Relato erótico
Mi boda un dia especial
El día de la boca es muy importante para una mujer, pero más especial es la noche de bodas. La que vivió nuestra amiga fue “diferente”, morbosa, viciosa e influyó en el cambio del destino de la Luna de Miel.
Lola – Gerona
Si hay una noche que para una mujer es inolvidable, esa es la noche de su boda. Pero en mi caso fue y es inolvidable por muchas razones, por más de ocho razones.
Cuando éramos novios, él había sugerido en varias ocasiones la posibilidad de tener sexo con otras personas, pero a mí, si bien me excitaba la idea, no me tenía muy convencida. Dos semanas antes de nuestra boda, por distintos motivos, nuestra relación sexual no había tenido éxito, por lo que llegué caliente al altar, factor en parte desencadenante para lo que luego sucedió.
Para esa noche me preparé en forma muy especial. Aquí estaba yo, frente al espejo, recién duchada viendo mi cuerpo desnudo. Delgada, alta, muy bonita y de lindas curvas. Culo redondo y salido, piernas estilizadas y bien depiladas. Mi coño totalmente depilado, se veía muy hermoso.
Me agaché y me miré el ano, casi virgen, rosado, apretadito. Esa noche sería de mi marido como regalo de bodas. Hasta el momento no me lo había penetrado ningún hombre, solo mis dedos, mi pequeño consolador y mis bolitas chinas. Me lo acaricié y traté de meter un dedo, pero lo sentí apretado, así que me puse un poco de crema para ver si realmente funcionaba. En pocos minutos logré meterme tres dedos y no sentí dolor. La crema realmente funcionaba. Entonces decidí probar hasta donde dilataba mi culito. Busqué en mi armario una caja con un gran consolador, regalo de una amiga, que únicamente me lo había podido meter en el coño hasta la mitad de lo grande que era. Mide 26 x 6. Una monstruosidad.
Me lo metí en el coño y realmente se notaba grande. Pensé que en el culo no me iba a entrar ni siquiera la cabeza. Pero me equivoqué. Me coloqué más crema, que era un ungüento muy resbaladizo por cierto, y lentamente me lo fui metiendo en el culo sentándome sobre él. Increíblemente lo tenía metido por la mitad cuando noté que la puerta se abría. ¡Me había olvidado de cerrar con llave!
Era mi hermana que me venía a preguntar si ya había utilizado el baño. La sorpresa y el temor de ser descubierta hicieron que me dejara caer, metiendo todo el consolador en el culo. Estaba segura que el dolor iba a ser insoportable, pero para mi sorpresa, no fue demasiado intenso. La crema realmente funcionaba y su efecto duraba varias horas.
Cuando mi hermana se fue, retiré el consolador de mi dilatado culo y comencé a vestirme, siempre frente al espejo. Me puse un par de medias de color blanco. Luego un portaligas de color blanco también. Encima un corpiño de media copa que lo único que hacía era levantar mis pechos, dejando el pezón libre.
Mi vestido era relativamente corto, a medio muslo y con un escote muy amplio, casi dejando ver el corpiño. Me coloqué los zapatos de tacón muy alto y plataforma. Luego me ayudaron con el peinado y el maquillaje. Esa noche estaba realmente impactante.
La ceremonia fue hermosa y muy emotiva. Luego la fiesta. Mi marido estaba radiante al igual que yo. Después llegó el momento del reparto de las ligas de la suerte y comencé a quitármelas y mi marido a colocarlas a mis amigas y parientes.
El padrino de bodas, Ernesto, íntimo amigo de mi marido, en broma, reclama la braga para el padrino y yo le dije que luego se la entregaríamos. Después vinieron los brindis, el baile, la fiesta, las bromas, mucho champán, vino y dulces. Estaba muy alegre y algo borracha, y por lo tanto desinhibida. Poco a poco la fiesta se acababa, pero aun quedaban algunos amigos por allí.
Yo estaba con muchas copas y muy caliente, por lo que fui al baño y me coloqué un poco más de lubricante en el culo, preparándolo para mi marido, pero cuando salí del baño, me encontré con mi marido, con Ernesto y otros dos amigos de mi marido. Ernesto bromeando me dijo:
– El tanga para el padrino.
– ¿Se lo damos? – dije mirando a mi marido.
Me dijo que sí y yo, ya más lanzada y frente a varios amigos, le dije que me lo sacara él. Entonces se agachó frente a mí, me metió ambas manos debajo del vestido y trató de desprender el portaligas, pero yo le dije que esperase, que era más fácil de lo que pensaba y me levanté el vestido permitiendo que me vieran el culo y el tanga. Todos quedaron petrificados. Incluso mi marido. Ernesto, lentamente, me fue bajando el tanga, pero yo no bajaba mi vestido, permitiendo que todos vieran mi depilado coño, que estaba muy mojado y el clítoris se veía casi por lo inflamado.
Ernesto cogió mi tanga y se lo iba a guardar en un bolsillo cuando sorprendí a todos cuando le dije que así no, que si él me la había quitado era para usarla, que se la debía poner. Ernesto y mi marido se quedaron sin poder pronunciar palabra. Entonces me acerqué y le desabroché el pantalón. Ernesto se dejaba hacer, se descalzó y se lo sacó. Yo me agaché y mi cara quedó a la altura de su polla, que se notaba muy dura debajo del calzoncillo.
La tensión era muy grande. Los miré a todos y las pollas parecían querer saltar de los pantalones. Incluso la de mi marido. Bajé los calzoncillos, y la polla de Ernesto golpeó mi cara, y yo, con la boca abierta, me la quedé mirando y les dije a todos que en ese estado mi braguita no iba a entrarle.
Le subí el calzoncillo y el pantalón y todos se quedaron mirándome.
Entonces le dije a mi marido para irnos, que estaba muy caliente, pero Ernesto nos miró y me dijo:
– ¿Y el padrino?
Para sorpresa de todos, incluso mía, le dije:
– Si el padrino nos quiere acompañar… ¿alguien más?
Llegamos a nuestra habitación y detrás de nosotros llegaron los amigos de mi marido. Entramos y mi marido me comenzó a besar y a tocarme el culo, hasta que me soltó para desnudarme y fue Ernesto quien me tomó en sus brazos y me besó y acarició las tetas. Alguien, desde atrás, me sacó el vestido. Mi cuerpo ya le pertenecía al grupo. Me metían mano por todos lados. Uno de los amigos de mi marido se acercó por atrás con la polla fuera y me la hizo resbalar por el culo, intentando metérmela por atrás, pero yo le dije que no, que ese es mi regalo de bodas para mi marido, que después de que él lo desvirgue, puede ser que se lo entregue al resto.
Entonces le pedí a mi marido que se acostara en la alfombra y lentamente me metí toda su polla en el culo. Cabalgué sobre él hasta que su leche me inundó, me levanté y le comencé a chupar la polla arrodillada, exponiendo el culo al grupo de amigos. Ernesto se subió encima de mí y me metió la polla en el culo sin darme tiempo a reaccionar.
Me follaba realmente muy fuerte provocando que un orgasmo me llegase en forma violenta. Minutos después, Ernesto descargaba dentro de mi culo, mezclando su leche con la de mi flamante marido. Cuando me la sacó, la leche se deslizaba por mi coño, que estaba deseando recibir una polla dentro.
Me pasé la mano por el coño y la saqué llena de la leche de mi marido y de Ernesto, me miré la mano y mi anillo de matrimonio, de fidelidad, estaba impregnado en la leche de ambos. Pensar en eso me excitó nuevamente.
Mientras pasaba todo esto le seguí chupando la polla a mi marido hasta que éste me llenó la boca de leche, que en parte tragué, aunque no me gusta hacerlo y otro poco fue a bañar mi cara y mi pelo. Entonces traté de ir al baño, pero los otros amigos de mi marido no me dejaron, estaban demasiado calientes como para esperarme, así que me acosté de espaldas y abrí mis piernas. Uno a unos los seis amigos de mi marido me follaron por el coño y me lanzaron su leche dentro. Cuando el último se corrió, yo estaba realmente cansada, pues me corrí dos veces más mientras era follada por nuestros amigos.
Estaba tan cansada que ni opté por lavarme después de tanta follada y
cuando me desperté estaba hecha un asco, el pelo con pegotes de leche, igual que la cara, las piernas, el coño y el culo. Entonces llamé a mi marido y no me contestó nadie.
El olor a sexo era tan fuerte que nuevamente me excité y me masturbé hasta correrme. Me di un buen baño y fui a la cocina a beber un jugo cuando me encontré una nota de mi marido que decía que regresaría por la noche, ya que habían ido a arreglarlo todo para la luna de miel.
Recibe todos mis besos ya te contaré como pasamos la luna de miel, supongo que acompañada de todos esos amigos.
Un beso.