Relato erótico
Logica pura
Tiene una novia muy atractiva, estudia en la universidad y da clases particulares a dos chicos. Él se da cuenta que los chicos se “aplican” más en mirarle el escote que en estudiar. Una noche fueron a tomar unas copas y se los encontraron en una discoteca.
Oscar – ELCHE
Todo empezó, amiga Charo, hace tres semanas cuando mi novia daba clases a un par de chicos de 20 años. Hay que decir que ella es una chica perfecta, una cara preciosa, unos pechos envidiables, unas curvas de vértigo y con las mejores piernas del mundo.
Ella se llama Sandra, tiene 23 años, estudia en la universidad y aprovecha en sus ratos libres para dar clase a chicos para sacar algo de dinero. Como decía antes, ahora también daba clases a dos chavales de la universidad, uno de pelo castaño, de 1,70 de estatura, cuerpo normal y un poco tímido, el otro era moreno, también de 1,70, un poco regordete y un poco salido.
Todas las tardes, de lunes a jueves, acudían a casa de mi novia para que les diera clase de repaso de matemáticas, pero claro, ellos estaban más pendientes de intentar ver su espectacular cuerpo que de repasar. Ella ponía mucho empeño en ello, pero ellos eran un poco pasotas, no paraban de cuchichear y de mirarla de arriba abajo. Pasaron los días y al final, empezaron a tomarse las clases en serio, mi novia quedo encantada y así iban haciendo amistad cada vez más.
Hace dos días salimos por la noche a la discoteca, ella estaba preciosa y pensé, no sé por qué, que se había preparado para algo esa noche. Llevaba un conjunto interior de tanga y sujetador de encaje color rosa que yo le regalé, una minifalda de color beige con unas medias de color carne que llegan hasta el final del muslo con una liga, una camiseta de licra blanca de tirantes y unos zapatos blancos de tacón altos.
La verdad estaba como un tren y no paraba de decirme que si estaba bien, y yo le respondía que tenía unas ganas inmensas de follármela. Ella se reía y me miraba con ojos seductores, provocándome.
Cogimos un taxi para ir a la discoteca, y al llegar ella vio a sus dos alumnos con sus amigos, la miraron y la saludaron. Andrés, como se llama uno de ellos, no paraba de mirarla de arriba abajo, aunque los dos estaban pasmaos delante de mi novia, cayéndoles la baba, y Sandra hablando con ellos.
Ella sabía que les atraía a ambos, y me dijo que esa noche quería jugar un rato con ellos, sobre todo con el gordito, que dice que es un poco cerdo, y yo me mosqueé cuando me lo dijo, pero ella me inspiraba confianza, y además, me daba morbo esa situación.
Ya dentro de la discoteca, yo estaba bailando con mi novia, estábamos muy juguetones, ella buscaba con la mirada a Andrés, que estaba con su grupito de amigos, mirando embobaos a mi novia, hasta que me dijo que iba un rato a ver que hacían.
Se fue hacia ellos, todos empezaron a piropearla y ella se sonrojaba. Empezó a bailar con ellos, pero más con su alumnillo, Andrés. Yo les miraba, pensando en qué podía pasar, y estaba en la barra, con mi cubata, observando la situación. Mi novia bailaba sensualmente y sus movimientos eróticos hacían que Andrés se excitara.
Al rato ella se le acercó y él la cogió, quedando pegados y mi novia rozándose con Andrés. Frotaba su precioso culo con la entrepierna de él, donde empezaba a crecer un enorme bulto. Eso a mi novia le excitó bastante, y la cosa estaba subiendo de tono. Yo no quería consentirlo, pero la situación me estaba gustando, me excitaba, así que decidí observar y no intervenir.
Mi novia, al ver ese pedazo bulto, empezó a susurrarle cosas al oído a Andrés. Él me miró con una sonrisa como diciéndome que esa noche ella iba a ser para él. Al rato ambos se separaron del grupo, se fueron al baño y Andrés empezó a besarla. Ella se dejaba. Las manos de él agarraban su culo mientras ella acariciaba su miembro, que estaba duro, pero aún oculto bajo su pantalón. Andrés no tardó nada en sobarle las tetas, pero cuando intentó besárselas, ella le paró diciéndole que no. Entonces Andrés la cogió y salió de la discoteca con ella de la mano, pero yo les seguí.
Él se la llevó a un banco, se sentó y ella quedó de pie. Andrés levantó suavemente su falda, dejando al descubierto su tanga rosa con esas medias lujuriosas de liga, mi novia sonrió y le dijo:
– Cómetelo todo cariño.
Él aceptó la suculenta invitación, apartó el tanga y comenzó a lamer su dulce y recién depilado coño. Estaba húmedo, tierno, ella gemía como una loca y Andrés no paraba de comerle el conejo. Después le bajó el tanga, la agarró del culo, teniendo su enorme verga ya fuera del pantalón esperando entrar dentro de ella. A continuación la sentó encima de él, y dulcemente empezó a penetrarla. Estaban muy cachondos, excitadísimos, se iban a amar esa noche y nadie se lo iba a impedir.
Ella cabalgaba encima de él como nunca lo había hecho conmigo, me estaba poniendo los cuernos y disfrutaba como una zorra. Al poco se levantó y se agachó para mamar esa polla enorme, tiesa y gruesa. La chupaba, la besaba, recorría con su lengua todo ese gran rabo y Andrés, a pesar de que estaba gozando, la paró, diciéndole:
– No sigas, quiero correrme en tu coño.
Mi novia aceptó sin dudarlo y volvió a cabalgar sobre él. Mientras este le mordisqueaba y chupaba sus preciosas tetas, ella gritaba y gemía, lloraba de placer el saber que estaba follando con otro chico que no era yo, y encima joven. Andrés por fin se corrió y su líquido fluyó por dentro de mi novia. Ella estaba loca de placer, le había excitado y le decía:
– ¡Nunca he follado así con mi novio, he disfrutado muchísimo!
Como dos posesos del sexo se quedaron en esa postura durante un rato, él con su polla dentro de mi novia y besándose.
Al final se levantaron, ella se puso el tanga, se arregló y él se subió el pantalón con los calzoncillos. Se cogieron de la mano y volvieron a la discoteca, se quedaron con el grupo de Andrés y estuvieron bailando durante toda la noche, agarraditos, jugando, y al despedirse ella, como agradecimiento, le regaló el tanga, él lo olió y se lo guardó en el bolsillo de la chaqueta que llevaba.
Ella volvió a mi lado y se disculpó por no haber estado conmigo en casi toda la noche, diciéndome que había tenido que hacer unas cosas con sus alumnos. Y lo peor de todo no es eso, es que pensar que Andrés la vería toda la semana, porque es alumno suyo, y podrían hacer locuras en sus clases de repaso.
Saludos.