La protagonista soy yo

Dice que es una chica “caliente y que desde que lee la Revista Clima se ha convertido en una fan de los Relatos. Por fin se ha decidido a contarnos una historia que le ocurrió a ella.

Meritxell – Gerona

Hola a todos. Me llamo Meritxell, tengo 21 años y la historia que voy a contar es total y absolutamente verídica, aunque los nombres de los personajes están modificados por razones obvias. Soy una fanática de los relatos y me encantan las páginas de Clima, aunque la verdad es que siempre me resultó difícil creer que estos relatos fueran ciertos, pero tras esta caliente experiencia creo que he empezado a cambiar de opinión.
Soy morena, ojos verdes, una boca que se que muchos hombres al verme me imaginan agachada chupando la punta de su verga, pues es carnosa, y lo digo por que me lo han dicho, tengo un cuerpo muy lindo, pero lo mejor son mis tetas, unas tetas grandes y muy duras que son, como digo, lo que más me gusta de mí y mi vientre plano hace que mis tetas se vean incluso más grandes, llevo el coño depilado con una breve línea de vello, mi culito no es grande, no voy a exagerar, pero es redondito y respingón y a mí personalmente me encanta. La verdad es que soy una persona muy caliente.
Esta experiencia comenzó un día normal en el que yo iba hacia la facultad, ese dia me sentía de muy buen animo y me vestí muy sexy, me puse una camisa ajustada de color canela, que moldea mis tetas y los hombres me miran como embobados, me puse unos pantalones azules, muy al apretados al cuerpo, y unas botas, me pinté lo justo, sin exagerar porque mi cara no necesita de mucho maquillaje.
Cuando llegué a la facultad, me encontré con un compañero el cual me excita muchísimo, es un macho que cada vez que lo veo me pone cachonda. Se llama Jorge, es alto, no es musculoso pero si bien dibujado de cuerpo, una vez lo vi sin su camisa y ese día tuve que hacer un esfuerzo muy grande por no echarme encima de él. Se que él me desea con locura y que le encanta mi cuerpo, pero había mucha gente ese día y decidí mantenerme al margen.
Cuando llegué lo saludé y nos quedamos hablando.
– Hola Meritxell, que guapa estás hoy.
– Gracias – respondí – tú siempre me dices cosas agradables
– Como no te las voy a decir si eres un bombón, si fueras mi novia….
No lo dejé terminar de hablar, le tapé la boca y poniendo una cara de lo más sensual le dije:
– Bueno, bueno, va a empezar la clase, después seguimos con la charla… a propósito, ¿quieres venir a mi casa hoy? Hay unas cosas que no entiendo y quisiera que me explicases.
Eso era total y absolutamente mentira, pero lo que bien empieza bien acaba y estaba dispuesta a hacer algo al respecto.
– ¡Claro que sí, me encantará ir! – me dijo él.
– Bien, nos vemos a la salida.

Estuve toda la mañana mojadita, pensando en todo lo que le haría, como lo deseaba, me volvía loca, estuve pensando en su gran paquete que se dejaba adivinar… No podía concentrarme en nada más y cuando por fin terminó esa tortura, se levantó, se acercó y allí mismo nos fuimos. Es un viaje bastante largo hasta mi casa, en coche, pero tuvimos tiempo para charlar y varias veces, haciéndome la emocionada, contándole alguna cosa ponía mi mano en su muslo. Al fin llegamos y cuando entramos en mi casa, le dije que comiéramos algo y empezáramos lo antes posible a estudiar, y que era mejor estudiar en mi habitación, así que comimos y charlamos muy tranquilos.
Cuando íbamos subiendo a mi habitación oímos unos ruidos, como unos gemidos, y para calentar un poco el ambiente le dije que mirásemos que era y como él estaba tan caliente como yo, nos asomamos a la habitación de mi hermana, que era de donde provenía el ruido y allí estaba ella con… ¡el jardinero! Yo no lo podía creer, el tío tenía una verga hermosa, grande y erecta, y mi hermana se la estaba comiendo toda. Nos quedamos allí e hice muchas señas a Jorge de que no se le ocurriera abrir la boca. En un momento dado ella se puso a cuatro patas y él, sin prisa pero sin pausa, la ensartó por el culo. Fue más de lo que pude aguantar, agarré a Jorge de la camisa que llevaba puesta, entramos a la habitación de mis padres y cerré con llave. Lo miré como una gata caliente, como una puta, y nos besamos, con mucha lengua.
– ¡Fóllame como se le están haciendo a mi hermana! – le dije a Jorge.
– ¡Sí, pídemelo!
– ¿Viste la verga del jardinero?
– ¿Es el jardinero? Vaya zorra que es tu hermana, como tú.
– Sí, ¡pero me vas a follar de maravilla!
– Sí, por supuesto que sí – me decía chupándome el cuello con todas las ganas.
– ¡Te quiero chupar esa verga que tienes! -exclamé.
Diciendo esto dejó de besarme y le empecé a sacar la camisa. Cuando llegué al pantalón, le chupé debajo del ombligo y mientras le bajaba la bragueta lo miraba a los ojos. El solo me decía:
– ¡Pedazo de perra, chúpamela… sácala de ahí… quiero tu lengua y esa boca en mi verga!
Cuando la saqué de su prisión no lo podía creer. Era una polla tremenda, como de 25 cm.

– ¡Dale, chúpamela así… más rápido… aaah… como me la chupas… aaah… siempre te tuve ganas y ahora me la vas a chupar siempre… no pares, aunque si sigues así vas hacer que me corra…aaah…!
En ese momento me saqué la verga y le empecé a hacer una paja muy lenta mientras me metía sus huevos en la boca y él aullaba de placer hasta que le dije:
– Ahora te toca darme placer a mí… ¡Chúpame el coñito!
Dicho y hecho me sentó sobre la cómoda que tienen mis padres, me abrió las piernas y se puso a chuparme el coño haciéndome chillar:
– ¡Sí… así… chúpamelo… como me gusta… aaah… cabrón, que bien chupas… me estás matando… oooh… me corro… sí…me corrooo…!
Me corrí como una bestia y él me dijo:
– Espero que no estés pensando que se acabó porque todavía nos queda toda la tarde y estoy esperando a poder meterte mi verga en tu coño y en tu culo.
– ¡Yo soy la que quiere que me folles como una bestia! – contesté.
En ese momento se me ocurrió algo y le dije:
– Aquí no, aquí no hagamos nada, vamos a la cocina.
– Pero está tu hermana…
– No importa, esta muy entretenida y no va a bajar.
Cuando llegamos a la cocina, él me dijo:
– Bueno golfa, ahora sí, ábrete de piernas y siéntate sobre la mesa que te voy a partir en dos.
Así lo hice, sin decir nada me acosté sobre la mesa, él se situó y me la metió de un golpe.
– ¡Aaah… así, así… métemela más… me estás matando… más… más…!
– ¡Que puta eres y como me gusta follarte, pero no grites que nos van a oír todos… y ábrete más de piernas, so puta!
– ¡Sí, haré lo que tú quieras, pero métemela más fuerte!
Así estuvimos como 10 minutos, yo pidiéndole más y él follándome como un animal.
– Voy a correrme – dije de pronto – ¡Que bien lo haces…aaah…!
– ¡Toma mi leche, siéntela bien adentro!
Nos fundimos los dos en el mejor orgasmo jamás visto, pero él, a los pocos segundos, me repitió:
– No pensarás que estos se acaba así ¿No? Date la vuelta y no digas nada.
Me di la vuelta, me hizo agachar y me empezó a lamer el culo.
– ¡Aaaah… que gusto, sí, chúpame el ano… oooh… así, méteme tu lengua… méteme los dedos…!
Primero me metió un dedo… después dos y después…
– ¡Aaah… méteme tu polla que no puedo más! – supliqué.
– ¿Qué quieres que haga, pedazo de puta? – preguntó.
– Que me metas tu verga en el culo.
– ¡Dilo más alto! – me ordenó.
– ¡Méteme tu verga, no aguanto más!
En ese mismo momento cogió su preciosa verga y la apuntó a mi culo, haciéndome decirle:
– ¡Métemela de golpe, sácamela y métela de nuevo… cógeme las tetas…!
Me folló como nadie, me hizo correr unas tres veces, estaba que no podía sostenerme en pie, fueron como quince minutos de total placer, pero le dije:
– No te corras en mi culo, déjame saborear esa rica leche…

Me la sacó, me la puso en la boca y eyaculó bebiéndome yo toda su ardiente y abundante leche, mientras él me decía:
– ¡Tómate toda mi leche, guarra, no dejes nada! – exclamaba él, loco de placer.
Nos corrimos los dos como bestias y en ese momento oímos un ruido en la escalera, pero estábamos tan extasiados que no nos importó quien era.
Besos para todos los lectores.