Relato erótico
Malos pensamientos
Aquel fin de semana su marido jugaba unos partidos de futbol con unos amigos y de pronto le vino a la mente la novia de uno de los jugadores. Cuando llegó al campo, ella estaba allí. Empezaron a hablar y no podía dejar de mirarle las enormes tetazas.
Patricia – Guadalajara
Todo empezó, amiga Charo, en otro de esos momentos en que estoy a solas. Esos momentos donde mi mente empezó a calentarse y elaborar fantasías para brindarme una sesión de placer conmigo misma.
Siempre voy a ver los partidos de fútbol en los que juega mi marido. Generalmente su equipo juega unos dos o tres partidos en una tarde de domingo. Mientras los disfruto, converso con una de las novias de los jugadores del equipo. Esta chica es joven, baja y tiene el pelo semi rojo hasta los hombros. Es de piel blanca y ojos verdes.
Tiene un cuerpo precioso, ya que está delgada pero con curvas y unas tetas gigantes e increíbles. Sus tetas son bellas y cada vez que la veo con blusa mientras hablamos, me empiezo a mojar. Últimamente ha sido invierno así que no he podido contemplarlas.
Una foto mental que se quedó en mi mente, fue en un partido de fútbol que hubo en el verano. Ella apareció con una blusa blanca súper pegada al cuerpo la cual revelaba sus tetas, tan grandes y bellas. Se le veían incluso un poco los tiesos pezones. Llevaba una mini falda tejana y unos zapatos deportivos.
Al llegar me saludó con mucho entusiasmo, como de costumbre. Yo no podía guardar mi entusiasmo y le miré las tetas inmediatamente, pero cuando me di cuenta que estaba siendo muy claro mi gesto, cambié y le empecé a hablar. Hablábamos todo el partido, y cada vez que me giraba y la miraba cuando me hablaba, no podía resistir de admirarle sus tetas. Me puse unas gafas oscuras y entonces la contemplaba imaginándome lo que haría si estuviésemos a solas. Entonces empecé a fantasear, pero en una de esas mientras conversábamos, yo le pregunté directamente:
– ¿Te gusta que te chupen las tetas cuando haces el amor con tu novio?
– Sí, pero te confieso que me gustaría probar qué se siente cuando te las chupa una mujer – me contestó.
– Si quieres hacerlo ahora – me atreví a decirle – puedo ayudarte.
– ¡Claro que sí! – me contestó sonriendo – Pero no quiero que mi novio o tu marido se den cuenta.
– Tampoco lo quiero yo – añadí.
– Entonces hagamos como que vamos al baño – dijo y dirigiéndose a su novio, gritó – ¡Ya volvemos, nos vamos al baño y a comprar un refresco!
Empezamos a caminar hacia su coche y ella me decía que estaba mojada y ansiosa de que le chupase las tetas. Yo le dije que también estaba ansiosa para hacérselo. Hablábamos como si no estuviéramos hablando del tema, ya que nadie nos escuchaba mientras hablábamos. Llegamos a su coche, era negro con las ventanas tintadas negras así que no se puede ver nada de dentro. Me hizo entrar y luego me dijo:
– Será mejor que nos alejemos un poco del campo hasta un lugar en el que no haya nadie y así podremos estar más cómodas.
Me llevó a un paraje algo alejado de los campos donde varios equipos jugaban fútbol. Entonces aparcó. Yo estaba súper empapada y me moría de ganas de romperle la blusa y chuparle las tetas. Entonces ella me dijo que pasáramos al asiento de atrás del coche, que era bastante espacioso. Se sentó delante de mí, se sacó la blusa y ahí estaban estas tetas grandes, todavía protegidas por su sujetador. Yo también me saqué mi camiseta y me quedé con mi sujetador. Sin embargo miraba sus tetas y se me hacia agua la boca. Entonces ella me miró y me dijo:
– ¿Estás lista para ser la primera mujer que me chupe las tetas?
– ¡Claro que sí! – le dije.
Entonces ella se soltó el sujetador y sus enormes tetas se libraron y quedaron muy cerca de mí. Yo estaba muy mojada y excitada pero quería que este momento se prolongara para que cuando me corriera, lo hiciera muy fuerte de tanta excitación. Quería correrme tan fuerte que sintiera un placer doloroso que me hiciera temblar. Entonces me dijo ella:
– ¿A qué esperas, por qué las estás contemplado?
Yo le pedí que se sentara en medio del asiento y allí estaba ella con la minifalda mostrando sus muslos y sus tetas rebotando sensualmente. Yo llevaba una minifalda blanca con un tanga rojo y una camiseta negra que me había sacado, como dije, cuando ella se sacó el sujetador. Me senté delante de ella y con mucha excitación, empecé a tocarle las gordas mamas. Se las frotaba y apretaba con mucho fervor. Ella se recostaba y gemía despacio.
– Chúpamelas, por favor -me decía- Quiero sentir tu saliva en mis pechos.
Entonces yo ya no me resistí y empecé a chupárselas, mordiéndoselas como un bebé hambriento. Se las chupaba y mordía y ella gemía más. Sus pezones se ponían durísimos y ella empezaba a moverse como si se la estuvieran follando y me di cuenta que ella quería más, y paré empezando a sacarle la minifalda viendo que llevaba un tanga blanco transparente que estaba empapado.
Inclinándome, me fui hacia su coño y empecé a lamérselo por encima de su tanga. Ella me miraba con cara súper excitada, se mordía los labios y me dijo con voz alterada:
– ¡Sácame el tanga y cómeme el coño inmediatamente!
La verdad es que me quedé sorprendida de su excitación. Entonces paré y le pregunté:
– ¿Te ha gustado como te chupaba las tetas?
– ¡Oooh, sí, me has excitado a tope y quiero correrme varias veces! -decía – ¡Quiero que me folles, que me folles y yo follarte a ti hasta que estemos cansadas!
Yo le decía que teníamos que irnos pronto, pero a ella no le importaba.
– ¡Chúpame el coño, que estoy por reventar! – ella insistía.
Lentamente empecé a sacarle el tanga y pude ver como estaba de empapada, tanto que su sexo estaba pegado a la transparente tela. Me excitaba su olor y me moría por chupárselo. Entonces le saqué el tanga y empecé a lamerle el coño. Subía mi lengua arriba y abajo mientras le abría los labios y retrocedía el capuchón de su clítoris al tiempo que se lo lamía y chupaba. Mamaba fuerte mientras sentía que ella empezaba ponerse tensa y que pronto se iba correr. Entonces empecé a meterle los dedos dentro del coño y ella gritaba de placer y con un gemido sordo se corrió como una loca, tanto que sentía su corrida en mi boca.
– ¿Eres feliz? – le dije.
– Claro que sí – me contestó – Jamás había sentido tanto placer. Quiero más pero ahora es tu turno.
Yo le dije que no había mucho tiempo, así que teníamos que apurarnos. Entonces ella me recostó en el asiento del coche donde ella estaba echada y me sacó la mini falda. Ella estaba desnuda delante de mí y lo único que yo pensaba era que quería masturbarme mientras ella jugaba con sus tetas preciosas y se metía el dedo en el coño. Mientras me sacaba el tanga, le dije lo que estaba pensando y ella me dijo que claro que lo haría. Entonces se sentó delante de mí empezó a acariciarse las tetas. Yo me senté y empecé a abrir las piernas mientras los labios de mi coño se separaban despacio, ya que estaban empapados. Ella me decía que le gustaba mi almeja, que se veía roja y deliciosa. Y de pronto empezó a hablar sucio. Me decía que yo era una puta deliciosa y que le gustaban mis tetitas, pues mis tetas son medianas y puntiagudas, con los pezones grandes y rosados.
Entonces empecé a jugar con mi clítoris mientras la miraba delante de mí, jugando con sus tetas. Yo estaba en éxtasis mientras la miraba y le dije que se me acercara más pues mientras me masturbaba quería chuparle las tetas. Lo hizo, se sentó delante y me dio sus tetas que yo chupé mientras ella empezaba a masturbarse también. Las dos nos tocábamos como unas locas, tanto que se escuchaba el sonido de los dedos con nuestro sexo mojado. Esto nos excitaba más.
Cuando yo ya no podía más, me corrí con tanto placer que gritaba de dolor y temblaba. A ella todavía le faltaba entonces y le dije:
¡Sigue… mastúrbate fuerte!
Ella seguía y yo me excitaba al verla y empecé de nuevo a masturbarme y así seguimos las dos hasta que ella me dijo:
– ¡Ya me corro!
Yo le dije que me dijera cuando lo hiciera. Ella me lo dijo y entonces yo empecé a masturbarme más fuerte hasta que las dos nos corrimos juntas. Estábamos empapadas de tanto sexo. Luego ella me miró y se chupó los dedos, con sabor a su coño. Luego ella me miró a los ojos y me besó y yo pude probar el sabor de su sexo en sus labios. Entonces yo también me chupé los dedos míos y la besé otra vez. Luego me dijo:
– Quiero correrme una vez más. Te he deseado desde hace mucho tiempo y no quiero olvidarme de esto por un buen tiempo.
Acepté, nos recostamos ambas en el asiento de atrás, abrimos nuestras piernas, nos masturbábamos y jugábamos con nuestras tetas mientras yo le decía:
– ¡Que guapa estás así, dale fuerte cariño… métete los dedos fuerte, que me vuelves loca…!
Me sorprendía de las palabras que nos decíamos, pero estábamos muy excitadas y cuando ella me dijo que se iba acorrer, cambiamos de manos y yo la terminé masturbando mientras ella me masturbaba a mí.
Rendidas y ya pasadas de tiempo, nos limpiamos con unos pañuelos de papel y yo la vestí. Le puse el sujetador mientras le daba un chupetón rápido a sus tetas y luego le puse su falda más el tanga mojado y le di un beso a su coño antes de subírselo. Luego le puse la minifalda y listo. Ella también me vistió y ambas quedamos en tratar de hacerlo otra vez, pero solo cuando su novio y mi marido jugaban sus partidos. Nos fuimos del lugar y volvimos a la cancha de fútbol.
Mi marido nos preguntó dónde nos habíamos ido y yo le dije que nos fuimos a tomar un refresco mientras conversábamos como cotorras. Las dos actuamos como si no hubiera pasado nada y al despedirnos, ella me dijo:
– ¡Nos vemos a la próxima!
– ¡Claro que sí! – dije yo y le sonreí.
Siempre que pienso en sus tetas, mi mente se va. Ojalá pronto pueda volver a probar esas tetas que me vuelven loca.
Besos y hasta otra.