Relato erótico
Maduros muy viciosos
Se iban de vacaciones y aquel día decidieron hacer auto stop. Una pareja madurita paró y se ofrecieron a llevarlos hasta donde iban ellos. El trayecto fue muy agradable y al final los invitarón a pasar aquella noche en su casa.
Manuel – ZARAGOZA
Después de haber recorrido muchos kilómetros, con nuestras mochilas al hombro, en un viaje de vacaciones, con mi amigo Pedro, lo único que deseábamos era poder descansar, pero nunca imaginamos mientras hacíamos dedo en la carretera la aventura que viviríamos con los amables dueños del vehículo que se había detenido para llevarnos.
Era un matrimonio, ella tendría unos 40 años y él un poco mayor, nos preguntaron a donde íbamos y nos ofrecieron llevarnos hasta donde ellos se dirigían. Durante el viaje conversamos alegremente, divirtiéndose mucho con las anécdotas que les contábamos de nuestro viaje. Cuando supieron que hacía varios días que no dormíamos y no comíamos bien, nos ofrecieron alojarnos esa noche en su casa para que nos repusiéramos con una buena comida y una buena cama. Por supuesto que aceptamos encantados y les agradecimos su gesto.
Llegamos a una hermosa casa y les ayudamos a bajar algunas cajas de comida que traían y luego nos invitaron a tomar un baño antes de comer, cosa que obviamente nos hizo muy bien. La cena estuvo deliciosa y muy abundante, nos servimos varias copas de vino durante la comida y luego nos sirvieron unas chupitos.
Como a la una de la mañana Oscar, el marido de Susana, se excusó y se retiro a dormir, diciéndonos que estaba muy cansado por el viaje y que necesitaba descansar. Entendimos la insinuación y nosotros también nos levantamos para ir a acostarnos, pero Susana muy insistentemente nos dijo que no era necesario y que como aún era temprano nos quedáramos conversando otro rato o viendo televisión.
Mientras nosotros mirábamos la televisión, Susana desapareció por un momento y cuando regreso estaba vestida solo con un camisón de dormir semitransparente, que traslucía claramente que debajo tenia puesto un pequeña y ajustada braguita negra, que destacaba contra la blanca piel de su cuerpo. Era lo único que llevaba puesto, pues se podían apreciar perfectamente sus abultados senos totalmente desnudos.
Mientras yo trataba de mirar sus pechos, sin que ella se percatara, mi polla se endurecía cada vez más y de pronto ella comento lo buen mozos que estábamos y que cualquier mujer estaría tan feliz como ella de poder tocarnos y mirarnos pero mientras seguía hablando de lo hermosos eran nuestros cuerpos, le desabrochó la camisa a Pedro y comenzó a pasarle la mano sobre el pecho. Luego, mirando fijamente a los ojos de mi amigo, le tomó una de sus manos y la puso sobre uno de sus pechos al tiempo que le pedía que se la acariciara suavemente. Pedro no se hizo de rogar, le abrió el camisón y no solo le manoseó las tetas sino que comenzó a chupárselas inclinando su cuerpo.
Pegó su boca a su pezón derecho y la sensación que allí le provoco la lengua y los labios de Pedro, enardecieron a Susana casi de inmediato. Yo estaba con la polla a tope pero no me atrevía a hacer ningún movimiento, conformándome con mirar la escena.
Entonces ella le bajó los pantalones hasta las rodillas y sin perder tiempo, acercó su cuerpo a sus piernas y puso sus inmensos y hermosos senos sobre la inflamada verga de mi amigo al mismo tiempo que se movía ondulante y lascivamente. Después con la boca entreabierta, caliente y ansiosa, le besó los ojos, le pasó la lengua suavemente por los labios, suspiró en sus orejas y volvió a su boca metiéndole la lengua hasta encontrar la de él, que respondía ansiosamente, mientras su miembro duro y erecto, era bombeado lascivamente por la mano de ella y Pedro levantaba las caderas para aumentar la presión.
Sus dedos lo tocaban suavemente mientras colocaba la cabeza entre sus muslos y poniéndola sobre uno de ellos, con su lengua jugueteaba con el tronco de la verga. Acto seguido le beso el vientre y los muslos y después, alzándose un poco, comenzó a mordisquear suavemente la encendida y brillante cabeza del miembro hasta que, arrodillándose en el suelo empezó a darle húmedos besos en el pecho y sacando la punta de la lengua, comenzó a dejar un leve rastro de saliva por su estomago, su ombligo y su vientre. Era obvio que mi amigo experimentaba un delicioso cosquilleo que le hacía correr la sangre por las venas y contraer todos sus músculos.
Ella continuaba sus caricias alejándose unas veces de su objetivo, acercándose otras, pero siempre moviéndose hacia él, aunque con una lentitud desesperante para Pedro cuyo pene enhiesto parecía amenazar el techo de la habitación con una tremenda venida. Susana metió una de sus manos entre sus muslos y los separo, ahora sus largos y sedosos cabellos le rozaban la pesada bolsa de sus testículos, y entonces le comenzó a chupar el miembro. Yo miraba extasiado como la lengua de Susana empujaba amorosamente su miembro de un lado para otro.
Él, excitado a tope, bajó una mano y agarrándola fuertemente por la cabeza, trató de que se introdujera toda su herramienta, que ya le provocaba dolor por el exceso de excitación, pero ella se resistió, negándose a apresurarse y por el contrario abrió más la boca y chupó lentamente la cabezota, haciéndolo quejarse de placer. Luego mirándome, me dijo que no fuera tímido y que me acercara. La verdad es que estaba tan caliente que impulsivamente me coloqué detrás de ella y la comencé a tocar, mientras ella solo decía palabras incoherentes y mamaba el pedazo de polla de mi amigo.
Fui tomando confianza y suavemente deslicé hacia arriba el camisón que Susana aún mantenía puesto sobre su cuerpo, cubriéndole en desorden todas las hermosas y fascinantes formas femeninas con que la naturaleza la había dotado, y absorto en la contemplación de su sensual cuerpo comencé a acariciarla por todos lados.
Deslicé mi otra mano por su cintura hasta alcanzar los contornos del preciado tesoro sexual y cuando le metí mi mano por entre la braga y le toqué sus labios vaginales, Susana se revolvió muy agitada. Cuidadosamente palpé, busqué, acaricié, penetré y exploré su húmeda y dispuesta cavidad mientras con mi otra mano apretaba sus pezones ávidos y ella gemía muy ansiosa.
Mientras le bajaba las bragas, ella estaba apoyada en los codos contemplando como yo le deslizaba el diminuto tanga por sus muslos y por sus piernas. Quedé extasiado, con todo el culo a mi disposición.
Bajé mi pantalón y me puse de rodillas detrás de Susana y la visión de su culo totalmente expuesto y de su boca chupando la verga, me dejó listo para gozar, situé mi polla entre sus relucientes labios vaginales y se la introduje de un solo envite hasta la raíz. Todo esto sin dejar de mirarla ya que ella había iniciado, con una de sus manos, una exquisita masturbación a Pedro, aunque a ratos se detenía y seguía mamándosela desaforadamente mientras me pedía que me la follara con todas mis fuerzas. Sin detenerme a pensar nada comencé a darle con todo y ella no paró ni un instante de chupársela a Pedro.
Estábamos en eso cuando oímos la voz del marido, que nos sorprendió en plena follada. Del susto mi erección se bajó inmediatamente y creo que a Pedro le pasó lo mismo pues tenía una cara de espanto tremenda. Oscar no parecía muy enojado, pero igual nosotros casi ni respirábamos, y tratábamos de vestirnos lo más rápido posible, pero él nos miró y nos dijo:
– Si vosotros atendéis tan bien a la dueña de la casa, es justo que me atendéis a mi de igual forma.
Susana se puso de pie y acercándose muy mimosa a su marido, le dijo:
– No seas pesado y que no los asustes más – y a continuación, dirigiéndose a nosotros, ella añadió – A Oscar, igual que a mi, en ocasiones le encanta sentir una buena verga en su trasero y si nosotros estáis dispuestos a complacerlo, no habrá ningún problema en divertirnos entre todos y hacer lo que se nos ocurra para pasarlo bien.
Mientras tanto ellos se habían acercado a Pedro y mientras lo abrazaban y lo manoseaban Susana le comentaba a su marido, que él tenía una verga muy gruesa y sabrosa, y le decía que tenia que probársela. Mi amigo no se atrevió a negarse cuando entre ambos, le bajaron nuevamente los pantalones y terminaron por desnudarlo.
Entonces fue la boca de Oscar la que se la chupó mientras Susana se acercaba a mi y comenzaba a desnudarme, al tiempo me besaba y me decía que mi polla la había dejado muy caliente y quería que se la metiera nuevamente. La verdad es que con el susto mi pene no atinaba a levantarse, así que ella comenzó a estimularla con su lengua y con sus labios y muy pronto comencé a reaccionar, a la vez que me daba cuenta que Pedro estaba gozando muy intensamente la chupada que le hacía Oscar, pues tenía los ojos cerrados y el miembro muy erecto e inflamado.
Susana jugueteó con su lengua en la base de mi pene y fue subiendo por toda la extensión hasta llegar a la hinchada punta que mordió y chupó ávidamente. Pronto me la puso lista para la acción y se la metió toda en la boca, mamando con toda sus fuerzas mientras sus dedos jugaban con mis bolas, que se endurecían bajo mi erguido órgano.
Me entregué totalmente a las sensaciones eróticas que experimentaba, sentía que mi cuerpo era solo un gran pene elevado al infinito y no tenía ningún deseo de bajarlo. Ella continuaba recorriéndolo, mamándolo y excitándolo hasta que me dejaba justo cuando iba a eyacular, entonces en el momento preciso, paraba y se estaba quieta sin soltármelo de la boca hasta que yo me tranquilizaba de nuevo. Entonces volvía a empezar con su rítmico movimiento de arriba hacia abajo, su lengüeteo, sus chupones por los lados, por la base, por la punta.
Entonces mirándome fijamente a los ojos, me insinúo suavemente que penetrara a su marido y que después me la podría follar a ella también por el culo. Para ser franco no me costó mucho hacer el sacrificio, solo de pensar que me tiraría a ambos por el culo, me puso en un estado de frenesí sexual muy especial.
Pero pienso que me he alargado mucho así que en una próxima carta seguiré con el resto de nuestra aventura.
Saludos de los dos.