Loco por su culo

La conoció en una discoteca, iba acompañada de una amiga rubia muy atractiva pero, a él, le gusto ella. Estaba un poco gordita, pero su cara y sobre todo su culo… lo hipnotizaron. Salieron de la disco y se fueron a la playa. No tomaron el sol, pero se “tomaron” el uno al otro.

Joaquín – Valencia
Amiga Charo, Olga era una hermosa mujer, tirando a gordita, pero muy bonita de cara, ojos grandes, labios gruesos, enormes tetas, cintura estrecha y un culo inmenso que pedía a gritos una polla.
La conocí en un baile. Ella había ido acompañada por una amiga rubia muy espectacular pero, me atraía más Olga y salimos juntos de la disco. Fuimos a la playa y follamos varias veces en diferentes poses y gozamos como locos. Fue una de las noches más memorables de mi vida, pero faltó el postre, follarme su culo carnoso, bien delineado que me levantaba la polla de solo mirarlo.
Después de varios encuentros posteriores, todos lo cuales terminaron con muy buen sexo, decidimos alquilar un apartamento e irnos a vivir juntos, de modo que aunque no estábamos casados ella era mi amante, mi compañera, mi mujer.
Teníamos buenas relaciones, que generalmente empezaban con un 69, para luego follármela, con sus piernas abrazando mis nalgas. Otras veces la sentaba en la cama con mi polla clavada en su coño y muchas otras veces me la montaba en la posición clásica con ella boca arriba y sus piernas levantadas para que penetrarla mejor o en posición de perrito en la cama, apoyada en sus manos y sus rodillas, pero clavándosela siempre por el chocho. Nunca me dejaba clavársela por el culo.
No es que no me interesaba, al contrario, era la asignatura pendiente, cuando la conocí en lo primero que pensé fue en follármela por ese culo apetitoso que tiene y que todos los días me tenía loco pensando como hacer para hacerla ceder y desvirgárselo.
El problema es que ella tenía miedo de que le doliera y algún alma podrida le metió en la cabeza que si se le follaban por el culo iba a tener incontinencia o algo parecido y no se lo dejaba tocar por nada del mundo. Se ponía seria, se apartaba, se vestía y me dejaba en bolas con el pito duro a reventar y una calentura digna de figurar en el libro de los records. Yo había intentado muchas cosas, como por ejemplo estar haciendo un 69 y cuando ella estaba por correrse, excitada al máximo, le ponía un dedo en el culo, pero para mi sorpresa, ella aflojaba y me reprendía.
Otra vez conseguí una pomada que producía un efecto térmico sobre la piel para untársela por el culo y hacerla calentar tanto que aflojase, pero casi me costó la relación con ella. Así, por un tiempo me conformé con follármela de todas las otras formas, pero dejando tranquilo su exquisito culazo, pero yo seguía obsesionado con ese culo carnoso, redondo, con una raya bien marcada en medio y con un hoyito que pedía a gritos mi polla, aunque ella no lo permitía.
Así la cosas, me puse a pensar en como haría para desvirgárselo.

La primera idea que se me cruzó era la clásica, violárselo, pero no podía porque yo la quería y temía que eso provocara que se enojara y me dejara. Estaba claro que ella era muy severa con eso de mantener la virginidad de su trasero. La circunstancia ocurrió después fue a visitar unos días a su madre, que vivía en un pueblo.
Hasta ahí, lo más cerca que estuve de follármelo fue cuando ella estaba más excitada y le pude poner un dedito por unos minutos. Entonces comencé a pensar que si quería tirarme ese culo tenía que usar más de lo poco que había funcionado. Esto es excitarla más, convencerla de que no le iba a hacer daño y tratar de clavársela cuando estuviera descuidada y rapidito antes de que se arrepintiera.
Consideré que el momento adecuado sería cuando volviera otra vez de visitar a su madre porque, a menos que me hubiera puesto cuernos, vendría desesperada por su dosis de verga, desesperación que yo estaba estudiando como aumentar para que reventara de calentura y me permitiera algunas licencias que normalmente no otorgaba.
Compré otra crema, esta vez dilatadora y calentadora para su esfínter. Además compré un pequeño dildo para los primeros embates y habiendo leído que las mujeres se excitan con las películas eróticas, saqué del video un DVD cuidadosamente elegido donde los actores van lentamente al tema, pero luego de excitar la libido se entregan a relaciones orales, vaginales y anales.
Ella llegó después del mediodía, mientras yo estaba trabajando. Sonrió complacida mostrando sus dientes blancos al ver lo ordenada y limpia que le había dejado la casa, con un ramito de sus flores favoritas en el centro de mesa. Pensó que yo merecía una recompensa por ser buen compañero y amante. Y pasó por su mente que era lo que yo consideraría el regalo más preciado. Su culito. Pero eso no podía ser.
Entró en el dormitorio deseando ponerse cómoda y darse un baño y encontró sobre la cama una cinta para el pelo y ropa interior roja, que le había comprado para que la usara esa noche. Eran modelos de moda muy atrevidos que la harían lucir sensual y solo pensar en nuestro encuentro comenzó a mojarse, porque como dije ella era una chica muy caliente. Sin perder el tiempo se desnudó, se fue a la ducha y al salir se probó la ropa mirándose al espejo. Se puso la cintita en el pelo y se hizo un moñito. Sintió que estaba de rechupete y comenzó a imaginarse como iba a ser nuestro reencuentro.
No pudo evitar pasarse la mano por su coñito, apretándoselo y comenzando a pajearse. Se imaginaba conmigo a su lado, desvistiéndola rápido como a ella le gustaba, bajándole los tirantes de la combinación, mientras la besaba y con mis manos le acariciaba las tetas por encima del sujetador, luego metiéndole una mano en el coño, sacándole el corpiño mientras le chupaba las tetas y quitándole la braguita para meterle mi polla en su chocho en el que entraría sin problemas, porque ella ya iba a estar muy mojada.

Con la paja que se hizo alcanzó un orgasmo y esperó el momento en que yo llegara por la noche, así que se recostó en la cama para descansar del viaje y se quedó dormida. Después de unas horas se despertó todavía somnolienta y notó que aún era temprano y faltaban unas horas para que yo llegara. Observó que había una caja de DVD encima de la cómoda y no pudiendo con la curiosidad la puso en el aparato y encendió la TV.
La película trataba de una chica que reñía con su novio y por ello se iba a un bar donde tomaba unos tragos. Allí conocía a un sujeto atrevido y que la invitaba a beberse otra copa. Mientras la chica estaba entretenida, el barman le ponía una poción misteriosa en el vaso, que, le producía una tremenda calentura que la dejaba a merced del desconocido. Este, al notar el efecto del medicamento se la llevó de un saque a un reservado y comenzó a besarla y apretarla mientras ella débilmente decía que no. El sujeto la sobó toda, la desnudó y se la empezó a follar clavándole una verga negra, gorda y peluda como pocas. La chica había cedido en su empeño de resistirse y ahora quería más del placer que le producía la tremenda banana que le estaban clavando.
El tipo se la folló eyaculando varias veces pues era como una máquina del amor en vez de un hombre. Le echó leche por la boca, en las tetas, en su pubis y luego le comentó:
– Te he follado por todos los agujeros.
– Por todos aún no – le dijo ella y se puso boca abajo en la cama con su culo hacia arriba.
A esa altura Olga ya se había mojado toda y como no podía soportar las ganas de tener algo dentro de su coño, paró el DVD, fue a la cocina y regresó con una botella de refresco. Volvió a prender la DVD, se clavó la botella en su mojado coño y empezó a darle y a gritar como una loca de placer uniéndose a los gritos de la protagonista de la película. Llegó un momento en que cerró los ojos y entre gritos y jadeos de placer se corrió y tuvo un nuevo orgasmo.
Abrió los ojos y suspiró aliviada, observando nuevamente lo que estaba ocurriendo en la película. El tipo le estaba clavando su tremenda verga en el ano a la protagonista, mientras esta lo alentaba gritando:
– ¡Más, más… por favor…!.
Olga se puso a pensar si sería película o si la penetración por el culo podría dar tanto placer. ¿Estaría equivocada la amiga que la advirtió de los peligros de que se la follaran por el culo?
Mientras razonaba, la película mostraba como el actor le retiraba la enorme verga del culo de la actriz, dejando a su paso un enorme orificio. ¡Que impresionante!, pensó Olga. ¿Como pudo agrandarle tanto el agujero del culo? ¿Como se sentirá en verdad tener una verga adentro? ¿Será tan horrible? y finalmente, el agotamiento por su segundo orgasmo hizo que cayera nuevamente en una corta siesta.

Más tarde se abrió la puerta de la casa y aparecí yo, que no podía de la ansiedad de volver a encontrar a Olga. La casa estaba a oscuras, excepto en el dormitorio que se veía la luz de la televisión. Fue agradabilísimo contemplar a Olga en esa posición: semidesnuda, dormida boca abajo, sobre las sábanas, con la ropa de cama que le compré que realzaba su sinuosa figura, sus gruesas tetas, sus contorneadas piernas y su exuberante culo. Yo hubiera pagado por ese espectáculo y lo tenía gratis.
Silenciosamente me desnudé, apagué la televisión, patiné sobre un envase vació de refresco, que estaba al costado de la cama, y me di un golpazo en el coxis que me quedó doliendo y finalmente, me metí en la cama Me puse al lado de ella y aprovechando que estaba desnuda, la comencé a acariciar y le di un beso en la boca. Entre dormida me dijo:
– ¿Eres tú mi amor?
Siguió una conversación tradicional donde nos preguntamos como nos había ido, nos dijimos que nos extrañamos y yo aproveché para besarla tirándome encima de ella, que correspondió abrazándome y refregando mi cara contra sus tetas.
Estaba ansioso por follármela, así que comencé a desvestirla entre caricias, besos, abrazos y mucho manoseo, hasta que quedó completamente caliente y desnuda. Me pidió que le clavara mi verga en el coño, pero exigí que pagara un precio, chupármela, cosa que hacía muy bien.
Forcejeé un poco con ella hasta que logré ponerla boca arriba chupándome la polla y alcancé sus piernas carnosas y su pubis negro. Así con mis muslos aprisionaba su cara para follarme su boca como si fuera un coño, mientras con mi lengua alcanzaba su clítoris. Comencé a notar como su cuerpo subía de temperatura, su coño se llenaba de fluidos, mientras mi lengua largaba estocadas como si fuera una espada y su boca succionaba mi pene como si fuera la teta de una madre al que su bebe quiere tomarle toda la leche.
Teníamos un trato, cuando a mi me vinieran ganas de eyacular no debía detenerme. A Olga le encantaba succionarme toda la leche y tragársela, así que cuando no pude más, empecé a eyacular sin contenerme, para mi placer y su regocijo.
Hicimos una lógica pausa, nos pusimos boca contra boca y entre besos y abrazos, Olga recordó cuanto extrañó nuestras noches de amor y me pidió que se la clavase en el coño. Yo le dije que para que mi pito volviese a ponerse duro necesitaba que se pusiera boca abajo y me permitiera refregársela sobre la raya de su culo, a lo cual accedió porque ya lo habíamos hecho antes, pero yo nunca la forcé y no se la clavé en el ano como deseaba. A su vez, a ella, aunque no quería admitirlo le excitaba que mi pistola se refregara sobre su raya y su esfínter pero no me permitía penetrarla.

Yo estaba totalmente encima de ella y comencé a chuparle los lóbulos de las orejas. Uno primero, el otro después. Eso la calentaba sobremanera. Con mis manos le agarraba sus tetazas y se las manoseaba, a la vez que refregaba mi polla por su culazo. Esa situación hizo que aunque acababa de eyacular, mi polla se pusiera dura para la próxima penetración. Fui bajando con mi cuerpo hacia abajo del suyo, besándole los hombros, luego la espalda y al llegar a su cintura invertí la posición de mi cuerpo. Siempre boca abajo, pero ahora con mi polla sobre su espalda y mis manos manoseando sus glúteos. Empezó a protestar y yo le dije:
– ¡No protestes, que no te estoy haciendo nada!
En realidad lo que hacía era excitarla y para distraerla comencé a pasar mi lengua por toda su raja, metiéndosela en su recorrido por el esfínter y por su coño. Por el esfínter protestaba, pero por el coño se callaba, así que la situación seguía tensa pero controlada. Luego seguí bajando, volviendo a refregar mi polla contra su culo y agarrándola de la parte posterior de sus muslos para luego apretarle fuertemente la planta de los pies, lo que le produjo una agradable sensación tranquilizadora. En la punta de la cama había dejado un potecito con crema para dilatar el esfínter, así que solté mi mano derecha, la introduje en el pote y luego la llevé a su raja, metiéndole los dedos embadurnados en su culo.
– ¡Eso ya sabes que no lo permito! – gritó, apartándose.
Lo que sigue, amiga Charo, te lo contaré en una próxima carta pues pienso que me he alargado demasiado en mi relato.
Besos y hasta muy pronto.