Relato erótico
Me gusta experimentar
Se lió con la camarera que solía atenderlo en el restaurante que iba asiduamente. Solo era sexo, pero… ¡vaya sexo! Era liberal, morbosa y le gustaba experimentar cosas “nuevas”
Manuel – Málaga
Siempre iba al mismo bar a desayunar y, a veces, a comer. Me había enrollado con Daniela la camarera. Solo era sexo, nunca habíamos hablado de ningún tema que no hubiera sido sexo y no habíamos quedado nada más que para follar. De hecho no habíamos quedado nunca, yo iba a buscarla consciente de lo que iba a encontrar.
Era alta, rubia natural, siempre llevaba la melena cogida en una coleta, su culo era grande y duro y sus tetas también hermosas, estaban coronadas de unos pezones pequeños. Era muy sensual y le gustaba experimentar en la cama. Hasta que la conocí yo había sido muy tradicional pero ahora me gustaba ser parte de sus experimentos y me fiaba de ella.
Aquel día fui al restaurante para comer. Era la primera vez que lo hacía desde la primera vez que tuvimos sexo y como no, me atendió Daniela.
– Hola. ¿Otra vez te toca comer solo?- me preguntó.
– Hola, sí, todo el mundo está preparando una presentación importante para mañana – contesté
– ¿Qué vas a tomar? – preguntó de nuevo.
Le canté los platos y ella se fue. Cuando trabajaba no quería que nos relacionasen así que me comportaba como un cliente más. Pero cuando me trajo el primer plato bajo él había una nota: “Te espero en mi casa a las 23.30. Vamos a empezar a hacer realidad nuestras fantasías”.
En nuestro último encuentro nos habíamos confesado que para mí acostarme con dos tías era mi fantasía y para ella hacerlo con dos tíos bisexuales. Al principio la idea no me hizo mucha gracia pero me fiaba de Daniela. Y además sabía que si preguntaba algo o me negaba a alguna cosa se acabaría nuestra relación sexual.
Pasé la tarde muy nervioso. ¿Qué fantasía querrá satisfacer? ¿La suya o la mía?
Llegó la hora y me encaminé hacia su casa, junto a la playa. Cuando toqué el timbre el corazón parecía que se iba a salir de la camiseta. Me abrió una chica que en principio me dio la sensación de que la conocía, pero no sabía quién era.
– Hola, tú debes ser Manuel, ¿no? – dijo
– Sí. ¿Y tú? – pregunté a mi vez.
– Yo soy Noemí – contestó – Te he visto alguna vez por el bar.
-¡Claro! -exclamé- Tú eres la chica que está en la barra.
– La misma.
Ya estaba más tranquilo porque parecía que la fantasía a satisfacer era la mía. Noemí hacía de anfitriona porque Daniela no aparecía.
– ¿Quieres una copa? – preguntó.
– Claro, licor de manzana.
– Con dos hielos, ¿verdad?
– Eso es.
Nos sentamos y empezamos a charlar, como había ocurrido siempre con Daniela, de sexo.
-Daniela se está duchando -me dijo- Le gusta hacerlo cuando sube del bar. Es la forma de prepararse para el sexo. Me comentó que nunca has follado con dos chicas y como Daniela y yo solemos hacerlo me ofrecí. Te había visto por el bar y me gustas mucho. A Daniela y a mí nos gusta compartir los chicos, pero a ella no le gusta follar conmigo si no hay un tío en la cama.
– Y ¿a ti te gusta follar solo con tías?
– Sí, me encanta. De hecho y aunque me considero bisexual, mis últimas parejas han sido mujeres. Lo que pasa es que también me gusta el sexo con tíos y así es difícil mantener una relación mucho tiempo.
– Lo entiendo – dije – Yo no soportaría tener una relación con alguien y que follara con otra persona sin estar yo.
– Y el problema es que quien quiere mantener una relación no suele ser bisexual, sino que o son héteros o lesbianas y no comprenden que te gusta el sexo con otra gente y además se niegan a meter a nadie en su cama que no seas tú.
De pronto entró Daniela, en tanga y sin sujetador.
– ¿Todavía estáis así? Esperaba veros por lo menos desnudos. Ya sabéis que en mi casa, vestidas, solo están las visitas. Además hace mucho calor y no creo que estéis muy cómodos con la ropa – dijo Daniela.
Noemí se levantó, se quitó la camiseta que llevaba y la minifalda, quedándose en tanga como Daniela. Ambas me miraron.
– Y tú ¿qué? Nosotras estamos dispuestas a todo – dijo Daniela, mientras comenzó a entrelazar su lengua con la de Noemí, a abrazarse y a tocarse las tetas la una a la otra.
Se pusieron de espaldas a mí. Podía ver sus culos duritos casi violados por las minúsculas prendas que aún levaban puestas. Me levanté y me desnudé. Mi polla estaba erecta. La estampa de verlas besándose me había puesto cachondo. Ellas seguían comiéndose la boca y de vez en cuando me miraban. Me puse entre ellas y besé a Noemí mientras sentía una mano en mi entrepierna, otra en mi culo y alguna pasaba por mi pecho hasta tocar los pechos de Noemí. Daniela tiraba de los pezones de su amiga que parecía que se los quería arrancar, amasaba sus tetas y acariciaba su cuerpo hasta meterle la mano por debajo del tanga mientras Noemí me sobaba las bolas, me masturbaba la polla y me acariciaba entero.
Al final fuimos a la habitación, se sacaron el tanga, Daniela se tumbó en la cama y con las piernas muy abiertas, invitó a su amiga a que le comiera el coño. Noemí se puso de rodillas con las piernas también separadas y me dejaba ver su coño y su culo. Yo me quedé inmóvil.
Daniela me miraba, sacando la lengua, humedeciéndose los labios, mientras amasaba sus tetas y se masajeaba sus pezones. Entonces decidí que me apetecía que ella me chupara la polla, así que me puse junto a ella y sujetándomela con la mano se la pegué a la boca.
– Puede que me corra pronto – le dije.
– ¡No, importa, córrete cuando quieras. Nosotras seguiremos follando igual! – mascullaba Daniela mientras recibía la tremenda mamada de su amiga que la estaba follando con su lengua.
La estampa me estaba poniendo a cien y aguanté muy poco. Me corrí en la boca de Daniela. Ella no dejó que se escapara ni una gota de leche, se la tragó toda y siguió chupando hasta que estuve listo otra vez para seguir la sesión de sexo. En ese momento ellas cambiaron la posición, comenzando un 69 espectacular. Noemí volvía a dejar su sexo y culo a mi merced, y esta vez no pude resistirme. Le lamí el coño y el culo. Me gustaba mucho el sabor del sexo femenino y creo que yo lo hacía muy bien. A veces mi lengua chocaba con la de Daniela, pero viendo que le estaba quitando terreno me centré más en el culo. La visión era preciosa. La lengua de Daniela saliendo y entrando del coño de Noemí, chupando su clítoris, momentos que aprovechaba yo para meter mi lengua en su coño.
Al rato se me ocurrió meter un dedo en el culo de Noemí y pude observar que entraba con suma facilidad, así que lo intenté con dos y tampoco me costó, pero entonces vi que ella miraba hacia atrás, pidiendo mi polla. Me incorporé y se la introduje, de un solo golpe, por el culo, que tenía bien lubricado del beso negro que le había estaba haciendo. Al poco rato de estar bombeando su ano, ella se corrió y Daniela también, ya que los espasmos de su compañera repercutieron en la mamada que le estaba haciendo. Casi en el acto, cambiaron de postura, me tumbaron en la cama, Noemí se puso encima de mí, con su coño a la altura de mi boca, mientras que Daniela se clavaba mi polla en el coño. Yo chupaba lo que podía de Noemí y ellas se tocaban los pechos y se comían la boca. Daniela me montaba despacio, disfrutando de cada embestida al máximo y al moverse se masajeaba las tetas con las manos de Noemí. Yo comía y comía coño e intentaba introducir mi lengua en su raja.
– ¡Aaaah…! – grité de pronto – ¡Chicas, me corrooo…!.
– Espera – dijo Daniela.
Se levantó y Noemí se inclinó para recibir el primer chorro de leche en su boca, mientras Daniela me masturbaba. Noemí se tragó algo de leche pero otros chorros cayeron en su cara. Daniela soltó mi polla, pero su amiga siguió chupando y aunque le costó un poco más que antes que se volviera a levantar, al final lo consiguió. Entonces vi que Daniela tenía un consolador en la mano y estaba metiéndoselo a su amiga por el coño. Le tocaba el clítoris, el ano y hacía círculos con él dentro del coño. No tardamos en cambiar otra vez de posición. Noemí se tumbó boca arriba con las piernas abiertas y me dijo:
– Vamos, es tuyo.
Me puse encima de ella dejando a Daniela a mis espaldas masturbándose con el juguetito, y se la metí hasta dentro moviéndome despacio. Después de dos orgasmos no creía que me iba a correr fácilmente pero me gustaba sentir las acometidas despacito.
En este momento Daniela empezó a acariciarme el culo. Primero las nalgas y luego el ano. Me estaba gustando y como estaba follando muy despacio a Noemí, Daniela pudo ponerse detrás y hacerme un beso negro. Lo hacía muy bien hasta que noté que me introducía un dedo por el ano. Y después de luchar contra la rigidez del mismo consiguió meter hasta dos.
De pronto noté como me estaba untando algo en el ano y acto seguido metió algo mucho más ancho, despacito, esperando a que mi ano se acomodara al tamaño para no hacerme daño. Era el consolador con el que ella antes había estado jugueteando. Era de locura, la follada con Noemí era genial y si añadimos el placer anal que Daniela me daba, pues ya os podéis imaginar.
– ¡Más fuerte, más rápido, me voy a correr, vamos tío fuerte!
– ¡Sí… ya, ya… yo también me corro… sí, sí, sí…!.
Entonces Daniela me folló el culo con más ímpetu hasta que me corrí dentro del coño de Noemí, pero Daniela aún estuvo un poco más afanándose con mi ano y después quedamos los tres exhaustos.
– ¿Te ha gustado cariño? – me preguntó Noemí, mientras se abrazaba a su
amiga.
– Te está gustando que te metan cosas por el culo y eso es bueno. Algún día llegarás al máximo clímax. Dar y recibir – contestó Daniela.
– Algún día estaré preparado para hacer realidad tu fantasía – le dije.
– Ese día será muy pronto – sentenció ella.
Besos, Charo, y hasta otra