Relato erótico
Ni contigo, ni sin ti
Su marido es un “adicto” al sexo y cada día le exigía más. Ella, lo quiere con locura, pero llegó un momento en que estaba cansada de aquel estilo de vida. Pero, cuando él le dijo que se iba por unos días, no lo pudo soportar y…
María V. – MADRID
Amigos de Clima, soy una mujer de 42 años, vivo en Madrid, gordita, casada hace 12 años con una persona que es súper especial conmigo, muy detallista, me ayuda en todo lo que puede, se mantiene pendiente de mí y mis cosas, en fin es un amor. En la cama ni se diga, es súper apasionado, siempre está pidiendo más y es allí cuando comienzan todos nuestros problemas, porque es un completo adicto al sexo. Por él he hecho cosas que en mi vida había soñado, como ir a sitios donde se reúnen parejas, hacer intercambios, ir a cines a ver películas porno, beber en exceso en las discotecas y luego salir, quitarme el pantalón, y quedar solo con la blusa, mostrando mi sexo al desnudo… en fin, cada día inventa más cosas. Por eso terminamos porque yo no podía seguir con aquel ritmo, o al menos lo pensaba en aquel momento.
La primera noche que dormí sola fue horrible, no pegue ojo. Y sabia que la cosa iba en serio, que no volvería.
Pasaron los días y nada. Hasta el sábado, que me quedé en la cama pensando qué haría para distraerme y sonó el teléfono, contesté como de mala gana, porque no quería saber de nadie, pero era él que al decirme “hola”, a mí me recorrió una corriente por todo el cuerpo, no pude contenerme y me eché a llorar como una niña, diciéndole que no podía más, que regresara.
– No, hasta que no esté seguro de tu cambio – me dijo.
– Haré lo que tú quieras – le contesté enseguida,
El me respondió que habría que verlo, añadiendo:
– Yo voy a estar fuera de la ciudad, pero regresaré por la noche, espero que pueda.
– Dime que haremos, yo haré lo que digas – le dije.
– Esta noche saldrás, como a las 12:30 de la noche, vestida como una golfa a las calles que me gustaba llevarte – me dijo – Yo te recogeré, luego te dejaré en tu casa y el domingo nos encontraremos en el teatro que siempre vamos, a las tres de la tarde ¿de acuerdo?,
– Está bien, haré lo que quieras para demostrarte que todo será todo distinto.
Salí al centro y compré un vestido corto, unos zapatos y unas medias, regresé a casa. Me puse el vestido y le hice algunos abriéndole una abertura en la parte de atrás que insinuaba más mi culo y luego me maquillé
Llegaron las 12, llamé un servicio de taxi para que me recogiera, el taxi llegó 10 minutos después, pitó, yo salí, cerré la puerta y el taxista, mientras no quitaba la mirada de mi entrepierna por el espejo. Llegamos a la dirección que le di, pero por allí, no veía a mi marido.
De pronto se acercó un coche 4×4, con los cristales opacos, bajaron el cristal del lado derecho del conductor y un tipo de unos 40 años me dijo:
– Hola guapa, ¿cuanto nos cobras a los cinco?
Yo no sabía qué hacer, pero cuando iba a responder, bajaron el cristal de la parte de atrás de los pasajeros y allí estaba mi hombre. Enseguida sonreí y le dije a los cinco, 6.000 euros. Todos se echaron a reír y me hicieron subir sentándome encima de los tres que iban atrás, entre ellos mi marido, y allí aprovecharon para sacármelo todo, dejándome completamente desnuda y empezando a manosearme toda.
Sin darme cuenta ya tenía una tranca en la boca y mi barbilla chocaba con sus bolas, entonces llegamos a un motel al norte de la ciudad, entramos, nos fuimos a una de las habitaciones, me acosté en la cama, me abrí de piernas y mi marido empezó a lamerme el clítoris. Estaba ya tan excitada que necesitaba que me la metiera.
Después de un rato de “cabalgarlo”, entró otro de ellos, y en menos de un minuto ya me la estaba metiendo por el culo. Mi marido me follaba por delante y el otro tío me enculaba. Una maravilla.
Mientras me follaban me decían que iba a tragarme una buena cantidad de leche, y así fue. Cuando estaban a punto de correrse, me hicieron poner de rodillas y se corrieron abundantemente en mi boca.
Cuando acabaron, entraron los otros. Aquello no acababa nunca. Mientras uno me follaba el culo, el otro me la metía en la boca y el tercero en el chocho.Tragué leche en cantidad y acabé rota. Me dolían todos los agujeros del cuerpo.
Lo que se me había olvidado contaros es que durante toda la noche, mi marido hizo ver que no me conocía. Sencillamente era una fulana a la que había recogido en la calle para follar.
Por la mañana sonó el teléfono y era mi marido dijo que le había gustado como me había comportado que recordara que teníamos otra cita hoy, le dije
– No te preocupes, allí estaré para que veas que haré todo lo que me pidas.
Era domingo, llegué en un taxi y él estaba esperándome en el parque junto al local de intercambios, nos saludamos y entramos. Yo llevaba el vestido que a él le gustaba, eso le llamó más la atención.
Vimos unas cuantas escenas de películas porno, nos tocamos y luego nos fuimos hacia los sofás. Le bajé el pantalón y empecé a mamársela. Como salidos de la nada aparecieron dos tíos, y aprovechando mi postura, uno me la metió por el culo, mientras el otro se colocaba debajo de mí para metérmela por el coño. Al que me daba por el culo le llegó la hora de correrse y como yo tenía la boca ocupada se corrió en mi espalda. Pero mi marido y el otro, me sentaron en el sofá y se corrieron en mi boca. Me dieron una buena ración de semen.
Cuando salieron del cuarto entraron en la habitación tres tíos nuevos que estaban viendo una película, llegaron con sus enormes pollas en la mano. El que más me llamó la atención era un negro que se estaba acariciando un pedazo de trozo de carne descomunal.
Cuando me vieron me saludaron y me dijeron
– Hemos venido a ver películas porno, pero en la sala nos han dicho que eres fabulosa con las pollas y hemos venido a probar.
Yo no me hice de rogar y de ver la verga del negro sentí nuevamente unas ganas inmensas de tener sexo. Le dije a mi marido que me acercaría a ellos, el dijo:
– Claro amor, demuéstrame lo caliente y guarra que eres
Dije quiero empezar contigo y señalé al negro. Estaba sentado en un sofá con la polla tiesa, enorme, me arrodillé en medio de sus piernas y con mi mano empecé a acariciarla. Después, la recorrí con la lengua desde la punta hasta sus enormes huevos, después de haberla recorrido la empecé a chupar y con mi mano seguía acariciando sus huevos, era algo delicioso tenerla en mi boca.
El tío estaba extasiado, pero empezó a acariciarme el chocho con sus enormes manazas. Restregaba mi clítoris con rapidez y me hizo correr a los pocos minutos. Mi marido se pajeaba y veía la película en vivo desde donde se encontraba, los demás también se la estaban pelando.
Cuando creí que el negro tenía la polla lo suficientemente tiesa me subí encima y me la clavé hasta el fondo del coño. Aquello era una locura, parecía que me estaba reventando el chocho. Empecé a follármelo a toda velocidad y me corrí dos veces. El tío gemía y gritaba, hasta que me dijo:
– Quiero correrme en tu boca de guarra.
Me arrodille y empecé a mamarle la polla otra vez, mientras le agarraba los huevos con fuerza. De pronto noté como si una manguera se vaciara en mi boca. Nunca me habían escupido tanta leche de golpe.
Cuando acabó, me levanté y mi marido me dijo que ya podía ir a lavarme.
Salimos del local, yo esperé en la entrada hasta que el llegó con el coche. Llegamos, a casa, me di un buen baño, salí con una toalla al salón donde estaba él y le dije:
– ¿Merezco que te quedes conmigo?
– ¡Si te comportas así, como este fin de semana, seré el más feliz!
El se quedó y desde aquella experiencia, nuestra vida es maravillosa. Cada día me gusta más el sexo y cada día disfruto más haciendo feliz a mi marido.
Besos a todos.