Me estreno el culito

Los fines de semana solían ir a la casita que sus primos tenían en la montaña. Se bañaban en la piscina, hacían barbacoas y en definitiva se lo pasaban muy bien. A estas reuniones siempre iba un vecino, maduro, educado, simpático y muy salido.

Marta – CÁDIZ
Hola amigos de la revista, quiero contaros una aventura que tuve este verano pasado. Mi marido compra regularmente la revista y de vez en cuando le echaba un vistazo. Leía los relatos de algunas mujeres y hombres y me calentaba. Me animé a serle infiel y también me animé a contaros mi historia.
Me llamo Marta, tengo 32 años muy bien llevados, digo muy bien llevados porque gusto mucho a los hombres, lo noto por sus miradas, piropos y amabilidad con la que me tratan. Soy morena con pelo largo 1,68, con muy llamativos pechos y un espléndido trasero, según me decían los novios que tuve de soltera o me dice mi marido.
Algunos fines de semana o puentes, mi marido y yo vamos a visitar a unos primos míos que tienen una casita en la montaña. Tienen piscina y pasamos muy buenos ratos con ellos.
Últimamente siempre que íbamos estaba Eduardo, está separado y vive en el chalet de enfrente, era vecino y además amigo de mis primos y como no, también amigo nuestro con lo que si salíamos a cenar o a tomar algo, casi siempre se venía con nosotros.
Eduardo es un hombre mayor que nosotros, ronda los 50 años, pero por su carácter parece mucho más joven. Es un hombre muy velludo, parece un oso, muy macho y con barriguita cervecera por lo que, siempre en plan jovial, nos metemos con él.
Es un poco salido ya que nos cuenta las experiencias que ha tenido con muchísimas mujeres en el transcurso de su vida. Se jactaba de tener unos grandes y colgantes testículos decía que era un gran especialista en hacer feliz a una mujer en la cama, con lo que mi primo y mi marido se picaban con él sin poder contar estos sus batallitas al estar nosotras delante.
A solas, me piropeaba y me decía que por qué no me ponía en topless cuando tomaba el sol en la piscina, ya que mi prima lo hacía. Yo le contestaba que me daba vergüenza y que mi marido no me iba a dejar.
Lo que sí te puedo decir es que cada vez que me hablaba de sexo a mí personalmente, me excitaba y cuando me piropeaba intentaba excitarle enseñándole el escote, en definitiva coqueteaba con él.
Una noche de un fin de semana ellos veían un partido de fútbol y yo, con mi prima, preparaba la cena. No paraban de beber y discutir sobre el partido y durante la cena siguieron bebiendo. Mi marido estaba un poco ebrio ya que no está muy acostumbrado a ingerir tanto alcohol y el remate fueron esas copas después del café, se quedó dormido en la hamaca.
Mis primos se fueron a acostar ya que él, además de estar también un poco bebido, estaba cansado y tenía que levantarse muy temprano por asuntos de trabajo.
En el porche del chalet nos quedamos Eduardo, mi marido dormido y yo hablando de todo un poco, él me hablaba de unas colecciones de máscaras y figuras muy bonitas que tenia y nos invitó a verlas. Intenté despertar a mi marido, pero no lo conseguí. Las ganas y la curiosidad que yo tenía de ver su colección y como no, de estar a solas con él, me hizo aceptar su invitación.

Al entrar, empezó a piropearme, me dijo que era muy guapa y que mi marido tenia suerte de poder disfrutar de mi. Mientras miraba su colección me sujetaba de la cintura, y consiguió que me pusiera cachonda.
Al final me invitó a una copa y manoseándome el trasero y la cintura me dijo claramente:
– Tú me gustas mucho desde que te conocí y estoy deseando follarte.
Le seguí la corriente, acercó su abultado paquete contra mi culo, empezó a restregarlo noté una polla grande y empalmada, y me di cuenta que estaba totalmente mojada. Mientras me tocaba y mordía la oreja me decía:
– Quiero hacerte una reina, nunca vas a disfrutar tanto de sexo como conmigo.
Me dijo que me sentara en un taburete que había en el recibidor, se bajó la bragueta y me mostró su pollón. Era realmente enorme. Ninguno de los novios o chicos con los que estuve, incluido mi marido, la tenían tan grande. Vamos, era una hermosura. Entonces me dijo que disfrutara y jugara con ella ya que todos los días no iba a tener la oportunidad de tener a meno ese gran miembro viril. Y eso hice, empecé a masturbarla con las dos manos muy despacito viendo como su capullo entraba y salía de esa carne tan jugosa haciéndola aún mas grande de lo que ya era.
Me llamaba mucho la atención esa polla, me gustaba y así estuve hasta que sus manos cogían mi cabeza como queriendo que se la chupara. Yo no quería, ya que siempre me había dado un poco de asco, incluso con mi marido, pero me deje convencer.
Empecé a jugar con mi lengua y labios como si estos quisieran descubrir que era eso. Mientras él me indicaba como debía hacérselo, se mordisqueaba los labios por el placer que yo le ofrecía. Le gustaba que yo le mirase a la cara mientras que mis manos, boca y lengua se la tocaban y lamían durante unos minutos y que era, según decía él, una buena mamada. A mí me gustaba esa sensación de ser una zorra, y que nunca la tuve antes en mi vida.
Al rato me llevó a su habitación, deseaba ser penetrada y me tumbé en la cama. Empezó a comerme y a lamerme las piernas, ombligo y clítoris con lo que tuve mi primer orgasmo. Empecé a chupar otra vez su enorme polla y poniéndome encima de él fui penetrada salvajemente. Que placer, con sus embestidas mis pechos se balanceaban como nunca lo habían hecho antes, era él quién llevaba el ritmo, y que ritmo, yo no me movía, era él quién me follaba.
Cambiamos de posición, se puso encima de mí y mientras me follaba, notaba como esos colgantes huevos golpeaban mi culo. Conseguí mi segundo orgasmo. La sacó y me dijo que le masturbara y que se la chupara. Mientras me comía su polla se corrió en mis labios, boca y barbilla pudiendo degustar esa rica leche. Digo rica porque me gustó el sabor del semen.

Descansamos un rato y me dijo que le gustaría darme por el culo, pero le dije que nunca lo había hecho y que me haría daño. Me beso mientras decía que sabía como hacerlo para que disfrutara.
Empecé a chupar su verga otra vez haciendo un 69. Me encantaba chupársela, hasta dejarla totalmente empalmada otra vez. Mientras él me lubricaba con sus dedos y los introducía en mi ano sentía una sensación entre dolor y placer. Al final fui sodomizada muy lentamente con la postura del perro, fui follada por el culo y quedo totalmente satisfecho, ya que se corrió dentro de mí, mordiéndome y azotando el culo me invitó a posibles nuevos encuentros.
Nerviosa, me vestí enseguida, estaba avergonzada, pero él me tranquilizaba prometiéndome su silencio y el respeto a lo sucedido. Me dejó asombrada que un hombre de esa edad diera tanto placer y aguante sexual a una joven como yo.
Me regaló un piercing de brillantes muy bonito, valorado en mucho dinero, para mi ombligo, y que casualidad que mi prima llevaba puesto uno exactamente igual que el mío.
Llegamos al chalet de mis primos, mi marido aún dormía con lo que le desperté y mientras Eduardo se despedía, llevé a la cama a mi marido y dándome una buena ducha me fui a acostar. No veas como dormí, dormí como una reina.
A la mañana siguiente, estaba en la piscina, me animé a ponerme en topless, cosa que a mi marido no le sentó ni bien ni mal, solo era cuestión de acostumbrarse. En cambio les di a Eduardo y a mi primo el placer que añoraban. Mientras tanto no sabía cómo decirle a mi prima, que tenía un piercing como el suyo.
Besos.