Relato erótico
Los quiero a los dos
A riesgo de que piensen que es una “fresca” nos cuenta como se lió con su cuñado y que, pasado el tiempo, aun sigue manteniendo. No se arrepiente de nada y los quiere a los dos.
Patricia – MÁLAGA
Esto que voy a contaros, pasó hace ya varios años y empezó un día en que, a eso de las 8 de la tarde, me fui a buscar a mi novio a su casa, toqué al timbre y me abrió mi cuñado, un chico de 25 años, moreno, alto, ojos claros, muy guapo en general. Yo soy rubia de ojos marrones, algo gordita, baja, 1,55, pero se sacar partido de mi cuerpo,
Mi cuñado me había abierto la puerta liado en una toalla, pues se acababa de duchar, nos saludamos y le pregunté, tras entrar en el piso:
– ¿Y tu hermano?
– Ha ido con nuestra madre a hacer un recado – contestó.
– ¿Sabes si tardarán? – pregunté de nuevo.
– Creo que sí.
– Entonces me marcho – añadí dando media vuelta.
– Espera cuñada, quisiera hablar contigo – me dijo entonces él.
Me estuvo hablando un rato de una chica con la que salía pero yo notaba algo raro pues me miraba el escote y se reía hasta que yo, nerviosa, le dije que me iba pero él, entonces, se puso en la puerta dejando caer la toalla, apareciendo en su total desnudez.
– ¡Que haces! – le grité entre sorprendida y asustada.
– Venga, si en el fondo yo sé que eres como yo – me contestó.
A pesar de mis intentos para no mirar su cuerpo desnudo, mis ojos se iban a su polla que, aunque flácida, demostraba tener un buen tamaño y además era muy gorda, así como sus huevos.
– ¿Qué dices? – pude preguntar al fin y extrañada por su afirmación.
– Mi hermano me explica que necesitas mucho sexo y que eres muy buena en la cama y ahora me lo vas a demostrar.
Mientras hablaba yo, aunque intentando disimular, seguía sin dejar de admirar su cuerpo pero sobre todo, como ya he dicho, su polla que, aún estando arrugada, era una preciosidad en cuanto a tamaño y grosor. Al final se me acercó, colocó sus manos en mis hombros y acercando su boca a la mía, me dio un beso que casi me desmayo y aunque al principio quise separarme, luego no pude. Besaba de maravilla y yo necesitaba que me besara más, que me tocara y entonces, encendida y excitada, sin pensar en nada, me dejé llevar, dejando que, sin dejar de besarme con lengua, sus manos acariciaran todo mi cuerpo por encima de la ropa. Al rato me llevó a su habitación y me dijo:
– Pasa, te voy a enseñar unas cuantas cosas.
Me quitó la blusa despacio sin dejar de tocarme, me desabrochó el sujetador y al aparecer mis redondas y duras tetas, con los pezones ya totalmente erizados y endurecidos, me las mordía como un loco, me las pellizcaba y me las chupaba. Luego bajó las manos recorriendo todo mi cuerpo hasta llegar a mi coño.
Me miró sonriendo y tras quitarme la falda, y bajarme las bragas hasta las rodillas, empezó a tocármelo tan bien, metiendo ahora un dedo, ahora dos, acariciándome el endurecido clítoris, penetrándome con tres dedos como si fuera una polla, que no tardé en correrme de gusto. No me había corrido nunca así y me volví como loca.
– ¿Qué quieres que te haga yo? – le pregunté cuando pude reponerme del primer orgasmo.
– Chúpame la polla – me contestó escuetamente.
Me puse en posición, le cogí con una mano la base de la polla y con la otra los redondos y duros cojones y empecé muy despacio, con mordisquitos y chupetones hasta que, como una gran puta, se la chupé a fondo, como si me la quisiera tragar, hasta que me dijo:
– Para, no me quiero correr, antes quiero probar el conejito de mi cuñadita.
Me tumbó en la cama, cogiéndome de los tobillos, con ambas manos, me levantó lo que pudo mis piernas y cuando apareció mi raja por completo ofrecida, empezó a penetrarme poco a poco hasta que de un pollazo me la metió toda. Yo, como una loca, le pedía más, removiendo todo mi cuerpo presa de un delirio erótico que nunca antes había sentido, y más loca estuve cuando, con un fuerte empujón, me llenó todo el coño con su más que abundante leche.
En ese preciso instante llamaron al teléfono. Mi cuñado, aún resoplando por el placer que acaba de tener, lo cogió y era mi novio preguntando por mi y su hermano le dijo que yo no estaba. Entonces mi novio le dijo que dejaba a su madre en casa y que iría a verme a la mía. Al oír esto me vestí y me fui a mi casa. Al llegar mi novio me preguntó que era lo que había estado haciendo y yo le contesté que estuve viendo la tele pero lo malo fue que quiso hacerme el amor y yo, sintiéndolo mucho, ya no tenía ninguna gana aunque consentí en hacerle una mamada hasta que se corrió en mi boca, tragándome todos sus jugos, algo que me encanta.
Dos días más tarde me llamó el hermano de mi novio, invitándome a su casa para seguir recibiendo sus “enseñanzas”, según me dijo. Tentada estuve en mandarle al cuerno pero recordando lo que había gozado con él la primera vez, acepté su invitación. En el fondo si mi novio no se enteraba y yo me lo pasaba bien, no hacía mal a nadie.
Cuando llegué, él me esperaba igual que la primera vez, totalmente desnudo y con la tolla envolviéndole el cuerpo, pero que se quitó nada más cerrar la puerta.
– No me gusta perder el tiempo – me dijo, abrazándome y besándome con lengua.
A los pocos segundos yo estaba tan desnuda como él y los dos en su dormitorio. Después de excitarme a tope con sus caricias, sus besos, sus dedos en mi cocho, etc. me dijo que me pusiera a cuatro patas. En esta posición me la metió en el coño que ya chorreaba pero al mismo tiempo que empezaba a follarme, me acariciaba, con la punta de un dedo el estrecho orificio de mi ano hasta que, sin avisar, me penetró el culo con su dedo hasta el fondo. Me causó una impresión extraña pero no me dolió aunque sí sentí cierta molestia cuando metió dos de sus dedos en este estrecho orificio.
Estuvo un rato entrando y saliendo, con su polla y con sus dedos en mis dos agujeros hasta que, sacando los dedos de mi ano y su polla de mi coño, invirtió las caricias penetrándome el coño con los dedos metió, con una fuerza increíble su verga en mi culo. Lancé un grito de dolor pero ya no había remedio, toda la enorme y dura caña estaba dentro de mi, desvirgándome el trasero.
Lo curioso es que, como él seguía acariciándome el clítoris con sus dedos, la sodomización se me fue haciendo agradable y al final, cuando noté la salida de su leche quemándome el recto, me corrí gritando como una loca. Jamás había tenido tanto placer.
Ya os seguiré contando mi historia pero ya adelanto que mi novio hoy es mi marido, que mi cuñado y yo follamos cuando podemos, que mi marido jamás sabrá nada de eso y que yo soy muy feliz con dos hombres para mi.
Un beso para todos