Relato erótico
¡A follar que se acaba el mundo!
Estaba conectada a un chat de sexo en el cual tenia varios “amigos” y poco a poco se fue calentando hasta que decidió aceptar la proposición de uno de los tíos que había. Quedaron en un hotelito y aun cuando sabe que se arriesgo y que no lo volverá a hacer, follo como una loca.
Raquel – MADRID
Quedé en un chat en internet. Era en una de esas salas para hablar de sexo. Aquella noche estaba muy caliente y necesitaba algo más para llegar al orgasmo, así que me atreví y me corrí un par de veces hablando con un desconocido. Pero al final, cuando le dije que me tenía que ir, me dijo para quedar con él. Por las cosas que nos habíamos dicho, tuve un momento de irresponsabilidad y me animé. Quedamos esa noche en una estación de servicio de la autopista donde había un motelito.
Me puse una falda bastante ajustada que me llegaba justo encima de las rodillas y un tanga debajo. Sujetador negro transparente y una camiseta de tirantes que dejaba ver más de lo que tapaba. Me puse una chaqueta vaquera encima y antes de salir cogí una caja de condones. Me había dicho que vendría con unos amigos. A medida que iba alejándome de mi casa en coche me iba excitando más. No sabía si lo que hacía estaba bien o no, pero en ese momento era lo que mi cuerpo me pedía.
Cuando llegué vi que había un coche aparcado donde me dijeron que iba a estar, y me acerqué vacilando, andando con mis zapatos de verano con tacón y mi bolso. Antes de llegar, salió un tío del coche. Debia tener unos 40 años.
Nos presentamos con nuestro nombre del chat, me cogió de la mano y me llevó al hotelito. Fuimos hasta el primer piso y antes de abrir la habitación me dijo que primero quería follarme y luego ver como me hacían lo mismo sus dos amigos. Le dije que no tenía miedo, pero que en ningún momento me obligaran a hacer algo que de sobra supieran que yo no quería.
– En cuanto quieras paramos – me contestó, abriéndome la puerta y dejándome pasar primero.
La luz estaba encendida, y no había nadie. Era una habitación con cama de matrimonio y dos mesitas. Las cortinas eran frondosas y estaban corridas. Había una puerta que daba al wáter y que estaba abierta, y al lado contra la pared un armario bajo. Cuando oí que se cerraba la puerta detrás de nosotros me di cuenta que estaba a solas con un tío que me iba a follar. Empecé a mojarme de nuevo.
Me quitó el bolso desde detrás y lo dejó caer despreocupado sobre una silla. Sin darme la vuelta me sujetó las muñecas en la espalda y la otra mano la llevó directamente entre mis piernas. Me sobresaltó un poco su decisión, pero me mojé más aún. El lo notó. Soltándome, se alejó un poco de mí y oí que habría un cajón.
– No mires – me dijo.
Volvió a acercarse y me llevó las manos a la espalda de nuevo. Oí el ruido de unas esposas y la sensación del metal frío alrededor de las muñecas. Luego me atrajo hacia él y aplastó nuestros cuerpos mientras me levantaba la camiseta y me sobaba las tetas por encima del sujetador. Estaba completamente empalmado. Yo lo único que veía era la ventana con las cortinas cerradas y le dejaba hacer, pues estaba muy excitada.
Entonces me levantó la falda hasta la cintura y dejando a un lado el tanga, me metió dos dedos por el coño. Intenté intensificar el contacto, pero agarrándome por las esposas no me dejó. Así, tal y como estaba, con la ropa completamente descolocada, me llevó agarrada por la cadena de las esposas hasta el armario bajo, y de un empujón me obligó a inclinarme. Tenía todo mi cuerpo a su disposición, completamente ofrecida a sus deseos.
Me bajó el tanga de una vez hasta el suelo y me separó las piernas con sus pies. Mientras me seguía sujetando, se tumbó encima de mí inmovilizándome completamente, y sin previo aviso me metió la polla en el coño, empezando a follarme despacio. Yo intentaba aumentar el ritmo y el contacto, pero él me agarraba más fuerte. Entonces empecé a tener un orgasmo, y otro detrás. Me corría y jadeaba, hasta que empezó a follarme con más fuerza, como para castigarme por mi prisa, y se corrió dentro de mí. Me acordé entonces de los condones, pero ya era un poco tarde.
Se apartó de mí y me dejó levantarme. Me quitó las esposas.
– Date la vuelta – me dijo.
Lo hice y le vi completamente vestido sentado en una silla, descansando.
– Quítate la ropa – me ordenó entonces.
Obedecí su orden. Quería más de lo que me había hecho, quería que cumpliese con todo lo que me había contado por el chat en internet. Así que me quité la chaqueta y la dejé caer al suelo, luego me bajé la falda, la camiseta fue lo siguiente, y por fin el sujetador. Me quedé completamente desnuda delante de él. Entonces se quitó la camiseta y se bajó los pantalones hasta quitárselos, junto con el slip que llevaba. Se volvió a sentar y señalándose la polla me dijo:
– Es toda tuya.
Me acerqué y me puse de rodillas delante de él. Se la cogí con las dos manos y le pasé la lengua por el capullo. No dejaba de mirarme, pero en sus ojos se volvía a ver esa mirada de lujuria. Luego me la fui metiendo en la boca, rodeándola con mis labios y masturbándole con una mano. Empecé a notar cómo se le iba poniendo dura. Me acariciaba el pelo con la mano derecha y cerraba los ojos. Seguí mamando hasta que me apartó la cara. Luego, cogiéndome por las manos, me atrajo hacia él para lo cual tuve que separar las piernas y me volvió a decir que era toda mía, así que flexioné las rodillas, y me senté encima de su polla, despacio y haciéndome de rogar.
Yo me apoyaba en el respaldo de la silla con las dos manos, mientras él me sobaba el culo. Le follaba a mi propio ritmo, hasta que su excitación llegó al límite y me dirigió él en el ritmo hasta que, de repente se levantó y me llevó al suelo. Allí siguió un poco más, pero paró y me sacó la polla. Yo no entendía. Me dio la vuelta en el suelo entre besos y caricias, y volvió a penetrarme el coño. Su polla dentro de mí subió la intensidad y volvió a estallar inundándome por dentro. Se volvió a correr, pero esta vez yo no. Cuando quise seguir, él se levantó.
– Espera – me avisó.
Vi como volvía a coger las esposas. Se colocó encima de mí y noté su polla encima de mi culo, pero no me movía. Volvió a ponérmelas a la espalda, con la diferencia de que esta vez me tapó los ojos con algo que supuse era un pañuelo, por lo suave de la tela.
– Ahora van a entrar mis amigos, ¿quieres seguir?
Aquella pregunta me sonó de lo mas extraño, puesto que yo estaba ardiendo y necesitaba que me follase. Le dije que todavía no estaba satisfecha y que quería más. Me ayudó a levantarme y me sentó en la silla donde había estado él. Me separó los tobillos y me los sujetó a las patas con cuerdas, por encima de lo que supuse eran mas pañuelos. También me ajustó los brazos al respaldo con más cuerda. Estaba completamente atada, inmovilizada, a merced de lo que quisiera hacer conmigo.
Me movió con silla y todo y calculé que me colocó justo enfrente de la puerta de entrada, con las piernas completamente abiertas, ofreciendo mi coño a la primera persona que entrase. Mi excitación me estaba matando, pero no quería quejarme. Oí cómo se ponía delante de mí, y al poco noté que empezaba a chuparme. Pero cuando iba a correrme paraba y me acariciaba las tetas. Yo me limitaba a jadear y a desear que me follase, pero no decía nada. Entonces oí que se abrió la puerta, y los saludos de aquel chico a otras dos voces desconocidas. Al instante noté unas manos en mis tetas y otra en mi coño, que me sobaban sin ningún tipo de recato. Una lengua se coló en mi boca cuando yo jadeaba, y en ese beso me corrí.
Cuando acabé de correrme, estaba completamente mojada, chorreando. Notaba los muslos húmedos con mis propios jugos y el semen del primer tío. Entonces me desataron y me llevaron hasta lo que creí era el armario de antes, y se repitió la jugada. Me incliné y uno de ellos me penetró sin avisarme y sin nada. Me agarró por las caderas para que no me moviese y me folló despacio un rato que se me hizo exquisito. Luego la sacó y me levantó del armario. No entendía. Otra persona delante de mí me sujetó, mientras el que me había follado me separaba las nalgas y me metía dos dedos por el culo. Con movimientos circulares no le costó mucho dilatarme. Lo siguiente fue su polla. Yo estaba agotada y tenían que sujetarme los dos con fuerza. Me elevaron agarrándome por los brazos y las caderas y me metió la polla por el culo.
El dolor fue intenso e intenté defenderme, pero solo conseguí que me agarraran más fuerte.
– ¿Paramos? – me preguntó el que me estaba sodomizando.
Yo no contesté. Esperó un rato así, y cuando me tranquilicé volvió a arremeter hacia adentro. El dolor volvió, pero esta vez no hicieron caso a mi negativa y siguió follándome despacio hasta que se pasó el dolor y volvió un placer tan intenso, que el que tenía delante siguió con los planes. Se llevó mis piernas alrededor de su cuerpo, y mientras su amigo me follaba despacito, me metió la polla hasta el fondo sin ningún problema.
Justo tocaba el suelo con los pies mientras me follaban al mismo ritmo. Me movían de delante atrás y viceversa, mientras sus pollas me taladraban una y otra vez. El orgasmo no se hizo esperar, y cuando se me pasaba volvían a relajar el ritmo. Hasta que el que me follaba el coño se corrió entre envestidas que me lanzaban contra su amigo y hacía que me penetrara el culo con más fuerza. Cuando terminó, el de detrás me llevó al suelo sin sacarme la polla en ningún momento y se corrió en poco tiempo, quedádose un momento encima de mí, descansando. Yo estaba rendida.
Al levantarse, me quitaron las esposas y la venda de los ojos. Alguien me dio la vuelta en el suelo y vi que era el primer chico. Me besó en la boca metiendo su lengua y buscando la mía. Yo le correspondí a aquel beso. Por primera vez en esa noche acaricié su espalda y su cabeza. Metí mis dedos entre su pelo, y llevé la otra mano hasta sus nalgas. Empezó a excitarse de nuevo, así que le pasé dos dedos entre las nalgas. Su beso se hizo más profundo y me separó las piernas con ambas manos. Luego me las llevó a las tetas y empezó a sobármelas con fuerza.
Entonces busqué y empecé a meterle un dedo en el culo, y eso le volvía loco. A medida que iba metiéndoselo él se excitaba más y notaba su polla cada vez más dura entre mis piernas, así que dejé de acariciarle la espalda y le guié la polla hasta la abertura de mi coño. Pero en ese instante enloqueció de excitación y me sujetó las manos contra el suelo, luego siguió besando las tetas, hasta que se decidió a penetrarme de nuevo. Me hizo daño de la fuerza con la que me metió la polla, pero sus jadeos y el olor a su sudor me excitaron mas todavía, y comencé a moverme como en toda la noche no había podido. Me soltó los brazos y me agarré a su cuerpo mientras él hacía lo mismo con el mío, hasta que tuvimos el último orgasmo de la noche.
Fui al baño, y cuando salí volvia a estar a solas con el primer chico. Nos presentamos con nuestros nombres verdaderos, nos intercambiamos el móvil y después de esa noche hemos quedado varias veces. Ha sido el principio de una buena amistad con derecho a follada. .
Besos.