Me pillo infraganti

Vive con su pareja desde hace seis años, es una mujer bisexual y sexualmente muy liberal. Volvió un día antes de un viaje de trabajo y lo “pillo” en medio de una de sus fantasías.

Carlos – Valencia
Quiero contaros la relación que tengo con Rosaura desde hace ocho años y con la que convivo como pareja desde hace seis. Es una mujer bisexual, tiene 35 años, unas medidas de 110-75-105, 1’70 de estatura y 68 kg. Sus enormes pechos poseen grandes aureolas marrones, con pezones gordos como garbanzos y bastante alargados cuando se excita. Sus caderas están bien proporcionadas, su culo es duro, su coño, que siempre lleva depilado a petición mía, tiene unos gordos labios exteriores y bastante salidos los interiores. Sus piernas son largas, macizas, y por su trabajo ya que es secretaria de dirección en una importante empresa, siempre que no está en casa, las lleva enfundadas en medias o pantis casi siempre de color negro, calzando botas hasta la rodilla, zapatos o botines de tacón que oscila entre los 6 y 12 cm. Su pelo es rubio a mechas y sus ojos color de miel.
Yo soy Carlos, 36 años, bien parecido, moreno, ojos pardos, 1,80 m, 85 kg y voy totalmente depilado a petición de Rosaura. Mi polla mide 21 cm, soy bisexual y travesti, cosa esta última, que hacía en la intimidad hasta que ella me descubrió por lo que, desde hace cuatro años lo practico a diario ya que en casa me obliga a ir vestido de mujer y maquillado. Solo uso ropa de hombre en el trabajo, viajes y para compromisos familiares o de amistades.
En estos momentos me llamo Sonia. Ahora os paso a relatar como Rosaura descubrió mis gustos como mujer. Era el mes de marzo, cuando ella se fue a un cursillo de trabajo y durante una semana, a Barcelona, ya que nosotros vivimos en la provincia de Valencia.
Yo, como todas las tardes al acabar mi trabajo, me iba a nuestra habitación, buscaba en el cajón donde ella guardaba sus prendas íntimas y me colocaba su sujetador con aros de color blanco y bragas, liguero de color blanco con encaje y medias negras con costura.
Encima me ponía un body color negro con adornos de fantasía, una minifalda y zapatos de tacón, tipo “salón”, de 8 cm. Acababa poniéndome y un poco de pintalabios, ya que el maquillaje se lo llevó ella. Así esperaba su llamada diaria y luego me iba a la cama, quedándome solamente con la lencería, acariciándome y terminaba pajeándome introduciéndome en el ano un vibrador de 18×3 cm de diámetro hasta llegar al orgasmo. En esta posición fue como me encontró ella terminar el cursillo.
Llegó un día antes pues quería darme una sorpresa, pero la sorpresa se la llevó ella al encontrarme de tal manera. Yo no sabía el tiempo que llevaba en casa ya que había puesto música y no la oí llegar. Estaba sentada en una silla del dormitorio, con las piernas totalmente abiertas y con un consolador de 22,5×4 cm de diámetro en su gran coño a la vez que lo filmaba todo con la cámara. Al tener los ojos cerrados, no me di cuenta de que ella estaba allí pero al abrirlos, casi me muero del susto. Intenté quitarme la ropa pero ella me lo impidió. Me hizo dar unas vueltas por la habitación y me dijo:
– Estás muy “buena” y ahora quiero que me folles ya que con el consolador que me he llevado no he tenido bastante aunque me he follado con él toda la semana.

Se me acercó y agarrando mi polla, me llevó al comedor obligándome a conectar la cámara al vídeo y así poder ver lo “puta” que puedo ser.
– ¿Desde cuándo haces estos juegos? – me preguntó.
– Pues desde que me quedo solo en casa – contesté.
– Ya me lo imaginaba – dijo sonriendo – Muchas veces me he encontrado el cajón de mi ropa interior desordenado y alguna vez había en el cesto de la ropa sucia, medias y bragas con restos de semen, pero no te he querido decir nada hasta poderte pillar “in fraganti”, como hoy. No me desagrada que lo hagas pero, a partir de ahora, lo harás en mi presencia y cuando yo quiera.
Comenzó a chuparme la polla a la vez que me dilataba el ano con un dedo. Así me tuvo un rato hasta casi hacerme correr momento en que me introdujo poco a poco el consolador que ella se había llevado para el viaje, en el agujero de mi culo. Terminó metiéndomelo entero dentro de mí, sodomizándome, a la vez que me ponía la polla dura. Sin sacarme el consolador, me giró y se sentó encima de mí, metiéndose mi polla de un golpe, hasta los testículos, en su encharcado coño, cabalgándome como nunca lo había hecho y corriéndonos los dos a la vez.
Después de ducharnos, la ayudé a deshacer la maleta, los dos desnudos, pero a la hora de vestirnos ella misma me puso unas bragas negras de licra, muy ajustadas, pero al ver que mi paquete me las bajaba, cogió mi polla y me la metió entre las piernas, subiéndome las bragas de nuevo. Luego me puso un sujetador a juego y me enfundó las mismas medias que había llevado antes, es decir, negras y con costura. Encima de esto me colocó un body-faja y al terminar me dijo:
– Ahora ponte el pantalón, la camisa y el jersey.
Ella se puso un corsé negro con medias de rejilla, un tanga también negro y encima una minifalda de cuero y una blusa de seda roja. Después se calzó unas botas hasta la rodilla, con tacón de 10 cm. Mientras hacía esto, me amenazó con que, si no hacía todo lo que ella quería, les diría a todos mis amigos y familiares mis gustos tan especiales, con cinta de vídeo incluida.
Al salir de casa, la llevé a cenar donde ella quiso y a tomar unas copas a un pub. De vuelta a casa vio un sex-shop, entró y al rato salió con una bolsa. Al llegar a casa hizo que me quedara en ropa interior, me rellenó el sujetador con algodón y me puso los zapatos de tacón de 8 cm, una falda larga, con abertura trasera, y una blusa blanca. Así me dejó hasta que al cabo de un rato regresó con su neceser, me maquilló y me puso una peluca que ella utilizaba alguna vez, de color castaño y media melena. Me colocó pendientes y pulseras y me pintó las uñas de color rosa-perla. Nos besamos como dos lesbianas y nos metíamos mano por encima de nuestras ropas hasta calentarnos. A mí me hacía daño la polla al tenerla doblada entre las piernas. Medio empalmada que estaba, no podía conseguir la erección, cosa de la que Rosaura se dio cuenta.
– ¡Jódete! – me dijo.

Entonces empezó a quitarme la blusa, acariciando mis “tetas” por encima del sujetador. Yo le quité la blusa y le bajé las cazoletas del corsé, tocándole los pechos a la vez que chupaba sus pezones erizándolos. Después, me quitó la falda, pasando la mano por mi entrepierna para soltarme los corchetes de la faja-body, dejándome en bragas, sujetador, liguero, medias y los zapatos de tacón. Fue entonces cuando ella metió la mano en mi entrepierna y comprobó que estaba mojada debido a los líquidos pre seminal que había soltado mi polla. La ayudé a despojarse de la minifalda y luego del tanga quedándose con el corsé, las medias y las botas. A continuación le hice una comida de coño hasta que se corrió en mi boca, obligándome a tragarme sus líquidos. Al recuperarse, me bajó las bragas y me hizo una fenomenal mamada a la vez que me iba introduciendo vibrador en el ano. Así me corrí como no lo había hecho nunca. A continuación yo me fui a la habitación y ella al baño para aparecer, al poco rato con un consolador de arnés atado con correas a su cintura, totalmente desafiante, y en la mano la botella de aceite corporal. Y me dijo:
– Sonia, puta mía, ven aquí y chúpame estos 20 cm de polla que te voy a meter en el culo de viciosa que tienes y que deseo follarte.
Fui hacia ella y de rodillas, comencé a chuparle la “polla”. Así estuve un rato hasta que me la sacó, puso aceite en ella mientras yo me colocaba a cuatro patas. A continuación ella me puso aceite en el ano y me introdujo, dentro del culo, el capullo del consolador. Pero al ser bastante ancho, a medida que se iba introduciendo dentro de mí, me daba la sensación que me desgarraba el culo. Me hacía daño y le dije:
– ¡Para, por favor… sácalo… me duele…!
No me hizo caso sino que todo lo contrario, echando aceite, en varios movimientos me lo introdujo del todo, haciéndome chillar de dolor. Entonces comenzó un movimiento de penetración lento con lo cual el dolor se convirtió en placer hasta el extremo de pedirle yo:
– ¡Fóllame más fuerte, empuja cariño… fóllame fuerte…!
Me hizo caso e incluso sacaba el consolador de mi culo para volvérmelo a meter de golpe. Al cabo de un rato, cambió de posición y me puso con las piernas en sus hombros follándome con rapidez bestial, reventándome el culo, a la vez que me masturbaba. Así me corrí, soltando todo mi semen sobre el liguero, sujetador e incluso alguna gota llegó a mi cara. Después de fumarnos un cigarrillo, empezó a chuparme la polla pidiéndole yo que hiciéramos un 69, cosa que le encanta. Luego me la follé por el culo, como ella misma me pidió, mientras se follaba el coño con el consolador de correas. Al poco rato cambiamos de posición, me metió el consolador de correas en el culo y se sentó encima de mí. Esto hacía que el consolador tuviera el mismo ritmo que ella al follarme. Así nos corrimos los dos. Al salir de la ducha, ella me dio, para dormir, un camisón negro y corto mientras ella se ponía otro camisón, también corto, de satén negro con braga a juego.

Al día siguiente ella se levantó antes que yo, se fue a comprar y al regresar me despertó. Desayunando, estuvimos comentando lo ocurrido la noche anterior y al entrar yo en el baño, para ducharme, ella me siguió y me dijo:
– Te voy a depilar por completo.
Procedió a untarme una crema depilatoria por todo el cuerpo hasta dejarme sin un pelo. Después de darme una ducha, ella me pintó las uñas de los pies con un color rojo vivo y me puso unas uñas postizas en los dedos de las manos del mis color. Luego me maquilló y me llevó al dormitorio donde me terminó de vestir con un conjunto de braga y sujetador color visón. Colocó en las cazoletas del sujetador unas copas rellenas de algodón para simular unos pechos bien puestos aunque sin exagerar. A continuación me puso un panti color arena, con braga reductora, un body de manga larga blanco, de algodón extensible, un pantalón pitillo de color negro y unos botines de material sintético de caña de 12 cm y tacón de 7, peluca y unos pendientes de bisutería.
Así estuve todo el día hasta la hora de cenar en que me hizo cambiar la ropa por un vestido largo, con cuello vuelto y de manga larga, en punto canalé de color morado y cambié mis pantis por el liguero que utilicé anteriormente y medias de rejilla, calzándome con unas botas de puntera cuadrada y con cremallera, de caña alta de 33 cm y tacón de 6. Después de cenar, como premio, recibí de mi querida Rosaura, una buena ración de polla en el culo.
Todas las prendas que menciono, han pasado a formar parte de mi ajuar, ya que Rosaura no las usa e incluso las ha aumentado con tacones de aguja, corsés, minifaldas, pelucas, etc. Todo lo que necesita una mujer para estar guapa. También he aprendido a maquillarme yo “sola” para estar arreglada cuando llega Rosaura. Hace dos años que nos hemos trasladado a vivir a Valencia que, al ser una ciudad grande y conocerme poca gente, así como poseer el edificio un garaje privado, con ascensor hasta él, me atrevo a salir a la calle vestida de mujer para hacer compras con ella o irnos de fiesta en locales de ambiente donde hay travestis.
Volveré para contaros alguna de nuestras salidas. Un beso.