Relato erótico
Me adornó la frente
Son una pareja muy liberal y, de común acuerdo, habían montado algún trío. A su mujer le gustó, pero en aquella ocasión, folló por su cuenta y lo convirtió en un cornudo consentido.
Julián – PALMA de MALLORCA
Hola Charo: soy Julián de Mallorca y te confieso que me costó pero por fin conseguí que Catalina, mi mujer, follara por primera vez con otro hombre delante de mí. Pues bien, desde que pasó todo eso, cuando ella y yo follamos y recordamos la experiencia, yo me corro enseguida y puede ser que por eso pasara lo que voy a contar a continuación.
Un amigo de mi mujer nos había invitado a su boda. A mi no me apetecía ir porque no conocía a nadie pero mi mujer insistió tanto que quedamos en que iríamos. Ya en la boda, mi mujer asistió con un vestido bastante sexy, corto de falda y muy escotado, mostrando casi la mitad de sus pechos libres de sujetador. Comimos y bebimos bastante y después de la comida nos hicieron pasar a un salón donde un grupo de músicos tocaban. Nos sentamos en una mesa, con una botella de cava mientras mirábamos a la gente bailar.
Al cabo de un rato, se nos acercó un joven y pidió bailar con mi mujer.
– ¿Te molesta? – me preguntó ella.
– En absoluto – le contesté.
Bailaron dos piezas y luego regresaron a la mesa donde el joven se me presentó diciéndome que se llamaba Juan y que era familiar del novio. Hablamos un rato hasta que el chico nos dijo que iba a buscar otra botella y cuando regresó con ella se sentó con nosotros.
– Voy al lavabo – dije al cabo de un rato y dirigiéndome a mi mujer y añadí – Luego saldré un poco afuera a tomar el aire pues estoy algo mareado.
Cuando salí de los servicios Juan y mi mujer estaban bailando, pero esta vez estaban muy pegados y cuando terminó la canción se fueron al aparcamiento. Yo les seguí, procurando no ser visto, y así pude ver como se ponían detrás de una furgoneta, colocándome no muy lejos de ellos para poder ver todo lo que ocurriera.
Juan puso a mi mujer apoyada de espaldas contra el vehículo y empezó a acariciarle las tetas por encima del vestido sin que ella protestara, al contrario, aceptaba además que él le besara el cuello y las orejas, sus puntos eróticos más débiles. Sin dejar de besarla, ahora en la boca, metiéndose los dos la lengua, él empezó a subirle el vestido y tras acariciarle los muslos lentamente, comenzó a sobarle las duras y salidas nalgas, desnudas al llevar ella un pequeñísimo tanga, prenda que él no tardó nada en bajarle hasta las rodillas para poder acariciarle todo el caliente coño e incluso meterle uno o dos dedos en la raja, seguramente ya muy mojada.
Casi al instante, cuando tuvo el coño de mi mujer desnudo y a la vista, él se arrodilló y acercando su boca al suculento manjar empezó a pasarle la lengua por toda la raja haciendo que ella empezara a suspirar y a gemir, cada vez más fuerte, presa de un fuerte y profundo placer que, sin duda, la llevó a su primer orgasmo.
Al escuchar los gemidos de mi mujer, sometida a estas caricias tan íntimas, yo no pude soportar más la tensión y bajándome la cremallera de mi bragueta, me saqué la polla empezando a masturbarme.
– ¡Chúpame la polla! – oí entonces que él le decía levantándose.
Catalina se arrodilló ante su amante, le desabrochó el pantalón y metiendo la mano le sacó toda la polla al aire, huevos incluidos, se la agarró con una mano y empezó a lamerle el capullo primero hasta metérselo entero en la boca después para chuparlo casi con desesperación.
Estuvieron así un buen rato hasta que Juan, supongo que sin poder aguantarse más las ganas de correrse, apartó a mi mujer, la levantó del suelo y dándole la vuelta, la puso de bruces sobre el capó de la furgoneta, le levantó la falda, dejándosela a la cintura, y con todo el culo al aire le metió la verga de un solo golpe y por detrás en todo el coño.
– ¡Oh, sí, métemela toda… fóllame… sigue así, que gorda es y que gusto me da… aaaah…! – empezó a decir mi mujer cuando Juan inició la follada
Parecía que Juan pudiera estar toda la noche metiendo y sacando su polla del coño de mi mujer pues no sé cuanto tiempo estuvo jodiéndola sin parar mientras ella no paraba de gemir diciendo que se corría al tiempo que se acariciaba las tetas, que se había sacado fuera del escote.
Por fin Juan se la sacó y derramó toda su leche sobre las nalgas de Catalina. Después se arreglaron la ropa y regresaron al baile.
– Mientras estabas fuera – me dijo Catalina en el camino de regreso a casa- me ha follado Juan en el aparcamiento de los coches.
Yo no le dije que ya los había visto pero ya en casa le dije que me contara todo lo sucedido. Lo hizo estando los dos ya en la cama y al oir todo lo que yo ya había visto, pero con sus propias palabras y sus expresiones de placer, no pude aguantar mi excitación, me subí encima de ella y le separé las piernas pero cuando se le metí en el coño, me corrí enseguida.
-No pasa nada – me dijo ella al notar mi frustración por no haber podido llegar a darle placer – Esta noche yo ya he tenido mi buena ración de sexo y además ya sé desde ahora, cuando me haga falta una, donde procurarme una buena polla con mucho aguante.
No sé si soy un cornudo pero soy muy dichoso porque deseo permanentemente a mi mujer.
Besos Charo y saludos a todos los lectores de ambos sexos de la revista Clima.