Relato erótico
Lo descubrí… era una zorra
Su mujer empezó a trabajar en una librería y estaba muy contenta. Empezó a llegar un poco tarde a casa y decidió hacerle una visita. Se encontró con un amigo que le puso en alerta.
Felipe – BARCELONA
Mi mujer empezó a trabajar hace dos meses en una pequeña librería y con ella trabajaban el propietario, una cajera y un muchacho que hacia las labores de mensajería y clasificaba material.
Todo iba bien, hasta que ella empezó a salir más tarde de lo habitual, ya que el horario de salida de ella eran las siete de la tarde. Yo, al principio, no le dije nada ya que al ser su primer trabajo la encontraba muy entusiasta, incluso en la cama estaba mucho más activa conmigo y eso me tenía feliz, pero donde empecé a tener mis dudas fue cuando vi que se arreglaba demasiado y a esto se sumaba la compra de ropa interior muy sexi, siendo que ella siempre había usado mas bien ropa conservadora.
Tiene 29 años, largas y bien formadas piernas, una carita de ángel resaltada con unos bonitos ojos verdes, tiene además dos pechos que siendo de gran proporción, son firmes y con unos pezones de color oscuro, que resaltan en su blanca piel.
Un buen día decidí ir a visitarla al trabajo, para esto pedí permiso en mi oficina y fui a eso de las cuatro de la tarde. La librería estaba medio vacía, se sorprendió al verme y me presentó a sus compañeros aunque puso especial énfasis en presentarme al joven de los recados, un muchacho de unos 19 años, buen cuerpo, alto y ciertamente simpático.
Me sorprendió que cuando hablábamos oí la risita de la cajera, una risita de complicidad que me molestó. Por la noche le comenté a mi mujer lo de la risita y ella se sonrojó un poco pero me dijo que no pasaba nada, que era mi imaginación.
Los días pasaban y seguía llegando tarde, sin embargo aumentaba nuestra actividad sexual, tanto que un día temprano, al vestirnos ella tomó la iniciativa y me hizo una fenomenal mamada y cuando le dije que me corría, me dijo que quería tragársela toda, cosa rarísima porque más de una vez intenté que esto ocurriera pero a ella le daba asco. Eyaculé y ella se tragó hasta la última gota y me la siguió lamiendo.
En otra ocasión y mientras me la follaba de espaldas a mi, empezó a llevar mi mano hacia su impenetrado culito y que más no quería yo, así que la empecé a manosear y poco a poco metí mi dedo en su ano. Ella gemía de placer y al final me pidió que le diera por detrás, así lo hice y al terminar ella quería más y siguió masturbándose por un rato.
Cuatro días más tarde me encontré por la calle con un amigo que no veía hacía mucho y al preguntarme por mi vida, me dijo:
– Que pena que te hayas separado, hacíais muy buena pareja.
Yo no le dije nada pero ya mi duda era total. Decidí seguir a mi mujer y ver que hacía, pero esto no era fácil ya que por mi trabajo salía tarde, pero cuando podía me daba una escapada y esperaba, así que una noche vi que salían todos los empleados juntos y ella y el joven, de la manita, se despiden de los demás, por lo que era lógico que esto haya sido del conocimiento de todos menos de mi.
Caminan unas manzanas y yo detrás, con toda mi furia, pero a la vez con la polla medio dura porque la situación me excitaba y solo de ver a mi mujer besar a otro me ponía a mil. Llegaron a un alojamiento de no muy buena pinta, entraron como los clientes habituales que seguramente eran, auque ella entró primero y él se quedó a conversar con el conserje.
Esperé un rato y traté de entrar pero el conserje no me lo permitía hasta que don dinero hizo su aparición y lo único que me dijo es que no quería problemas, comprometiéndome a no montar ningún escándalo, acepté esto pese a que no sabía cual sería mi reacción ante lo que viera.
Llegué a la puerta y solo se escuchaba una que otra risa y algún gemido, le di un tremendo empujón a la puerta, la cerré tras de mi y ahí estaban los dos, en la follada del siglo, ella recostada con las piernas más que abiertas y el hincado en el suelo, metiéndole todo el pepino y chupándole al mismo tiempo las tetas. Me vieron y se quedaron petrificados, el muchacho, que ya me conocía, se puso de pie. Tenía la polla dura y era de buen tamaño, más que el mío sin duda, además noté que tenía realmente un cuerpo bien trabajado, sin pelos pero muy formado. Agarró lo que pudo de ropa y se disponía a correr pero de un empujón lo tiré a la cama y le dije:
– Tranquilo amigo, tenemos que hablar.
Ella se tapaba el cuerpo con las mugrientas sabanas llorando y yo le dije:
– ¿Así que esto es lo que has estado haciendo todo este tiempo y nada menos que a mi que siempre te fui fiel y te traté bien?
– No es ingratitud, lo que pasa es que descubrí que el sexo me gusta mas de lo que pensaba, por recato no te lo podía decir así que fui yo quien molestó y sedujo a este joven – me contestó.
Esto ya era descaro, mi mujer con nueve años de matrimonio me salía con la novedad de una infidelidad y me lo decía tranquila porque el susto se le había pasado. No sé como me contuve, pero mientras el joven permanecía inmóvil y sentado, me acerqué a ella y le dije:
– Así que te gusta el sexo…
Empecé a quitarle la sabana y aparecieron primero sus grandes tetas, que empecé a tocar y entonces el joven dijo que era mejor que se retirase pero yo, con la mirada, le ordené que no lo hiciera. Mi mujer empezaba a excitarse y ya sus pezones estaban duros.
Entonces le planté un tremendo beso en la boca que ella recibió en silencio, saqué mi verga y se la puse en la boca, empezando ella la mamada. Al joven le estaba levantando la polla y le dije que se acercara, cogí una mano de mi mujer y la coloqué sobre el miembro del joven, empezando ella a masturbarlo y él a responder agarrando también sus tetas. Al rato la puse de pie y ataqué su espalda y culo mientras ellos dos se besaban apasionadamente. El seguía con el manoseo y yo llegué al culo de mi mujer que toqué así como la raja del coño, toda mojadita, tanto que no quise esperar más y en esa posición, le metí la polla en todo el coño.
Siempre de pie, empecé a meter mis dedos en el agujero de su culo, primero uno y luego dos. Ella estaba como enloquecida, se arqueaba a ambos lados, y entonces el joven la llevó hacia la cama, él se sentó en el borde e hizo que al penetrarla, el culo de ella quedase servido para mí. No esperé nada y de un solo golpe le metí mi polla en el ano. Ella gritó pero
Al rato de estar enculándola parecía disfrutarlo y en un loco movimiento, a los pocos minutos llegamos los tres a la vez, sintiendo como se retorcía el joven y como ella gritaba y gritaba.
Al terminar, él se vistió y se fue en silencio, ella se arregló, yo también, y de camino a casa, no dijimos ni una palabra.
Después de aquel encuentro tuvimos uno más pero no fue mejor, ahora sé que el joven deja la librería y se va a estudiar a otro lado, así que no me quedará otra cosa que conseguir un amigo para satisfacer a la putita de mi mujer.
Besos, Charo y hasta otra,