Relato erótico
Las fantasías de mi mujer
Sus relaciones sexuales habían llegado al punto de ser pura rutina. Fueron un fin de semana a un hotel y hablaron claramente del tema, y se contaron las fantasías sexuales que tenían cada uno. Le sorprendió, saber la de su mujer.
Jaime- Huelva
Fue durante nuestro aniversario de bodas que invité a mi mujer a escaparnos a un hotel de la ciudad, habíamos tenido un período de distanciamiento sexual quizás por la rutina o por la misma situación de encontrarnos con los niños bajo el mismo techo, lo que hacía difícil y sin interrupción mantener relaciones sexuales. No voy a buscar excusas pero lo cierto es que ambos habíamos perdido el deseo el uno del otro.
Producto de ello, meses anteriores me atreví a confesarle mis fantasías, una de ellas era verla follar con otro hombre, lo que provocó que me dijera:
– ¿Tú serías capaz de permitirme tener sexo con otro macho? ¿Qué pasaría si ahora que nuestro sexo no pasa por un buen momento, llegará a desear al otro más que a ti ya que me follar bien follada, cosa que tú has dejado de hacer por trabajo, stress, etc.?
Sus palabras fueron directas y dolieron, pero le dije que precisamente con eso quería darle un nuevo aliento a nuestra relación de pareja. Se lo pensó un poco y dijo que ella también había soñado que follaba con otro hombre, con un chico negro y con una tranca que le rompía el chocho.
Como os podéis imaginar, me quedé de piedra. ¡Mi querida mujer soñando que la taladraba un negro!, o sea que le conteste:
– ¿Qué tal si probamos como hemos hecho tantas cosas en nuestra vida? Si no resulta simplemente será una experiencia más y punto.
Se quedó pensativa por un rato y me dijo:
– A ver, como sería eso me imagino que ya lo habrás planificado.
No, le dije, que simplemente me he imaginado situaciones que me habían servido para sentir morbo y no perecer ante esta monotonía que nos estaba matando. Me preguntó que es lo que había imaginado y se lo explique. Le conté algo que la excitó y comenzó a besarme, y poco a poco bajo hasta que agarró mi polla que, por cierto, estaba completamente tiesa y me la mamó como hacia tiempo que no hacia. Me corrí largamente en su boca y se la tragó toda como en los buenos tiempos. Después nos duchamos y nos fuimos a cenar y a tomar unas copas.
Al siguiente, no tocamos el tema y todo siguió como siempre la misma rutina de siempre, sólo que por mi mente pasaban las imágenes de mi mujer teniendo sexo con algún desconocido imaginándome escenas que me ponían cachondo.
Cuando me desperté, compré vuestra revista, que al principio de nuestra relación ya habíamos utilizado y fui directamente a buscar un chico de color. Había publicado su contacto con fotografía y la tranca que exhibía era tremenda. Justo lo que Irene se había imaginado.
Lo llamé por teléfono y nos citamos en el bar del hotel. No podíamos perder el tiempo, solo nos quedaban 4 noches en aquella ciudad.
Era alto, cercano al 1,90cm, atractivo de cara lo demás ya lo había visto. El regalo ideal para mi mujer el día de nuestro aniversario de bodas o de mi bautizo como carnudo. Quedamos para aquella misma noche.
Le compré un conjunto muy sexy de esos que sólo con verlos se te pone dura y nos fuimos a cenar. Durante la cena le comenté que si estaba preparada había quedado con un chico que haría realidad su fantasía. Se quedó algo cortada, pero dijo que lo conocería, pero que si no le gustaba no haríamos nada. Dije que de acuerdo.
Acabamos de cenar y nos fuimos al hotel. Nos duchamos y pedí una botella de cava. Mi mujer cuando bebe cava, pierde la vergüenza y quería “ayudarla” un poco.
Mientras esperábamos a Jonny jugamos un rato, pero nos calentamos tanto que Irene se corrió un par de veces. Yo me reserve para más tarde.
Cuando llamaron a la puerta Irene se puso nerviosa y me pregunto una vez más si sabia lo que estaba haciendo, pero en esta ocasión vi que lo tenía claro.
En cuanto vio a Jonny, casi se le caen las bragas. Estaba muy atractivo, con unos vaqueros ajustados y una camisa blanca de lino. Era pura elegancia y saber estar.
Le dio un par de besos a mi mujer y ellos dos se sentaron en la cama y yo en un sillón. Era el momento de servir más cava. Tomamos unas dos copas cada uno y vi un brillo especial en los ojos de Irene. Para romper el hielo, me senté al lado de mi mujer y le di un morreo, cogí la mano de Jonny y se la coloqué en una de sus enormes y duras tetas. Fue como un chispazo eléctrico. Irene automáticamente le metió mano en el paquete que, por cierto, estaba abultadísimo. Nos turnamos los besos, hasta que cuando Irene volvió para besarme a mi, le hice un gesto para que se arrodillara y me la mamara.
Sacó mi polla del pantalón y empezó a chuparla despacito. Jonny, mientras tanto, se había sacado los pantalones y los boxers. Se estaba acariciando aquella tremenda polla y con un enorme capullo.
Le aparté la cabeza a mi mujer para que lo viera y sin pensárselo se arrodillo delante de él y se la metió en la boca. Casi no le cabía, además, Jonny le agarro la cabeza y despacito la iba empujando hasta que llegaba al fondo de la garganta. Irene tenía arcadas, pero no se apartaba.
Era un espectáculo ver a aquel pedazo de tío, con aquel pollón y mi mujer mamándola.
Jonny, estaba muy caliente, vi que su negro rabo babeaba. Entonces, le dijo a mi mujer que se levantará y empezaron a morrearse. Irene, debe medir 1.60cm, y esta en su peso, pero es redondita. Buenas tetas y un culo con grandes nalgas, lo que para Jonny era como si tuviera una muñeca entre sus brazos. De pronto, la levanto en brazos y sin que nos lo esperábamos la fue bajando poco a poco hasta que la empaló con su polla.
Irene, abrió mucho los ojos y rápidamente me miró. Estaba literalmente ensartada en aquel palo, y vi que el placer que sentía le gustaba. Jonny, empezó a levantarla y a bajarla, iniciando la follada más viciosa y guarra que he visto. Irene se agarró a su cuello y empezó a gemir mientras decía:
– Oh, si, si. Que gusto, nunca había tenido el coño tan lleno. No pares, no pares. Voy a correrme. Oh, me corro, me corro.
Por la posición que estaban, pude ver perfectamente como la corrida de mi mujer se deslizaba por las piernas de Jonny. Yo estaba caliente como un mono, no paraba de masturbarme, y ya no podía más. Le dije a Jonny que la bajara y a Irene que se colocara a cuatro patas en la cama. Me situé detrás de mi mujer y se la metí hasta el fondo. Jonny, no tardó en metérsela en la boca.
Cada vez que yo la embestía, a Irene le venia una arcada, ya que se le metía la polla de Jonny hasta el fondo. Casi los tres a la vez, gritamos que íbamos a corrernos. Tuve una corrida intensa y sentí un placer como hacia tiempo que no sentía. Jonny por su parte, le soltó un chorro de leche en la boca y la muy cerdilla, se la trago y después le limpió la polla a fondo.
Nos dimos un beso y fuimos a darnos una ducha rápida. Nos sentamos en la terraza a tomar una copa de cava y por fin hablamos. La primera en hablar fue mi mujer:
– Bueno, bueno, que conste que la idea no acababa de gustarme pero, reconozco, que he disfrutado muchísimo.
Y Jonny le contesto:
– Os confesaré que es la primera vez que participo en un juego como este, pero lo he pasado muy bien, pero supongo que no se ha terminado ¿Verdad?
Irene y yo nos miramos, sonreímos y como toda respuesta, Irene se levantó, se sentó en las piernas de Jonny y le propinó un morreo impresionante.
Aquello volvía a empezar y esta vez había menos sorpresa y más vicio.
Mi mujer, cogió a Jonny de la mano, lo llevó hasta la cama y susurrando le dijo:
– Siempre me ha gustado que me den por el culo, pero hace tiempo que nadie lo ha hecho y que mejor que una polla como la tuya para “descorcharlo”.
¡No me lo podía creer! Últimamente cada vez que lo intentaba me decía que no. Entiendo que quizá no había el morbo suficiente, pero permitir que aquel taladro le petara el culo, no lo entendía. Estaba claro que mi mujer era más golfa de lo que me imaginaba.
Para ponerlo más en marcha, lo tumbó en la cama empezó a mamar la polla. La agarraba con una mano y se la metía hasta el fondo de la garganta. Se follaba la boca ella solita, le daban lo mismo las arcadas. La saboreaba, la succionaba, la lamía y cuando la tenía completamente dura, se levantó y cogió un lubricante de su bolso, se colocó a cuatro patas y le dijo:
– Jonny, estoy preparada para que me des por el culo. Tengo ganas de sentir tu rabo dentro. Estoy tan caliente… pero, ¡por favor! Despacito que hace tiempo que no lo hago y tu polla es de gran calibre.
El chico se levantó y empezó a comerle el culo, le puso lubricante en cantidad y, sin prisas, le puso primero un dedo, después dos, y poco a poco le dejó un agujero preparado para el ataque.
Mientras Jonny maniobraba su culo, mi mujer no paraba de jadear y de gemir. Además la muy cachonda se estaba haciendo una paja. Vi como Jonny se preparaba para meterla, sacó sus dedos y apunto al ansioso ano de mi mujer. Primero, colocó la punta del capullo y poco a poco fue metiéndola. Irene, pegó un brinco, y se con sus mano intentaba abrirse bien el culo. Jonny aprovecho esto, para pajearle la pepitilla.
Yo estaba anonadado, me estaba acariciando la polla, que babeaba a chorro por el calentón de ver a mi mujer a punto de ser atravesada por aquel rabo. Era increíble ver como, poco a poco, le llenaba el culo de carne negra.
En cuanto estuvo toda dentro, empezó un metí saca lento y morboso. Irene, estaba paralizada, pero al cabo de un ratito, era ella la que culeaba para sentirla hasta el fondo. Fueron acelerando. Estaban como locos de gusto. Yo quería correrme, pero no quería perderme ni un detalle de aquella enculada.
De pronto, Jonny, la sacó, se la metió en la boca a Irene, y cuando la tenía en la garganta de mi mujer, se corrió. Era alucinante ver toda la polla en la boca y notar como ella tragaba todo el lecherazo que le estaban soltando.
Cuando acabó, quedo noqueado, y se tumbo en la cama. Irene, iba a estirarse en la cama, pero le dije que ni hablar, que quería aprovechar el “camino” que me había preparado Jonny. La agarré por las caderas, y se la metí en el culo y me folle con fuerza. La pena es que mi follada duró poco y a los pocos minutos me corrí dentro de su culo. Caímos rendidos los dos.
Al cabo de un ratito, decidimos darnos un buen baño y tomar unas copas.
Por aquella noche, ya teníamos suficiente, pero acordamos con Jonny, que una vez al mes nos encontraríamos.