Relato erótico

Me compensaron el esfuerzo

Charo
11 de julio del 2019

Tenían que preparar un trabajo para la universidad y se reunieron en casa de uno de ellos. Ella empezó a trabajar y a buscar datos por internet y ellos se fueron a la habitación a mirar revistas porno.

Amalia – Zaragoza
El plan era terminar el trabajo de Biología en casa de Juan, así que Manuel y yo llegamos como a las 3 de la tarde de un viernes, no se porque razón decidimos hacer el trabajo en viernes. Como siempre los muy vagos me dejaron a mí para que hiciera el trabajo, así que estuve un rato investigando en internet hasta que encontré lo que necesitábamos. Copié, pegué, cambié el tipo de letra y coloqué algunas imágenes, guardé el trabajo y lo imprimí, así que pensé que el día no se había perdido y aun podía salir a divertirme.
Juan y Manuel habían desaparecido, cuando los busqué estaban en el cuarto y cuando se dieron cuenta de mi presencia, trataron de guardar unas revistas y se pusieron rojos. Me acerqué y saqué de debajo la cama la revista, ellos trataron de impedirlo pero no lo consiguieron. Era una revista porno, sonreí y los observé.
– O sea, mientras yo estoy haciendo el trabajo, vosotros bien cachondos mirando estas revistas, ¿no? -dije con una sonrisa maliciosa.
Me senté en la cama y comencé a hojear la revista, en ella se veía a una chica mamándole la polla a un tipo, en otra había una chica tirándose a dos chicos. Eso me calentó y recordé mi fantasía de tirarme a dos chicos. Con Juan ya había tenido sexo y con Manuel uno que otro roce. Los dos me caían muy bien y eran mis mejores amigos de la universidad, Manuel y Juan tenían 18 años para ese entonces y yo 19.
Ellos salieron de la habitación y yo me quede hojeando las revistas, después de unos minutos, me calenté aun más y decidí que ya era hora de hacer realidad mi fantasía. Llamé a Manuel y vino enseguida.
– Oye, ya se me ocurrió como me vas a pagar el trabajo que he hecho. Me vas a dar un masaje porque me siento muy tensa. – le dije.
La tía de Manuel era terapeuta física y le había enseñado a dar masajes relajantes y la verdad sabía como hacerlo. Obviamente el aceptó, entonces me acosté boca abajo en la cama. Rápidamente Manuel fue al baño a buscar crema, encontró un poco de aceite de bebé y me pidió que me quitara la camiseta pero le dije que no, que me lo hiciera por encima.
Entonces se sentó a mi lado, colocó sus manos en mis hombros y empezó a apretar sus dedos alrededor de mis hombros, estrujaba mis deltoides, mi trapecio y mi cuello; en verdad era un maestro el chico con sus manos, me empezaba a invadir una mezcla de relajación y de excitación.

Manuel me decía que estaba muy tensa y que notaba en mi trapecio unas bolas, así que por unos minutos trabajó esa zona hasta que dijo que ya las había deshecho. Yo estaba encantada y relajada. Entonces bajó sus manos e inicio el masaje por la espalda, primero la parte superior, iniciando por la espina dorsal. Donde iba masajeando, me explicaba la zona que era.
– Mira Amalia, el infraespinoso esta tenso.
Entonces aplicaba un masaje y a mí me daban como choques eléctricos.
– El redondo mayor y el redondo menor se sienten unas bolitas.
Me explicaba y nuevamente aplicaba sus manos en esa parte de la espalda.
– El dorsal ancho también está muy tenso…no se que haces que estas tan tensa Amalia.
– Tienes razón, necesito más relajamiento.
Dicho esto, me saqué la camiseta de tirantes y me desabroché por atrás el sujetador. Me tapé con el brazo las tetas y me deshice del sujetador. Me volví a recostar boca abajo y le dije que podía continuar. Entonces untó un poco de aceite para bebé en sus manos y reinició el exquisito masaje por mis hombros y toda mi espalda. Pasaron unos minutos y él ya no decía nada, solo me masajeaba y yo inicié unos leves gemiditos, me estaba encantando lo que me hacía, en verdad era relajante y excitante. Ya Manuel se había animado y me dijo que me quitara los pantalones para poder seguir con el masaje en las piernas.
Yo, sin dudarlo, me levanté y me quité los pantalones, momento que él aprovechó para ver mis tetas, ya que no me las tapé y me lucían unos pezones erectos, así me quedé en bragas y también me deshice de las sandalias. Se quedó observando mi cuerpo y después de unos segundos, volvió a untar aceite en sus manos y comenzó en mis pantorrillas, fue subiendo hasta los abductores, casi tocando mis glúteos; por mi parte seguía con mis pequeños gemidos y de vez en cuando le decía lo bien que lo hacía y lo bien que me sentía.
Después me pidió que separara los brazos y se colocó encima de mí con las piernas a los lados y siguió dando masaje, desde los hombros hasta mis caderas, noté que se acercaba demasiado a los bordes de mis tetas y acariciaba discretamente mis caderas y los lados de mis glúteos. Entonces acercó su cara a mi nuca y me besó el cuello. Como no dije ni hice nada, con mi cabeza de lado, comenzó a besar mi mejilla y cerca de los labios, sus masajes se concentraban en los bordes de mis tetas y querían ir más allá, pero mis tetas presionadas contra el colchón no lo permitían.
Me levanté un poco y dejé que su mano tomara de lleno mi seno derecho, cuando lo hizo inmediatamente volví a recostarme y su mano quedo atrapada entre el colchón y mi teta, entonces se acostó encima mío y me besaba, mientras que con su mano libre acariciaba mi pierna y mi cadera. En eso estábamos cuando entró Juan preguntando que qué hacíamos, a lo que Manuel le contestó algo desconcertado:
– Le estoy pagando con un masaje a Amalia por hacernos el trabajo.

– ¡Tú también me debes de pagar! – le dije aprovechando la situación.
Sonrió, se acercó, se colocó en mis pies y comenzó a dar masaje a las plantas, por mis pantorrillas, muslos, hasta llegar a mi culo. Bueno, ya tenía a dos chicos dispuestos a tener sexo y, era hora de tomar el control. Entonces cogí de la muñeca a Manuel, la que me estaba acariciando la teta, torcí un poco su brazo e hice un movimiento giratorio, logrando quitármelo de encima y tirarlo sobre la cama. Entonces rápidamente me coloqué encima de él, acerqué mi cara a la suya y le planté un beso en los labios. Juan aprovechó para incorporarse detrás de mí, cogerme por la cintura, acariciar mi cabello y besarme la espalda.
Poco a poco ayudé a Manuel a quitarse la camisa, lentamente guié sus manos hacia los botones y los desabrochamos uno a uno. La excitación que me esta provocando Juan, me encendió más y Manuel lo pagó, volví a sujetarlo de las manos, besé su cuello, su pecho y sus tetillas. En esa posición paré mi culo para que Juan lo manoseara a gusto. Después me enfoque en Manuel, besé sus labios y nos deshicimos de su camisa, ahora desabroché sus pantalones. Me percaté que Juan ya no me acariciaba, gire hacia atrás y lo vi completamente desnudo viniendo hacía mí, con su verga erecta. Me puse enfrente de él lo tomé del cuello y lo besé, él directamente me cogió por la cintura y empezó a pasear sus manos por mi espalda y acariciar mi cabello, tocar mis tetas… Ese breve lapsus lo aprovechó Manuel para desnudarse completamente.
Manuel ya desnudo se colocó detrás de mí y con sus dos manos me cogió las tetas y las comenzó a acariciar, manosear y estrujar, mientras Juan, me metía mano acariciando mi mojado coño.
De un fuerte tirón desgarro mis bragas y quedé completamente desnuda. Me enfadé ya que eran nuevas, lo empujé y cayó de espaldas, entonces me giré hacia Manuel y lo besé, él me cogió de las nalgas y me acercó a su cuerpo, empecé a devorar su boca, nos recostamos y quedé encima de él, entonces Juan acercó su cara a mis nalgas y comenzó a lamerlas, abrí un poco las piernas y lamió la zona perineal, sentí una descarga eléctrica y solté un casi imperceptible gemido.

Me separé de la boca de Manuel y me acomodé, tomé su pene con mi mano, le coloqué un preservativo y me comencé a introducir su polla en mi chocho chorreante de líquido. Poco a poco Manuel me cogió de la cintura y me ayudaba a bajar, por su parte Juan se puso a un lado, arrimó su cara y mamó mi pezón. Ya con la polla introducida en mi intimidad, me empecé a mover con un ritmo semi lento, disfrutando de la rica penetración, de la boca de Juan en mis tetas y de su mano acariciando mi clítoris. Después busque el pene de Juan y lo masturbe, recorría con toda mi mano su extensión. Entonces se tumbó en la cama y puso su verga cerca de mi cara, lo pensé y me convencí que no estaría mal (no soy muy aficionada a mamar verga).
Primero solo me metí el glande y lo chupaba como un polo, pero conforme pasó el tiempo y mi excitación por la follada que estaba recibiendo, poco a poco me trague toda; era exquisito, los tres recibíamos placer y cada vez se hacía más grande porque yo cabalgaba a Manuel con más rapidez y desesperación y Juan aumentó sus movimientos pélvicos sobre mi boca. Consciente de que Juan estaba a punto de correrse, saqué su verga de mi boca y lo masturbé hasta que explotó, dirigí su eyaculación a un lado de la cama, en eso, las embestidas de Manuel se hicieron más violentas y se corrió, aunque él dejo de moverse yo seguí moviéndome y un minuto después, alcance un delicioso orgasmo.
Me acosté al lado de Manuel, los tres con una gran sonrisa. No pasaron ni 5 minutos, Juan colocó su cabeza entre mis piernas y las subió a sus hombros, comenzó a mamar mi chocho, no tardé en empezar a gemir de gusto, mientras Manuel se fue directamente a mis tetas y las mamaba con desesperación, pasando su lengua por mis pezones. Sin quitar mis piernas de sus hombros, Juan se deslizó hasta quedar hincado, se puso un condón y dirigió su polla ya erecta de nuevo a mi coño, la introdujo la mitad y comenzó a bombear, mis gemidos no se hicieron esperar, nuestros movimientos pélvicos eran lentos y sentía como toda su verga recorría mis paredes vaginales.
Después de unos minutos de estar así, baje mis piernas de sus hombros lo que ocasionó que se saliera de mí, entonces le dije que lo quería cabalgar, se acostó, me puse encima y me la volví a meter. Mientras lo cabalgaba me manoseaba las tetas. Manuel quería que le mamara la polla, pero no la acepté, le dije que había un mejor lugar donde meter su pene, le hice un guiño y entendió a la primera. Me dio un beso en la boca y después se colocó detrás de mí, incliné mi cuerpo hasta acostarme sobre el pecho de Juan y besarlo, así mi culo quedó preparado ofreciéndoselo a Manuel. Le advertí que lo tenía que lubricar, así que puso crema en mi ano, el cual estuvo estimulando un rato y me llevo al cielo. Se puso un preservativo y metió la cabeza lentamente, la dejó ahí unos segundos sintiendo en su glande como mi esfínter lo apretaba.
Juan y yo seguíamos con movimientos lentos, ni el ni yo teníamos prisa en acabar, y yo sabía que el iba a tardar en correrse, ya que lo había hecho ya una vez.

Manuel seguía introduciendo su verga en mi ano, sumamente lento, apenas entraba un centímetro y se quedaba inmóvil unos segundos calando como mi culo apretado. Sentía un placer extremo, tanto en el chocho como en el ano, mis gemidos eran sonoros. Cuando terminó de clavarme todo su sexo en mi ano, se quedó quieto un buen tiempo lo que hacía sentir más placer con mis movimientos al cabalgar a Juan en mi ano.
Cuando Manuel se empezó a mover, dejé de hacerlo y con la inercia de sus movimientos me clavaba en la verga de Juan, entonces se comenzó a mover Juan hasta que los dos se coordinaron, era maravilloso, los dos me clavaban sus vergas y recibía un gran placer. El tiempo que estuvimos follando así fue considerable, ellos aguantaron mucho debido a sus corridas anteriores y yo por mi parte obtuve como tres orgasmos más. El primero en correrse fue Manuel, no pudo soportar la presión de mi culo apretadito y los movimientos de mi esfínter y se corrió, se echó en la cama a reponerse, unos minutos después aumenté la cabalgada y se corrió Juan.
Nos volvimos a acostar los tres y después de unos minutos se durmió Juan, yo me lleve a Manuel y nos dimos un baño, él me baño y yo lo bañe, nos acariciamos tiernamente y nos dimos besos, al terminar nos vestimos y me acompañó a mi casa. Después de eso no volvimos a tener sexo los tres juntos pero si por separado.
Besos para todos.

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