Relato erótico
Mejor me hubiera callado
Llevan unos años casados y la atracción sexual, entre ellos, funciona de maravilla. Esto no ha impedido que alguna vez le proponga a su mujer montar un trío y alguna otra fantasía más.
Roberto – Madrid
Amigos de Clima, después de 4 años juntos voy a contar todas las cosas que entre sueños, fantasías y locuras le propuse a Sara, mi mujer. Pasados los años de convivencia seguía poniéndome cachondo. El sexo con mi mujer era morboso y guarrillo.
Varias veces le hablé de hacer un trío con un hombre y pasé por todos los procesos, desde su rechazo, hasta que ella misma me diera ideas sugiriéndome situaciones morbosas, cosa que me ponía muy caliente. A pesar de todo, lo más que había obtenido de ella fue un coqueteo con un tío en la playa, pero fueron unos minutos en que lo puso loco y nos fuimos a la habitación a hacer el amor como desquiciados.
Mas adelante llegamos a una época en que mi trabajo de ejecutivo me obligaba a muchos compromisos sociales, a los cuales siempre llevaba a Sara, y en uno de esos compromisos conocí a Carlos, un chico muy atractivo, casado, de 44 años, y que era el director de la agencia en la cual estaba yo asignado. Estábamos en un congreso, lo conocí en esa reunión, era mi nuevo jefe y lo invité a cenar con nosotros. Lo pasamos muy divertido, nos narró su vida matrimonial y nos mostró fotos de su mujer, una muy bella mujer. Al día siguiente nos despedimos.
A partir de esa fecha, sin saberlo, sería el inicio de una locura que actualmente domina mi cabeza. Días después del congreso estábamos en una cena de Navidad mi mujer y yo, bebimos unas copas de más, por lo que nos pusimos cachondos, y regresamos a casa a follar. Antes de empezar literalmente a follar, tomamos un par de vodkas muy fríos y parte de la bebida la derramé por sus nalgas para lamerla toda e incluso su hermoso ano, rosado y dulce. En su estado, la excitación era obvia y empecé a penetrarla y ella poco a poco fue tocando el tema de las fantasías, cosa que era sorprendente y sin yo imaginármelo me dijo que le hubiera gustado que Carlos le propusiera obscenidades. Yo me quedé perplejo, pero ella siguió y dijo que la media calva del tío lo hacía interesante.
A fines de año, el 27 de diciembre, recibí un e-mail de Carlos diciendo que iba con su mujer a pasar el año nuevo en Madrid y a visitar algunos familiares. Nos encontramos y comprobé que su esposa era realmente una hermosa mujer. Incluso Sara se mosqueó por mis miradas, pero al final hizo caso omiso. El 31 por la noche llegó Carlos a casa después de la cena, justo antes de las 12 campanadas. Su mujer se había quedado con unas amigas en una fiesta a la que a él no le apetecía asistir. Entonces propusimos beber el champagne con las uvas los tres. Solo tomábamos largos sorbos de bebida. Acabamos en el balcón a darnos el abrazo y unos regalos. Carlos trajo unas botellas de vino más unos habanos, yo discos de jazz y Sara nos sorprendió con unos calzoncillos rojos para la buena suerte o una cosa así, y para ella un mini tanga igualmente rojo.
Terminadas las campanadas y las bocas llenas de uvas, todos nos besamos. Sara le dio un beso en los labios a él y otro a mí, me excité al ver que ella estaba medio fuera de control, coqueteando más que nunca.
Seguimos bebiendo y pasado de copas propuse usar los regalos de Sara para la suerte, Sara aceptó pero pidió que lo hiciéramos dejándonos ver pero sin que la viéramos a ella. Como chiquillos discutíamos si era justo o no pero acordamos que lo haríamos frente a todos. Empecé yo, rápidamente me bajé los pantalones junto con mi calzoncillo, cogí el rojo y me lo puse. Ellos me vieron la verga, pero fue realmente rápido, luego siguió Sara, aunque empezó con negativas, diciendo que le daba vergüenza y otros pretextos hasta que Carlos miró el reloj y preguntó si podía ir a por su esposa. Rápidamente Sara le dijo que no, pues estábamos a mitad del juego, se sacó la falda y frente a ambos se cambió las bragas tomándose su tiempo, dejando que viéramos su cuerpo.
Les ofrecí más champagne y fui a llenar las copas dejándolos solos, al regresar estaban allí, ella sentada con un top rojo y el tanga rojo, yo con el calzoncillo y él vestido. Brindamos y volví a llevar las copas, diciéndole a Carlos:
– Te toca, cámbiate el calzoncillo.
– ¿Seguro? – preguntó.
Mi esposa y yo nos miramos, como pidiéndonos permiso y mi fantasía se empezaba a realizar, pero ese tipo atractivo creo que era demasiado para lo que yo planeaba. Ella no ocultaba su admiración por él y con los copas estaba muy sugestiva. No recordaba haberla visto igual antes.
– De acuerdo – dijo – lo haré.
Cogió su copa y brindamos, se desabrochó los pantalones, se los quitó y después su calzoncillo.
– Cerrad los ojos – dijo.
Los cerramos ambos, yo sentado en mi sillón, ella a mitad del otro y él frente a nosotros, así pudimos oír como se quitaba su prenda. Luego pidió que abriéramos los ojos, y allí estaba ese hombre. Estaba de pié, con una verga larga y gorda, aunque morcillona, robusto, con algo de barriga, hombros anchos y esa media calva que enloquecía a la puta de mi mujer. Se empezó a subir muy lentamente el calzoncillo rojo y yo solo admiraba aquel miembro, sueño de cualquier hombre, sintiendo algo de rabia y envidia. Ninguno de mis amigos del club, a los que había visto desnudos, estaba así de dotado. Sara empezó a reír nerviosa, muy nerviosa, se mordía un dedo, la copa en la mano y la vista clavada en el trozo de carne semi flácido del invitado y él, burlonamente dijo:
– Podéis tocar.
Su soberbia confirmaba el sentido del impacto que había causado en ambos. Sara se rió y atrevida me pidió permiso:
– Ahora sí tengo ganas de cumplir tu fantasía, ¿estás de acuerdo o paramos aquí? – me dijo.
Me daba vueltas la cabeza, el tipo en frente, con la verga cada vez más erecta, mi esposa con cara de zorra pidiéndome permiso, pero al mismo tiempo poniendo a prueba el umbral de mi lujuria y fantasías. Pensativo, tras un par de minutos acepté y ella me dio un beso que pareció de despedida, se acercó a Carlos y lo besó en los labios al tiempo que con la mano sobaba el denso garrote.
Él la cogía por las nalgas y yo sentado medio caliente, pero también temblando de miedo al ver como ella se me mostraba una mujer que deseaba follar, pero con un deseo que nunca había visto en ella. De rodillas lo hizo sentar en el sillón y textualmente lo devoró jadeando como hembra en celo. Una vez tras otra tocaba ese largo falo erecto, obsceno y gordo que alcanzaba a oler yo mismo y era absorbido por la boca de Sara, hasta que ella se levantó y se le acercó girándose de espalda, dejándole ver el culo, él le separó los cachetes y con la nariz le rozaba varias veces el ano.
Suspiro tras suspiro no ocultaba ella su calentura y volvió a ponerse de frente para tratar de sentarse en esa tranca que para el momento estaba en plenitud. Entonces Sara exclamó:
– Te lo dije, ahora no me puedes detener, yo también he tenido fantasías y tus insinuaciones ya han empezado a comerme los sesos, no eres el único que quiere otras satisfacciones y creo que por los años me merezco un premio, tú tendrás uno igual con alguna de mis amigas que bien se mueren por ti y con las que tú coqueteas de lo lindo.
Simplemente perplejo, no supe que decir y vi como lentamente se dedicaba a juguetear con la gorda polla que la esperaba erecta, lamió un poco nuevamente pero esta vez se acercó hasta sentarse y deglutir lentamente la vara. Su cara era única, parecía otra mujer, estaba ida en el placer, gemía, jadeaba, besaba al intruso con pasión y suspiraba una y otra y miles de veces con gran placer, gritos a veces, carcajadas cortadas y nerviosas, besitos en los labios, de todo se hacían frente a mí, y así me volví a calentar, ella lo besaba y acariciaba la calva y gemía, gemía, gemía como nunca la oí en mi vida.
– ¡La tienes inmensa cariño, me llenas toda, me arrancaste tantos orgasmos, la tienes muy dura! ¿Como pude aguantarla toda?
– Solo te he metido la mitad, quiero que goces sin lastimarte – le respondió él lamiéndole el cuello
Yo no podía más, estaba a punto de reventar, ella allí brincando solo con la mitad de la polla y ya muriéndose de placer. Era para morirme. Ella seguía saltando hasta que Carlos la apartó suavemente, se colocó sobre ella y poco a poco se la volvió a meter, besando sus labios, sus tetas, tocando sus piernas, invadiéndola con esa estaca de carne inmensa hasta que, sin poder creérmelo, se la metió toda. Entonces ella enloqueció diciendo:
– ¡Oooh… no puede ser, es inmensa, que gorda la tienes, gracias, gracias, esto es increíble, no me canso de correrme, son tantas las veces y sí, te siento como empujas mis entrañas, te deseo, lléname toda, hazme toda tuya, me llenas de manera deliciosa… aaah… eres único, que macho de verga, que macho de verga, que macho, que verga, gorda, gorda…oooh!sí, sí, sí… toda… me matas mi cielo, me matas potro mío, que placer… aaah… otra vez, es increíble, estoy toda mojada y me trago toda tu polla…!
Carlos no paraba de follarse a mi mujer, lamía, lamía y tocaba su culo y ella estaba tan bella allí tragando esa tranca, saltando como una puta, sudando como una bestia por la excitante sesión.
– ¡Vamos, sigue, me corro, no puedo más, no puedo más, me vas a matar, vamos para… oooh… que delicia, vamos dale fuerte, me llenas toda y me haces mojarte toda la polla… me corro, me corro en tu verga… aaah… me corro con tu verga otra vez… aaah… que gusto… oh… oh… oh… me llenas… aaah… me estás llenado, siento tu leche, mi amor, te siento sin parar… aaah… que chorros me lanzas en el coño… no la muevas ya, detente, estoy muy sensible, para… oooh… pero no te salgas, no te salgas, solo para y quédate dentro, dentro de mí, sí gracias por el mejor sexo de mi vida, eres único!
Ella lo besó y me pidió que, por favor, durmiera en el cuarto de invitados porque quería dormir con Carlos, me besó en la boca y me guiñó un ojo. Sentí que se iba para siempre, no supe que hacer o decir. Por suerte siempre he sido inexpresivo, solo así salgo de situaciones como esta. En la actualidad ella sigue viendo a Carlos cada vez que viene, incluso él ha viajado solamente para verla a ella. En una ocasión me ofreció a su mujer pero no me interesa. Las ideas en la cabeza me dan vueltas y no sé como acabará todo.
Gracias por leerme y si algo más ocurre ya os lo contaré.