Relato erótico

Lo echo en falta

Charo
16 de noviembre del 2018

Se había dado una ducha y de pronto llego su novio. Como no se veían muy a menudo lo primero que hicieron fue echar un buen polvo. Mientras estaban follando le dio la sensación de que alguien los estaba espiando. Averiguó quien era y en este momento empezó todo

Susana – Almería
Hola Charo, me llamo Susana, tengo 23 años, me encanta el sexo y tengo varias experiencias, me gusta leer relatos eróticos y por eso me decidí a publicar mi historia
Todo comenzó un mediodía en mi casa. Me estaba duchando después de mi rutina mañanera de gimnasio, cuando llegó Carlos, mi novio, al cual no veo muy a menudo y cada vez que nos vemos no desaprovechamos la oportunidad de follar, pues la verdad me gusta mucho hacerlo. Carlos entró en mi habitación donde yo esperaba cambiarme, se sentó en mi cama, yo me coloqué frente a él y abrí mi bata, ofreciéndole mi cuerpo desnudo.
Carlos comenzó a juguetear con mis pezones lamiéndolos, mordiéndolos y chupándolos, mientras con la otra mano tocaba mi coño hasta que, de repente, me acostó en la cama, separó mis piernas y comenzó a lamer mi clítoris, cosa que me volvía loca. Me lo chupó por largo tiempo, luego me penetró con sus dedos mientras lamía mi ano. Estaba a punto de estallar cuando me di cuenta de que la cortina del ventanal estaba abierta, pero eso no me preocupo pues en casa solo estaba la señora del servicio. Cuando tuve un orgasmo profundo desvié mi mirada hacia la ventana y pude ver como un hombre estaba parado observándonos. Nuestras miradas se chocaron y en vez de asustarme algo me atrajo en esa mirada, nos quedamos mirando fijamente por unos segundos y cuando mire hacia otro lado el hombre ya no estaba. Carlos no se dio cuenta pues él estaba dando la espalda a la ventana.
Después de esto me vestí y fui a la cocina sin poder dejar de pensar en la mirada de aquel hombre y le pregunté a la señora del servicio si sabía quien era y me dijo que era un trabajador que había contratado mi padre para hacer mantenimiento del jardín y la piscina, pero que solo iba los jueves. Por la tarde me dediqué a hacer un poco de gimnasia y mientras trabaja en la bicicleta estática, sentía que alguien me miraba y cuando giré mi cabeza vi aquel hombre mirándome el culo. Eso me puso caliente, él disimuló, pasó por mi lado, yo lo saludé y él me contestó tímidamente.
Toda la semana pensé en aquel hombre y en su mirada penetrante hasta que llegó el esperado jueves. Cuando lo vi, de inmediato lo invité a que me acompañara a tomar un zumo. Luis, como se llamaba él, era un poco tímido al comienzo y le tuve que sacar las palabras, pero después fue tomando confianza. Hablábamos de cosas triviales cuando, en un momento dado, él me puso la mano en el hombro lo cual me estremeció y en ese momento pensé qué tenía este hombre que me perturbaba así, pues era un hombre de 48 años, bajo de estatura, no tenía ni buen cuerpo ni cara atractiva y para acabar de detallarlo era negro.

En cambio yo soy una mujer joven, rubia, alta, con un hermoso cuerpo gracias al gimnasio que hago a diario y también a alguna cirugía, sobre todo en mis tetas donde aumenté unas cuantas tallas, es decir soy una mujer que podría tener a cualquier hombre. Volviendo con el tema, la charla que tenia con “mi negro”, él abrió su corazón y me contó que tenía muchos problemas económicos en su familia cosa, que me conmovió y le di algo de dinero. Al jueves siguiente encontré unas flores en mi cama con una nota de agradecimiento de Luis. Fue un detalle de los que enamoran y aprovechando que “mi negro” estaba trabajando en la piscina salí a broncearme y me coloqué el bikini más atrevido que tenía, el cual era de hilo dental y casi transparente. Me acosté y comencé a hablar con Luis, él me agradeció personalmente mi detalle, yo le agradecí por el detalle suyo y para darle un poco de calor a la conversación me puse boca abajo y le pedí a Luis que me pusiera el bronceador.
Desabroché mi sujetador, él pasó mis manos por mi espalda y yo casi me corro pues el solo roce de nuestras pieles me ponía muy caliente. Al rato le pedí que me pusiera el bronceador en los glúteos y él accedió tímidamente, porque era un hombre muy respetuoso. Cuando pasaba las manos por mis nalgas me decía que era una mujer muy bella y cuando dijo eso, me giré y le enseñé otra vez mis enormes tetas. El me ignoró y comenzó a trabajar en la piscina pero yo lo llamé y le dije que cuando hablara conmigo me mirara a los ojos, él me miró por unos segundos y luego volvió al trabajo, entonces me levanté y me fui para dentro de la casa.
Pero yo no podía esperar para verlo solo una vez por semana así que necesitaba una excusa para verlo más a menudo. Al final hablé con él y le pregunté si sabia algo de plomería, él me dijo que algo sabía pero a mi no me importó y le dije que necesitaba que me instalara una bañera de hidromasaje en el baño, de esa manera lo vería unos días seguidos.
Luis era súper detallista conmigo, me regalaba flores y su estancia en mi casa fue maravillosa pues todo el tiempo estaba con él hasta el punto de descuidar mis cosas y echar a mi novio. La verdad creo que estaba enamorada pues hasta soñaba con él y así estaba hasta que un día Luis me mostró la bañera terminada, solo faltaba desinfectarla. Yo cerré la puerta, le pedí que llenara la bañera y le dije que él sería el primero en utilizarla.
Cuando le pedí que se quitara la ropa, solo accedió si me daba la vuelta para no mirarlo, así lo hice así, encendí la grabadora y comencé a realizar un baile muy sensual. Él estaba dentro de la bañera, le di la mano para que saliera, me quite la blusa y Luis comenzó a besar mis pechos mientras me tocaba el coño con una mano. De pronto me di cuenta que algo tenía bello Luis y era su enorme y gruesa verga negra la cual comencé a menear mientras el lamía mis pezones, pero pronto no aguanté más, tenía que tener esa verga de ébano en mi boca.

Para ello lo senté en el borde de la bañera, me la metí en la boca, se la chupé de arriba abajo y cuando traté de meterla toda en la garganta no me cabía y eso que ya había chupado hasta dos al mismo tiempo, aunque eso es otra historia.
Le lamía el glande y las bolas lo cual le gustaba mucho a Luis, luego lo acosté en el suelo y me senté en aquel enorme elemento. Me dolió un poco pero después era solo placer, me empujaba muy duro y yo gemía como una perra en celo hasta que él me separó y soltó un chorro de leche que quedó en su estomago y pecho, yo lo besé, locamente feliz y probé un poco de su semen.
Después de esto nuestros encuentros fueron mucho más comunes, todos los días nos veíamos y follábamos a todas horas. Pero un día cambió nuestra suerte mientras nos bañábamos en la piscina, teníamos ganas de follar y nos fuimos a un rincón, yo aparté mi bikini, él introdujo su verga dentro de mi coño, saqué mis tetas y se las puse en la cara. Cuando de repente vi a mis padres a lo lejos que acababan de llegar de viaje de Estados Unidos, de inmediato me separé pero mi padre lo dijo todo con su mirada, yo lo abracé disimulando pero él miró a Luis como con ganas de matarlo. Desde ese día nuestra relación cambió mucho pues Luis no pudo volver todos los días, así que decidí invitarlo a un motel, al cual fui prácticamente disfrazada para no ser descubierta.
Cuando llegamos al motel encendimos el televisor y lo colocamos en el canal de adultos donde precisamente mostraban a una hermosa rubia follada por tres musculosos negros. Esa escena me calentó muchísimo. De inmediato amarré a Luis a las barandas de la cama, le quité toda la ropa y comencé a hacerle un baile erótico y a quitarme la ropa lentamente, todo encima de él. Luis solo podía tocarme el coño con los dedos de los pies, luego yo esparcí miel por todo el pecho y la verga de Luis y lamí sus pezones y chupé sus bolas lo cual era delicioso para mí, rodee su hermosa verga negra con mis tetas y comencé a hacerle una paja con ellas. Luis pedía piedad, no aguantaba más así que decidí soltarlo y Luis, con un gran ímpetu, separó mis piernas y comenzó a clavarme con violencia lo cual me encantaba sobretodo proviniendo de él.
Después de un rato de placer, me la sacó y me colocó a cuatro patas, comenzando a lamer mi coño con su larga y puntiaguda lengua hasta que también comenzó a lamer mi ano, lo llenó de saliva, se puso encima de mí y comenzó a clavarme su negra verga en mi lindo culito blanco. Esto yo ya lo había hecho antes pero no con una verga tan grande y me dolió mucho, pero afortunadamente “mi negro” no tardó mucho en soltar su chorro dentro de mí. Aprovechamos todo el tiempo de estar allí y lo hicimos varias veces.
Cuando iba conduciendo a casa, hablábamos de lo nuestro y Luis me dijo que él no podía seguir con esta situación pues no me quería engañar porque el veía que yo estaba muy ilusionada con él y Luis no me amaba y estaba conmigo solo por interés, porque yo le ayudaba económicamente.

A la única mujer que amaba era a su esposa. Esas palabras me dolieron en el alma, sentía envidia de aquella mujer que enamoraba a “mi negro”, así que le pedí que me llevara a su casa para conocer a su mujer. Al principio él se negó, pero al fin accedió así que fuimos a un barrio muy humilde donde vivía, allí me presentó a su esposa, una mujer negra de una edad muy similar a la de él, conocí a sus tres hijos, su hija mayor de 21 años de edad una negra muy hermosa, un joven de 18 años fuerte como un toro y una niña de apenas 12 años. Su mujer estaba muy honrada con mi visita, hablé largamente con ella y me contó lo especial que era su marido y como sus hijos lo adoraban, me sentí un poco culpable por esa situación así que antes de salir le regalé un cheque y me marché.
Después hablé por teléfono con Luis y me dijo que mi padre lo había despedido y que inclusive lo había amenazado para que no volviera a ir a mi casa. Desde ese momento no volví a saber de Luis, trato de olvidarlo aunque lo extraño mucho, especialmente su hermosa verga negra. Desde aquel momento me he vuelto adicta a las vergas negras y todo lo relacionado con sexo interracial.
Besos, querida amiga y hasta otra.

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