Relato erótico
Me gustan las maduras
Nuestro buen amigo Josep nos ha enviado un relato muy guarro, como todos los suyos. Recordareis que es un hombre al que le vuelven locos las mujeres más mayores que él y se las ha follado de todas las edades.
Pep – Barcelona
Me llamo Pep, tengo 50 años soy catalán. Desde siempre me han obsesionado las mujeres más mayores que yo.
Hace años que escribo y compro la revista Clima. Aquí he conocido varias mujeres mayores casadas, viudas, solteras, divorciadas… Con algunas casadas he follado con permiso del marido y con otras les hemos puesto los cuernos. También he conocido a abuelas que contestaban mi anuncio, pero que no acababan de creerse que me las quería tirar, pero pronto salían de dudas.
A algunas de ellas, me las llevaba al bosque, las ponía de rodillas y me la chupaban hasta que les llenaba la boca de leche espesa y calentita. Les decía que siguieran chupándomela y cuando se me volvía a levantar me las follaba por el chocho y por el culo.
Lo que quiere contaros ocurrió hace poco. Recibí un email de una mujer que decía que había leído varios anuncios míos y que tenía muchas ganas de conocerme. Era una jubilada que tenía 69 años, estaba casada y el marido tenía 79 años. Le pedí que me enviara una foto y se me levantó la polla en cuanto la vi. Estaba metidita en carnes, tenía unas enormes tetas gordas y caídas y un culazo que me volvió loco. Llevaba el pelo rubio, media melena y tenía cara de guarra.
Me dijo que su marido sabía lo que quería hacer y me invitaron a ir a su casa. A ella la llamaremos Marta y a su marido Juan Carlos.
El día acordado me presenté a su casa. Me abrió la puerta el marido y se presentó. Era un hombre mayor pero con buena presencia. Me presentó a su mujer y me dijo:
-Te la entrego. Bésala, tócala y fóllatela, hazla feliz porque yo ya no puedo. Por cierto, allí en la mesita hay un sobre para ti
Lo abrí y había una buena cantidad de dinero, se lo devolví y le dije que no tenía que pagarme, pero el marido me contestó diciendo que prefería pagarme y pensar que su mujer era un putón.
Dicho esto se marcho. Me di la vuelta y le dije a Marta:
-Sácate el vestido y quédate en sostén y bragas.
Ella obedeció con rapidez y cuando se quedo en bragas, me senté en una silla y la puse boca abajo para poder darle unos azotes. Extrañada y quejosa me dijo:
-¿Por qué me haces, esto que hecho mal, esto es humillante?
-Tenias que saber no me gustan los coños ni los sobacos con pelo y ahora mismo te los vas a dejar bien rasurados.
La puse de pie y fue a afeitarse al lavabo. El marido se había sentado en un sillón y delante había una mesita baja con un juego de ajedrez. Me dijo si mientras tanto quería jugar con él y acepté. Cuando Marta salió y como la partida estaba muy interesante le dije que se agachara y que me comiera la polla.
Miró a su marido con cara de sorpresa y él le dijo que hiciera lo que yo le pedía. Se agacho, y como yo iba en calzoncillos, sacó mi polla y empezó a chuparla con maestría. Me costaba concentrarme pero le gané la partida al marido que sonriendo me dijo:
-Pensaba que ya que mi mujer te la está chupando, me dejaría ganar, pero veo que no pierdes detalle.
Le contesté que me encantaba que me la chuparan, pero que el juego era el juego. Aproveché para decirle si podía ir al baño a buscar aceite y se levantó sin decir nada.
Cuando entro en el comedor, encontró a su mujer en pelotas y con los pies apoyados en mis hombros. Me dio el aceite, le unté el chocho y el culo y se la metí por el ojete sin mediar palabra.
Marta gemía y gritaba diciendo que le estaba destrozando el culo, le agarré las tetas y le dije:
-Eres una puta guarra, tu ya sabias que me gusta dar por el culo a las mujeres y que me gusta dominarlas. No quiero volver a oírte y harás todo lo que yo te diga.
La muy cerda, mientras oía estas palabras, tuvo un orgasmo increíble que mojo toda la mesa. Aquello me puso muy caliente y estaba a punto de correrme. Se la saqué del culo, me acerqué a su cara y se la metí en la boca. Cuando noto el sabor de su culo tuvo una arcada, pero como le agarré la cabeza no tuvo más remedio que chupármela y no paré hasta que se tragó toda la lefa.
Cuando acabé, me di cuenta de que el marido se había sentado otra vez en el sillón y tenía la polla morcillona en la mano. Se había puesto cachondo viendo como me tiraba a su mujer.
La ayudé a bajar de la mesa, volví a sentarme en el sillón y le dije que volviera a chupármela que quería follarle el chocho. Obedeció, se arrodilló y empezó a mamármela. Me había sentado en la punta del sillón para que también pudiera comerme los huevos y chuparme el culo.
Ella lo entendió y así lo hizo. Era una gozada. Me chupaba y me lamia los huevos y me chupaba el ojete llegando incluso a meter la punta de la lengua dentro del culo. Mi polla respondió a todos aquello y se volvió a poner dura como una piedra.
Cuando creí que estaba a punto, me levanté y le dije que se pusiera a cuatro patas en el sillón. Me ponía loco aquel enorme culo, le abrí las nalgas y se la metí otra vez en el culo. Me la follaba con fuerza y ella no paraba de gemir. La saqué y se la metí en el chocho. Mis embestidas eran rápidas y bestiales, a los pocos minutos la muy guarra volvió a correrse.
Me di la vuelta y vi que el marido tenía la pollita tiesa y que se estaba corriendo. La poca leche que salía de aquel rabo le resbalaba por las manos y le ensució los pantalones.
Cuando acabé, le dije que fuera al baño a ducharse que ya era hora de ir a comer. El marido fue con ella y al cabo de un rato salieron los dos muy bien arreglados.
Dijeron que me invitaban a comer a un restaurante que era de la hermana de Marta y entonces Marta dijo:
-Ahora vas a conocer a la guarra de Pilar, mi hermana. Mi marido cree que no lo sé, pero me consta que han follado muchas veces. Me encantaría que la sedujeses y que le reventaras el culo igual que me has hecho a mí.
El marido se sorprendió pero no dijo nada. Fuimos al restaurante y Pilar me gustó nada más verla. Era una mujerona gorda, con unas tetas súper grandes y un culazo que se movía cuando ella iba de mesa en mesa.
Por supuesto me la ligue, pero esto os lo contaré otro día.
Gracias por leerme y prometo que enviaré más relatos.