Relato erótico
Maravillosa venganza
Lleva solo dos años casada y su marido le ha sido infiel. Primero se enfadó y quería decírselo, pero creyó que lo mejor sería vengarse haciendo lo mismo, o sea, le seria infiel. Lo primero que se le ocurrió fue averiar su coche y llamar a un mecánico que visitaba a domicilio. La venganza funcionó a las mil maravillas.
Noelia – Tarragona
Soy Noelia, mi pequeña aventura comenzó hace apenas 3 meses y así fue: Vivo en uno bonita urbanización a las afueras de la ciudad con mi marido Diego, llevamos casados apenas un par de años y hasta donde yo tenía entendido, felizmente casados, aunque Diego no piensa lo mismo. Así es, con menos de un par de años como matrimonio, el maldito me engaña, no sé con quien, ni cuando, ni mucho menos cómo se dio todo, pero lo sé, lo sé por los mensajes en su teléfono, su olor cuando llega por la noche, su extraño comportamiento y las interminables llamadas a altas horas de la noche supuestamente por “trabajo”. En el momento que me enteré, me enfurecí, me volví una loca y rompí un par de cosas en la casa, pensé en que mataría a mi marido en cuanto cruzase la puerta de la casa esa noche, pero, después recapacité, pensé que no sería una mujer sumisa, engañada y utilizada, no señor, yo nunca he sido así y no me volvería una esposa atormentada por culpa de un estúpido sin escrúpulos como Diego.
Ese juego lo pueden jugar dos, pensé, de cualquier forma mi marido siempre está muy ocupado o cansado para atender mis necesidades como mujer, y si puedo continuar disfrutando la buena vida que me da el dinero de mi marido y viviendo mi vida como mejor me parezca pues es sin duda la mejor solución. Así que, desde ese día, puse en marcha mi pequeño y astuto plan. Después de todo es mucho más fácil para una mujer conseguir lo que quiere…
La primera etapa de mi plan consistía en una prueba, ya saben, para ver el terreno y decidir si tenía el valor de hacerlo. En la mañana, justo después de que el imbécil de mi marido se fue a trabajar, bajé a desayunar, pensando en la mejor estrategia, y súbitamente la idea me llegó, el servicio de mecánico a domicilio, ya lo habíamos utilizado un par de veces y siempre llegaba algún muchacho de buen parecido a atendernos. Entonces salí al garaje, abrí el capó del coche, tomé una pequeña navaja y corté una manguera, un montón de líquido verde comenzó a salir por ahí y llamé al servicio de mecánica, me dijeron que les tomaría un par de horas llegar ya que tenían mucho trabajo, pensé, excelente más tiempo para arreglarme.
Subí de nuevo a mi habitación, me desnudé y me metí a la ducha pensando en lo que estaba a punto de hacer, lo cual me excitó muchísimo, pero no hice nada, guardé toda esa excitación para después. Unos 15 minutos después, sonó el timbre, desabotoné un poco más mi blusa para dar un mejor espectáculo y salí a abrir, ahí estaba mi primer experimento, un joven como de 20 años, flaco, más o menos bien parecido, pero muy amable. Cuando me miró, no pudo alejar los ojos de mi pecho, que estaba tan apretado que parecía que se me iba a salir un seno de repente. Tartamudeando y sin poder ocultar su nerviosismo, lo llevé hasta donde el auto, contoneándome de un lado para el otro, ofreciéndole bebida, algo de comer y eso sí, una vista espectacular de mi cuerpo de ama de casa.
El muchacho no podía concentrarse. Cuando por fin pudo quitar la manguera, me comentó que no tenía esa pieza consigo en ese momento, que debía regresar al taller y la traería más tarde, tomó su caja de herramienta y se fue rápidamente, tratando de disimular una erección que lo estaba volviendo loco.
Entonces, tocaron el timbre, me asomé por la ventana y para mi sorpresa era el joven mecánico y esta vez estaba acompañado por otro tío como de su misma edad. Los invité a pasar de inmediato, ellos muy cortésmente se presentaron, eran Juan y Manuel. Juan era el primer chico que había conocido y Manuel el nuevo, mucho más apuesto y fornido que Juan por cierto. Mientras nos dirigíamos al garaje, yo solo escuchaba sus risas nerviosas y veía como de vez en vez uno le daba un codazo al otro, como diciendo, te lo dije.
Cuando por fin terminaron de remplazarla, los invité a pasar a tomar algo de beber. Les serví varios cubatas y yo hacía ver que me los tomaba, actuando como si estuviera un poco borrachilla. Puse música y agarré a Juan para bailar. Al primer roce su polla se puso dura.
Manuel se dio cuenta de la situación, se acercó, me abrazó por detrás amasando mis senos, la escena se volvió muy erótica, yo entre dos jóvenes muy calientes, semi desnuda y ellos tocándome a su antojo, seguimos bailando así por otros 4 o 5 minutos hasta que la excitación no lo permitió más. De pronto les dije que se sentaran.
Sin decir otra palabra, me acerqué al sillón, recargué mi espalda en el cuerpo de Manuel, él de inmediato subió sus manos y comenzó a acariciarme los senos mientras besaba mi cuello, yo le hice una señal a Juan pidiéndole que se acercara, tomé su cabeza, le di un pequeño beso en la boca y tomándolo por la parte superior lo guié hasta mi coño. El de inmediato comenzó a lamerme desesperadamente, se lo quería acabar y lo quería para él solo, yo me entregué por completo al momento, sintiendo como Manuel apretaba y jugaba con mis senos, mientras el pequeño Juan me comía todo el coño de una forma descomunal. Los muchachos estaban haciendo bien su tarea, tanto, que después de 15 o tal vez 20 minutos de estar recibiendo esa fenomenal mamada tuve un fuerte y prolongado orgasmo que me sacudió por completo de los pies a la cabeza. Me quedé inmóvil por un par de minutos, aunque nunca le pedí a Juan que parara, él era una máquina devorando mi coño, mientras Manuel esperaba pacientemente masajeando y disfrutando de la escena y de mi cuerpo.
Cuando por fin me repuse del mágico orgasmo que aquellos chicos me habían producido, decidí que era hora de darles lo que habían estado buscando, me incorporé, esta vez le di la espalda a Juan, me posé sobre mis rodillas inclinándome hacia Manuel, y ofreciendo mi culo y mi coño a Juan, quien tan deliciosamente me lo había lamido.
Juan, en menos de un abrir y cerrar de ojos se sacó la verga del pantalón, me la colocó en la rajita y comenzó a follarme como un verdadero animal, como cualquier joven de su edad lo haría, mientras tanto yo con la mirada le pedí a Manuel que me dejara saborear su miembro, él se quitó completamente los pantalones poniendo justo frente a mi boca una verga deliciosa, grande, ancha y que me pedía a gritos devorar. Abrí la boca lo más que me fue posible, tragando casi por completo aquel miembro delicioso, sentía como la punta tocaba mi garganta y yo solo quería que estuviera más adentro, al fin, logré tragármela toda, y comencé a mover la lengua como me fue posible para darle placer, casi no podía respirar, pero yo seguía como una verdadera maniática tragándome su pene y recibiendo por detrás el embate del joven Juan quien me embestía brutalmente y sin parar.
Cuando Juan terminó, cayó como muerto al piso, con una gran sonrisa dibujada en su rostro, yo saqué la verga de Manuel de mi boca, pero también estaba exhausta, solo pude posar mi cabeza en sus piernas, dejando que su miembro cubriera la mitad de mi rostro.
Entonces Manuel se incorporó y me dijo, levántate putita, que aún falto yo. Sus palabras me sorprendieron pero me calentaron más. Entonces sentí como sus manos comenzaban a pasar por mis piernas, mis muslos, subiendo hacia mis nalgas y cuando más lo estaba disfrutando, Manuel me toma con ambas manos, separa mi culo y comienza a masajear mi culo con un dedo, pronto, la sensación va creciendo a medida que lentamente lo introduce, y luego otro, preparando el terreno para lo que será seguramente una embestida brutal y entonces me preguntó:
¿Estás lista?
Y yo le respondí:
– Sí Manuel haz de mi lo que quieras.
Manuel agarró mis nalgas con ambas manos y separándolas, noté como colocaba su verga en el centro de mi culo y sin más ni más, la clavó hasta el fondo, la sensación de una mezcla de dolor y placer me estaban volviendo loca.
Manuel arremetió contra mi cansado culo una, otra y otra vez más, sin piedad, sin miramientos, no le importaba nada más que su propio placer, al pasar de los minutos el dolor se convirtió en un indescriptible placer que nunca antes había sentido, pero Manuel, como una máquina siguió embistiendo sin parar. Pronto comenzó a darme nalgadas con una mano y diciendo lo golfa que era, me excitó mucho y me regaló un tercer orgasmo, mágico, total, mis últimas fuerzas se fueron con él.
Quedé rendida, no me movía, seguía recibiendo los pollazos de Manuel. Parecía que no acabaría nunca, pero me equivoqué, de pronto, me clavó la verga hasta el fondo y sentía las palpitaciones de su miembro, descargando todo lo que había estado guardando, lanzó un grito final y su última estocada, bien adentro.
Sacó su seco miembro de mí, me dio una nalgada, un beso y me dijo, hasta luego putita, nos ha encantado esto a mi amigo y a mí. Cogieron sus cosas, me dejaron tumbada en el sillón exhausta y se fueron.
De pronto me di cuenta de la hora, faltaba poco para que el infeliz de Diego regresara a casa, como pude me fui a mi habitación, me di una ducha, me cambie y espere al maldito infiel de mi marido.
Tuve éxito que es lo importante, yo también puedo ser infiel y disfrutarlo, estoy convencida de que esta no será la última.
Un beso para todos y para todas.