Relato erótico
Me gusta la “lechita”
Lo reconoce es una experta mamona, pero sobre todo es una aficionada al semen. Le gusta chupársela a su novio, pero sobre todo, le gusta paladear una buena y abundante corrida. A su novio, le llama “el grifo”, por algo será.
Vanesa – Almería
Desde que llegué a cierta edad el sexo ha sido algo importante en mi vida, me gustan los tíos, me gusta follar y me gustan las pollas. Me gusta ponerles cachondo, hacerles desear follarme, hacerles desear que les coma el rabo y todo esto sabiendo que yo, más que ellos, estoy deseando ser follada y hacerles una buena mamada.
Pero llegó un momento en que decidí que lo que más me gustaba era jugar con el semen. Personalmente, le quito toda su mística a eso de “correrse dentro” no tiene ninguna gracia, seguramente será porque normalmente estoy tan húmeda, caliente y sudorosa que aunque lo noto no me apasiona ni me lleva al orgasmo.
Con uno de mis novios, de corrida abundante, estuve especialmente inspirada. Cuando comenzamos a salir no hacíamos el amor, sólo jugábamos y nos masturbábamos mutuamente, allí descubrí los enormes chorros de semen que era capaz de generar. Acostumbrada a mis anteriores relaciones me parecía un grifo sin fin, un juguete con muchas posibilidades.
Mi imaginación se disparó desde ese descubrimiento de “el grifo”. Os voy a contar unas cuantas anécdotas que me gustaría compartir con vosotros.
Una noche, habíamos quedado con mi grupo de amigos y amigas. Quedamos primero las chicas y hablamos sobre sexo (como otras muchas veces), el caso es que acabé apostándoles que era capaz de, en algún momento de la noche, llevármelo al baño, hacerle una paja, que se corriera en mi canalillo y llevar su semen en la parte baja de mi escote para enseñárselo a todas. A él, por supuesto, no le dije nada, pero la apuesta era suculenta, de hecho el premio era una foto erótica de cada una de ellas con sus chicos, vamos, que quería ver pollas.
Salimos, empezamos a ir de bar en bar, beber… cuando estaba ya suficientemente lanzada, agarré a mi novio, me lo llevé al baño, le senté en la taza y le dije:
– Ahí quieto, tengo ganas de cascártela, así que sólo disfruta.
Me quité la blusa y el sujetador, le puse un rato mis tetas en la boca y le dejé jugar con su lengua y sus manos. Me puse de rodillas, le saqué la polla. La tenía dura, muy dura, empecé a jugar con ella, primero besitos suaves, luego le masturbaba mientras le besaba en la boca, luego pasé a metérmela en la boca lo más profundo que podía y le dije:
– Quiero que te corras en mis tetas
Se puso de pie y comenzó a masturbarse mientras apuntaba a mi canalillo, yo jugaba con sus huevos y mientras me pellizcaba un pezón. Zas…. llegaron los enormes chorros de semen a los que me tenía acostumbrada, uno de ellos quedó perfectamente colocado en mi canalillo escurriendo entre mis tetas. Me levanté, le besé y me puse el sujetador y la blusa sin limpiarme.
– ¿No te vas a limpiar?
– Pues no, quiero oler a ti…. y enseñarles a mis amigas tu corrida ¿a qué te pone cachondo?
– Serás golfa, no voy a poder volver a mirar a tus amigas a la cara
– Pues mírales el escote y listo, seguro que te gusta
Volvimos con los amigos y disimuladamente pasé de amiga a amiga enseñándoles la parte baja de mi escote, donde se había formado contra el sujetador un “charquito” blanco. Miraban, me miraban, le miraban, risas y mi novio totalmente colorado.
En otra ocasión conseguí dos de los mejores polvos de mi vida. Nos habíamos ido de fin de semana rural a una casita con piscina climatizada. La piscina es compartida, y me dediqué a ponerle cachondo en la piscina durante el día, que si le sobaba el paquete bajo el agua, que si le enseñaba disimuladamente los pezones cuando nadie miraba, en una ocasión le cogí la mano y la puse dentro de mi biquini.
Llegó la noche y después de cenar y ver una película yo pensaba que íbamos a ir a la habitación a echar un buen polvo, pero viendo que la piscina estaba vacía, estaba apartada de los apartamentos, había poca gente y que casi todo eran parejas con hijos nos fuimos a dar un baño. Que si te rozo, que si te toco… acabamos desnudos en la piscina y follando en el agua. Decidí que esa vez quería beberme su corrida, pero no me dio tiempo, me estaba montando en el borde de la piscina cuando note como me inundaba con su semen. Le dejé acabar y salí del agua, me senté en una esquina, abrí las piernas y le enseñé como su lefa caía sobre las baldosas del suelo.
Me metí en el agua y con medio cuerpo fuera chupé, lamí y sorbí la mezcla de mis jugos y su semen que había caído al suelo. Pude ver como se ponía otra vez cachondo mientras me veía comer ese jugoso manjar, decidí ayudarle y le hice una buena mamada para ponerle más a tono.
– Vamos al apartamento
Salimos del agua, él se vistió, yo sólo me puse la toalla, cuando cerramos la piscina teníamos un paseo de unos 20 metros hasta nuestro apartamento, me puse delante de él, me quité la toalla, quedando completamente desnuda y dejándole con la boca abierta fui andando hacia el apartamento. No sé si había alguien en las ventanas, pero sé que si lo había disfrutó del espectáculo tanto como mi novio.
Llegamos a la habitación, y a pesar de haberse corrido unos minutos antes, me estuvo haciendo el amor durante casi dos horas. No hay nada como calentar mucho a un tío para verificar su capacidad de aguante.
Otra anécdota que os voy a contar fue también con dos de mis amigas, era veranito y estábamos en una terraza en la playa a las tantas de la mañana, se estaba genial en la calle, así que decidimos que nos tomaríamos otra ronda. Mis amigas y yo solemos tomar Marabú con piña, muchas veces le he dicho que el blanco del Malibú me recuerda a su semen, así que se me ocurrió otra maldad.
Nos levantamos “mi grifo” y yo y nos fuimos dentro del bar a pedir, tres Malibús para mí y para mis amigas y un ron con coca cola para él. Nos sirvieron y cuando íbamos a salir le llevé al baño y le propuse el plan:
– Vamos al baño que me apetece pajearte
– Quieres tu traguito de lefa, ¿no guarrona?
– Claro cariño, sabes cuánto me gusta
Como me esperaba estaba encantado, le dejé sobarme mientras le comenzaba a meter mano, y cuando le tuve suficientemente caliente comencé a mamársela para que pensara que quería tragarme su corrida como en otras muchas ocasiones. Cuando le noté a punto de correrse saqué su polla de la boca, cogí uno de los malibús y apunté su pene para que se corriera en el vaso.
– ¿Pero qué haces?
– Nada, quiero que te corras en el Malibú para saber a qué sabe
Estaba alucina y excitadísimo a la vez, lo que él no sabía es que le hice correrse en los tres Malibús. Cuando acabó, me miró con cara preocupada
– ¿Esperas que no lo noten?
– Tranquilo, ya verás cómo no, y ya verás lo morboso que va a ser que veas a mis amigas tomarse unos traguitos de tu corrida.
Para ponerle más cachondo limpié con mi lengua las gotas que habían quedado en los bajos, mezclé bien la bebida hasta que pensé que ya no se notaba lo que habíamos hecho y nos fuimos a la mesa con mis amigas.
– Habéis tardado mucho
– Ya sabes, un calentón y me lo he llevado al baño – risas ante una mentira verdadera y novio colorado que confiesa que así ha sido
Un rato de cháchara, disfrutando de la tranquilidad de la noche, miradas entre mi novio y yo, cómplices del delito y risas disimuladas cuando una de mis amigas dice:
– No sé cómo preparan aquí los Malibús con piña, pero están buenísimos. – Trago enorme para apurar las últimas gotas de la bebida
Cuando llegamos a casa el polvo fue de vértigo. Puede que otro día continúe contándoos con mis “comidas” de semen
Un besazo.