Relato erótico

Mi fantasía se cumplió

Charo
17 de febrero del 2019

Le gustaban las mujeres maduras, pero tenía claro que nunca se acostaría con ninguna. Su novia algo mayor que él vivía con su madre y con una hermana más joven. La madre era una mujer viuda, madura y de buen ver.

Juan – Murcia
La historia que te voy a contar, amiga Charo, es completamente cierta. Mi nombre es Juan, tengo 25 años de edad y soy de Murcia. Hace cuatro años que estoy saliendo con una chica que tiene 30 años y realmente somos muy felices juntos. En la parte sexual, con Macarena, que así se llama ella, ha sido un poco complicada ya que no es muy dada a nuevas experiencias. Yo, la verdad es que he tenido una vida sexual bastante abierta y he hecho de todo excepto mantener una relación homosexual. Lo que más me gusta es estar con varias mujeres al mismo tiempo. Pero bueno el relato que quería que conocierais no era precisamente con Macarena sino que con su madre. Todo comenzó desde el momento en que me empecé a quedar en su casa. En realidad en ella viven una hermana de 25, Patricia, y su madre.
La hermana siempre estaba fuera de la casa los fines de semana por lo que nos quedábamos los tres, Macarena, su madre y yo. Isabel, la madre, es una mujer de unos 49 años, delgada, con unos labios carnosos, de pechos grandes como melones y caídos, con un culo pequeño pero salido, respingón. Es viuda desde hace 9 años.
La verdad es que siempre he querido tener sexo con mujeres maduras y al mes de estar allí, decidí empezar a insinuar mis intenciones por lo cual cada vez que la saludaba con un beso, le ponía mis labios lo más cerca de los suyos y me llamó la atención que nunca me apartaba la cara, y menos cuando una vez le di el beso casi con medio labio en los suyos. Imaginad lo caliente que me ponía.
Cada vez más caliente, comencé a espiarla por las noches ya que Macarena se iba a dormir muy temprano y yo me quedaba viendo la televisión hasta tarde. Mis incursiones comenzaron colocándome al lado de su cama mientras ella dormía, estábamos en verano, y llevaba un camisón corto que con los movimientos en la cama, se le subía más arriba de las caderas.
Yo comenzaba suavemente a pasarle la mano sobre la ropa de la cama hasta que decidí apartarla con sumo cuidado y me encontré con la maravilla en vida. Su culo lo tenía al aire y la braga completamente metida en su raja. Cuando pasé suavemente los dedos por sus nalgas sentí la tersura de su piel y como ella tenía un poco abiertas las piernas, podía ver algunos pelitos de su chocho. Esto lo hacía todas las noches hasta que un día se me ocurrió mirar en el momento de que se iba a acostar, ya que ella mantenía la puerta siempre abierta. Imaginaos como estaba de caliente en ese momento porque podría verla en pelotas. Pero justo en este instante me llamó Macarena, que me andaba buscando y fui hacia ella.
– ¿Dónde estabas Juan?- me preguntó Macarena.
– En la cocina. – contesté.
– Estás súper acalorado y parece que caliente también – dijo ella mientras me agarraba el paquete, que se notaba que estaba duro – Mejor que nos acostemos ya que mañana hay mucho trabajo por hacer.
Pusimos una de las películas que siempre mantengo en la casa, una de sexo en grupo y con predilección a las lesbianas, cosa que no acepta de buena gana Macarena.

Yo me puse a mil imaginándome que estaba con su madre, pero al final apagamos la luz y tuvimos la mejor follada del día. Una vez que acabamos, Macarena fue al baño a lavarse y yo aproveché para ir en pelotas hasta la habitación de Isabel para verla.
Estaba completamente destapada con el camisón nuevamente sobre las caderas pero esta vez no llevaba bragas y tenía todo su coño al aire. Rápidamente me volví a la habitación antes de que Macarena se diese cuenta y no pasaron ni 30 minutos cuando mi novia dormía plácidamente. En ese momento yo seguía caliente así es que, procurando no hacer nada de ruido, volví a su habitación nuevamente sin ropa y con mi verga completamente dura.
Isabel seguía durmiendo boca arriba. Me puse a su lado y comencé a rozar mis dedos por su sexo. Se podía sentir su mata de pelo acolchado. Pero en eso se movió de improviso y aunque saqué rápidamente la mano, se despertó.
– Juan, ¿qué haces aquí? – me preguntó aún medio dormida.
– Oí ruidos y quería ver si estaba usted bien – le contesté casi arrodillado en el suelo ya que andaba completamente desnudo.
– No te preocupes que todo está bien, puede pasarme un camión por encima y no lo sentiría – me contestó.
Pasaron varios días sin que ocurriera nada nuevo hasta que en uno de ellos Macarena me dijo que porque no nos íbamos a la playa, ya que estaríamos luego de vacaciones. Buena idea. No, mejor dicho, excelente idea ya que habíamos sacado las cuentas de nuestras vacaciones y a mí me quedaba una semana más que a ella.
– ¿Porqué no invitamos a tu madre y a tu hermana? Creo que les iría muy bien a las dos – le propuse.
– Buena idea – dijo- pero yo me tendré que venir una semana antes que vosotros al trabajo.
– No te preocupes por nosotros, ya nos arreglaremos – le contesté.
Llegado el día, nos fuimos a la playa. A Isabel le dimos la habitación de matrimonio para que durmiera junto a la hermana menor de Macarena y nosotros nos fuimos a otra habitación, donde instalamos el televisor y el video. Durante el tiempo que estuvo Macarena con nosotros, solamente me propinaba soberanas pajas pensando en Isabel. Me la imaginaba en la playa cuando íbamos a refrescarnos y la observaba a cada instante con su traje de baño. Realmente no tenía buen cuerpo pero había algo que me calentaba.
Cuando Macarena se fue, Isabel me dijo que había una amiga suya también de vacaciones, cerca de donde estábamos. La invitamos una noche a tomar unas copas.

Durante toda la noche tomaron muchas copas las dos. En un momento dado, entre la conversación, salió el tema de las películas subidas de tono que daban en la televisión. Ellas decían que eran pornográficas a lo que yo les contesté:
– Lo que dan en la TV, son películas eróticas y está hechas para dar mejor ambiente a la pareja. Las pornográficas son totalmente diferentes. Por ejemplo, cuando usted ha visto una de las de la TV, ¿ha visto alguna vez el acto sexual en pleno o solo la insinuación del acto?
– En realidad sólo la insinuación. Es que no me imagino ver una película en donde se vea todo – me contestó Isabel.
– ¿Has visto tú alguna? – me preguntó su amiga.
– La verdad que sí y de todo tipo – contesté.
– ¿De qué tipos hay? – me preguntó Isabel con los ojos bien abiertos como deseosa de saber.
– Las que he visto yo han sido por ejemplo de lesbianas, parejas, orgías, mujeres de edad con jóvenes – se lo dije para que supiera que se puede – tetonas, travestís, negras… – le contesté más desinhibido por las copas.
– Pero… ¿muestran todo, todo? – volvió a preguntar Isabel, a quien ya le estaban haciendo efecto las copas. Estaba más acalorada y con ganas de saber más.
– Por supuesto y a ver dígame, ¿qué posiciones conoce en el acto sexual? – le pregunté.
– Pues las normales, la posición del misionero, a lo perrito, encima del hombre… – me contestó Isabel ahora un poco cohibida por lo que estaba diciendo.
– Y a parte del sexo vaginal, que es el normal, ¿qué otro tipo de sexo conoce?- volví a preguntar.
– La verdad que solo he usado el vaginal… ¿Es qué hay otros?
– Está el vaginal, el anal y el bucal – expliqué.
– ¿Los has hecho todos? – me preguntó Isabel.
– Absolutamente todos y el que más me gusta es… algún día se lo diré – le
contesté dejando un signo de interrogación.
– Bueno creo que es hora de irme – dijo de pronto la amiga de Isabel.
– Yo la llevo – me ofrecí.
– Gracias por llevarla. -dijo Isabel.
Al regresar pasé al lado de la ventana de la habitación de Isabel vi la luz encendida por lo que me acerqué y logré mirar por entre las cortinas. Allí estaba ella preparándose para meterse en la cama y mientras miraba, se me empezó a poner tiesa la polla esperando hasta se pusiera su camisa de dormir.

Cuando se empezó a desnudar no pude aguantar más, me saqué la polla y comencé a hacerme una paja mientras la observaba.
Tenía unas tetas grandísimas con el pezón caído y su chochito se podía ver a través de su braga, que era casi transparente. Tenía una mata bastante grande de pelos lo que me excitaba aún más. Esperé hasta que estuviera acostada para entrar en la casa. Me fui a despedir con un beso y cuál fue mi sorpresa que ella me lo dio en la boca y me dijo:
– Gracias por todo, pasé una noche magnífica.
– Gracias a usted, ya que me sentí en confianza al conversar tantos temas.
Al irme, me fui a acostar para lo cual me saqué toda la ropa y me quedé en pelotas. Estaba tan caliente que puse una película de las que llevaba. Era de lesbianas pero en un momento, no aguanté más y fui a ver a Isabel. Menuda sorpresa me llevé. ¡Estaba masturbándose la muy zorra¡ Usaba un pepino que habíamos comprado para hacer ensalada y que tenía un grosor bastante considerable y un largo más que suficiente. Se lo metía y jadeaba como una condenada. Él verla me puso a mil y me hice una paja descomunal que estalló entre la puerta y la pared. Rápidamente traté de limpiar pero estaba todo oscuro lo que hacía difícil la tarea. Al terminar me fui a mi habitación a dormir.
A la mañana siguiente, a las diez, me desperté, a desayunar y al entrar a la cocina me encontré con Isabel. Llevaba puesto un camisón rosado que permitía verle los pezones y más abajo se le veía la braga y por detrás, la tenía completamente metida en su raja.
– Buenos días Juan – me saludó con muy buen ánimo.
-¿Cómo ha dormido, querida suegra? – le contesté con voz suave.
– Muy bien, en realidad como no lo hacía en mucho tiempo -contestó.
– ¿Qué vamos a hacer de almuerzo? – le pregunté.
– Lo que tú quieras – contestó
Obviamente le dije que yo iba a preparar una rica ensalada de pepino y al llegar la hora de preparar el almuerzo, comencé con el tomate, la lechuga hasta que le pregunté por el pepino.
– Lo que pasa que anoche me di cuenta que la bolsa del súper estaba en mi habitación, la traigo de inmediato – me contestó con voz nerviosa –
– Aquí está – añadió mientras dejaba la bolsa en la mesa.
En ese momento me quedé mirando las aureolas de sus tetas, que se iban
poniendo cada vez más oscuras y sus pezones más duros. Abrí la bolsa, tomé el pepino y le dije:
– ¿Se acuerda de las películas porno que le contaba anoche?

– Sí, sí, me acuerdo – me dijo.
– Pues es que también hay películas en donde las mujeres se meten todo tipo de objetos en el sexo y este es el más usado por ellas – le contesté mientras en mi pantalón corto que me puse se empezaba a marcar un bulto y que ella notó de inmediato.
– No sabía que eso se podía usar también – me contestó.
– Si quiere lo guardo para otra ocasión – le dije mientras simulaba que le hacía una paja al pepino.
– ¡No soy de ese tipo de mujer! – me dijo con voz enérgica mientras se iba a su habitación – Me voy a duchar para almorzar – añadió desde el baño.
A los pocos minutos, oí que Isabel me llamaba
– Dígame… – pregunté.
– Por favor, ¿me podrías traer la toalla que dejé colgada en el patio?
– De inmediato se la traigo.
Mi polla ya no aguantaba más dentro del pantalón corto. Estaba tiesa. Al tocar la puerta del baño Isabel me dijo que se la dejase dentro, por lo que entré, ella me dio las gracias pero me pidió que le pasase también el jabón, ya que a ella se le había acabado.
– ¿Quiere que le friegue la espalda? – le pregunté.
– ¿No te molestaría hacerlo?
-Por supuesto que no, pero me voy a mojar.
– Entonces déjalo.
– Si quiere me meto en la ducha ya que yo también tengo de ducharme y así ahorramos agua – propuse.
No llegó a contestarme cuando yo ya estaba desnudo dentro de la ducha. – ¡Juan, que estás haciendo! – gritó.
– Le quería ayudar- repliqué haciéndola volverse para pasarle el jabón por la espalda.
Ella se quedó completamente helada ante todo esto, así que comencé a restregarle la espalda y a pasarle la mano por el culo.
– Veamos, querida suegra, por favor abra un poco las piernas para poder enjabonarla mejor – le dije.
Pensé que se negaría pero las abrió. Le enjaboné muy bien el culo y el chocho mientras yo no podía imaginarme que estaba junto a una mujer madura y que encima era mi suegra.

Comencé a acariciar todo su cuerpo, le tocaba las tetas, el chocho peludo y mojado. Poco a poco, comencé a tocarle el clítoris momento en que ella llevó una mano hacia atrás y cogió mi polla. Muy pronto cambiamos de posición y me tocó el turno de saborear los jugos de su almeja. Eran realmente abundantes, pero cuando ya no aguantábamos ella se puso en posición para que la penetrara. Fue una sensación extraordinaria. Por primera vez me estaba follando a una mujer madura y la sensación de introducírsela completamente era inexplicable.
Ella jadeaba de gusto y se tocaba las tetas con ambas manos, luego se chupaba un pezón metiéndoselo completamente dentro de la boca. Al ver semejante espectáculo, mis huevos estaban listos para estallar.
– Isabel, no aguanto más – le dije.
-Córrete dentro, por favor, quiero sentir tu leche dentro de mí – me dijo
Sin más me corrí como nunca.
– ¿Te ha gustado, Juan? – me preguntó.
– ¡Muchísimo! – contesté.
Desde entonces soy amante de mi suegra y nos lo pasamos de maravilla. Besos de los dos y hasta otra.

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