Relato erótico
Me lancé y me gustó
Es su segundo matrimonio, y es feliz. Reconoce que su marido le ha enseñado muchas cosas sobre el sexo, aunque ya tenía alguna experiencia de su anterior matrimonio. Cuando su marido le hizo una proposición para montar un trío lo pensó y no le disgustó.
Mireia – Barcelona
Mi nombre es Mireia, tengo 45 años, me mantengo en buena forma, tengo un buen cuerpo, con unas tetas redondas de buen tamaño, firmes, sensibles, las cuales me encanta que me las soben y chupen; una cintura estrecha y un buen culo, que es lo que más le gusta a mi marido. Tengo unos labios carnosos, según mi marido, tengo boca de chupapollas. Este es mi segundo matrimonio, y durante el primero, tuve hasta unas ocho relaciones con otros hombres y muy excitante, follaba en el coche, en moteles, en mi propia casa y en otros muchos lugares. Pero durante mi segundo matrimonio he sido completamente fiel.
Con Pedro he conocido la masturbación, el sexo oral (69), los orgasmos múltiples y el sexo anal. Incluso en algunas ocasiones me lo hace por el culo, mientras me introduce mi vibrador por el coño. En fin, es maravilloso. En algunas ocasiones, cuando lo hacemos, me dice que soy muy caliente y muy puta, por supuesto que conoce mi pasado, y cuando le contaba mis aventuras con otros hombres, notaba que tenía una mirada muy caliente y la verga a punto de reventar.
Llegó un día a decirme que le encantaría verme bien clavada por otro pollón. En principio esto me alarmó, pero cuando recordé lo fabuloso que es estar empalada por el culo y mi vibrador en mi coño, la idea empezó a excitarme cada día más, pero nunca se lo comenté. Cierto día mis amigas me invitaron a un club donde bailan los chicos stripers y nos divertimos un montón, pero ver tantas vergas tan cerca y en mis manos, me calentó sobre manera, incluso pensé en llevarme uno a casa y follármelo mientras esperaba la llegada de Pedro, pero las cosas no resultaron. Me fui a casa sumamente caliente, pensando en esperar a mi hombre mientras me masturbaba con mi vibrador, pero cuando llegué, Pedro ya había llegado, estaba con dos buenos amigos tomando una copa, me sentí desilusionada pues pensé que no podríamos hacer nada esa noche.
Llevaba una falda ajustada y unas braguitas de encaje, sexis y trasparentes, las cuales ya tenía muy mojadas; mi blusa color blanco dejaba ver mis pechos redondos, erguidos y duros; incluso estaba tan excitada que se podían adivinar mis erectos pezones a través de la blusa.
Cuando me incliné para saludar a mi marido con un beso, sentí la mirada de los demás centradas en mis redondas nalgas, me sentí más excitada. Mi marido me invitó a sentarme a su lado y participar de la conversación, acepté, me senté y tan caliente como iba, crucé las piernas de manera que pudieran verme los muslos a su gusto y cada vez que cambiaba de posición, abría lo suficiente las piernas como para dejarles ver parte de mis braguitas.
Lo mismo cuando me levantaba para servirles más tragos, me inclinaba lo suficiente para dejarles ver el nacimiento de mis pechos. Pedro se dio cuenta de mis puterías y en un momento que estábamos solos en la cocina me reclamó mi comportamiento, por lo que le contesté que él fue quien quería verme con otro y que esa era la oportunidad. Se quedó pensando y mientras yo de inmediato empecé acariciarle la polla por encima del pantalón. Aproveché para desabrocharlo, me arrodillé en forma rápida y antes de que pudiera darse cuenta, ya estaba dándole una suculenta mamada, con el riesgo de que sus amigos pudieran entrar y vernos, lo que me puso más cachonda todavía.
Solo me comentó que cómo lo haría, a lo que respondí que lo dejara de mi cuenta. Cuando regresamos a la sala, yo muy cachonda y con la libertad y consentimiento de mi marido, inicié mi tarea de forma más abierta. Sugerí que bailáramos e inicié bailando con Marcos, el más joven de ellos y quién se veía más caliente…
Efectivamente, no me equivoqué, pues podía sentir su duro paquete, apenas disimulado por sus pantalones. Me apreté a él lo más que pude, e incluso le di unos pequeños besos en el cuello, acercando mis duras tetas a su pecho. Lo mismo hice con Ramón, el otro amigo, hasta ponerlos bien cachondos a ambos. Cuando de nuevo me senté junto a Pedro, con todo descaro empecé a sobarle la verga y él cogió con su mano una de mis tetas y me la apretó suavemente, cosa que me encanta, poniendo inmediatamente duro mi pezón. Marcos y Ramón quedaron atónitos, sus vergas casi rompían sus pantalones, y no es para menos, pues ahí estaba la hembra que los enloquecía. Me levanté lentamente, poniéndome en el centro de la sala y sin decir más palabras, empecé a bailar sola, lentamente en forma muy cachonda.
Les bailaba como lo había visto en el Club, me fui quitando la blusa muy lentamente… De momento me acercaba a ellos y les permitía que me tocaran las nalgas o mis apetitosas tetas. Me quité la falda dejando ante sus ojos mi sabroso culo, me senté en las piernas de Ramón y este empezó a besarme fuertemente y me quitó el sujetador, tomando una de mis tetas en sus manos; mientras Marcos luchaba para quitarme las braguitas, para finalmente tocar mi rajita, la cual estaba completamente depilada y muy húmeda, lo que facilitó que me metiera los dedos casi hasta el fondo, iniciando un movimiento que me hizo volverme loca. Ramón por su parte se metía mi teta en la boca, haciéndome gozar al máximo. En un momento vi a mi marido que tenía su tranca dura, la que se acariciaba lentamente. Me levanté y me dirigí hacia él, sentándome en esa deliciosa estaca e iniciando un movimiento cadencioso de arriba hacia abajo y de atrás hacia delante, empalándome toda. Mientras Ramón y Marcos aprovecharon para desnudarse rápidamente y se acercaron a acariciarme. Ramón me chupaba una teta y mi marido la otra; Marcos empezó a chuparme el culo de una forma muy placentera. Seguí moviéndome hasta sentir dentro de mí su leche caliente, llenándome toda.
– Ahora verás cómo me follan tus amigos – dije dirigiéndome a Pedro.
Ramón se colocó un preservativo y se recostó en el suelo, me monté encima clavándome su arma hasta el fondo, moviéndome como loca y procurando que, con cada movimiento, su tranca me golpeara con fuerza. Marcos en tanto, se acercó a mí y continuó acariciando suavemente mi culo. Yo estaba a punto de correrme, así que me moví con fuerza y logré un orgasmo delicioso, me estremecí toda.
Estaba aun gozando las sensaciones del orgasmo cuando de pronto Marcos enterró de un solo golpe su verga en mi culo, empujando hasta dentro. Fue delicioso estar bien empalada por todos lados. Sentía que me moría de placer, era algo inexplicable tener dos pollones moviéndose en mi interior y llegando hasta lo más profundo de mis agujeros. Ramón se movía lentamente mamando mis tetas, mientras Marcos se movía con fuerza, acribillándome el culo. Ambos me hicieron correr de nuevo, volví a gemir fuertemente, me mordí los labios y sentí que mi vagina se abría y cerraba, atrapando la polla de Ramón, lo mismo que mi culo apretaba y aflojaba, no dejando escapar la verga de Marcos.
De pronto, y entre tanto goce, sentí otra verga tallándose en mis mejillas, cuando abrí los ojos vi a mi marido. De inmediato inicié a chuparle la polla como nunca, y en un momento, los cuatro tuvimos un orgasmo tremendo. Fue estupendo, me derramé en un orgasmo múltiple, uno detrás de otro, muchos muy fuertes y seguidos, lo cual me hizo convulsionar y gritar tan fuerte que tuvieron que taparme la boca por temor a que me escucharan los vecinos. Finalmente nos quedamos recostados, Pedro chupando mis pechos, limpiándolos de algunas gotas de semen que hasta ahí habían caído, y del sudor que perlaba mi cuerpo. Ramón seguía mamando mi coño, limpiándolo del jugo que aún manaba y entretanto le di a Marco, una suculenta mamada. Así continuamos un rato, hasta que los tres se repusieron, para después continuar con muchos encuentros más, para tener la noche más cachonda. Me follaron muchas veces durante la noche, hasta quedarnos dormidos. Cuando despertamos, les permití que me jodieran uno por uno y finalmente los tres, de nuevo juntos, llenando todos mis orificios.
De verdad que fue la noche más deliciosa de mi vida. La primera vez con tres, de lo cual espero poder disfrutar de nuevo. El haber follado con mi marido y sus amigos, y el haberme sentido llena de verga por mis tres agujeros, fue una experiencia encantadora. Por una u otra razón, pasó mucho tiempo para que otra aventura así, sucediera. Pero un día llegaron a la ciudad una pareja de amigos los cuales hacía mucho tiempo que no veíamos, vinieron para celebrar el cumpleaños de Pedro.
A Raquel, esposa de Sebas, se le notaba el gusto por mi esposo. Cuando éramos vecinos se le insinúo muchas veces y a mi marido también le llamaba la atención. Era de piel blanca, con tetas de buen tamaño, una cintura pequeña, su culo era más pequeño que el mío, pero muy bien puesto; Sebas era delgado pero musculoso, y a través de su pantalón, siempre se le notaba un buen paquete.
El caso es que durante la reunión, nos tomamos unos tragos y en la charla salió al tema los lugares de show de strippers y de table dance por lo que alguien, no recuerdo quien, sugirió llamar a una chica para que le bailara a mi marido como regalo de cumpleaños, todos aceptamos, pero mi amiga protestó diciendo que dentro de unas semanas sería el suyo y que no era justo, así que también llamamos a un chico para que le bailara.
Cuando llegaron, quedamos impactados, ella era una negra guapísima, de finos rasgos, caderona y culona; él, un morenazo alto y musculoso. De inmediato acomodaron sus cosas y de inmediato inició el baile. Primero ella bailó y se despojó de sus ropas lentamente, dejando ver unas tetas grandes, duras, redondas y bien paradas, con uno pezones hermosos; finalmente mostró sus nalgas duras y redondas y un coño bien rasuradito. Ella se contoneaba frente a Pedro y Sebas, permitiendo que la tocaran a diestra y siniestra, lo que los puso súper cachondos. Se les podía ver las vergas grandes y duras bajo el pantalón…
Posteriormente el muchacho inició su baile, descubriendo un pecho fuerte y musculoso; en tanto ella continuaba moviéndose desnuda, calentando a nuestros maridos. Notamos que algo le dijeron ellos al oído y se pusieron a reír, mientras el stripper quedó en tanga, notándosele una buena verga. La chica siguió danzando alrededor de su compañero, hasta que le quitó el tanga, dejando ver efectivamente una pollaza de ensueño y unas nalgas duras y fuertes.
Se acercaba a nosotras pegando y poniendo la verga cerca, muy cerca de la cara de mi amiga, quién estaba roja pero excitada; se le notaba la calentura, pues sus pezones le veían duros a través de su blusa. Ambos bailarines continuaron acariciándose, hasta que el chico empezó a chuparle los pechos y ella a menearle la polla, que se le puso dura y realmente grande y gruesa, terminando por excitarnos a todos. Sorpresivamente la chica se reclinó poniendo sus pechos a Sebas y a Pedro, quienes de inmediato se pusieron a mamárselos, y el muchacho se la metió desde atrás de un solo golpe a ella, mientras la chica le sacaba la tranca a Sebas y se la mamaba sin parar, para continuar con la verga de mi marido. Mi amiga y yo estábamos atónitas, yo muy excitada. Vi la cara de mi amiga y estaba sorprendida, solo me dijo:
– ¡Mira a este cabrón y delante de mí! -refiriéndose a su esposo.
– ¡Pues quítaselo! -dije yo.
De inmediato se levantó, caminó hacia Sebas y apartó decidida a la chica, quien le estaba dando una buena mamada. Sebas la tomó de la cabeza y la puso a mamar su verga mientras le desabrochaba la blusa y le sacaba las tetas; la enderezó y le chupó los pezones mientras le levantaba la falda y le quitaba las bragas. Mientras, la chica se refugió con Pedro, dándole una buena sesión oral. Yo también me acerqué, pero para ponerle mis tetas a mi marido en la boca y me las empezó a mamar de lo lindo, en tanto que la chica continuaba chupándole la verga; después de todo era su cumpleaños. Mientras tanto, Sebas ya había desnudado completamente a Raquel y la tenía montada en su polla, estaba bien empalada y se le veía que, en cada sentón, los huevos de su marido le pegaban en las nalgas. Sebas la besaba, la lamía y le mamaba las tetas. Mi marido ya muy caliente, cogió a la chica y le metió la polla, quedando sentado en el sillón en la misma posición que Sebas y Raquel.
La chica se daba unos sentones sobre la verga de mi esposo que me dio envidia, pero en lugar de enojarme me puse en cuatro, separé las piernas de mi esposo para mamarle los huevos, en tanto él le metía la verga a la muchacha, la cual me pegaba en la cara con sus nalgas. De repente sentí que me separaban las piernas, era el stripper que ya no aguantaba más y me clavó su durísima verga de un solo golpe, hasta el fondo de mi coño, lo que me hizo dar un grito de placer. Continuamos así un buen rato. De golpe, Raquel se puso de pie, apartó a la chica y se montó en mi marido; solo escuché decirle:
– ¡Te deseaba tanto!…
Mi marido empezó a empujar duro y ella a subir y bajar, clavándose la tranca hasta el fondo. Sebas puso cara de sorpresa al ver a su esposa como loca disfrutando de otra verga, rápidamente me puse de pie y me metí la verga de Sebas hasta el fondo, poniéndole mis tetas en su cara. Sebas se olvidó de su esposa y empezó a darme duro, metiendo toda su deliciosa verga hasta el fondo, mientras el stripper lamía mi culo. Lentamente me metió un dedo en forma circular, relajando mi orificio, después me dio una lamida y de pronto sentí la cabeza de su polla en mi culito. Me la fue metiendo suavemente y cuando me empaló por completo, inició un movimiento suave pero sostenido, mientras Sebas continuaba jodiéndome deliciosamente y mamando mis tetas; yo gemía y gritaba de gusto. Entre tanto, Raquel estaba teniendo un orgasmo brutal, gemía fuerte entrecortado, mientras Pedro le mamaba las tetas y así mi marido soltó un gemido suave y se corrió. Ella también tuvo un orgasmo nuevamente, relajándose toda y cayendo a un lado en el sillón exhausta.
Pedro se levantó rápidamente del sillón y aún con la verga dura, me la metió en la boca, se la mamé toda, desde la base hasta la cabeza palpitante y roja. Estaba como me encanta estar, llena por la boca, por el culo y por el coño. Además, Sebas chupaba mis tetas, así que en esa deliciosa posición llegué a un orgasmo delicioso, y casi al mismo tiempo sentí como Sebas se corría. Después sentí mi culo caliente llenó del semen del stripper, después me llegó uno de esos orgasmos múltiples; cuando me llega uno, de inmediato alcanzo otro y otro…
No sé cuantos fueron, pero fueran muchos y me dejaron exhausta. Finalmente nos quedamos unos tendidos en el sillón y otros en la alfombra. La chica y el stripper se fueron, pero Sebas, Raquel, mi marido y yo, continuamos follando durante toda la noche.
A la mañana siguiente lo hice sola con Sebas, y mi marido con Raquel, a manera de despedida, pues por la tarde volvían a su ciudad…
Besos.