Relato erótico

¿Me ha puesto los cuernos?

Charo
10 de agosto del 2019

Le decía a su mujer que le gustaría que se la follase otro hombre, mientras él miraba. Aquella tarde dijo que iba a casa de su amiga, pero después se enteró de que la reunión se había anulado. Su mujer le dijo que estaba follando con Fernando, pero…

José G. – PONTEVEDRA
Me llamo José y mi mujer Felisa, tenemos ambos 28 años y somos lo que se dice una pareja atractiva, sobre todo ella, que es alta, llenita, morena de piel, de ojos muy negros y pelo también muy negro, con unas tetas grandes y duras y un culo realmente para ponerlo en una exposición.
Aunque parezca mentira, después de 6 años de casado me di cuenta de que mi mujer es la más puta de las mujeres, y que eso a mí me gusta. Mi matrimonio era de lo más normal, muy fogoso al principio, para luego ir decayendo un poco, pero siempre teniendo sexo bien satisfactorio, y con bastante frecuencia.
Un buen día empezamos a tener fantasías cuando hacíamos el amor, hablando de que nos gustaría hacer un trío, o simplemente mirar como otro hombre u otra mujer hacía el amor con uno de nosotros. Las fantasías siguieron y nos calentábamos mucho, hasta que empezamos a fantasear con que “yo te voy a avisar cuando vaya a follar con alguien” y cosas por el estilo.
En una ocasión, me llamó por teléfono a mi trabajo y yo no estaba. Cuando esa noche me lo comentó, le dije que había salido para ir a acostarme con una amiga, aunque siempre como parte del juego, y me preguntó quien era, qué le había hecho, si le había chupado el coño, si le había dado por el culo, etc. A medida que iba inventando las respuestas, mientras nos acariciábamos, nos íbamos calentando cada vez más y echamos un polvo inolvidable, como cuando éramos novios.
Así seguimos por un tiempo relativamente largo, avanzando en nuestras fantasías, por ejemplo, cuando ella se bañaba, perfumaba y maquillaba para salir de compras con sus amigas, me decía que iba a encontrarse con Pedro, o Andrés, o Fernando, que le iban a comer su coño, o que Manuel o Tomás se la iban a follar hasta que no pudiera estar de pie.

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Otro día que había ido a tomar el té con sus amigas me llamó para avisarme que iba a llegar más tarde porque en ese momento estaba siendo enculada por mi amigo Felipe y que luego tomaría un taxi. Cuando llegó yo la esperaba ya con mi verga a punto, y otra vez tuvimos un encuentro memorable. La relación realmente había mejorado mucho y parecíamos recién casados por la calentura en que nos encontrábamos casi permanentemente hasta que un día que yo sabía se iban a reunir con otras amigas en casa de Helena para ver las fotos del último viaje, la vi vestirse con una blusa muy escotada y una minifalda que a mi me deja “de cabeza”, medias negras y zapatos de tacones bien altos y finos.
– ¿Adónde vas vestida así? – pregunté más bien para jugar que para saber la respuesta.
– A follar con Fernando – me contestó.
– Pues cuando te esté follando, quiero que me llames y me lo digas.
– Te lo prometo.
Casi no podía irse porque yo ya estaba empalmado y quería follármela allí antes de que se fuera.
Alrededor de las 19 h. llamó por teléfono Helena, para avisar a Felisa que la reunión se suspendía para otro día porque dos de las amigas no podían ir. Cerca de las 21 h. yo estaba poniéndome nervioso por la tardanza ya que sabía que Felisa no estaba en casa de Helena, cuando sonó el teléfono.
– Hola mi amor ¿cómo estás? – dijo su voz.
– Bien, pero… ¿dónde estás tú?
– Ya te lo dije, follando con Fernando.
Yo no podía creer lo que estaba oyendo, pero al no haber ido a casa de Helena, comencé a dudar de que fuera cierto lo que me estaba diciendo.
– No te creo, y me tienes preocupado, dime dónde te has metido.

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– Estoy con Fernando, que en este momento me está comiendo el coño y yo le acaricio la polla.
– Cariño, me tienes a mil, vente lo más rápido que puedas, que hoy te voy a hacer de todo.
– Tendrás que esperar, porque ahora estoy a punto de tirarme a Fernando que tiene la polla más grande que me he comido hasta hoy. Escucha como me hace gemir cuando me la mete… aaah… Fernando despacio… con cuidado… la tienes muy grande…
-¿Desde dónde me estás hablando, Felisa?
– ¡Qué importa! Déjame gozar y luego te lo cuento.
Creo que llegué a contar los minutos hasta que regresó, pues no podía con mi calentura y con las ganas de saber en realidad donde había estado. A las diez y cuarto, cuando volvió yo ya estaba esperándola para desnudarla y he de decir que si no la hubiera encontrado tan lubricada, casi habría sido una violación, pues casi sin preliminares me la follé. Después de ese primer polvo, nos quedamos un poco relajados y mientras la acariciaba y besaba por todos lados, boca, cuello, espalda, tetas, comenzamos a conversar, y yo le pedí que me contara la verdad de lo que había hecho.
– Ya te dije que me fui a follar con Fernando a un motel.
– Cuéntamelo entonces todo con detalles.
– Pues me pasó a recoger en su coche y nos fuimos al motel, ya de antes estábamos muy cachondos, así que ni bien subí y nos dimos un beso, me empezó a meter mano, en los pechos y entre las piernas, pues como ves con esta falda se me subía hasta dejar que casi se me viera el tanga y eso era una invitación, que él aceptó.
– Dices que te metía mano mientras conducía… ¿y tú que hacías?

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– Mientras me situaba bien hacia adelante en el asiento del coche, abría las piernas para que me tocara y viera que mojado tenía el chocho, le tocaba la verga por encima del pantalón, y luego se la saqué, pero no me dio tiempo de hacerle una mamada allí mismo porque llegamos, que si no nos hubiéramos ahorrado el gasto.
– Cuéntame, cuéntame.
– Me desnudó casi a tirones y luego se desnudó él, empezándome a besar como lo estás haciendo tú ahora.
– Sigue que me estás volviendo loco otra vez.
– Me comió el chocho durante no sé cuánto tiempo y después de hacerme correr varias veces, me cogió de la nuca y me llevó la cabeza hasta su verga, que realmente es más grande de lo que uno puede imaginarse, con decirte que prácticamente no podía tragármela más allá de la cabeza. Cuando estaba a punto de correrse, me la sacó de la boca y en ese momento le dije que te iba a llamar. Mientras lo hacía fue cuando me penetró hasta hacerme gritar, y casi me desmayo.
– ¡Si serás puta!
– Como te gusta eso, ¿o no te gusta que sea así?
– ¡Claro que me gusta!
A esa altura yo no podía hablar más, pues mi lengua estaba ocupada yendo de su coño a su culo y luego nos echamos otro polvo de antología. Después de 6 años de casado echarse dos polvos no era una cosa de todos los días y quedé en un estado de relax, como en el limbo, pero, recordé que realmente no sabía dónde había estado, puesto que a lo de Helena no había ido.
– Dime ahora realmente donde fuiste.
– Ya te lo he contado.
– ¡Pensé que era otra fantasía!

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– Claro bobo, estuve con Helena y las otras amigas.
En ese momento no sabía cómo reaccionar y le dije:
– No es cierto, llamó Helena para avisar que la reunión se cancelaba, que las amigas no podían ir.
– Cariño, tú tenías una fantasía, querías que yo te pusiera los cuernos, pues te los he puesto, mejor dicho, te los vengo poniendo desde hace un tiempo, y eso que para ti era una fantasía, sé muy bien que te ha gustado, so cabrón, así que desde ahora, cuando me empiece a picar el chocho voy a salir a follar con quién me dé la gana y luego, como favor, si me lo pides, te lo contaré.
-Si me has contado la verdad, si me has hecho un cabrón, tienes que por lo menos alguna vez, dejarme mirar.
– Claro, tu nena te va a dejar mirar como otro macho se la tira, le come el coño y le da por el culo.
Al principio creí que los celos me matarían, pero pronto descubrí que me gustaba, que ver gozar a Felisa con otro hombre era realmente excitante y que eso fortalecía nuestro cariño, pues ella jamás se involucraba sentimentalmente, solo los quería para follar, y que además yo gozaba nuestros polvos como nunca.
Saludos de los dos.

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