Relato erótico

LLegamos a un acuerdo

Charo
11 de diciembre del 2018

Últimamente recibimos muchos relatos de parejas, casadas o no, que son felices y que el sexo les funciona. Aún así, fantasean con meter a terceras personas en su lecho de amor. Nuestra amiga no cuenta que acordaron que contactarían con un hombre, que ella se “reuniría” con él y después se lo contaría a su marido.

Macarena – Jaén
Querida Charo, voy a contar una experiencia que aun hoy todavía me resulta difícil de olvidar. Desde hacía tiempo mi pareja y yo habíamos vivido una relación muy intensa ayudados por fantasías eróticas que consistían en que pudiéramos hacer un trío con otro hombre, cosa que compartíamos ya sea al leer relatos tus revistas o mirando películas, nos excitábamos y lográbamos unas sesiones de sexo bastante placenteras.
Después de un tiempo, a las fantasías les empezábamos a poner nombre al que figuradamente compartía nuestra cama y muchas veces yo seleccionaba algún amigo en común que tuviéramos y con quien me gustaría en algún momento follar, e incluso si salíamos juntos y conocíamos a alguien que a mi me interesara, le comentaba a él que a ese si me lo follaba. Fantaseábamos siempre en que alguien más estaba con nosotros en la cama ayudados por algunos juguetes, como un vibrador, lo que hacía más excitante las sesiones. Después de un tiempo pusimos un anuncio en Clima. Contactamos y después de mucho pensarlo, tuvimos nuestra primera experiencia de un trío con otro hombre, la cual no resultó tal como hubiéramos querido, ya que nuestro elegido no era muy buen amante y aunque me follaron más de seis veces, solo logré correrme con mi marido.
Decidimos por un tiempo dejar las cosas, hasta que a él se le ocurrió que yo pudiera estar con otro hombre follando a solas. Sería una cita a ciegas y contactaríamos a través de un anuncio. La sola idea de follar con alguien más, me provocó que todo mi coño se mojara. Debo mencionar que hasta la experiencia anterior yo solo había tenido relaciones con mi marido, así que acepté. Fue una conversación muy excitante y rara entre mi pareja y yo, pero que nos ponía a cien. Como te imaginarás recibimos muchos mensajes, algunos bastante atrevidos y otros que rayaban en lo vulgar, pero por fin nos decidimos por uno que pensamos sería seguro para mí. Era una persona de nuestra edad, nosotros andamos en los treinta, y somos de buena posición, él era divorciado y con un buen empleo, era una persona educada y agradable y no nos equivocamos.
El nuevo amigo había mandado su foto y su número de móvil, así que lo contacte, primero por correo y luego por teléfono. Después de hablar un par de veces, nos pusimos de acuerdo y quedamos en vernos. He de decir que cada vez que hablaba con él por teléfono, sentía una rara sensación que provocaba que me mojara toda.
La cita sería en un café al sur de la ciudad. Esa mañana me probé un montón de ropa con el propósito de parecer atractiva. Yo soy una mujer lo que se dice atractiva, de 1,60 aprox. 54 Kg, ojos verdes y piernas muy bien torneadas y aunque mi busto es demasiado grande para mi gusto, se conserva tieso y duro. Por fin decidí ponerme una minifalda gris con medias oscuras, una blusa con botones y una chaqueta. Me puse ropa interior negra, que resultaba atractiva y sensual a la vista.

El lugar donde acordamos vernos era pequeño e íntimo. Yo llegué primero, estaba muy nerviosa y a la vez excitada. Él había llamado a mi móvil para decirme que llegaría unos minutos antes de lo acordado y aunque no sabía como era él y solo lo conocía por una foto no muy clara, pude reconocerlo en cuanto llegó. Lo vi y sentí algo muy extraño, entre miedo y nerviosismo, y por supuesto algo de excitación. Tomamos un café y hablamos un rato.
Yo había acordado con mi pareja que tenía que ir a un hotel con mi nuevo amante así que no se valía que me echara para atrás a la primera hora. Ese día tenía que volver a casa bien follada y con ganas de más. Después de un rato de conversación y ver si existía química entre nosotros, yo ya estaba decidida a follar con él, aunque él aun no lo ofrecía o no lo insinuaba. Seguía hablando mientras yo me escurría solo de pensar en estar follando con un desconocido e imaginaba que sería muy bueno en la cama y que muy hermosa sería su polla.
Finalmente me pidió que fuéramos a un hotel que estaba cerca del café y yo acepté de inmediato aunque marqué por teléfono a mi marido para avisarle que estaba para irme a follar con mi nueva cita, lo que le excitó y me deseó suerte y placer. Los nervios no me dejaban disfrutar del momento, nunca había entrado a un hotel si no era en compañía de mi marido y me preocupaba que alguien me pudiera reconocer. Por fin llegamos al hotel y aunque yo quería follar de inmediato, él no se decidía del todo. Imagino que estaría igual de nervioso que yo.
Yo tenía miedo de estar a solas con un extraño y él, notando mis nervios, me ofreció salir del hotel si yo lo quería, lo cual me pareció un gesto muy amable de su parte y provocó en mi un poco de más tranquilidad, pero yo estaba decidida y más excitada que nunca, así que le dije que no, y le pedí un vaso con agua. Tomé un sorbo y mientras él me besaba de una manera muy tierna yo, aun nerviosa, también lo besé. Fue un beso muy extraño. Yo estaba besando a alguien a quien no me ligaba ningún sentimiento. Siguió besándome, ahora el cuello y yo solo me entregaba al placer. Fue bajando poco a poco hasta llegar a mis pechos, los cuales masajeaba de manera estupenda. Yo sentía mis pezones duros y listos para lo que fuera.
Sin dejar de besarme, empezó a quitarme la blusa mientras yo estaba casi en un orgasmo de placer y seducción. Empezó a quitarme la falda al tiempo que tocaba mi coño húmedo y que humedecía la braga. Para entonces yo ya quería sentir su polla dentro de mí. Entonces me quitó las medias, después el sujetador y cuando me lo quitó mamó mis tetas con mucho cuidado, pero con fuerza. Fue delicioso sentir como jugaba con mis pezones.

Yo gemía pidiendo a gritos más, él acariciaba mis piernas y luego introdujo sus dedos en mi coño. ¡Que placer! Sentía entrar y salir sus dedos, primero uno, luego dos y tres. Era delicioso. Luego bajó su cara hasta mi vientre y mi abdomen, los cuales besaba con sumo cuidado y de vez en cuando besaba mi boca y regresaba a mí cuerpo. En ese momento ya estaba chorreando. Mis jugos escurrían mojando mis piernas.
Excitada, le ayudé a quitarse la ropa, comenzando por quitarle la camisa, continuando con sus pantalones, pero no permitió que le quitase los calzoncillos por el momento. Pero me encantaba tocar una y otra vez el bulto que se escondía debajo de ellos, me excitaba el imaginar el tamaño y el grosor de su polla. Después de un rato, me quitó las bragas y comenzó a darme una sesión de sexo oral. Su lengua jugaba con mis labios vaginales y encontraba mi clítoris a cada momento. Yo me contorsionaba de placer, sentía su lengua como recorría toda mi coño una y otra vez. Yo quería gritar de placer. Era estupendo y esa fue mi primera corrida del día. Sentía como su polla rozaba mi cuerpo y me excitaba aun más, pero él no quería quitarse los calzoncillos hasta que ambos estuviésemos a cien y cuando lo estuvimos, me pidió permiso para penetrarme. Acepté y entonces pude ver el tamaño de su pene, que no era muy grande pero si muy grueso y el solo verlo derretía mi sexo.
Se lo tocaba con mis manos y sentía su dureza, le ayudé a ponerse el condón y que grueso estaba su pene, que duro era. Lo sobé varias veces disfrutando lo más posible de aquello que, en cualquier momento, tendría dentro de mi húmeda almeja. Mi excitación llego aun más allá, pero cuando me penetró de una sola estocada, provocó en mí el segundo orgasmo del día. Me encantó su movimiento fuerte y firme, él estaba sobre mí y con gran fuerza introducía su grueso pene en mi coño mojado de tanta excitación. Me follaba con gran fuerza y yo gemía de placer. Era estupendo.
Luego cambiamos de posición, quedando sobre él y ahora era yo la que me clavaba esa verga gruesa y dura como la piedra. Me lo clavaba hasta lo más profundo de mí mientras mamaba mis pechos con gran fuerza y yo pedía que no parara, que siguiera. Le pedí entonces que mamara solo uno de mis pechos mientras yo mamaba el otro. Esto pareció excitarlo aun más y como ya no podía más, se corrió al tiempo que soltaba un gemido de placer que yo acompañaba con movimientos más rápidos. Terminamos cansados pero no tanto como para no seguir disfrutando de esa fantasía.
Él fue al baño a quitarse el condón mientras yo me seguía revolcando en la cama, corriéndome y solicitando más verga para mi cuerpo que ardía de placer. Cuando volvió, era tanta su excitación que ya traía lista su arma para otra batalla. Hablamos un rato mientras él me abrazaba y yo sentía su polla rozar mi cuerpo.

Mientras yo se la frotaba con mis caderas, sentía como se volvía a poner dura como una piedra. Continuó besándome todo el cuerpo y nuevamente se pegó a mis tetas y en un momento ya estaba yo regocijándome de otra sesión de sexo oral. Su lengua recorría ahora mi vagina, más lubricaba que antes y más dilatada, su lengua penetraba más adentro, tocaba mi clítoris y yo me contorsionaba a cada momento mientras gritaba de placer.
Quería sentirlo de nuevo dentro de mí, así que le puse otro condón y me penetró el coño por detrás. Es una posición que a mí me gusta mucho por que siento toda la fuerza y una máxima penetración. Él empujaba fuertemente hasta que cambiamos de posición varias veces. Era delicioso y en una de estas, yo me puse de pie cerca de la orilla de la cama y él de rodillas sobre la cama me penetro y apretando mis caderas se movía de una manera rítmica. Después me colocó en el centro de la cama con las piernas abiertas y apoyadas en la parte baja de la cama, en el pie y un poco inclinado introdujo su gruesa polla dentro de mí. ¡Que excelente posición! Entraba toda su verga en mí. Yo venía su rostro de placer. Era una posición nueva pero sentía sus embestidas con gran fuerza que me hacían llegar a otro estupendo orgasmo. Sentía dentro de mí su falo como, por su grosor, rozaba las paredes de mi interior, me escurría de placer y yo quería seguir follando más y más.
Seguimos así por varios minutos y para entonces yo me había corrido un par de veces y él, después de un rato, hizo lo propio. ¡Que placer sentir esa sensacional verga!
Había sido una mañana sensacional y ya me urgía llegar a casa para contarle a mi marido todos los detalles de esa excelente follada que estaba disfrutando sabiendo además que, llegando a casa, recibiría una gran follada de mi esposo.
Después de descansar un rato y hablar él dijo que tenía que irse por cuestiones de trabajo, así que empezamos a vestirnos para salir del hotel pero mientras hablábamos, él se empezó a excitar nuevamente y yo no podía excitarme más pues estaba al cien. Se acercó a besarme y volví a sentir como algo crecía debajo de su pantalón, ese bulto que me había provocado varios orgasmos no se quería ir y terminamos otra vez en la cama, esta vez él sobre mí empujando con fuerza su fuerte y grueso pene.
Esta vez dejé que tomara el control completo de la situación, sus embates eran fuertes y profundos, yo gritaba de placer, gemía como exigiendo más placer, estaba siendo follada por un desconocido que tenía una polla deliciosa y además con el permiso de mi marido. Era realmente una fantasía hecha realidad. Después de un rato, pude sentir como se corría dentro de mí. Fue una experiencia verdaderamente genial.
Nos terminamos de vestir y él me dejo cerca de casa con la promesa de que pronto nos escribiríamos. Me había follado tres veces de manera estupenda y por más de cuatro horas. Había sido genial.

Al llegar a casa mi marido estaba tan excitado e inquieto por saber como la había pasado que mientras yo se lo contaba, me iba quitando toda la ropa y luego introdujo sus dedos en mi coño, que seguía húmedo y pidiendo más. Nos desnudamos y follamos como desesperados el resto del día y la noche. Se excitó con todo lo que le relaté y tuve un sexo tan especial con mi esposo y una experiencia tan diferente y placentera para mí, que solo por eso me atrevería a repetir esa, que ya no era una fantasía, varias veces más y disfrutar como esta vez solo del sexo, sin compromisos ni sentimientos de por medio.
He de reconocer que nunca pensé que sería capaz de hacer una cosa así, pero ahora que lo he hecho no me arrepiento, es mas, hoy lo recuerdo y me mojo todo el coño deseando que pronto vuelva a pasar.
Besos.

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