Relato erótico
Mi buen amante y mi buen marido
Nos cuenta un encuentro que vivió con su amante y, por supuesto, en compañía de su marido. Sí, su marido es un cornudo y le consiente todo lo que ella quiere y con quien quiere.
Maite – Cantabria
Una tarde en que mi marido y yo caminábamos por la calle haciendo unas compras, como siempre, iba vestida bastante provocativa con vaqueros ajustados que marcaban mis redondas nalgas y una camiseta ajustada que me permitía lucir tetas.
En eso vimos a Jorge, mi amante del momento, se nos acercó saludando a mi marido con un apretón de manos y a mí me cogió de la cintura y me dio un tremendo beso con lengua, mientras, sus manos recorrían mi culo. Le devolví aquel apasionado beso, mientras lo abrazaba. Cuando nos separamos, me miró sonriendo y dijo:
– Maite que preciosa que estás, cada vez que te veo siento deseos de follarte toda.
Le contesté rápidamente, mientras miraba a mi marido:
– Sí, cómeme toda cuando quieras y muéstrale al cornudo ese lo que es un verdadero hombre.
Esto era el colmo, allí estaba yo en la calle abrazada a otro hombre con el marido a mi lado y excitada. Continuamos besándonos, sus manos no paraban de tocarme, hasta que no aguanté más y le toqué el “paquete” por encima del vaquero. El tío tenía la polla completamente erecta.
Aquella situación me ponía cachonda, pero tuvimos que separarnos para seguir con las compras que teníamos pendientes, momento que aprovechó Jorge, para invitarnos a cenar aquella misma noche. Casi me corro de gusto de pensar lo que nos esperaba.
En cuanto llegamos a casa decidí prepararme para la noche. Me di un largo baño y escogí un vestuario especial. No quería ir provocativa, quería ir como un putón, por lo tanto, me puse unas medias negras de seda, un ligero de encaje negro, un tanga y no me puse sujetador. Tengo las tetas firmes y con la blusa negra que quería ponerme, quedaba más atrevido. El complemento final era una minifalda negra de piel. Los zapatos eran negros de tacón de aguja. Pedimos un taxi y como de costumbre mi marido se sentó atrás y yo adelante con el chofer. Al sentarme se me subía la mini dejando al descubierto mis muslos, y el liguero. Me desabroche un botón de la blusa y dejé al descubierto mis tiesos pechos.
El taxista me miraba primero de reojo y luego descaradamente, sudaba como un marrano, me encantaba ver que se ponía cachondo. Al poco rato, sus pantalones marcaban el bulto de su polla tiesa. La verdad es, que el tipo no estaba nada mal y en otra situación lo habría provocado aún más, pero teníamos otro compromiso. De todas formas, os queda claro que me encanta calentar braguetas y sentirme deseada.
Llegamos a casa de mi hombre y al bajar le di un último espectáculo al taxista. Hice ver que se me había caído algo, me incliné y le mostré todo el culo y un buen trozo de chocho. Mi marido se quedó pagando y yo entré a casa de Jorge, que al verme me dijo:
– ¡Putita, me encanta verte vestida así!
Sin mediar palabra, le metí mano en su abultado paquete y comencé a besarlo con desespero. Nuestras lenguas se entrecruzaban en un beso apasionado. El jueguecito con el taxista me había puesto a mil, ya estaba mojada y mis pezones estaban duros como piedras.
Entonces entró el cornudo y fuimos a la sala, nos sentamos en un sillón largo Jorge y yo y mi marido enfrente, crucé mis piernas y abracé a ese hombre. Quería polla y la quería ¡ya!
Comenzamos a tocarnos, sus manos me acariciaban las piernas y comenzó a subir llegando a mi húmedo coño, y parándose para acariciarme el clítoris. Ahí no aguanté más, comenzamos a besarnos y tocarnos por todos lados, me encanta ser manoseada y toqueteada por un hombre, me excita.
– No aguanto más – me dijo y sacándose la polla, ya dura y firme, la puso entre mis piernas y comenzó a moverse.
– ¡Oh, sí, me encanta sentir tu polla aquí, sigue, sigue, no la saques…!.
– Te gusta, ¿eh putita… te gusta mi polla? – siguió él.
– Sí – dije – me encanta tu polla.
Entonces me llevó al sillón y me hizo sentar, se arrodilló frente a mí y comenzó a pasar su lengua por encima del tanga haciéndome sentir la presión que hacía aquella lengua sobre mi chocho, luego me la pasaba por mi pubis depiladito y por los costados de mi tanguita. Ya no podía más, estaba toda mojada, sentía como me salían mis jugos y empapaban la tanga. Siguió así por un rato, luego apartó el tanga y comenzó a hacerme una comida de película y no tardé mucho en estar a punto de correrme, y, ver al cornudo frente a mi haciéndose una paja, fue el detonante para correrme. Tuve un orgasmo tan bestial, que sentía como chorreaba por mis piernas, pero él seguía y seguía pasando su lengua desde el clítoris a los labios vaginales, y hasta el ojete del culo. Me gusta que me chupen el culo mientras me meten uno o más dedos en el chocho.
Jorge, se levantó, se quitó la ropa y se sentó en el sillón a mi lado. Yo me tiré encima de él y comencé a pasar mi lengua por sus tetillas, lamiendo, chupando y mordiéndoselas. Me encanta hacer eso mientras con una mano lo masturbaba lentamente.
– ¡Siiií… soy una puta, sí me gusta lo que me haces, hazme de todo, hazme lo que quieras! – le decía muy excitada.
Luego me arrodillé frente a él y abriendo mi boca tragué su polla y hasta que no la tuve toda dentro no la cerré, apretando fuerte con mis labios, pudiendo sentir sus cojones en mi cara y comencé a chupar con ganas y con deseo, mientras él me apretaba las nalgas. Yo sacaba la polla de mi boca y recorría todo el tronco con mi lengua, subía y bajaba, lamiéndole los huevos peludos, subía hasta la cabeza de nuevo y jugaba con el agujerito de su capullo metiendo allí mi lengua. Bajé otra vez, lamí sus huevos y más abajo, hasta llegar a su culo, pasándole la lengua. Estaba tan caliente que quería meter toda mi lengua en ese ojete, quería romperle el culo con mi lengua, mientras con una de mis manos lo pajeaba. Al rato, él me agarró por los hombros y me dijo:
– Ahora quiero follarte, ven y siéntate en mi polla.
-¡Oh, sí, quiero tu polla, quiero que me folles entera!
Apartándome el tanga, me senté sobre su polla y descendí suavemente hasta tenerla toda dentro, comenzando a moverme despacio mientras mi hombre me chupaba las tetas y me besaba. Estaba tan caliente que comencé a moverme más y más rápido, subía y bajaba por ese tronco cada vez con más ganas y con más furia, hasta que el cornudo de mi marido se arrodilló entre nosotros y me lamía el culo haciendo que yo me inclinase más hacia adelante para poder sentir su lengua en mi ojete. Pero no conforme con esto, bajo aún más y lamía los costados de mis labios vaginales y parte de la polla de mi amante y yo le decía:
– ¡Sí, chupa, lame todo lo que encuentres, chúpale la polla, cornudo, y tú fóllame fuerte, fóllate a esta puta… aaaah…. sí, me corro… ya… me corro… y tú, cornudo, chupa, chúpame el ojete del culo, sigue así, dale, dale, fóllame así, así… aaah… sí… aaah…!.
Así seguimos un ratito más hasta que me di la vuelta de espaldas a mi hombre y de frente al cornudo, me clavé otra vez la polla en el chocho y le dije a mi marido:
– ¡Ven, cornudo, chúpame el coño mientras mi hombre me folla, ven y mira como me jode otra polla, mira como goza esta puta que tienes por esposa!
Mientras mi marido devoraba la polla de mi amante, pasaba su lengua por mi clítoris, lamía las bolas de Jorge con deleite y vuelta a mi clítoris lamía y chupaba con devoción. El placer que se siente es indescriptible, tener una buena polla dentro del chocho y una lengua que serpentea en el clítoris es de correrse sin parar. Las manos de Jorge apretaban mis pezones, su polla me hacia delirar así como la lengua de mi marido. Yo era un mar de jugos que se escapaban por el tronco de la polla de mi hombre y el cornudo la recorría con su lengua hasta que me la saqué del chocho, la agarré de la base y comencé a sacudirla, diciéndole a mi marido:
– ¡Chupa, chupa esta polla, límpiala que está llena de mis jugos, ven, ven y chupa!
Mi marido la chupó tragándosela toda mientras que yo, sobre el sillón, colocaba mi culo a la altura de la boca de mi amante y él comenzó a chuparme el ojete mientras me metía dos tres dedos en mi chocho. Mi placer era tremendo y mucho más al ver al cornudo de mi marido chuparle la polla a mi hombre. Fue demasiado y me corrí en los dedos de Jorge, sintiendo su lengua en todo mi culo. Fue tanto mi placer que me vinieron unas ganas terribles de orinar y le dije a mi hombre:
– ¿Quieres ver como ese cornudo se traga toda mi meada?
– Sí, claro que quiero putita, eres tan degenerada, tan pervertida, que no tienes límites – me dijo Jorge.
– Claro que no los tengo, cuando me caliento soy capaz de cualquier cosa, me gusta ser así degenerada, guarra, cochina, puta, bien puta, bien degenerada.
A mi marido ya me lo he meado antes, pero nunca delante de otro, así que mi excitación era increíble. Me situé en medio de la sala, mi hombre a mi lado y el cornudo se acostó entre mis piernas, levantó el torso, acercó su boca a mi chocho y cuando empezó a chupármelo, comencé a mear en su boca sintiendo las manos de Jorge en mis tetas, que estaban muy duras. Yo pajeaba a mi hombre y meaba a mi marido en la boca viendo como se le escapaba el dorado licor y le mojaba todo el pecho. Cuando terminé mi marido se pajeaba frenéticamente pero yo, mirándole, le dije:
– ¡No te corras, tu leche es mía!
Viéndolo todo empapado en orín me dio un morbo tal que me tiré encima de él clavándome su polla en mi chocho y moviéndome como loca. Jorge se me acercó, me levantó el culo y también me ensartó por el chocho. Fue el sumun del placer sentir dos pollas dentro de mi coño, esos palos duros y firmes dándome fuerte, uno entrando, el otro saliendo, uno… Giré mi cabeza y vi a mi hombre detrás de mí, abrí mi boca saqué mi lengua de forma impúdica, y comencé a moverla, el acercó su boca, sacó su lengua y nos besamos metiéndome la lengua hasta lo más profundo de mi garganta y los dos segregando saliva.
Estaba toda sudada babeando, toda la cara con saliva mía y de ese hombre, me sentía sucia me daba asco de mi misma, me sentía todo un putón, y a la vez libre, feliz de desatar toda esa lujuria, estaba como poseída quería más y más y más, mi chocho era un mar de jugos, gozaba como una perra, una perra puta.
– ¡Así, mis machos, follaros ese chocho, follaros a esta perra… siiií… aaah… me corro… me corro con estas dos hermosas pollas en mi coño… mira marido como disfruto, mira la puta que tienes como esposa…!. ¿Te gusta, te gusta que sea así?
– ¡Sí, me encanta lo puta que eres, me gusta que te follen todos los agujeros, me encanta que tengas hombres, me gusta follarte y verte follar con otros, eres una puta, una prostituta, una ramera…!.
Yo no paraba de correrme, es magnífico disfrutar con dos hombres, con tres, con los que sean, me gusta follar y ser follada, disfrutar de los placeres del sexo sin tabúes ni ataduras, solo placer. Jorge me avisó que estaba a punto de correrse.
– No aguanto más, putita, te voy a dar mi leche.
– La quiero en mi boca, échamela en la boca, quiero saborear esa leche caliente – le dije.
Se salió de mi yo me arrodillé y comencé a chupar ese pedazo de carne, sintiendo el sabor de mis jugos chupé y chupé hasta que sentí que su polla se hinchaba aún más, y largo uno dos tres chorros de leche espesa, agria y caliente. Me encanta tragar leche de hombre para luego dejar esa polla limpia sin rastro alguno. Mi marido se empezó a pajear y se corrió entre mis tetas. Sentir esa leche caliente con el contacto de mi piel es hermoso, la esparcí por mis pechos como si de una crema se tratara, nos tiramos en el sillón los tres agotados y exhaustos de esa mini orgía.
Comenzamos a hablar y Jorge decía que era increíble cada vez que lo hacíamos, se sorprendía de lo degenerados que somos, pero él no se quedaba atrás porque bien que le gusta, todo lo que hacemos.
La noche siguió, mi hombre me folló como quiso el chocho, la boca, el culo y el cornudo chupaba todo lo que encontraba, tetas, chocho, polla, culo, chocho con polla, polla con culo, todo lo chupaba. Luego me follaron entre los dos, uno por el chocho y el otro por el culo, uno por el culo y el otro por la boca. Sí, fue una noche larga pero, ¡qué noche!
Agradezco a mi marido por dejarme ser así y disfrutar plenamente del sexo como una completa puta. A él le gusta saber que estoy follando con algún otro hombre, llegar a casa follada, con olor a ese hombre, con mi chocho y culo bien follados y con gusto a leche en la boca.
Se pega a mi boca y me besa con muchas ganas, huele mi cuerpo buscando olor a hombre, con su lengua recorre todo mi cuerpo y más aún donde el hombre de turno se haya corrido pues le encanta lamer la leche seca de otro hombre en mi cuerpo. A él le encanta que me follen otros, poder verme o que se lo cuente y cuando paso algún tiempo sin hombre, estando los dos en la cama me suplica, me implora que salga a buscar hombre y a mí eso me encanta, verlo suplicar diciéndome:
– Venga, putita, sal a buscar hombre, déjate follar por favor, vamos a la calle a buscar un hombre, te suplico, venga vamos que me encanta que te follen, lo necesito, necesito que tengas un hombre, humíllame delante de otro, dime que soy un cornudo y que te vas a ir a follar con ese hombre.
Qué hermoso que es que tu propio marido te implore que salgas a la calle y seas una golfa, un putón y a mí me encanta sentirme así, una mujer libre, libre de salir con quien yo quiera, de gozar de cuantos hombres quiera, sin tener problemas en mi matrimonio, disfrutar del sexo en toda su plenitud.
Saludos.