Relato erótico
Marcando goles
Tenía novia, pero por casualidad se encontró con una antigua profesora que lo tenía loquito cuando iba al instituto. Aquel día le dijo a su novia que iba a ver un partido de futbol importante con unos amigos. Vio el partido y mientras tanto le echó un polvo a la profesora.
Jorge – Barcelona
Amiga Charo, el siguiente relato sucedió hace unos años, durante un mundial de fútbol, por entonces tenía una novia que se llamaba Julia, morena, veinte años, cara aniñada, ojos marrones, delgada, alta, pechos medianos, con ella me iba muy bien, pero mientras mantenía esta relación me salió otra con una ex profesora mía del instituto.
Era algo esporádico, quedábamos de vez en cuando, ella se llamaba Cristina, tenía cuarenta años, guapa, rubia, ojos marrones, delgada, estatura media y grandes pechos no muy caídos.
El día ocho de julio por la mañana estuve en casa de mi novia, pasé allí el día, y tras comer le dije que me iba a ver el fútbol a casa de un amigo donde nos íbamos a reunir todo el grupo, era la semifinal del mundial.
Tras dejar la casa de mi novia llegué a casa de Cristina, era como una hora antes del partido, ella me abrió la puerta, llevaba puesto un sensual camisón negro, el cual desde el principio me volvió loco, nada más cerrar la puerta ya estábamos liándonos, y poco después en la cama, compartíamos besos y caricias, nos fuimos quitando la ropa mutuamente, y al poco tiempo ya estábamos desnudos.
La empecé a besar desde la cabeza hasta los pies, pasando por todo su cuerpo desnudo, después seguí besándole los pies, para ir subiendo por su pierna hasta llegar a su entrepierna, ella las abrió, deseosa de que me comiera su coñito, le pasé la lengua por toda su raja, arriba y abajo así varias veces, estaba muy mojada, después metí mi lengua entre sus labios superiores, saboreando sus labios inferiores, estaban empapados, estaba muy excitada, se los lamí, se los chupé, los absorbí, Cristina se volvía loca, más aún cuando me dediqué a su clítoris, se lo lamí, lo estiré, se lo mordí levemente, se retorcía de placer, después le metí la punta de la lengua en su vagina, lo que podía ella entraba, Cristina lo agradecía, gemía repetidas veces.
Ella estaba muy excitaba, me pidió que se la metiera, yo obediente, adopté la postura del misionero y se la introduje, de un golpe entró en su lubricado chocho, ella soltó un grito de placer, me agarró las nalgas con sus manos y comenzó a movérmelas adelante y atrás, como queriéndose follar ella misma, yo la dejé hacer, y así estuvimos bastante tiempo.
Al rato se soltó, se puso a cuatro patas mirando el tocador, a ella le encantaba que se lo hiciera en la postura del perrito, frente al espejo, le gustaba verme la cara mientras me la estaba follando.
Me puse detrás, se la metí de nuevo, miré por el espejo su reacción y tenía una gran sonrisa, estaba muy contenta, feliz, comencé a darle, cada vez más rápido, me puse de pie en la cama y continué penetrándola, estaban siendo muy profundas, ella gemía, me rogaba que no parase, que continuara, estaba destrozándole su coño, a ella le gustaba.
Momentos después ella comenzó a gemir y chillar fuertemente, estaba a punto de reventar, yo aceleré más aún el ritmo, era bestial, ella continuaba exclamando hasta que poco después nos corrimos, soltamos ambos un sonoro gemido. Nos quedamos un rato tumbados en la cama, ella boca abajo y yo encima de ella, para después levantarnos, desnudos nos fuimos al salón, justo a tiempo para poder ver el partido.
Ella me sentó en un sillón frente a la televisión, me dijo que no me vistiera que permaneciera desnudo mientras veía el partido, tocaron los himnos de los equipos y después salieron las alineaciones. El partido empezó, ella también permaneció desnuda a mi lado, al rato se fue a por unas cervezas a la cocina, llegó y se puso a ver el partido, a la media hora Cristina comenzó a mamarme la polla, poniéndose de rodillas en el suelo delante de mí y empezó a saborear mi miembro. Cristina lamía mi polla, pasaba su lengua por los lados, se metía el glande en su boca, lo succionaba, todo esto mientras yo contemplaba el partido, en esos momentos ella actuaba como una puta que complementaba el fútbol, le encantaba mamarme la polla.
Cuando llegó el descanso, Cristina se puso de pie, se puso encima de mí, a horcajadas, de rodillas en el sofá, agarró mi miembro, se lo introdujo en su coño y pronto empezó a cabalgar. Subía y bajaba su culo para meterse entera mi polla en su vagina y cada vez lo hacía más rápido y más enérgicamente. Nuestros gemidos brotaban, el sudor de nuestros cuerpos era intenso, ella continuaba como una maquina, arriba y abajo, más y más, cada vez más fuerte, yo le lamía los pechos, los saboreaba, estaba cerca el orgasmo, ella lo sabía y a duras penas aumentaba más el ritmo, hasta que poco después nos corrimos, inundando su coño de mi semen. Nos besamos unas cuantas veces y después nos fuimos a asear.
Al rato regresamos al salón, y al poco tiempo empezó la segunda parte, que los dos contemplábamos desnudos sentados en el sofá. Poco después Cristina, nuevamente, adoptó la misma posición de antes, de rodillas delante de mí, y comenzó a lamer mi polla de nuevo. Estaba muerta, pero ella la saboreaba entusiasmada, deseosa de volver a ponerla erecta. El partido continuaba y Cristina seguía chupando mi polla, haciéndola crecer muy lentamente.
Cristina continuó chupándome la polla, la cual ya tenía un tamaño decente, se lo metía en su boca entero y a la vez me miraba con cara de felicidad pues su trabajo estaba teniendo resultados. Me encantaba lo que sucedía, contemplar el partido mientras Cristina se comía mi polla una y otra vez.
El partido se terminaba, quedaba muy poco, y tras el cambio Cristina me dijo que ya estaba todo decidido, se puso de pie, se giró dándome la espalda y posó su culo en mi polla, la agarró con una de sus manos y se la introdujo de nuevo en su coño. Estaba de espaldas a mí y pronto empezó a subir y bajar su culo. La visión era espectacular, me encantaba contemplar como subía y bajaba su culo una y otra vez. Entonces el partido terminó pero Cristina continuaba y yo le empecé a decir que era una buena putita, que me encantaba ver los partidos con ella y ella giró la cabeza, sonrió y me respondió que eso estaba bien, que a ella también le encantaba ver el fútbol conmigo. Dicho esto, la cogí de la cintura, la levanté, la tumbé en el sofá boca arriba, le elevé las piernas hasta los hombros, le introduje el glande en su coño y le dije que para terminar la fiesta le iba a reventárselo, para que se acordara del partido.
Acto seguido se la metí de un golpe, le llegó al final, chilló de la impresión, se la saqué e hice lo mismo, así una y otra vez, cada vez más rápido, Cristina me decía que le gustaba, que siguiera partiéndole el coño, que le diera fuerte. Yo continué en la misma postura, durante muchos minutos, ella no dejaba de gritar de placer, su coño estaba siendo abierto bestialmente.
Tras bastante tiempo nuevamente noté que iba a correrme, le dije que estaba a punto, ella que se había corrido hacía poco me dijo que lo hiciera, que quería sentir otra vez dentro de ella mi leche, yo le dije que esta vez me iba a correr en su boca, ella no dijo nada, continué dándole más y más hasta que sentí que me corría, saqué mi polla de su coñito me puse al lado de ella, le ordené que abriese la boca, le metí mi miembro y comencé a soltar mi leche, salió el primer chorro con poca fuerza pero el segundo fue directo a su garganta, lo que le provocó una gran arcada, inmediatamente abrió la boca y dejó caer mi leche sobre su pecho, cuando se repuso me dijo que casi la ahogaba, sonreí y no dije nada, ella se fue al baño y yo hice lo mismo en el otro.
Una vez aseados y vestidos nos despedimos con un beso. Al ser una relación esporádica sabíamos que no teníamos fecha para el próximo encuentro. Me fui a mi casa y al otro día comenté el partido con mi novia, y de lo espectacular que fue.
Saludos a todos.