Mi ideal de mujer

Se había divorciado de una mujer más joven que él. Era muy atractiva pero, muy fría en la cama. Conoció a la que ahora es su pareja y quedó deslumbrado, era lo que él buscaba, era caliente, golfa y aquel día descubrió alguna faceta más.

Álvaro – LAS PALMAS
Soy lector de tu revista desde hace mucho tiempo, aunque nunca había escrito ningún relato, y hoy lo hago por primera vez pero espero que no sea la última.
Me llamo Álvaro, soy de Las Palmas, tengo 36 años, me considero un tío normal, mido 1,80 y lo que más destacaría es que estoy bien dotado. Estuve casado con una mujer más joven que yo, pero nos separamos porque yo era muy caliente y ella demasiado fría.
Al poco tiempo de separarme conocí, en una discoteca, a una mujer maravillosa que también estaba recién separada. Se llama Sandra y aunque había estado viviendo en Madrid, ahora residía en Las Palmas de nuevo.
Desde que la conocí me di cuenta de que nos entenderíamos perfectamente en cuanto al sexo. Sandra tiene 38 años, es morena, guapa y un buen cuerpo. Mide 1,60, pelo rubio, delgada con buenas curvas, un buen culo, duro y salido, pechos no muy grandes pero con unos pezones gordos y tiesos, lleva el coño siempre depilado con un pequeño triángulo superior, de labios jugosos y abultados.
A parte de esto, lo que más me gustó de ella es que siempre se viste de forma muy provocativa, con minifaldas muy cortas, blusas transparentes y vestidos muy ceñidos.
Al poco de conocerla, nos fuimos a vivir juntos a su piso ya que yo, desde la primera cita, me la había follado por el culo, el coño y la boca. Desde el primer día Sandra me contó todo sobre su vida y así supe que desde el instituto no había hecho más que follar y chupar rabos. Ella era la chica fácil que había en su pandilla.
Luego estuvo viviendo con un chico que la trataba muy bien pero la encontró en la cama con dos amigos y se separaron. Se lió con otro tío que le enseñó lo que aún no sabía del sexo y durante unos diez años se dedicó a follar con todo aquel que quisiera hacerlo, tanto amigos como familiares, probando de todo, desde tríos hasta orgías con seis o siete tíos para ella sola.
Bueno, Sandra era una tía que solo pensaba en follar y nos pasábamos los días jodiendo sin parar cuando yo volvía del trabajo, hasta que un día nos enfadamos porque estábamos invitados a una cena con unos compañeros de su trabajo y al decirle que yo no iba se enfadó tanto que decidí ir aunque no conocía a nadie.

Para la ocasión se puso un sujetador calado blanco y encima un top de gasa también blanco muy ajustado y muy transparente marcando sus tetas y asomando sus oscuros pezones bajo la tela, la minifalda era de cuadros rojos y rubios, corta y que, al caminar, se la abrían viéndosele todo. Tanga blanco, liguero y medias que por lo corto de la falda, al sentarse se le veían hasta las cachas del culo. Unas botas blancas hasta casi las rodillas la hacían súper sexy y muy provocativa.
Durante toda la cena Sandra había estado tonteando con un compañero y a mi ni me había hecho caso. Tras la cena decidimos ir a una discoteca y nos fuimos repartiendo en los coches. Sandra y yo nos fuimos en el del chico con el que había estado tonteando, que se llamaba Fernando y que no tenía más de 30 años. Al subir al coche Sandra se sentó delante con Fernando y yo atrás, solo. Durante el trayecto vi como Fernando no quitaba ojo de los muslos de Sandra y ella como cruzaba las piernas para que la mini se le subiera y le mostrara el liguero y los muslos desnudos hasta arriba.
Sandra y Fernando hablaban muy bajo y yo no me enteraba de lo que decían pero ella sonreía y parecía gustarle mucho lo que hablaban. Yo miraba desde atrás sin decir nada pero vi como Fernando colocaba su mano en el muslo de Sandra, sobre la media y que en un segundo aquella mano subía y se colocaba sobre el muslo bajo la minifalda, tocándole la liga de sus medias. En ese momento llegamos a la disco y en la puerta de entrada nos esperaban todos. Yo cogí a Sandra de la cintura, entramos y nos pusimos a bailar hasta que, en un descanso, vi como se decían cosas al oído y se reían mucho. Acto seguido los dos se pusieron a hablar, con Mario, otro compañero de unos 40 años. Sus risas eran cada vez mayores y a mi me tenían intrigado ya que no me enteraba de nada.
Fernando y Mario se fueron al baño y, unos segundos después Sandra me dijo que también ella iba al lavabo. Yo no sospeché nada hasta que, al cabo de un buen rato, vi que no volvían. ¡Me la habían jugado!
Fui al baño y ellos no estaban, volví a la pista y no habían vuelto, salí disparado a los reservados pero tampoco estaban y los busqué por todas partes cada vez más nervioso. Al final salí, me fui al parking para ver si estaban en el coche y al estar los cristales empañados solo se veían sombras. Nerviosamente me fui acercando y entonces vi, a través de una ventanilla, a Sandra sentada entre los dos y como le estaban metiendo mano. Ella tenía la mini completamente subida y Mario, sentado a su derecha, la morreaba mientras su mano se metía bajo el tanga acariciándole el coño. A su vez Fernando le había subido el top y sacándole las tetas del sujetador le lamía y mordía los pezones.

Sandra parecía un zorrón y la muy golfa estirando las manos, les sacó los rabos al aire y agarrándoselos a los dos, los masturbaba muy lentamente y con gran maestría.
Mario, entonces, apartó el tanga de Sandra y siguió acariciándole el coño introduciéndole varios dedos a modo de polla. Sandra gemía como una guarra. Yo tenía la polla durísima y me masturbaba como un mono.
Fernando le quitó el top y le sacaba las tetas fuera del sujetador, le lamía
los pezones para, de vez en cuando, subir y morrearla. Al final Mario y Fernando se quitaron los pantalones quedando con las pollas, tiesas y duras, al aire y Mario agarró a Sandra y la sentó sobre su polla se la clavó
entera en el coño. Sandra, sentada mirando hacia adelante, inclinaba la cabeza hacia atrás suspirando y gimiendo con los ojos cerrados mientras Mario se la follaba y Fernando le besaba el cuello, la boca y las tetas.
Mario seguía follándola a la vez que le magreaba las tetas y Fernando la morreaba mientras ella se metía un dedo en el coño por lo que pronto comenzó a chillar como una loca que se corría. Tanto gritó que Fernando la tuvo que morrear para que no se la oyese fuera. Tras un buen rato de folleteo, Mario se quitó a Sandra de encima y salieron los tres del coche, todos prácticamente desnudos, colocaron a Sandra a cuatro patas entre dos coches y Mario se la metió en la boca y Fernando en el coño desde atrás.
La muy guarra la mamaba de vicio, era increíble ver como engullía aquella
polla. Sandra debía haber mamado muchas vergas por lo bien que lo hacía. De pronto Fernando la agarró de las caderas y comenzó a correrse en su coño y luego ella se arrodilló ante Mario succionándole la verga con mucha pasión pero después, lentamente, lamía los cojones hasta la punta del rabo para tragárselo de nuevo una y otra vez hasta que Mario agarró fuertemente la cabeza de Sandra con sus dos manos y comenzó a follarla con fuerza mientras ella le apretaba los cojones. Pronto Mario comenzó a gemir llenándole la boca de semen y tal fue la cantidad que le echó que lo que no podía tragar se le salía por la comisura de los labios cayendo sobre sus tetas. Sandra se sacó la polla para coger aire e inmediatamente volvió a tragársela hasta los cojones para dejársela bien limpia.
Fernando había desaparecido pero al poco rato apareció con tres tíos más que habían estado en la cena.

Los tres se bajaron los pantalones y con Sandra arrodillada frente a ellos comenzaron a pajearse mientras ella se agarraba las tetas y no paraba de acariciárselas pellizcando los pezones y pasando la lengua por los labios insinuándose.
Me acerqué tanto para ver el espectáculo que me pillaron, me dijeron que me uniera al grupo que íbamos a dar una vuelta. No supe que decir y subí al coche. Mario, le dijo a Sandra que se vistiera, pero sin sujetador y entramos en el coche. Me puse a conducir y ellos dos atrás metiéndose mano. Se le veían las tetas a través del top pero a ella le daba igual, y la minifalda tan subida que se le veía hasta la cintura.
Mario me hizo ir por una zona donde hay mucha prostitución y al llegar, donde había varios tíos, me hizo parar. Bajamos Mario y yo del coche y fuimos a hablar con los tíos, que eran casi todos extranjeros. Había tres chicos rubios que eran alemanes y que se quedaron con la boca abierta cuando vieron bajar del coche a Sandra.
Nos sentamos con ellos y tomamos unas cuantas copas. Sandra, cogió un “puntito” y se puso a bailar en plan erótico y se acercaba a cada uno de nosotros. Los tres chicos no desaprovechaban la ocasión de meterle mano y Sandra les sobaba la polla por encima de los pantalones.
El ambiente se estaba caldeando y Mario propuso que nos fuéramos a un bar que había allí y podríamos follar todos.
Todos comenzaron a jalearla y empezamos a caminar sin saber dónde íbamos. Los chicos me apartaron de Sandra y siguieron metiéndole mano a la muy guarra, pues se había olvidado de mi y no paraba de gemir y disfrutar entre tantos tíos, uno de los cuales subiéndole la falda, desde atrás, le metía mano en el coño apartándole la tira del tanga.
En ese momento Sandra se abrió de patas y se dejó masturbar. Se corrió dos veces y ellos disfrutaban viendo los gemidos que soltaba.

Allí, en medio de la calle, uno de los rubios le abrió del todo la blusa y le subió la mini dejándola con las tetas al aire y el tanga, luego la apoyó de espaldas contra el capó de un coche, le subió las piernas, separó el hilo del tanga, se sacó una polla monstruosa, se la apuntó en el agujero del culo y se la clavó entera hasta los cojones. Sandra un gritaba como una loca, debido al tamaño de aquel pollón.
Bueno, Charo, ya te seguiré contando, en una próxima carta, como acabó todo.
Un saludo