Relato erótico
Los relatos me inspiraron
Desde que se fueron a vivir juntos el sexo les ha funcionado muy bien. Al principio follaban a todas horas, pero aun y así, le apetecía masturbarse. Se aficionó a leer relatos y su imaginación se disparó.
Adrian – Madrid
Somos una joven pareja y llevamos casi dos años juntos. Nuestro primer año fue un noviazgo arrebatador, con muchísima pasión, la verdad es que aprovechábamos cualquier momento y excusa para follar.
Nos íbamos de fin de semana y no salíamos del hotel para nada, las veces que salíamos de marcha por la noche, acabábamos follando en el coche, y ya no solo era una cuestión de meterla, realmente hacíamos el amor, experimentábamos el uno con el otro y dedicábamos todo el tiempo del mundo.
El segundo año decidimos irnos a vivir juntos, pues poder emanciparnos de los padres y vivir una vida en común nos hacía muchísima ilusión. La verdad es que al principio fue genial, era como estar de colonias todos los días, y por supuesto nuestra actividad sexual era muy buena, disfrutábamos los dos como nunca. Incluso había descubierto que tenía sensibilidad en lugares que ni hubiera sospechado. Pero creo que fue el hecho de pasar tanto tiempo juntos y de poder follar a nuestras anchas, lo que se convirtió en un arma de doble filo.
Yo pese a follar diariamente y estar totalmente satisfecho, me masturbaba y no comprendía porque. Evidentemente no le comentaba nada a Beatriz (mi novia), por temor a represalias o quizás temor a crear un conflicto conyugal que ni yo mismo entendía. La cuestión es que dejé pasar el tiempo, no le di mucha más importancia hasta que un día navegando por Internet, me llamó la atención una página donde la gente escribía relatos eróticos.
Al principio no hice caso, pero conforme iba leyendo me di cuenta de que me gustaban muchísimo y que no era algo sucio o pornográfico, eran historias reales o no, que tenían un contenido erótico que me hacían poner cachondo, cosa que es curiosa. No era una cuestión de imágenes o videos, era texto que contenía un relato que era capaz de activar la imaginación y fantasía en una persona.
Me quedaba horas y horas leyendo relatos, me ponían a tope y cada vez me gustaban más. Algunos los copiaba en mi ordenador y luego me masturbaba mientras los leía, era increíble. Lo que más me gustaba eran los de intercambio de parejas, ya solo el hecho de pensarlo hacía que mi mente lo rechazara, pero creo que ese rechazo de mi educación frente al morbo era lo que me hacía disfrutar.
Cuando leía los relatos disfrutaba, pero cuando pensaba en la posibilidad de llevarlos a cabo, lo pasaba mal, primero porque no sabía si yo estaría dispuesto a compartir mi pareja y porque estaba convencido de que ella jamás accedería a compartirme a mí. Y además creía que el hecho de pedírselo ya sería motivo suficiente para que me dejara, o algo así.
Quien diga que en la pareja lo más importante es la sinceridad, se equivoca, estoy convencido de que si una pareja realmente sin tapujos contara todo lo que le pasa por la cabeza en todo momento, tardaría dos o tres días en pelearse. Pero aun así me dispuse a organizar un encuentro y como mi egoísmo me posee, la idea era invitar a cenar a Natalia, una amiga de la infancia de Beatriz. En un principio mi intención no era ni más ni menos que cenar amigablemente los tres juntos, pero poco a poco fui tanteando la situación. Era sábado, habíamos quedado a eso de las nueve y media de la noche, la idea era hacer un picoteo de embutido para empezar y luego algo de carne a la brasa. Mi novia y yo habíamos preparado la mesa, nos habíamos duchado y nos habíamos puesto ropa cómoda, en fin, era una cena informal pero siempre te gusta dar buena impresión cuando hay visita.
Natalia ya nos avisó que traería el vino y el postre. Llamó al timbre y fui a abrir la puerta, la verdad que es una chica atractiva, morena, con ojos negros, una constitución normal, con unas tetas normalitas pero muy buen puestas y un culito bien marcado, vaya, sin ser explosiva, tiene un cuerpo muy bien hecho, aparte de hacerla más atractiva su carácter abierto y dicharachero.
Mi novia es muy guapa, pequeñita, con un culo precioso, al igual que sus tetas, extremadamente extrovertida y divertida. Entró Natalia a casa, nos dimos los besos de rigor y como un caballero recogí su abrigo mientras le ayudaba con las bolsas. Beatriz y Natalia se sentaron en el sofá y empezaron a hablar de todo lo que había pasado desde la última vez que se vieron, mientras yo iba sirviendo los platos y las bebidas.
La cena fue muy distendida y divertida. Al principio empezamos hablando del trabajo, de lo cabrones que eran los jefes, de lo mal que pagan las empresas…Luego ellas hablaban de las típicas historietas de cuando estudiaban juntas, los romances de adolescencia. Mientras, yo escuchaba y me aseguraba que las copas siempre estuvieran llenas de vino.
Es increíble los efectos del alcohol en las personas, crean un estado de felicidad artificial que es maravilloso, y te hacen dejarte llevar sin dar demasiada importancia a las cosas. La conversación, como es obvio, se fue calentando, comenzaron a hablar de los chicos con los que habían estado y lo ingenuas que eran. Yo aprovechaba cualquier comentario para indagar más y crear un estado de buen rollo y confianza. Después de los postres, me levanté y pregunté a las chicas que es lo que querían de copas y me puse a servirlas. Causa directa de esto, las risas y los comentarios salidos de tono iban aumentando.
Aproveché el buen ambiente que se respiraba para poner un poco de música de fondo y las animaba a que bailaran, aparté la mesa, me senté con un cubata en el sofá y mientras ellas bailaban y reían en el centro del salón, yo saboreaba mi bebida y disfrutaba del espectáculo. No hacía más que mirarlas, veía sus cuerpos moverse y cada vez me ponía más cachondo. De vez en cuando Beatriz me sonreía picaronamente y me enviaba un beso. Yo no paraba de tirarles piropos, ellas sonreían y seguían bailando. Entre canción y canción mi novia aprovechaba para acercarse a mí y darme un beso y Natalia aprovechaba para beber un poco. Conforme pasaban las canciones notaba que los besos de mi novia cada vez eran más intensos y profundos.
Al principio no le di importancia, pero luego noté que ella estaba cachondísima porque aparte de besarme aprovechaba para pasarme la mano por el paquete. Yo estaba con la polla durísima y claro ella lo notaba, pero aunque mi intención era invitar a Natalia a que participara, cada vez lo veía mas complicado y no hacía más que pensar que estaría mal, que mi novia me tomaría por un vicioso, etc. Beatriz se sentó a mi lado y empezó a besarme profundamente, intercambiando nuestras lenguas y acariciándome el paquete, mientras me susurraba al oído comentarios picantes del tipo:
– Que polla más dura que tienes cabrón… ¡Té la comía aquí mismo!
Yo estaba muy excitado pero un poco retraído por la situación, pues lo que realmente quería era follarme a las dos. Entonces pasó algo que fue el detonante. Mientras me besaba, yo miraba de reojo a Natalia y en una de las veces mi novia me pilló, yo me di cuenta e inmediatamente cerré los ojos, pero claro ella lo notó. Ante mi sorpresa, Beatriz me preguntó al oído:
– ¿Te gusta mi amiga? ¿Te gustaría follártela?
Esa pregunta fue como si un hielo me recorriera rápidamente la espalda, no sabía que contestar, bueno, si sabía lo que quería, pero no sabía lo que quería oír mi novia. Pero como dicen que se pilla antes a un cojo que a un mentiroso, conteste con voz temblorosa “Sí”. Fueron décimas de segundo en las cuales me pasaron multitud de ideas y posibles reacciones. Lo primero que pensé fue en que me mandaría a la mierda, lo segundo que si acepta ella no significaba que Natalia se quisiera unir… Pero sorprendentemente ella me contestó:
– Espera aquí cariño que voy a hablar con ella.
Y no sé lo que le dijo ni me importa, pero la cuestión es que al poco rato se acercaron las dos hacia a mí con una sonrisa de complicidad, se sentaron en el sofá, una a cada lado. Yo alucinaba. Mi novia empezó a besarme el cuello, a acariciarme la espalda y de repente noté que Natalia hacía lo mismo.
No me lo podía creer, tenía a dos mujeres besándome y magreándome, yo no sabía que hacer porque aun teniendo esa prueba evidente de participación, siempre tienes dudas, pero opté por relajarme y dejarme llevar, no iba a perder el tiempo intentando comprender la situación. Ellas me tocaban el paquete, Natalia me besaba en el cuello y Beatriz en la boca, yo estaba que me salía de gusto. Mi novia me desabrochó el pantalón y sacó mi polla dura y me preguntó:
– ¿Quieres que Natalia te chupe la polla?
Yo tardé décimas en decir que sí, entonces Natalia se arrodilló frente a mí y mientras me acababa de quitar el pantalón y los slip, iba moviendo de arriba a abajo mi polla muy despacio y acariciándome los testículos. Mi novia seguía besándome en la boca y yo notaba como su respiración iba aumentando; parecía que a ella también le excitaba esta nueva situación. Natalia tardó poco en comenzar a chuparme la polla y la verdad es que lo hacía muy bien, despacio, con suavidad, recorriendo toda la superficie que podía, y masajeándome los huevos, lo hacía de maravilla, estaba en la gloria. Yo estaba cachondo y con las pulsaciones a mil. Natalia incrementaba el ritmo de sus chupadas y acompañaba con la mano el ritmo, mientras, Beatriz se levantó y fue quitándose la ropa; primero el pantalón, luego la camiseta, luego el sujetador y por fin las braguitas, se quedó desnuda frente a mí y mientras Natalia seguía chupándome la polla, aproveché para acariciarle las nalgas, los pechos a Beatriz, ella empezada a gemir de placer.
Natalia al verlo se acercó a mi boca y nos dimos un morreo tremendo, metiéndonos la lengua y yo le correspondí acariciándole por encima de la ropa los pechos, que eran algo más grandes que los de mi novia. Que sensación poder tocar unos pechos mientras te están chupando la polla, besando, sobando 4 manos. Yo estaba excitadísimo y con la polla que parecía un mástil, impregnado de saliva. Beatriz estaba también excitadísima, no pudo aguantar más y le dijo a Natalia que ahora era su turno, que mientras me follaba se fuera desnudando.
Era increíble, ver a mi novia dirigiendo una orgía. Entonces Natalia se levantó y apartándose de mí empezó a desnudarse suavemente. Yo seguía sentado en el sofá, mi novia se puso encima de mí y mientras me besaba se introdujo mi polla dentro de un solo movimiento. No hay que decir que la excitación que tenía mi novia era más que suficiente para justificar lo lubricada que estaba. Yo no podía más, le cogí con las dos manos el culo y empecé a acompañar el movimiento de penetración, ella sentada encima, cabalgaba gritando:
– ¡Cabrón fóllame, fóllame, así, así!
Yo le chupaba los pezones y nos besábamos, ella después de unos instantes se corrió. Yo estaba a punto de correrme, pero quería correrme con Natalia. Mi novia se apartó y se puso a descansar en el sofá mientras Natalia que había visto toda la escena, se estaba masturbando de pie, yo me levanté y me acerqué a ella, nos abrazamos y empezamos a besarnos de forma lasciva, tocándonos el culo, sobándole las tetas.
Le cogí de la mano y le dije que se tumbara encima de la alfombra, cosa que hizo sin titubear. Le separé las piernas y empecé a comerle el coño. Ella se retorcía de placer y me calentaba más, me suplicaba que la follara, que quería notar mi polla dentro de ella. Me puse a su altura y con mucho cuidado le metí la punta, al ver que ella me abrazaba, decidí metérsela de un golpe.
Que placer notar otro coñito tan caliente, con matices diferentes, era más estrechito que el de mi novia y recibía más presión, lo cual hacía que disfrutara como un loco. Empecé a penetrarla, al principio lentamente, haciendo movimientos circulares, pero después empezamos un mete saca continuo, los dos gemíamos de placer.
A los pocos minutos ella tuvo su primer orgasmo, fue tan fuerte que apretó sus uñas sobre mi espalda. Mi novia estaba sentada en el sofá viendo el espectáculo y se masturbaba. Le pedí a Natalia que se pusiera a cuatro patas delante de mi novia y que le comiera el coño, de esta forma yo podía penetrarla al estilo perrito.
La estampa era preciosa, mi novia disfrutaba por la comida que le estaba haciendo su amiga y yo penetraba como un perro en celo a Natalia, miraba a mi novia que justo la tenía enfrente, nos sonreíamos y le decía que la quería muchísimo.
Mi novia tuvo un orgasmo y a los pocos segundos Natalia tuvo otro, seguidamente me corrí yo y tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida. Cuando saqué la polla, Natalia no dudó en limpiármela con su lengua. Seguidamente los tres nos fundimos en un abrazo y nos quedamos dormidos en el sofá. Fue una experiencia fantástica e inolvidable, la cual quedamos para repetir.
Saludos para todos.