Relato erótico
Madurita, pero sin experiencia
Iba al estanco muy a menudo, pero aquel día la miro detenidamente y se dio cuenta que era una mujer con un buen cuerpo. Se lanzó y le pasó una notita para ver si podía hablar con ella a solas.
Paco – Soria
Soy un hombre mayor, pero en ningún caso, viejo y les voy a contar una de las historias eróticas me han sucedido a lo largo de mi vida.
Soy fumador, y casi todos los días voy al mismo estanco en busca de una cajetilla de la mortal nicotina.
El estanco está regido por una mujer (de la cual no sabía ni su nombre) de aspecto “recatado”, vestida con blusas anchas, encima una rebeca y faldas más abajo de la rodillas. Resumiendo: no despierta ningún deseo sexual.
Como de costumbre, fui a comprar la cajetilla de cigarrillos y al darle el dinero, puso su mano encima de la mía, durante un tiempo que me pareció excesivo, quizá por la confianza de todos los días o un descuido involuntario y a lo que no di alguna importancia.
Al día siguiente, cuando bajé al estanco, me fijé más detenidamente en su aspecto. Edad sobre los 50 años, muy morena, de pelo corto y negrísimo, caderas no muy anchas y pechos ¡hay sus pechos! Debajo de su blusa blanca y no trasparente, se adivinaban dos grandes y hermosas tetas.
Coincidí con un amigo a la salida del estanco y le pregunté:
-¿Sabes cómo se llama la mujer del estanco? Llevo años viniendo y no tengo ni idea de su nombre.
-Teresa, se llama Teresa; es soltera y yo que la conozco muchos años, casi desde niños, puedo decirte que no ha tenido nunca novio, ni se la ha visto salir con nadie.
Como follador nato que soy me dije, ahí hay un coño para tapar. Pero claro, establecer una conversación de ligue en un mostrador, donde continuamente se acerca gente para comprar, no es lugar para ello, además yo estoy casado y el estanco está cerca de mi casa. Pensando en la manera de iniciar la conquista del coño de Teresa se pasaron unos días pues yo temía que pudiera ofenderla en su puritanismo, que yo creía que tenía.
De perdidos al río. El no, ya lo tengo y si no doy un paso adelante me quedaré con la duda toda la vida. Así que un día al margen de la compra de cigarrillos la dije:
-Teresa, me tiene que dar 25 sellos de correo, pero como son para mi empresa, me tiene que sellar este papel. En el papelito no había alguna relación de sellos, sino una frase que decía: ¿Podemos vernos solos alguna vez?
-Muy bien Juan, no hay inconveniente.
Le doy el papelito y ella echa una mirada rápida, lo entiende, le pone el sello nerviosamente y lo estruja. En ese momento atiende a un cliente que acaba de entrar. Sin esperar una respuesta verbal para evitar una conversación que pudiera ser un poco incomoda, salgo del establecimiento y me voy a mi despacho. No se puede imaginar, querido lector, la tarde que pasé. No hacía más que preguntarme ¿La habré ofendido? ¿Me hará caso? ¿Me echará un sermón? ¿Con que cara me presento? No quedaba más que un recurso. Esperar.
Al día siguiente y con el estomago encogido entré en el estanco, y como siempre dije:
-Deme una cajetilla de…
-Tome Juan, -y con voz un poco más baja dijo- cuando tú quieras
-Es a tu elección, pues yo por las características de mi trabajo puedo disponer de todo el tiempo que quiera -dije.
-Ven esta tarde, a la cinco, verás la persiana de la tienda bajada, pero dame tres golpes para saber que eres tú y hablaremos de todo lo que quieras.
Mi corazón latió rápidamente y una sensación de satisfacción invadió todo mi cuerpo. Que mañana más alegre pasé y no hacía más que mirar el reloj viendo el tiempo que faltaba para la cita.
Llegó la hora y me acerqué al estanco. Di los tres golpes y ella subió la puerta metálica con cuidado, para no hacer mucho ruido, entré, y nuevamente cerró la puerta con llave. (Me enteré que su hermano tiene llave y podía venir).
Encima del mostrador, había preparado un par de cafés con hielo, para refrescar un poco y el aire acondicionado estaba en marcha.
-Bien -me dijo con voz un poco trémula- ya estamos solos y podemos hablar.
-¿Puedo hablar sin inhibiciones? ¿No te molestarás por las cosas que diga? ¿Ni aunque sean íntimas?
-Puedes estar seguro de ello, pues no habría dado este paso si no fuera así.
-Como sabes, yo estoy casado, pero mi vida sexual no es todo lo satisfactoria que debía ser. Puede ser por aburrimiento, por ser siempre la misma persona, porque no hay alicientes, en fin por cualquier cosa.
Te vengo observado durante mucho tiempo y no me he atrevido hasta ahora a dar el paso que ahora he dado. Mi relación contigo ha de ser puramente sexual. Todo sexo, de cualquier forma y manera que sea agradable para ambos. Te juro, que si nos ponemos de acuerdo en todo, por la cuenta que nos tiene a ambos, la discreción por mi parte será absoluta.
Ella se quedó pensando, como si estuviera eligiendo las palabras que me iba a dirigir. Por fin bastante nerviosa por el paso que iba a dar me dijo:
-Juan -me dijo- mi vida hasta ahora ha sido una verdadera y fastidiosa rutina. Por mi forma de vestir habrás adivinado tuve una educación muy estricta y mojigata. Soy virgen y había perdido toda esperanza de conocer el sexo, hasta que me diste la nota. Y aquí estamos, uno frente a otro, sin más objetivo tener sexo.
Conforme iba hablando, como estábamos sentados uno al lado de otro, le pase el brazo por el hombro, y con la mano masajeaba su nuca y hombros que estaban tensos. Poco a poco, notaba que se relajaba. Bajé la mano por su espalda hasta llegar al cierre del sostén. Volví a subir la mano hasta la nuca y giré su cuello hacia mí. Acerqué su cara a la mía, y suavemente deposite un largo beso en sus labios. Poco a poco yo notaba que estaba siendo correspondido, y su respiración se hacía rápida a medida que pasaba el tiempo.
Sin dejar de besarla, con la mano izquierda fui desabrochando los botones de su blusa para poder ver sus pechos. Me separe de su boca y con las dos manos le desabroche el sostén.
-! Oh ¡ ! que tetas ¡Como para ella era la primera vez que iba a follar, había que ir con mucho cuidado, sin prisas y sin brusquedades. Con los pechos al aire y los brazos cruzados por delante de ellos, pasamos al interior de la tienda, donde había una camita de unos 90 cm. con sábanas blancas y muy limpias.
-Juan, ¿Te importaría que apagara la luz? Es que todavía me da corte el desnudarme delante de ti.
-Haz lo que quieras, pero me gustaría ayudar a quitarte la ropa. Apagó la luz y me acerqué con las manos extendidas hasta coger sus tetas que sobé suave y delicadamente. Fui retorciendo sus pezones, hasta que se pusieron duros como avellanas. Me los puse en la boca y los lamí, chupé y mordisqueé. Ella ya se había tranquilizado y su respiración se iba haciendo entrecortada. La abracé sin brusquedad pero con energía y su coño que estaba tapado por sus bragas se tropezó con mi polla. Yo apretaba y ella también. A tientas le bajé la cremallera de la falda que cayó al suelo. Yo ya estaba desnudo, pues cuando dijo de apagar la luz, rápidamente me despojé de todo. Le metí la mano por la parte de atrás de las bragas rozando con el dedo su ojete. Hice un poco de palanca con la misma mano en las bragas y estas bajaron hasta medio muslo. Ella misma se las quitó del todo.
Abrazados, nos acercamos a la cama y la puse boca arriba. Le besé los labios, y fui bajando con la lengua hasta sus pechos, donde me entretuve un rato, fui lamiendo su vientre de derecha a izquierda y de arriba abajo, toqué por primera vez su pelambrera, que aunque no la había visto, era muy abundante. A todo esto, ella no cesaba de jadear, gemir, gritar, moverse de arriba abajo, como si ella fuera la estaba follando.
Empecé a sobarle los muslos por la parte interior y ella seguía retorciéndose. Al fin, le apoyé, sin mover, la lengua en el clítoris. El suspiro fue profundo. Lentamente empecé a lamer su mojado coño con movimientos, una vez lentos y otras rápidos. Teresa ya no podía más. Había tenido tres orgasmos, pero faltaba la estocada final.
Como han visto Uds. ni una sola vez le hice coger mi polla, ni chuparla. Eso quedaba para más tarde.
-Teresa, me estas pidiendo que te la meta, pero como eres virgen y no quiero que te hagas daño ¿Porqué no encendemos la luz? Es que tengo que atinar y a oscuras no puedo ver.
-Haz lo que quieras, pero aunque me hagas daño, fóllame, fóllame, fóllame pero, !Ya¡
Encendí la luz, y qué coño vi, una hermosa pelambrera negra y brillante, que le desbordaba por todos los sitios. Yo creo que como usa unas bragas muy cortas, el pelo se le debe salir por arriba y por los lados.
La puse boca arriba, la dije que con las manos se sujetara las piernas, para que todo el coño estuviera a la vista. Ella me vio la polla y me dijo: ¿Todo eso ha de entrar? ¿No es muy gordo y grande?
-No te preocupes, ahí entra éste y sobra sitio.
Ella estaba con los ojos cerrados esperando un dolor intenso. Yo apoyé la cabeza de mi polla en la entrada de su chocho y empujé un poco. La cabeza entró sin problema y me dijo:
– ¿Ya está?
Espera un poco -dije yo-. Empujo un poco más y ya tropiezo con el virgo. Como no hay respuesta por su parte, hundo de un golpe toda mi polla en su vagina. Suelta un grito, pero dijo:
– ¡No la saques¡ sigue, sigue… mas, mas, mas ¡no la saques! ¡No te corras aún! Cuanto me gusta, lo que me he estado perdiendo todos estos años. ¡Me corro, me corro ya…
A todo esto yo la estaba follando y no me había corrido, pero mi verga estaba tan gorda e inflada, que la notaba rozar con las paredes de su coño. La saqué y la puse cerca de su boca, ella me mira como diciendo, ¿qué hago? Supongo que por instinto, ella abrió la boca y engulló, de momento la cabeza, dando lamidas con la lengua. Yo ya no pude soportar más, y empuje y se la metí toda de golpe en la boca, follando de esa manera.
De pronto noto que mi polla se infla aún mas, y sale un chorro de leche tan grande y rápido, que ella no puede retirarse por lo que, la que no pudo tragarse, se salió por la comisura de los labios.
Quedamos los dos exhaustos. Ella llena de satisfacción. Yo con sensación del deber cumplido. Los dos desnudos y ya con la luz encendida. Ya no había vergüenza. El sexo es eso: SEXO. Está para disfrutarlo.
La estanquera se había fumado su primer “puro”. Después vendrían más “puros”, por delante, por detrás, de lado, de rodillas, etc. pero eso ya es otra historia.
Un saludo.