Relato erótico

Mejor de lo previsto

Charo
3 de mayo del 2020

Fue a una fiesta de la facultad con su novia y se encontró a una compañera de estudios. Se la presentó a su novia y se dio cuenta que se conocían. Habían sido compañeras y amigas hasta los 16 años y por motivos laborales de sus padres se cambiaron de ciudad.

Oscar – Pamplona
Hola Charo, me llamo Oscar, tengo 22 años, soy moreno, 1, 75, atlético y tímido. Mi novia se llama Eloísa, tiene un año menos que yo y la verdad es que es muy guapa, morena, 1, 68, delgadita pero con un cuerpo que apetece comérselo a bocados en cualquier momento. Llevamos juntos desde comienzos del verano y espero que eso dure mucho. Yo estoy estudiando Psicología y entre mis compañeros hay una chica con la que tengo buena relación. Se llama Lorena y es la típica niña rubita con cara muy dulce, sonrisa preciosa y ojos claros, que te dejan sin sentido solo mirarlos.
Todo comenzó en una fiesta de facultades que se celebran de vez en cuando. Yo fui con mi novia y unos amigos a pasarlo en grande, disfrutando del gentío y del alcohol. Llevábamos ya un rato bebiendo, bailando, disfrutando y poco a poco Eloísa y yo nos íbamos quedando más solos para tener más intimidad y disfrutar de nosotros. Eloísa no bebe demasiado así que cuando ocurre se desmadra, y a mi me encantan esos momentos. Yo había conseguido que un amigo me dejara la llave de su piso para rematar la faena ese día y estábamos en uno de esos momentos que sientes que el mundo se para, abrazado a ella, saboreando sus labios, jugando con nuestras lenguas, mirándonos a los ojos como si fuera el refugio para cobijarse, cuando de repente una mano me golpeó la espalda.
– Hombre, Oscar, no esperaba verte por aquí.
Era Lorena, mi compañera de clase.
-¿Qué tal, Lorena?, No podía perderme la fiesta -contesté y en ese momento al creer que Eloísa y Lorena no se conocían, procedí a las presentaciones – Lorena, esta es mi novia, Eloísa – y al mirar a mi novia, su gesto me dio a entender que sí que ya se conocían.
A partir de aquí empezaron a contarme sus historias. Ambas habían ido al mismo colegio hasta los 16 años en que los padres de Lorena tuvieron que trasladarse a Bilbao por trabajo y el destino había querido que ella volviera aquí para estudiar. Las dos eran compañeras de clase y muy amigas, cuando Lorena se fue a Bilbao, perdieron el contacto y no se habían vuelto a ver. La fiesta transcurría entre las anécdotas de una y las de la otra. Ambas estaban lo suficientemente contentillas por no decir borrachas, pero seguían disfrutando entre risas y bromas. Las llaves del piso de mi amigo esperaban en el bolsillo y me parecía que al final no las iba a aprovechar.
– Voy al servicio – dijo de pronto Lorena – ¿Me acompañas? – continuó dirigiéndose a mi novia.
– Vamos – contestó Eloísa.
Yo pensaba cómo podría librarme de Lorena para disfrutar con mi novia, pero resulta difícil separar a dos amigas que hace tanto tiempo que no se ven y tienen tanto que contarse. Estaba pensando en ello, cuando me di cuenta que tardaban demasiado en volver y fui a buscarlas por si les pasaba algo por el camino. Dos chicas tan guapas, siempre hay algún plasta que les da coba para ligarlas.
En el camino al servicio no estaban, así que esperé junto a la puerta a ver si salían. Al poco rato vi salir a dos chicas hablando entre ellas y riéndose por lo bajo. En ese momento, una chica entró al servicio y al abrir la puerta, eché un vistazo desde fuera y lo que vi me dejó helado.

Mi novia se estaba morreando con Lorena. Me quedé un rato dándole vueltas sin saber qué hacer, qué decir, pero excitado eso es cierto. Decidí esperarlas donde me dejaron, esperando que regresaran cuanto antes.
– No sabes como estaba el baño, menuda cola – dijo mi novia con cara de no haber roto un plato.
– ¿No te habrás aburrido? – me dijo Lorena con una sonrisa de las suyas.
– Espero que vosotras tampoco – contesté devolviéndole la sonrisa.
– Os invito a mi piso a seguir charlando. Creo que ya estoy bastante borracha y aquí ya hay demasiada gente. ¿Os animáis? – dijo Lorena
– ¿Te apetece? – me preguntó mi novia.
Yo no sabía que responder, mis planes se había venido abajo, pero lo que había visto me excitaba lo suficiente y como cualquier hombre, pensé que quizá pudiera acabar liándome con las dos. Al llegar a su piso, el típico de estudiantes, estaba bastante desordenado. Nos sentamos en el salón mientras Lorena recogía algunos trapillos suyos que tenía esparcidos por el salón y nos iba a buscar algo de beber. Eloísa comenzó a hacerme caricias y darme besitos para que me animara pues me había visto un poco pensativo.
– ¿Qué te pasa, cariño? Estás un poco ido – me preguntó.
– Os he visto en el servicio – le dije aprovechando que estaba solo con ella.
– ¿Qué has visto? – me preguntó Eloísa, intentando disimular.
– A ti y a Lorena – contesté.
En ese momento llegó por detrás Lorena que me dijo:
– Solo estábamos recordando viejos momentos, Oscar. ¿No estarás celoso? Ella te quiere a ti.
– ¿Viejos momentos? – pregunté, dándome la vuelta.
– Sí, Oscar, cuando estábamos en el colegio, alguna vez sentimos la necesidad de experimentar el placer de sentir a otra mujer – contestó mi novia – Éramos adolescentes, la curiosidad, ya sabes.
– ¿Ya sé? ¿Qué es lo que sé? Yo no sé nada más que lo que tú me cuentas. Además creo que ya no sois adolescentes, ¿no? – respondí algo alterado.
– No, pero entre el alcohol, el reencuentro, y la situación… – dijo mi novia como excusándose.
– ¿Solo os besabais cuando estábais juntas? – dije sintiendo como el morbo que todo hombre lleva dentro, surgía de mi.
– ¿Qué más da? – preguntó Lorena – ¿O es que te excita? No deberías enfadarte en una situación que a todos los hombres les excita, ¿a ti no? – continuó.
Me dejó sin palabras, sin saber que responder, pero Lorena continuó hablando.
– Yo estaría dispuesta a enseñarte lo que hacíamos si Eloísa quiere, claro – y Eloísa solo sonrió, como asintiendo.
– ¿A qué te refieres? – pregunté algo confuso.

– A que disfrutes de ver como dos amigas disfrutan juntas, y contigo. ¿Te apetece? – esto último lo dijo dejando caer su chaqueta al suelo y dirigiéndose donde estaba mi novia.
Mi novia se acercó a mi y suavemente me besó en los labios, haciéndome sentir lo que necesitaba para animarme a vivir esa experiencia. Luego, lentamente fue separándose de mí. Se levantó y se agarró de la mano de Lorena, mi novia entonces estiró el brazo para darme la mano, invitándome a ir con ellas. Los tres entramos en la habitación de Lorena. Yo me senté en la cama, mientras ellas de pie, comenzaron a besarse. Mi polla empezó a querer levantarse. Se besaban con dulzura y con mucha pasión, y deseándose al mismo tiempo. Yo también las deseaba.
Lorena fue levantando la camiseta a mi novia. Su sujetador quedó a la vista, aunque no por mucho tiempo, ya que Lorena se disponía a quitárselo. Mi polla disfrutaba notablemente viendo ese espectáculo. Mi novia tan morenita, Lorena con su piel clara, eran tan distintas pero tan bellas ambas que se me debió quedar cara de tonto allí, mirando. Lorena comenzó a bajar los pantalones a mi novia, y poco después cayó su tanguita. Con un ligero empujón de Lorena, Eloísa cayó junto a mí, en la cama.
Lorena seguía besando a mi novia, mientras sus manos acariciaban los pechos y el resto del cuerpo. Lentamente fue bajando los besos por el cuerpo de mi Eloísa. Mi novia, viéndome con esa cara de tonto que debía tener, me agarró para que me acercara a sus labios y me besó como solo ella sabe hacerlo. De este modo pude entrar en el juego que hasta entonces parecía solo de dos y me dediqué a besar y acariciar a mi novia por arriba, mientras Lorena saboreaba su zona baja. Me resultaba increíble lo que estaba pasando.
Al rato mi novia quiso disfrutar de Lorena y se levantó para desnudarla mientras iba besando su cuerpo. El cuerpo desnudo de Lorena no tenía nada que envidiar al de mi novia, y yo sentía ganas de besarlo y acariciarlo, pero tenía miedo de que eso pudiera disgustar a mi novia que, en aquellos momentos tumbaba a Lorena sobre la cama para recorrer su cuerpo con calma y suavidad.
Yo me había quedado un poco fuera de juego, pero fue de nuevo mi novia la que me animó a ayudarla en la tarea de saborear el cuerpo de Lorena. Mientras, mi novia disfrutaba de sus pechos, mis manos se animaron a entrar en contacto con Lorena. Su piel era muy suave y me vi tentado a saborear sus pechos. La imagen era espectacular mientras yo besaba un pecho, mi novia se dedicaba a besar el otro. En ese momento, decidí perder el miedo a todo y quise probar los besos de Lorena. Me lancé a su boca, que recibió con pasión la mía. Su lengua jugaba con la mía, y sus ojos me miraban fijamente, lo que hacían que mi polla estallara dentro del pantalón.
Era increíble lo que me sucedía, y lo estaba disfrutando. Poco a poco fui bajando por el cuerpo de Lorena, y acercando a mi novia que estaba jugando con el clítoris de Lorena. Mi novia me sonrió, y me dio un beso, invitando a saborear aquello que ella había estado saboreando antes. Tenía un coñito rosado con unos labios que apetecía saborear, estaba muy húmedo y caliente.

Era deliciosa. Mientras tanto mi novia estaba morreándose de nuevo con Lorena hasta que se sentó sobre la cara de Lorena para que le diese placer y calmara el calor que llevaba dentro. Yo disfrutaba como un loco con este juego, pero deseaba ya que mi polla saliera al exterior y tuviera su desahogo, pero no sabía si eso ocurriría. Jugaba con mis dedos y mi boca en el coño de Lorena y ésta a su vez hacía lo mismo con mi novia. Era increíble.
Poco después vi como mi novia le decía algo al oído de Lorena, a lo que esta asintió. Lorena se levantó, me agarró de la cabeza y me dio un beso de los que no se olvidan. Mi novia se acercó también y empezó a besar mis orejas y mi cuello. Yo me derretía, dos mujeres para mi, y dos bellezas. Lentamente, empezaron a desnudarme, primero la camisa, luego los pantalones y por último los calzoncillos. Claro, para entonces, mi polla estaba en su máximo esplendor y ellas quisieron darle placer. Mi boca era la primera vez que sentía el calor de dos bocas saboreándola, de vez en cuando dejaban mi polla, y jugaban entre ellas con su lengua. Yo las miraba y me volvía loco.
– Quiero sentirte dentro – me dijo mi novia al tiempo que se subía encima de mi, para meterse mi polla en su coño.
Lorena, mientras tanto, acariciaba mis huevos y con el culo de Eloísa. Era maravilloso sentir como alguien jugueteaba con mis huevos mientras me follaba a mi novia.
– Yo también quiero montar en tu caballito, Eloísa, ¿me dejas? – dijo Lorena de pronto.
Yo alucinaba y más cuando la respuesta de mi novia fue levantarse y permitir a Lorena introducirse mi polla en su coño. ¡Que gusto, que placer! Lorena cabalgaba sobre mí con mucha fuerza y pasión y mi novia jugueteaba con nosotros, unas veces con Lorena y sus tetas, otras conmigo y mis huevos. Así estuvimos un buen rato intercambiándose, disfrutando todos de todo, y perdiendo todos los prejuicios. Cuando llegó el momento en que no pude más, porque mi polla necesitaba descargar, ambas se colocaron dispuestas a recoger sus caras mi semen. Cuanto más miraba a esas dos preciosidades esperando mi leche, más me reventaba la polla, y al final reventó. Me corrí sobre ellas manchándolas de semen por toda la cara y ellas se dedicaron a limpiarse la una a la otra con sus lenguas.
Fue una experiencia que no volvió a repetirse, pero la verdad es que es inolvidable
Saludos.

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