Relato erótico

Me gusta la talla XXX

Charo
21 de diciembre del 2018

Se caso virgen, ya que, durante el noviazgo ni siquiera vio la “herramienta” de su futuro marido. La decepción llegó en la noche de bodas. Cuando se metió en la cama, lo entendió todo.

Norma – ZARAGOZA
Hola queridos lectores y lectoras, me llamo Norma y mi marido Fernando y tenemos 29 años yo y 32 él.
Paso a contaros mi matrimonio a tres y ahora veréis por que digo a tres. Nos casamos hace tres años, después de uno de novios, pues tampoco por la edad podíamos esperar mucho tiempo, Fernando trabajaba fuera de nuestra ciudad, y no quería estar solo. Os diré que mi noviazgo fue de lo más puritano, todo lo más fueron algunos besos y algún roce por encima de la ropa y aunque yo había oído de mis amigas hablar de los polvos que echaban con sus novios, pues nosotros nada de nada. Mi novio decía que ya tendríamos tiempo de hartarnos.
Me casé con mucha ilusión y deseando que llegara la noche para poder follar a gusto, pues como comprenderéis a mi edad estaba deseando que me echaran un buen polvo, y cuando terminó la ceremonia, nos fuimos al hotel. Yo me las prometía muy felices, me metí en el cuarto de baño para desnudarme y mi flamante marido se desnudó en el dormitorio y se metió en la cama. Yo me puse lo más provocativa que pude y salí algo nerviosa pues era la primera vez que un hombre me veía así, me acosté y empezamos con los besos y las caricias hasta que, en un momento dado, eché las sabanas para atrás pues estaba deseando ver una buena polla de carne ya que solo las había visto en fotos, y sorpresa, lo que vi no tenía nada que ver con las que había visto en fotos y con lo que contaban mis amigas de las pollas de sus novios. La de mi marido, en plena erección mediría unos 8 ó 9 cm. Con razón nunca habíamos follado ni me dejó que le hiciera una paja. El, al ver mi cara de asombro, me dijo:
– ¿No te gusta mi polla?
– Sí, pero yo creía que eran más grandes y más gordas, claro que como es la primera que veo…
– Bueno las hay más grandes y más gordas, pero el tamaño no importa para dar placer, eso es solo para la vista – razonó él.
Seguimos con los juegos amorosos, se la chupé un rato aunque que como esa, me podía haber metido hasta cuatro en la boca, y luego él me la metió. La verdad es que no noté nada, era como si me hubiese metido un tampax. Me estuvo follando un rato hasta que consiguió que me corriera, cosa que era normal con mi edad, sin haber follado nunca y con poco me corrí, aunque también me hubiese corrido con el dedo. Pero no me desvirgó. Yo esperaba algo de dolor al desvirgarme, o algo de sangre, pero nada.

Así llevábamos dos años y tampoco teníamos hijos, no sé si por el tamaño no depositaba la leche en el sitio adecuado para que los espermatozoides se mezclasen con mis óvulos, pero yo, como es normal, necesitaba una buena polla que me llenara por completo y entonces él compró una de goma de buen tamaño, 22×6 cm, para metérmela en el coño. Cuando me la metió la primera vez, me corrí en el acto y con ella me desvirgó. Entonces sí que me dolió un poco.
Mi marido también se daba cuenta que me faltaba algo y un día, después de echar un polvo, yo sin correrme como muchas veces pues solo me corría cuando llevaba mucho tiempo sin orgasmos o cuando me metía la polla de goma, le dije:
– Cariño yo te quiero mucho, no te dejaría por nada del mundo y tampoco quiero ponerte los cuernos con cualquiera, pero comprenderás, que necesito sentir una buena polla, tú te darás cuenta que casi nunca me corro y que finjo la mitad de las veces y tú tampoco querrás eso.
– Sí, yo te comprendo y llevo mucho tiempo dándole vueltas al asunto, quiero que tú disfrutes y seas feliz, incluso he pensado en traer a alguien para que folles a gusto y no me atrevía a decírtelo, pero ya que a salido el tema, estoy dispuesto a aceptar que te folle otro tío.
Yo le dije que lo pensaría, aunque en realidad estaba deseando que me montara un buen macho, con una hermosa herramienta. Hablamos del tema durante un tiempo y al final acepté. A los pocos días él me dijo que si yo no tenía inconveniente, se lo podía decir a un buen amigo suyo, que se llamaba Luis, y que sabía que tenía una buena polla, parecida a la de goma, y que como estaba soltero seguro que no tendría inconveniente.
Habló con su amigo y como es normal, estuvo de acuerdo. ¿Como no iba a estar de acuerdo en follarse a la mujer de su amigo, con el permiso de este? A nadie le amarga un dulce. Un día, Fernando trajo a Luis a casa a comer para que yo lo conociese mejor y diera mi consentimiento. Estuve de acuerdo de que fuese él, pues era un hombre bien parecido y con buen tipo. La polla la vería después porque si era como me dijo mi marido, el hombre lo tendría todo completo. Quedamos en que vendría a casa, la semana siguiente a pasar unos días y llevar a cabo nuestro primer encuentro.
Llegó el día señalado y Luis se presentó en casa a eso de las seis de la tarde. Yo estaba totalmente nerviosa, aunque tenía ganas de probar una buena polla, hablamos de todo, salimos a dar una vuelta por la ciudad para ir tomando confianza e incluso cenamos en un restaurante a invitación de Luis. Cuando llegamos a casa serían las once de la noche y decidimos pasar a la acción.

Yo, por indicación de mi marido, me acosté primero y ellos se quedaron un rato hablando en el salón, me acosté completamente desnuda y me cubrí con la sabana. Al rato entraron ellos, mi marido se acostó conmigo y Luis entró en el cuarto de baño mientras Fernando se dedicaba a calentarme, aunque la verdad es que no lo necesitaba porque aun estando nerviosa también estaba caliente.
Luis salió solo con el slip, tenía un cuerpo bien torneado y debajo del slip se adivinaba una buena polla pues se le notaba un gran bulto. A mi marido no se le nota el bulto aunque estuviese en cueros. Luis se acostó al otro lado de la cama y como yo le daba la espalda, pasó la mano por encima, me cogió una teta y me besó el cuello y la espalda. El contacto de su mano y de su lengua con mi piel, hizo que se me erizase todo el vello de mi cuerpo, pero me gustaba la situación. El siguió con su manoseo y fue bajando hasta llegar a mi chocho, que yo tenia totalmente empapado de mis jugos, me pasó un dedo a lo largo de la raja y me introdujo uno dentro. Yo estaba a punto de caramelo y estaba deseando tocar y sentir su hermosa polla.
Cuando se quitó el slip, me cogió la mano y la llevó hasta su tranca, pues eso era lo que parecía, una tranca, y cuando la toqué se me cortó hasta la respiración. ¡Que pedazo de polla! Esa sí era como las que yo había visto en fotos y mientras mi marido me besaba y me acariciaba las tetas, me di la vuelta y nos besamos con lengua incluida, sin soltar la polla de mis manos y él besándome las tetas antes de ir bajando, besándome todo el cuerpo y llegando a mi chocho. Yo me puse boca arriba, él metió su cabeza entre mis piernas y me comió el coño hasta que me hizo correr.
Fernando me acariciaba y me tocaba lo que Luis dejaba libre. Hasta ahora yo todavía no le había visto a él la polla, solo se la había tocado, pero cuando yo me corrí, él se puso de rodillas en la cama y me la puso al lado de la cara. ¡Por fin veía una polla de verdad, que hermosura, era superior a lo que yo había imaginado! Se la cogí, y me la metí enterita. ¡Que placer más grande chupar esto! Se la estuve chupando hasta que me volví a correr. Con mi marido nunca había tenido dos orgasmos seguidos, pero esto era otra cosa.
Cuando yo me corrí, él me la sacó de la boca, me dio la vuelta y me puso de rodillas en la cama, se puso detrás, mientras yo imaginaba lo que iba a hacer, y efectivamente, me puso el capullo a la entrada de mi coño y muy suavemente me la fue metiendo hasta el fondo. ¡Que gustazo más grande! Por fin tenía una buena polla incrustada en mi chocho.

Me sentía una auténtica hembra, era la primera vez que estaba siendo follada de verdad, me jodió muy lentamente, recreándose en la follada hasta arrancarme otro orgasmo bestial. Para entonces Fernando se dedicaba solo a mirar, dejando a Luis que hiciera conmigo lo que quisiera.
Al rato cambiamos de posición, él se acostó en la cama para que yo lo cabalgase, me puse encima y se la cogí con la mano para metérmela yo solita, me abrí el chocho con una mano y con la otra me metí el capullo, y me fui sentando encima muy despacio para sentir cada centímetro de polla recorre toda mi gruta hasta que los huevos chocaron con mi culo. Me quedé un rato sin moverme sintiéndola dentro de mi, disfrutando de ella, quería que durase lo más posible y me lo follé muy lentamente, recreándome en la follada hasta que no aguanté mas y otra vez me corrí. Ya me faltaban las fuerza, pues como es normal, no estaba acostumbrada a tanta corrida, y me quedé un rato con ella dentro, recostada sobre su pecho y besándolo, Al rato volvimos a cambiar de posición y yo me acosté para que él se subiera encima de mí y me follara en la posición tradicional. Me la metió, yo lo rodeé con mis piernas empujando hacia adentro para que llegara hasta el fondo y cuando me folló un rato, me dijo:
– ¿Puedo correrme dentro de este bonito chocho?,.
Yo miré a mi marido que dijo “adelante” y Luis no se hizo esperar, corriéndose dentro de mi, vaciando toda su leche dentro, inundándome todo el coño con su gran corrida. Cuando él se bajó de mí, se subió mi marido para correrse él también. Muy pronto a Luis se le puso otra vez en forma y se subió encima de mí, me la puso entre las tetas para alternar haciéndose una paja con ellas y metérmela en la boca para que se la chupara. Así nos volvimos a corre los dos, él me echó un poco de leche dentro del coño y el resto en mis tetas que yo, con mis manos, me dediqué a restregármela por ellas. Aunque la verdad es que cuando me folló mi marido, después de sacármela Luis, la de él ni la notaba porque la diferencia era abismal, y Luis me había dejado el chocho totalmente abierto. Terminamos, nos lavamos y nos quedamos los tres dormidos en la misma cama.
Así estuvimos todos los días que Luis estuvo con nosotros. Yo era totalmente feliz, disfrutaba como todas las mujeres con una polla auténtica, pero le dije a mi marido que si se sentía ofendido lo podíamos dejar, y decirle a Luis que se marchara, pero él me preguntó:
– ¿Tú eres feliz… me sigues queriendo igual que antes?
Yo le dije que era muy feliz, que lo quería más que antes y que siempre lo querría, que si tuviese que elegir, lo elegiría a él, aunque tuviese que renunciar a la polla de Luis.
– Pues entonces no hay problema, podemos seguir así, además yo disfruto viéndote disfrutar a ti y si tu eres feliz yo también.

Luis se marchó por su trabajo, pero venía de vez en cuando a follarme, hasta que hace algún tiempo pidió traslado en su empresa a esta ciudad y se lo concedieron. Desde entonces vive con nosotros, somos como un matrimonio de tres, incluso hemos cambiado la cama de matrimonio, comprando una de ancho especial. Los vecinos creen que es mi hermano que vive con nosotros. Ahora tenemos un hijo, pero no sabemos quien es el padre, aunque seguramente será Luis pues él sí descarga su leche bien adentro, prácticamente dentro de los mismos ovarios y así se mezclan bien con mis óvulos, pero tampoco nos preocupa, el padre son los dos, aunque los apellidos son los de mi marido, y a todos los efectos el padre es mi marido y Luis será su tío.
No sé si habrá otras mujeres en la misma situación, me gustaría saberlo, y que si hay alguna que lo cuente en esta misma sección de relatos. Yo estoy muy a gusto así teniendo dos maridos y nunca estoy sola. Como mi marido trabaja a turnos, cuando él está de noche, Luis está conmigo, y follamos como si estuviésemos los tres. Con la polla de mi marido sola no me corro ya, él lo sabe pero no le importa, me folla cuando quiere y se corre, y yo pongo todo el interés para que no se sienta defraudado, le hago todo lo que a él le apetece para que disfrute, pero para lo que si es buena su polla es para la doble penetración, pues él me la mete por el culo y Luis en el coño.
Besos para todos.

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