Relato erótico
Lo deseabamos
La base de este relato es la confianza que tienen, el uno de la otra. Muchas veces han fantaseado con montar un trío con otra mujer, y un cúmulo de casualidades lo hizo posible.
Víctor – Alicante
Mi mujer, amiga Charo, me dijo que había conocido a Rita, una mujer bastante liberal ya que le había propuesto salir a divertirse cuando los maridos estuvieran de viaje. Mi mujer me comentó que ella siempre había tenido la fantasía de verme follar con otra y que la tal Rita le parecía muy bien porque era bonita y tenía buen cuerpo. Un día al hablarme por teléfono me dijo:
– Aquí está Rita, en casa, y estoy contándole todo lo que hacemos en la cama porque quiero que te la folles delante de mí.
Yo me reí pero sentí una excitación que me puso la polla dura al imaginarme lo que ella me decía, pero más el hecho de que mi propia mujer me estuviera consiguiendo tan rico manjar.
– Sí, amor – le dije – consíguemela y le haré lo que tú quieras.
Días más tarde Rita empezó, por deseos de mi mujer, a chatear conmigo y empezamos a preguntarnos cosas personales hasta que, poco a poco, empezamos a pisar terrenos íntimos y ella empezó a contarme que su marido no la satisfacía y que deseaba a otro hombre, y que alguna vez ya le había puesto los cuernos a su marido que, dicho sea de paso, era muy poquita cosa y encima catorce años mayor que ella, lo que según Rita le restaba meritos porque no andaba al mismo ritmo sexual.
Mi mujer no paraba de hablar de nuestras intimidades a Rita lo que según me decía mi mujer la ponía interesadísima y preguntándole más cosas de nuestra vida sexual. Un día en el chat me preguntó Rita si había hecho el amor cibernético y le dije que sí, con una chica y mi mujer, y ella me dijo:
– ¿Te gustaría hacérmelo ahora?
– Encantado –contesté- Es lo que yo quería.
Nos pusimos a follar por internet y la verdad fue muy excitante porque me divertía con las cosas que decía y me puso bien cachondo imaginándomelo todo y prometiéndome hacerlo mejor personalmente.
Al visitar a mi familia, como lo hacía cada mes, Rita y su marido nos invitaron a tomar café y a ver fotos de su familia. Ella me las enseñaba a mí lo que yo aprovechaba para acariciarle la mano y lanzarle miradas de deseo. En un momento su marido subió a la planta alta y mi mujer se metió al baño guiñándome un ojo, lo que aproveché para manosear a Rita tocándole los pechos y acariciándole el coño por encima de la ropa, lo que me puso caliente y con la polla dura. Mi mujer al salir del baño me miraba como diciéndome:
– ¿Qué le hiciste, que ha pasado?
Al salir de la casa de Rita, mi mujer me hizo la pregunta directamente y le conté lo poco que había pasado con lo cual ella se mostró emocionada y diciendo:
– Quiero verte follar con ella.
Al día siguiente, llegando del gimnasio, mi mujer me dijo:
– Tienes una oportunidad para joderla y es mañana, así que prepárate.
No voy a negar que me sentí excitado y con la boca seca pensando en que la iba a tener en mis brazos al otro día y que mi mujer la había convencido de follar conmigo. Al día siguiente llamé a Rita y le dije:
– Estoy solo, ven, mi mujer me dijo te doy una hora así que aprovéchala.
Ella llegó riéndose nerviosamente y diciendo:
– ¿Qué hago… qué hago…?
– Nada – le dije y la abracé sintiendo su cuerpo caliente en mis brazos.
Inmediatamente le metí mano tocándole su coño y sus duras nalgas, ya que el tanga que llevaba las dejaba al aire. El sentir su cuerpo, sus senos y sus nalgas me emocionó y me arrodillé para besarle los muslos y recorrer sus piernas con mi lengua sintiendo el gusto de su vagina y tocándole con lascivia las nalgas.
Al poco rato le quité su minifalda de mezclilla y la cargué en brazos, llevándola al sillón más cercano, sentándola y abriendo sus piernas para quitarle el tanga. La visión de su pelambrera me excitó al grado de querer comerme su coño para lo cual le abrí las piernas y empecé a chupar con lascivia su adorable sexo. Le apretaba los pezones y recorría sus nalgas mientras mi lengua lamía su clítoris y vagina entera, y luego el ano. Ella daba gritos de gusto, cogía mi cabeza y la empujaba contra su pelvis hasta que la levanté y nos fuimos a la habitación para seguir nuestro juego.
Allí me puse encima y empezamos a besarnos recorriendo su cuerpo con mi boca hasta llegar a la parte interna de sus muslos y luego seguí hacia su coño, mientras que ella tomaba mi polla y acariciaba el tronco y mis huevos. De nuevo le di con la lengua en el clítoris, siguiendo sus labios y bajando hacia su ano. Ella no podía más y me dijo:
– ¡Fóllame, fóllame… no tengo mucho tiempo!
– Ponte a cuatro patas – le dije entonces y la vista de su coño me puso la polla erecta.
– Primero deja que te de una chupadita – exclamó – ¡Que dura y gorda la tienes… quiero tu leche!
Ella se apoderó de mi polla y chupó con lujuria, relamiéndose los labios con el líquido preseminal y con su lengua recorriendo el glande y haciéndome ver las estrellas. Luego la puse a cuatro patas y le metí la polla escuchando como suspiraba mientras entraba en su coño. Se empezó a mover y comencé el metisaca sintiendo como apretaba mi polla y gritaba:
– ¡Dame… dame… métemela toda, dame tu leche!
– ¿Te gusta putita, te gusta que te folle, te gusta ser mi puta? -le preguntaba yo.
– ¡Soy lo que quieras pero dame, dame, no te pares, sigue que follas mejor que mi marido! -respondía ella.
Al oír eso me excité a tope y ella lo noté diciéndome:
– ¡Me corro, sí me corro… sigue, sigue, no pares… oooh…!
Me vine como hacía mucho tiempo no lo hacía. Luego nos vestimos y me dijo que se iba porque mi mujer no tardaría en llegar. Se fue y a los pocos minutos regresó mi mujer que me dijo:
– Cuéntame, ¿como te fue, te gustó? – yo la quise abrazar y besar pero ella añadió – No, ahora no, estoy un poco celosa.
Esa noche follamos mi mujer y yo y el orgasmo fue fenomenal recordando la follada que tuve con Rita. Quiero que sepáis que lo que sentí es mejor que cualquier cosa que recuerde que me haya pasado. Días después seguí chateando con Rita y recordábamos lo bien que habíamos follado hasta que un día me dijo:
– ¿Sabías que tu mujer te prestó para follar conmigo?
Yo, fingiendo, le dije que por supuesto que no lo creía, pero que si ella lo decía pues que aprovechara la ocasión y siguiéramos follando con permiso, a lo que ella me respondió:
– Es que así no me atrae, me gusta más la emoción, el peligro.
Un día mi mujer me dijo que quería ahora hacer un trío, que convenciera a Rita. A este tema poco a poco me fui dedicando en los próximos días, despertando el interés de Rita, que me había hablado de que una amiga suya la había invitado a un trío con el marido de ella pero que solo había asistido para mirar. Total que un día ella aceptó hacerlo y quedó que para la próxima vez que viniera a mi casa lo intentaríamos, pero que no prometía nada.
Un lunes, regresando del gimnasio, ella y mi mujer estaban en casa tomando café. En un momento dado mi mujer salió de la cocina y con el pretexto de ir al baño, se esfumó, empezando yo a meter mano a Rita, subiéndole la minifalda y tocándole el coño, que ya tenía húmedo. Al rato miré hacia las escaleras y vi que mi mujer estaba observándonos metiéndose la mano dentro de la braga y empezaba a masturbarse viendo como yo le metía los dedos en el coño de Rita y sobaba su clítoris mordiendo sus pezones tiesos y duros.
El tanga que llevaba me permitía agarrarle las nalgas y apretarlas hasta que me pidió que le comiera el coño y le metiera un dedo en el culo. Así estuve mamándole, metiéndole el dedo atrás y mordiéndole los pezones, aunque de cuando en cuando me giraba a ver a mi mujer, que estaba súper caliente masturbándose y sonriendo con complicidad. Rita estaba súper caliente y entonces le pregunté que sí hacíamos el trío.
– Empezad vosotros y luego voy yo – dijo tras dudar unos segundos.
Subí al piso y mi mujer me preguntó que era lo que Rita había dicho, se lo expliqué, ella se sentó en el sillón y sacando mi polla empezó a mamármela al mismo tiempo que llamaba a Rita para que subiera a ver, pero Rita no subía así que bajé a ver qué pasaba y tomándola en brazos y la subí al piso y nos sentamos a ver unas fotos que yo había bajado de internet.
Se trataban de sexo anal y entonces mi mujer me dijo que me sentara entre las dos. Una vez sentado, mi mujer me hizo señas para que acariciase a Rita y yo, estirando mi mano, empecé a tocarle los senos, pero ella se cortaba y decía que no, pero cuando quiso apartarse la agarré y la senté en mi polla empezando a acariciarle el caliente chochito. Mi mujer, en el acto, comenzó a acariciarme la polla sacándola de su encierro.
En segundos empecé a desnudar a Rita y quitándole la falda y el tanga, la tomé en brazos cruzando ella sus piernas en mi cintura. Entramos en la habitación y la deposité en la cama empezando a mamarle sus pechos y bajando luego hasta su coño, que ya estaba súper húmedo. Mi mujer se puso detrás de mí y empezó a mamarme la polla y a acariciarme el ano lo que hizo ponerse muy dura mi polla. Luego me subí encima de Rita y empecé a meterle la polla diciéndome ella:
– ¡Sí, mi amor, sí… así, así… oooh…!
Rápidamente mi mujer se levantó observando como me la follaba mientras se masturbaba con la caliente escena. Me excitaba de sobremanera saber que mi mujer estaba viendo y haciendo realidad su fantasía.
De pronto oímos gritos en la calle, mi mujer se asomó y dijo:
– Es tu marido Rita, que busca a mi marido.
– Dile que no está – respondió esta – y sigue follándome.
El morbo y la excitación de estarme follándome a la mujer de otro me hicieron ver la gloria y todavía saber que a escasos pasos estaba su marido llamándome sin saber que yo tenía a su mujer debajo gozando. De pronto todo se encadenó y empezamos a gozar como locos ya que la situación era extremadamente cachonda lo que precipitó nuestro orgasmo y acabamos riéndonos a carcajadas por la situación.
Yo me vestí para ir a por mis hijos a la escuela, dejando a Rita y a mi mujer en la casa. En la escuela me encontré a Gonzalo, el marido de Rita, que me buscaba para un favor personal y le dije que sí, que para algo son los amigos. Una hora después mi mujer me decía lo que había sentido al verme hacerlo con otra y me preguntó:
– ¿Te gustaría verme con follando otro? Da mucho placer.
– Tal vez, ¿por qué no? – le dije
– Pero primero quiero hacer el trío con vosotros ya que hoy no nos dio tiempo – añadió.
Desde este día empecé a trabajar a Rita para hacer el trío con mi mujer y al final ella dijo que sí, que la próxima vez lo haríamos. Efectivamente, un mes más tarde se hacía realidad el trío.
Llegando a mi casa saludé a mi mujer y ella me dijo que al poco rato vendría Rita, que era la oportunidad que estábamos deseando.
Al rato llegó Rita y me saludó, venía llorando porque se había peleado con su marido. Me abrazó y empezamos a hablar y a tomarnos unas copas lo que poco a poco aflojó la tensión, y entonces mi mujer dijo:
– Bueno, ¿qué, hacemos o no el trío?
De inmediato yo dije que sí y subimos a la habitación donde empecé a calentar a Rita haciéndole un trabajo en el coño con mi lengua mientras mi mujer me pegaba una soberana mamada a lo cual es muy dada. Pronto me subí encima de Rita y la penetré pegando ella un grito de dolor Eso excitó mis sentidos y empecé a bombear más fuerte. Mi mujer empezó a tomar fotos con una cámara digital mientras nosotros follábamos .Yo bombeaba con fuerza, Rita cerraba los ojos y abría su boca pegando grititos de placer mientras mi mujer se daba gusto tomando fotos.
Cuando llegó el primer orgasmo de Rita mujer dijo que ahora era su turno. Empezamos a follar mi mujer y yo y Rita ahora tomaba fotos en todas posiciones. Fui alternando las mamadas y folladas entre las dos por espacio de dos horas hasta que caímos rendidos después de mamar coños, polla, culos y demás.
– Ahora sigue por el culo a las dos, no te arrugues -mi mujer me dijo después de dos horas.
Para ese momento yo ya no podía más y le respondí que lo dejásemos para otro día. Días después el marido de Rita tuvo que viajar por trabajo y ella nos dijo:
– Venid a buscarme y me quedo a dormir en vuestra casa.
Ya en casa, mi mujer sacó una botella y empezó la juerga. Yo me acerqué a Rita y empecé a besarla y acariciarle el clítoris metiéndole un dedo en su coño húmedo. Pronto mi mujer sacó la cámara y empezó otra sesión de fotos diciéndome:
– Aprovéchate, porque ya va a ser difícil que te folles a Rita porque va a abandonar a su marido porque ya no lo soporta.
Esa noche gocé su cuerpo hasta que me cansé de mamarle, tocarle, meterle la polla y hacer todo lo imaginable e inimaginable, mientras mi mujer cuidaba que nadie nos interrumpiera tan estupenda follada.
Cuando Rita se fue, quedé en visitarla ya que estamos a cuatro horas de distancia, pero la verdad es que me excita que mi mujer esté presente y disfrute de esos momentos tan excitantes.
Hoy todavía nos excitamos con las experiencias de mi mujer y mías con Rita, disfrutando de unos orgasmos muy placenteros y largos.
La verdad, aunque mucha gente dirá que no es cierto, quiero que sepan que lo que nos pasó ha sido maravilloso y después de 20 años de casados disfrutamos nuestra relación como nunca y espero repetirla o hacer la fantasía de mi mujer de verla follar con otro.
Besos y hasta otra.