpos. Ella era un bomboncito, con pelo moreno largo, pechos normales pero muy bien puestos. Yo le recalqué que era heterosexual y me dijeron que no había ningún problema. Manuel era bisexual, pero habían hecho tríos con otras parejas y con hombres heterosexuales y no había problema, según me dijeron. Toda esa semana estuvimos hablando y quedamos para ese fin de semana. Quedamos en un bar, llegué puntual y me dirigí hacia la mesa donde, sin duda, estaban ellos.
– Hola, tú debes ser Rosalía -le dije a una chica que había sentada en la terraza del bar.
– ¡Hola Juan! Mi marido está en una reunión, pero no tardará en venir. Me ha dicho que le esperemos en el hotel – dijo levantándose y dándome dos besos.
– De acuerdo. Estoy algo nervioso Rosalía, la verdad es que no sé como debo actuar ni que hacer – le dije mientras ella cogía su bolso para irnos dirección del hotel.
– No te preocupes -me contestó cogiéndose a mi brazo – tu solo déjate llevar y disfruta del momento.
Nos dirigimos al hotel y cuando llegamos, nos sentamos en la cafetería y empezamos a charlar. Al cabo de uno minutos después, llegó Manuel. Me levanté y le saludé dándole la mano. Ambos eran muy amables. Nos dirigimos a la habitación y tras charlar un buen rato sobre mis preferencias y yo recalcarles otra vez que era heterosexual Manuel me dijo:
– ¿Qué te parece mi mujer? Es guapa, ¿a que si?
– Si, la verdad es que sí que lo es -dije mientras Rosalía me hacía sentarme en la cama y se sentaba a mi lado.
– Tú eres un bomboncito, Juan -me dijo antes de empezar a besarme el cuello y pasar su mano por mi pecho.
– Te lo vas a pasar muy bien Juan -dijo Manuel sentándose a mi lado en la cama.
– Rosalía para, me estas poniendo a mil -le dije.
– ¿Con cuatro besitos? No te creo.
Y diciendo esto, bajó su mano a mi polla.
– ¿Te ponen nerviosos los besos de mi mujer?
– Si mucho – contesté.
– Sácasela Rosalía – dijo Manuel.
– Sácasela tú, cariño, ¿dejas que te la saque mi marido? -dijo Rosalía pasando su lengua por mis labios y cuello.
Yo… – murmuré gimiendo al notar los labios de Rosalía besarme el cuello.
Entonces note como Manuel desabrochaba el botón de mi pantalón y me bajaba la cremallera. Rosalía metió su mano por dentro y Manuel me bajó del todo el pantalón. Rosalía seguía masajeándome por encima del calzoncillo y besándome el cuello. Entonces noté como la mano de Manuel se unía a la de Rosalía y me bajaban el calzoncillo dejando libre mi polla. Cuando noté que la mano me agarraba la polla y me empezaba a masturbar, miré hacia abajo y vi como Manuel con una mano me masturbaba y con la otra se masturbaba él.
– Manuel -dije yo queriéndole decir que lo dejara.
– Tranquilo Juan. Se que te gusta -contestó Manuel.
– Si, pero no quiero…
En ese momento Rosalía me interrumpió metiéndome la lengua dentro de la boca.
– Si quieres, pero te da miedo. Mi mujer te quitará ese miedo -dijo Manuel.
– Tranquilo Juan, no haremos nada que tu no quieras -dijo Rosalía bajando su mano y uniéndola a la de su marido.
– Es que no se si quiero.
– Lo entiendo, no te preocupes -dijo dejando de tocarme y empezando a desnudar a su mujer.
Manuel terminó de desnudar a su mujer y se desnudó él. Yo me tumbé en la cama; aún tenía la camiseta y los calzoncillos, pero Manuel me ayudó a quitármela mientras Rosalía me quitó los calzoncillos y se metió mi polla en su boca y empezó a chupármela mientras me sobaba los huevos con sus manos. Rosalía estaba a mi lado con mi polla en su boca y Manuel estaba de pie dejando la ropa en una silla y se sentó a mi otro lado.
– Deja que te toque, Juan -me dijo Manuel llevando su mano a mi polla.
– Déjale Juan, ya has visto que no es nada malo y además te gusta -me dijo Rosalía, tumbándose a mi lado y besándome en la boca.
Manuel tenía agarrada mi polla y subía y bajaba su mano. Mi polla estaba bien dura y Rosalía me besaba con gran desenfreno tumbada a mi lado. En un momento Rosalía se incorporó y se puso de rodillas delante de mí, abriendo con sus manos sus labios vaginales y mostrándomelos mientras bajaba para que mi lengua los pudiese tocar. Entonces noté como cuando la mano de Manuel bajaba hasta abajo, una cosa mojada tocaba la punta de mi polla. Era la lengua de Manuel. En un momento mi polla entró en su boca y cuando iba a decirle que parara, Rosalía bajo su coño sobre mi cara tapándome la boca con él. Yo gemí al notar como mi polla entraba en la boca de Manuel y su lengua jugaba con mi polla mientras Rosalía gemía al notar mi lengua entrar dentro de ella.
– ¿Te gusta cómo te la chupa mi marido? -me dijo Rosalía restregando su coño por mi cara sin darme la posibilidad de hablar.
– Umm si -pude decir antes de que me volviese a poner su coño en mi boca y restregármelo por toda mi cara.
– ¿Quieres que te la chupemos entre los dos? -me dijo Rosalía levantando un poco su coño de mi cara.
– Si, por favor -dije yo embargado por el morbo de la situación.
Entonces Rosalía se salió de encima de mí, bajó hasta mi polla y empezó a chupármela junto con Manuel. Primero me la chupaba uno y luego el otro.
A veces ponían sus labios alrededor y me la masturbaban con ellos unidos. Estaba tan cachondo que tuve que decirles que pararan porque estaba a punto de correrme. Entonces Manuel se tumbó a mi lado mientras Rosalía seguía tocándome ligeramente, llegando casi a hacer que me corriese, por eso me tuve que incorporar y sujetarla las manos para que no me tocase más. Si me hubiese vuelto a tocar, me hubiese corrido. Pero ella entonces se puso a tocar a su marido. Tenía la polla bien tiesa y Rosalía le masturbaba cuando me dijo:
– ¿Quieres tocársela tú? -me dijo agarrándome la mano y llevándola a la polla de Manuel.
– No sé si quiero -dije tímidamente, pero con gran curiosidad.
– ¡Vamos Juan, tócasela mientras te la vuelvo a chupar!
Yo estaba tan cachondo y tenía tantas ganas de volver a sentir su boca en mi polla, que agarré con mi mano la polla de Manuel sin pensármelo y empecé a subir y bajar mi mano, agarrando aquel palo duro mientras notaba como los labios de Rosalía apretaban mi polla. Estaba masturbando a Manuel y por su cara, lo estaba haciendo bien. Mi polla estaba a punto de explotar otra vez y se lo hice saber a Rosalía. Paró justo cuando estaba a punto, dejándome muy cachondo y se dirigió a la polla de Manuel metiéndosela en su boca mientras yo le estaba masturbando.
– Vamos Juan, chúpamela -dijo Manuel empujando mi cabeza hacia su polla.
– Ya verás cómo te gusta –dijo Rosalía ofreciéndome la polla de su marido.
Yo estaba muy cachondo y casi sin darme cuenta estaba con la punta de su polla metida en mi boca. Entonces Rosalía me acarició la polla y los huevos suavemente y con la otra mano me empujó la cabeza metiéndome la polla de Manuel hasta el fondo. Empecé a chupársela metiéndola y sacándola de mi boca. Mi mano seguía agarrándola por el tronco y alguna vez le tocaba los huevos, igual Rosalía me los tocaba a mí. Lo debía estar haciendo muy bien porque Manuel no paraba de gemir de placer. Sentí como su polla se hinchaba hasta que dijo se iba a correr. Mi primer impulso fue el de quitar mi boca y que se corriera, pero vi la cara de Rosalía a mi lado y seguí chupando.
– Muy bien sigue así. Me encanta verte chupando -dijo Rosalía acariciándome el pelo.
– ¡Me corro! -dijo Manuel.
– Si cariño, córrete en su boca. Vamos Juan chupa, ya verás cómo te gusta.
Yo seguí chupando hasta que noté el primer chorro en mi boca. Al notarlo, instintivamente fui a sacar su polla de mi boca, pero Rosalía me agarró y me obligó a tenerla dentro mientras ella con su boca chupaba parte del tronco y mi boca. Manuel gemía y yo seguía chupando hasta que ya no le quedó más leche. Tuve que tragar gran parte de su semen, dejando escapar otra parte por la comisura de mis labios. Ese semen lo fue lamiendo Rosalía hasta que no quedo nada y metió su lengua en mi boca, dejando que la polla de Manuel se saliera.
Su lengua empezó a juguetear con la mía y su mano siguió jugando con mi polla y huevos. Me tumbé en la cama y Rosalía y Manuel bajaron a mi polla.
Rosalía la empezó a lamer y luego se la dejó a Manuel, pero justo cuando Manuel se la metió en su boca, solté varios chorros de semen que entraron en su boca. Después dejó paso a Rosalía que terminó de limpiarme la polla.
Cuando Rosalía terminó, se tumbó boca arriba y me hizo lamerle el coño, mientras su marido se fue al baño. Cuando llegó Manuel, yo estaba a cuatro patas y él se tumbó al lado de su mujer. Se empezó a masturbar y se le puso tiesa enseguida.
– Vamos Juan, cómesela otra vez -me dijo Rosalía incorporándose y llevando mi cabeza hacia la polla de su marido.
Yo seguí a cuatro patas y me metí la polla de Manuel otra vez en mi boca. Empecé a lamérsela arriba y abajo, a la vez que Rosalía se puso detrás de mí y empezó a lamerme los huevos desde atrás y a sobarme la polla. El morbo era tan grande que mi polla se puso dura enseguida. Rosalía pasaba su lengua por mi polla y huevos, entonces la pasó por mi ano. Yo gemí y Manuel me agarró la cabeza y me hizo meterme su polla más a fondo. La lengua de Rosalía entró en mi ano, era algo raro pero muy morboso. Entonces noté el dedo de Rosalía que jugaba con mi ano, lo metió poco a poco.
– ¿Te gusta esto?
– Si, Rosalía, sigue -dije mientras Rosalía siguió metiendo y sacando su dedo dentro de mi culo.
– Vaya con el joven, le gusta el morbo más que a nosotros -dijo Manuel soltándome la cabeza para que se la comiera a mi ritmo.
Entonces Rosalía se puso a cuatro patas para que me la follara. Yo se la metí de golpe, su coño estaba empapado y mi polla se escurrió a la perfección dentro. Manuel entonces se puso detrás de mí y colocó su polla bien lubricada en el agujero de mi ano.
– No, por favor, eso no -dije.
– Vamos Juan, hay que probarlo todo -me dijo metiendo la puntita de su polla en mi ano.
– No eso no, de verdad –dije aunque seguí metiendo y sacando mi polla del coño de Rosalía.
– Vamos Juan, deja que te folle -dijo Rosalía entre gemidos.
– Solo la puntita Juan, no te preocupes que no te dolerá -me dijo Manuel.
Manuel empezó a meter y sacar su polla de mi culo, pero solo metía la puntita. Mi ano se abría y cerraba para dejar paso a su polla, esto me puso a mil enseguida y noté como Manuel se corrió enseguida, casi a la vez que yo lo hice en el coño de su mujer. Fue algo excitante, aunque luego me quedé algo molesto y con ganas de ir al baño continuamente.
Era tarde y nos acostamos para dormir. Me dejaron quedarme con ellos a dormir. Por la mañana Manuel se volvió a correr en mi boca mientras yo me volvía a follar a su mujer.
Fue una experiencia inolvidable y muy morbosa que llevaba mucho tiempo soñando y fantaseando con ella y por fin la hice realidad. Yo no quería que llegase hasta esos extremos, pero ahora no me arrepiento y les doy las gracias a Manuel y a Rosalía por haberme tratado tan bien y haber sabido comprenderme.
Saludos a todos.