Relato erótico

La química fue inmediata

Charo
7 de octubre del 2018

Contestó a un contacto de la revista Clima. Un matrimonio pedía a un chico para montar un trío. Iban de vacaciones donde yo vivo y se pusieron en contacto conmigo. Llegó el día y quedamos en un kiosco bar para tomar algo y conocernos. La química funcionó rápidamente entre nosotros.

Jorge – Alicante
Voy a contaros una experiencia que me sucedió en septiembre pasado al contestar el contacto de la revista Clima. Un matrimonio pedía un chico para trío. Ante todo diré que me llamo Jorge, tengo 37 años, casado con una mujer bastante fría y que no sabe nada de eso, lo cual hace que yo vaya siempre más caliente que una moto, soy delgado, limpio y muy discreto.
Contesté, como decía, al contacto de un matrimonio de 35 años, de Oviedo, que iban a pasar sus vacaciones en Alicante, de cuya capital soy yo. Mi sorpresa fue cuando, a los veinte días, pues yo no lo esperaba tan pronto, me llamó el marido diciéndome que habían recibido una carta mía con las dos fotografías que incluía y que les gustaron bastante, sobre todo a ella.
Después de otras varias llamadas, me dijeron que llegarían el 2 de setiembre a mi ciudad, fecha en la que yo también estaba de vacaciones. Nos citamos en un kiosco-bar, a las 11 de la mañana diciéndome como iría ella vestida. A la hora convenida llegué y les vi sentados en una mesa, a la sombra de los toldos. Me acerqué, me presenté y ellos a mí. Se llamaban Elisa y Luís, y me invitaron a tomar un aperitivo. Ella era guapa, delgada, pelo corto, morena y estaba buenísima de cuerpo. Él era, más o menos, como yo, delgado y bien parecido. Hablamos del calor que hacía, y de otras muchas cosas hasta que nos adentramos en el tema del sexo, diciéndome ella que yo le caía bien y que estaba dispuesta a practicarlo conmigo. Mientras decía esto, sacó el culo casi fuera del asiento y se echó hacia atrás, abriendo las piernas y enseñándome sus braguitas blancas.
– ¿Te gustan? – me preguntó.
– Elisa, te follaba aquí mismo – le respondí, añadiendo – Y ahora verás tú como me tienes…
Cogiendo el periódico que llevaba, hice una tienda de campaña sobre mis piernas y metiéndome la mano por el elástico del pantalón, saqué mi polla totalmente endurecida.
– ¿A ti te gusta eso que tengo? – le pregunté a mi vez.
Mojándose los labios con la lengua, me contestó:
-Estoy deseando tragármela… es más grande que en la foto – y dirigiéndose a su marido, añadió – Luís, ya la verás cuando lleguemos al hotel… y hablando de esto, ¿por qué no nos vamos, pues ya estoy muy cachonda?

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Andando por la calle, se abrazó a mi, mientras su marido iba delante.
Yo le pasaba el brazo por el cuello y ella me agarró la mano para que le acariciara una teta por encima del suéter. Luego, esta mano que agarraba la mía, la bajó para ir tocándome la polla mientras nos parábamos de vez en cuando, para morrearnos. Cuando llegamos a la habitación, lo primero que hizo fue bajarme los pantalones y calzoncillos, hasta quitármelos.
– Mira, Luís… – le dijo al marido – ¡Es más grande que en las fotos!
Cogiéndomela, empezó a lamer todo el tallo hasta que se la metió en la boca para chuparla mientras me pajeaba pero pronto tuve que suplicarle:
– ¡Elisa, por favor, para que no quiero correrme tan pronto!
Cogiéndola por los sobacos, la levanté para desnudarla. Tenía unas tetas preciosas que masajeé con las dos manos y luego le chupé los pezones, que tenía duros como piedras por la excitación. Luís estaba desnudo, mirándonos y masajeándose la polla, bastante tiesa también. Empujándola, la hice caer sobre la cama, y separándole las piernas, empecé a acariciarle el coño, abriéndose los labios ella con sus manos y diciéndome:
– ¡Chúpamelo, Jorge, por favor!
Comencé a lamérselo de abajo a arriba hasta que apresé, con mis labios, su clítoris. En este momento, Elisa empezó a gemir:
– ¡Aaaah… sigue, Jorge, sigue que me corro… oooh… que gustooo…!
Me llenó toda la boca de los jugos de su corrida mientras añadía entrecortadamente:
-¡Métemela ya, no puedo estar así necesito tu polla en el coño, métemela, te lo suplico… oooh… y tú Luís, deja de pajearte y métemela en la boca!
Dándole la vuelta y poniéndola al estilo perro, se la metí en el coño mientras ella se la chupaba a su marido. Cuando se la sacaba de la boca, era para decir:
– ¡Mira, cabrón, como se follan a la perra de tu mujer con esa gorda polla… me voy a correr… que gusto… oooh… me voy a correr otra vez, Jorge… sigue, sigue… córrete conmigo, no aguanto más… dame toda tu leche para mi coño, venga, ahora… yaaaa…! – me corrí con ella que añadía, entre espasmos de placer:

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– ¡Me llenas por completo… como me quema tu leche, es maravilloso y tú, Luís, cabrón, dámela en la boca también!
Volvió a correrse tragando toda la leche del marido.
Cuando salí de ella, cogió mi polla para lamérmela de nuevo diciéndonos:
– ¡Ahora quiero que me folléis los dos a la vez, quiero sentir las dos pollas clavadas en mis agujeros!
Al recuperarnos, a base de morreos y lamidas, me tumbó de espaldas en la cama, se montó a horcajadas sobre mi y cogiendo mi polla, se la puso a la entrada de su coño, clavándosela entera y empezando a cabalgarme.
Al poco rato se aplastó contra mi pecho y le dijo a su marido:
-¡Venga, cabrón, ahora te toca follarme el culo… os quiero a los dos! – y gritando del gusto, cuando él empezó a penetrarla, añadía:
-¿Esto es lo que querías, verdad cabrón, verme follada por una polla mientras tú me follas el culo…?. ¡Oooh… follarme… follarme, cabrones… más fuerte que me estoy corriendo… correos vosotros también, llenadme toda de leche de macho… venga, quiero la de los dos a un tiempo…!
Luís, acelerando el ritmo y yo moviéndome lo que podía, le llenamos el coño y el culo de leche espesa. Ella, gimiendo, repetía:
– ¡Así… así… os siento… me corro de gusto… me corro otra vez…!.
Cuando terminamos, ella quedó encima de mí respirando agitadamente, luego entreabrió los ojos y me dijo:
– ¡Que follada me habéis dado, esto no lo olvidaré nunca pero lo tenemos que repetir durante el tiempo que estemos aquí!

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Al recuperarnos, me duché. Eran las cuatro de la tarde. Vistiéndome, me despedí de ellos hasta el día siguiente y así continuamos durante los días que estuvieron aquí. Por la mañana paseando y visitando lugares, después pasando unos ratos fabulosos de sexo.
Saludos y gracias a esta maravillosa revista por haberme proporcionado unos días de sexo inolvidable.

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