La tarde perfecta

Puso un anuncio en Clima ofreciéndose a parejas para montar un trío. Le contesto un matrimonio maduro, se llamaron, se conocieron y quedaron para verse en su casa aquella misma tarde.

Sergio – Alicante
Había puesto un contacto en una revista y, al cabo de un tiempo, me contestó un matrimonio. Él, Antonio, era un hombre mayor al que no le apetecía follarse a Carmen, su mujer, al ritmo y la frecuencia que ella deseaba. La carta contenía una foto de ella en la que aparecía con unas diminutas bragas y sin sujetador, mostrando unas tetas bien conservadas para su edad, 51 años, algo caídas pero redondas y con los pezones muy grandes, color fresa, que me ponían cachondo. Estaba algo regordeta, cosa que me gusta mucho, así que cogí el teléfono y se puso un hombre.
– ¿Antonio? – pregunté.
– Sí, soy yo.
– Soy Sergio y te llamo por lo del contacto.
– ¡Ah, creí que no llamarías! Me alegro de que lo hayas hecho, hombre.
Mantuvimos una agradable conversación en la que quedamos que él iba a estar presente cuando fuera a follar a su mujer aquella misma tarde, si me era posible. Acepté en el acto y me presenté en su casa. Abrió ella misma la puerta. Estaba mejor en persona que en la foto. Llevaba una falda larga pero con un corte delantero amplio y una blusa semitransparente que dejaba ver perfectamente sus tetas enfundadas en un sujetador rojo. Tomamos unas copas, hablamos de lo de su marido y así me enteré que se excitaba viendo como su mujer se follaba a otros hombres y como se corría como una loca, incluso con el simple hecho de comerle la polla a alguien. Esta conversación, como es fácil comprender, me ponía muy cachondo.
Carmen estaba junto a mí con sus piernas cruzadas, lo que me permitía ver buena parte de sus hermosos y gordos muslos. En esto sonó el timbre, Antonio fue a abrir y vino con otro joven. Era Juan y ya conocía al matrimonio de otras veces. Me explicaron que Carmen nunca había estado con dos hombres a la vez y que hoy le gustaría probarlo, si a mí no me importaba. Le dije que no, por supuesto. Me dijeron que con Juan tenían una relación algo sado, es decir que cuando estaba en su casa era su juguete y hacían con él lo que querían.
– Juan – dijo de pronto Carmen – cómete la polla de Antonio. Quiero ver cómo crece en tu boca, pero no dejes que se corra.
Antonio se quitó la ropa y apareció su arrugada polla que Juan cogió con cariño y empezó a chupársela metiéndosela toda en la boca ya que era de pequeño tamaño. Carmen se acercó a mí y se desnudó ante mis narices, dejándose solo el sujetador y el tanga. Luego empezó a desnudarme hasta dejarme a pelo y con la polla dura y tiesa como un palo. De vez en cuando miraba como Antonio empezaba a poner cara de corrida ya que Juan se le chupaba como un obseso.

– Juan – dijo Carmen – deja a mi marido y ven a chuparme el coño como tú sabes.
Se quitó el tanga y apareció un hermoso chochito afeitado por completo. Se sentó en el sofá con las piernas agarradas hacia arriba y así, bien abierta, Juan de rodillas ante ella, empezó a chupar su coño mientras Antonio, que ya había perdido la erección, no perdía detalle de la escena. Carmen chillaba, cogía la cabeza al chico y se agitaba hasta que, acercándome a ella, le metí mi polla en la boca para que se callara. Agarró mi biberón y empezó a chuparlo con maestría, casi tan bien como lo hace mi mujer. Luego Carmen, sacándose mi polla de la boca, le dijo a Juan:
– Corre Juan, cómete la polla de Sergio como se lo he hecho yo…
A decir verdad nunca me la había comido un hombre, pero debido a mi excitación no puse reparos y el chico cogió mi verga con una mano y empezó a mamar de arriba a abajo acariciándome los huevos con la otra mano hasta que agarrado a mi culo, me la chupó como si quisiera comérsela. ¡Y vaya como la chupaba! Muy, pero que muy bien. Se la tragaba entera y se veía su experiencia en el asunto.
A todo esto Carmen se puso encima de mí y colocó su enorme coño en mi boca para que se lo lamiera a fondo, como a mí me gusta. Y así lo hice, recreándome en toda la mojada y caliente superficie e incluso metiéndole dentro del canal mi lengua, como si me la follara con ella. Pero cuando vi que se iba a correr aparté la lengua haciéndola chillar de rabia pero poniéndola así aún más caliente. Repetí el juego varias veces hasta que, viendo que no podía soportarlo más, me dediqué a llegar hasta el final y así la hice correr una primera vez, luego otra y por fin una tercera. Se convulsionaba, se retorcía de gusto hasta que, casi sin conciencia, ayudado por Juan a quien yo le había apartado la polla de su boca, la colocamos en el sofá encima de mí.
De esa forma le clavé la polla en todo el coño hasta los huevos de un fuerte empujón haciéndola gritar más y más. Era increíble ver a una mujer enloquecida de aquella manera por el placer. Me la estuve follando un buen rato, entrando y saliendo de su coño, mientras con mis manos le sobaba y apretaba sus gordas tetas, que se balanceaban frente a mi rostro. Chupaba sus largos pezones y le agarraba el culo para menearla mejor alrededor de mi endurecida polla.

No sé cuantas veces se corrió de esta manera ante la atenta mirada de su marido quien, con la pollita arrugada, seguía los movimientos de mi polla entrando y saliendo del coño de su caliente y hermosa mujer que no paraba de gritar, suspirar y pedir más de aquella marcha bestial que yo le estaba ofreciendo, cada vez más a punto de correrme a pesar de mis esfuerzos por alargar al máximo la jodienda. El joven amigo tampoco estaba inactivo. Mientras follábamos, Juan empezó a comerle el culo y al poco rato noté que se la estaba metiendo por el ano hasta chocar su polla con la mía por dentro del cuerpo de Carmen.
Aquello me excitó más y le di más fuerte todavía mientras Antonio estaba pasmado viendo a su mujer penetrada por los dos agujeros y fuera de sí, dando alaridos de placer hasta que nos corrimos, primero Juan en su culo y notando yo que se corría al sentir su polla ponérsele gorda y luego como escupía leche, después fui yo el que se corrió como un loco. Nos duchamos, charlamos los cuatro y Carmen dijo que teníamos que volver a repetirlo pero con otro joven más, para que intentaran meterle dos pollas por el coño y otra por el culo. Y así lo hicimos, pero esto ya es otro relato…
Un saludo para todos de un asiduo lector.