Relato erótico
La realidad supera al chat
Se conocieron en un chat y al final decidieron conocerse. Se citaron en un bar, acordaron como irían vestidos y se conocieron. La realidad era muchísimo mejor que las fotografías que había visto de ella. Se vieron un par de veces más al final, ocurrió lo que tenía que ocurrir.
Juan – ASTURIAS
Hola amigos de CLIMA, esta es una historia real, sucedió aquí en el norte de España y pasó, como muchas historias que he leído, entre personas que se conocen por Internet. Vivo en Asturias y nunca pensé que me ocurriría lo que voy a contar.
Desde hace un tiempo ingreso por temporadas a las salas de chat, y un día del mes de mayo pasado, conocí a una mujer casada, como yo, residente en Mieres y empezamos a hablar y conocernos, contándonos cosas de nuestras vidas personales, relaciones de pareja, etc.
Ella tiene 36 años y yo 38, en sus fotos se veía guapa, de 1,68 y una bonita sonrisa. Hablamos y hablamos y entre conversación y conversación abordamos temas de nuestra vida sexual, comentándome su insatisfacción con su esposo y detalles de ello. Yo, al principio solo buscaba hablar pero sin querer me nació el deseo de conocerla y así se lo dije. Ella se lo tomó como broma hasta que un día, después de un mes de conocerla, le dije para encontrarnos a tomar un café en una cafetería bien conocida. Ella, en primera intención, me respondió que era un lugar muy público pero que sí le agradaría conocerme. Yo le dije que era público pero justamente por ello estaba bien para que no desconfiara. Al final aceptó y quedamos a una hora temprana de un jueves. Solo nos conocíamos por fotos, pedí permiso en el trabajo y la esperé.
Cuando llegó me quedé embobado, era una mujer muy hermosa, se le veía mejor que en las fotos y sobre todo muy femenina. Me vio, se acercó a mi mesa, pues le dije como iría vestido, nos saludamos y hablamos de cosas comunes, sobre lo locos que éramos, que nos podían ver, etc, etc.
Pasado los primeros 30 minutos, ya un poco sueltos, hablábamos de la experiencia de conocernos, que me parecía muy atractiva y comenzamos a conversar en más confianza, pasando una hermosa mañana, olvidándonos por completo, tanto ella como yo, que estábamos en un lugar público.
Al rato ella miró el reloj y me dijo que tenía que irse pues tenía que ir a la escuela de los hijos, pagué la cuenta y salimos al estacionamiento, situado en la parte trasera de la cafetería. Nuestros coches estaban casi al final y fuimos hasta allá cogidos de la mano, hablando esos 50 metros sobre lo peligroso que era que nos vieran, tanto a ella como a mí. La acompañé hasta la puerta de su automóvil, puso las llaves, abrió la puerta y al girarse yo me acerqué muy rápido y le robé un beso pero que ella me respondió. Fue un hermoso beso que me provocó una erección que ella sintió y me sonrió.
– Me gustaría verte otro día y estar contigo – le dije.
– A mi también – me contestó – Nunca lo he hecho, pero quiero probarlo contigo.
– Lo mismo me sucede a mí, me gustaría verte de nuevo.
– Lo vamos a hacer – dijo besándome y se marchó.
Al día siguiente nos vimos de nuevo, hablamos de la experiencia y le pregunté si realmente deseaba hacer lo que me dijo, respondiéndome con mucha seguridad:
– Sí, lo quiero hacer.
Coordinamos para ese fin de semana, que yo podía y ella también, encontrarnos en un centro comercial, quedamos que me recogería a una hora y lugar determinados, y a la hora convenida yo esperaba ver aparecer su coche y al final lo vi pero después de bajar ella, vi que salía del vehículo una mujer de la misma edad de ella, hablaron algo y entraron al centro comercial, pero ella, al entrar se giró y me miró. Yo me quedé de una pieza y me fui si más.
A la semana de eso, la encontré en su página pidiéndome disculpas, diciéndome que ese día venía preparada y quería estar conmigo, pero fue al cajero y al volver al coche se encontró con una prima de su esposo, y no pudo despegarse de ella y se fueron de compras, pero que si yo deseaba verla al día siguiente, ella podía pues su esposo estaría fuera.
Así quedamos.
Al día siguiente nos encontramos y en mi coche fuimos a un motel, entramos, pagué y subimos a la habitación. Era bonita y acogedora para mi primera experiencia de una aventura fuera del matrimonio y aunque mostraba seguridad, también estaba nervioso. La habitación era espaciosa, cómoda, se notaba íntima y ella se desinhibió un poco paseándose por la habitación como si fuera su reino. Yo abrí unas cervezas y le invité, la aceptó y me dijo:
– Brindo por nosotros – tomando el primer sorbo de cerveza.
Hice lo mismo y nos reímos. Hablamos de distintas cosas, abrí 2 latas más de cerveza y continuábamos hablando ya desinhibidos, yo sentado en una silla y ella echada totalmente sobre la cama, aunque en algún momento miraba al techo para ver su figura por el gran espejo que allí había. Yo se lo decía, ella se reía y daba vueltas en la cama haciendo piruetas, como una niña. En un momento dado me acerqué a ella, que me tendió los brazos y me abrazó dándome un profundo beso. Sentir su perfume, su respiración, fue hermoso. Luego me incorporé y ella, riéndose, me miró y me dijo:
– Sabes, nunca pensé al conocerte que llegaríamos a esto, pero no quiero olvidarlo nunca – y añadió – Sácate la camisa.
– Sácamela tú – le dije.
Ella se incorporó y empezó a desabrocharme la camisa, abriéndola y besando y chupando mis pezones. Que gozada sentir esa lengua y mientras me besaba, yo le desabrochaba los botones de su blusa y ahora me doy cuenta de que no he dicho como era ella físicamente. Morena, 1,65, una buena cintura y un hermoso par de pechos, preciosa y más aún como estaba en ese momento pues yo ya me había quedado sin camisa pero ella tenía la blusa abiertas con sus tetas fuera del sujetador. ¡Que hermosa estaba así! Le quité su pantalón dejándola en una diminuta braga blanca. No era un tanga pero lo quedaba muy bien, se la miré y se lo dije respondiéndome ella:
– Lo compré para la ocasión, mi amor, es para ti.
Terminé de sacarme los pantalones quedándome en calzoncillos y ella en sujetador y braga, y nos abrazamos para sentir nuestras pieles unirse. Que sensación más deliciosa sentir una piel diferente. Mientras nos besábamos besé sus pechos y se los chupé mientras ella solo gemía y me decía:
– ¡Más, cariño, sigue así!
Entonces metió la mano debajo de mi calzoncillo y acariciaba mi pene desde su base al tiempo que yo metía mi mano dentro de sus bragas sintiendo su humedad. Estaba totalmente mojada así que acentué mis caricias sobre su clítoris por unos minutos hasta que ella tuvo una contracción, un suspiro profundo y se corrió con un largo gemido.
Yo miraba su rostro que hacía una hora, cuando la vi por primera vez, era serio, pero ahora tenía una mirada poseída por la lujuria. En ese momento se acercó a mí gateando, agarró mi pene, me miró a los ojos, luego se agachó y empezó una mamada de verga impresionante. Iba despacio, luego rápido, violento, suave y así estuvo como 15 minutos mamándomela. Su mirada perdida y poseída por la lujuria no la voy a olvidar, me la chupaba con una pasión enorme, la paseaba por su rostro y de vez en cuanto, mientras me la chupaba me miraba a los ojos, me buscaba la mirada y yo gemía.
Al final me coloqué para hacer un 69 y ella puso su coño en mi boca. Estaba súper caliente y yo acabé con el rostro totalmente mojado por sus jugos. Ella solo suspiraba y en un momento sentí en ella otra convulsión, un grito y estremecimiento. Acababa de correrse de nuevo.
– ¡Métemela, amor, métemela! – me dijo cuando pudo hablar.
Se puso a cuatro patas en la cama, yo coloqué mi polla en su entrada y la penetré de un solo golpe. Tras un rato de follármela en esta posición, la puse de costado y ella solo se dejaba. Se la metía y sacaba y ella gemía, hasta que me eché de espaldas y ella se sentó sobre mi pene frente a mí, diciéndome:
– ¡Córrete cariño, ahora te toca a ti, córrete amor, quiero que me des tu leche, pero avísame antes!
Seguí y seguí hasta que en un momento determinado mis gemidos le dieron entender a ella que me corría y en el acto se bajó de mí y metiéndose mi polla en la boca empezó a mamármela y a los 5 segundos sentí una corriente que recorría mi cuerpo y mi primer disparo de semen fue a su garganta y los demás quedaron en su boca, no dejando nada que sobrara. Luego se acercó a mi, me besó y sentí en sus labios parte de mi semen. A continuación se apoyó en mi pecho quedándonos dormidos casi por 30 minutos.
Fue una historia maravillosa.
Saludos y hasta otra.