Relato erótico
El “estreno”
Para todo hay una primera vez, para nuestra amiga Fina, fue el inicio de una relación lésbica…
Fina – ALICANTE
Amigos de CLIMA, tengo 22 años, y lo que ahora os cuento me ocurrió el verano pasado. Una amiga y compañera de estudios celebraba su cumpleaños en la ciudad donde estudiábamos, y fui invitada a una noche de marcha desenfrenada con mi grupo de compañeras de la facultad. Como yo tengo piso allí, no tendría problemas para dormir, y Helena, la chica del cumpleaños, me pidió un favor.
Esa noche vendría con nosotros su prima de Madrid, Sara, una preciosa mujer de 27 años, morena y con un culito y unas tetas que traían por la calle de la amargura a cada chico con el que se cruzaba, y el favor consistía en que alojase en mi casa a Sara aquella noche, ya que en el piso de Helena ya no quedaba una sola cama para nadie.
Por supuesto me ofrecí a que se quedara conmigo, ya que yo tenía sitio de sobra porque estaría sola ya que al ser verano, mis compañeras de piso estaban en sus casas con sus familias y amigos.
En fin, a medida que iba pasando la noche iba conociendo a Sara, y me lo pasé en grande con ella. Tenía un gran sentido del humor y vacilaba a todo chico que se dirigía a nosotras con esperanzas de ligue.
El tiempo fue transcurriendo, y decidimos marcharnos a casa, con algunas copas de más y riéndonos a carcajadas por cualquier tontería.
Entramos en casa y fuimos directas a la cocina, encendimos un cigarro y seguimos charlando. Yo fumo, me encanta y lo hago desde hace bastante tiempo. Le pregunté a Sara si ella fumaba, y me dijo que sí, entonces le propuse que encendiera un cigarrillo mientras yo me pegaba una ducha rápida para dormir fresquita después del “marchón” que me había pegado al cuerpo. Me dijo que no había problema, así que le dejé, mientras fui al baño.
Ya en la ducha, y a medida que el agua iba resbalando por mi piel en una agradable sensación, pensaba en que esa tía buena iba a dormir conmigo esa noche, en mi cama, rozando su cuerpo con el mío, y me puse a mil. Nunca había mantenido relaciones sexuales con una mujer, pero siempre había albergado una curiosidad morbosa, medio fantasía medio deseo, de acostarme con una chica.
En fin, noté que me estaba calentando demasiado, y cuando la esponja rozó mi coñito rasurado, ya que me encanta llevarlo siempre depiladito, sentí la necesidad de masturbarme pensando en aquellas tetas que iban a estar en breve a mi alcance. Mis sentidos estaban a flor de piel, y cualquier roce, caricia o el mismo resbalar del agua sobre mí me ponía a cien. Pero decidí salir de la ducha y relajarme, me fumaría un cigarrillo con ella, nos iríamos a dormir y lo más probable es que ambas caigamos rendidas como el plomo.
Salí de la ducha y allí estaba ella, tumbada en la cama, en tanga y sujetador.
– ¿Qué tal te ha sentado esa ducha? – preguntó
– Bárbara, me siento genial y fresquita, ahora ya podré dormir bien a gustito.
– Me estás dando envidia, ¿te importa que me duche yo también? Será un momento, ¿vale?
Le dije que me parecía una idea buenísima, así que se ella fue a la ducha pero cuando volvió yo no me lo podía creer. Estaba desnuda, solo con la toalla a la cintura. Sus pechos eran increíbles. Grandes, duros y con unos pezones oscuritos que hicieron que mis braguitas comenzasen a recibir los jugos que de mi coño palpitante comenzaban a manar.
Se quitó la toalla y desnuda por completo se tumbó en la cama, fumando boca arriba y con sus piernas entreabiertas. ¡Bufff, cómo deseaba abrir bien aquellas piernas y ver su coño cerca!
Comenzamos a charlar, me preguntó si tenía novio, le contesté que no, que hacía ya algún tiempo lo había dejado con un chico y desde aquella no había vuelto a relacionarme con otros.
– ¿Y no echas de menos el sexo? Siento ser indiscreta, si no quieres no me contestes – me preguntó
– Claro que lo echo de menos, unas veces más que otras, pero lo voy sobrellevando.
– Yo tampoco tengo pareja ahora, y la verdad es que no hay noche que no me acueste caliente en mi cama.
– Te entiendo, me pasa lo mismo exactamente.
Se levantó en la cama y se volvió a tumbar, esta vez a mi lado.
– ¿Cuando te vas a la cama calentita, sueles masturbarte para aliviarte un poco? Yo siempre lo hago.
Mi corazón comenzó a latir desmesuradamente y pensé que no sería capaz de articular las palabras para contestarle.
– Sí, suelo masturbarme, y me encanta – contesté.
– ¿Cómo te gusta tocarte? A mí me gusta hacerlo despacito, me gusta notar como mis deditos se van mojando poco a poco.
– A mí también me gusta hacerlo así.
Hubo un momento de silencio… y volvió a preguntar.
– Y…. ¿alguna vez has tenido relaciones con otra chica? – preguntó
Pensé que me iba a morir allí mismo. No podía creérmelo, era mi oportunidad para follarme a aquella tía imponente, y no la iba a desaprovechar.
– Pues no, nunca he tenido el placer, pero es algo que siempre quise hacer.
– ¿Siií…? ¿Te apetece ver un coñito? Creo que estoy cachonda ya. ¿Quieres mirarlo?
No respondí, solo agaché mi cabeza al mismo tiempo que ella abría sus piernas de par y contemplé aquella maravilla de coño. Estaba ya hinchado, y a la entrada de su vagina se podía ver el brillante juguito que comenzaba a manar de su cueva.
Me incorporé un poco y le di una calada a mi cigarrillo, volví a agachar mi cabeza, y acercando mi boca a su raja soplé el humo en su chocho. Ella se estremeció y soltó un breve gemido. Alcé la cara y la vi sonriendo e incorporada sobre sus codos, mirando la escena con la boca entreabierta y dejando distinguir entre sus labios su lengua juguetona.
– ¿Puedo tocártelo? – pregunté.
– Lo estoy deseando – respondió
Así que dejé lo que tenía en la mano en un cenicero y volví a agacharme entre sus piernas. Apoyé mi cabeza en su muslo y acerqué mis dedos a su raja. ¡Que suaves eran sus labios depilados, y qué mojada empezaba a ponerse! Deslicé mis dedos a lo largo de su coño de abajo a arriba, y de arriba abajo. Quise probar cómo sabía y me chupé dos dedos, luego los introduje en su coño y los volví a chupar. Estaba caliente, salado y como casi al instante los jugos manaban de su chocho, yo no aguanté más y acerqué mi lengua. Lamí lentamente toda su rajita, empapándome la barbilla. Volví a lamer con suavidad con toda la anchura de mi lengua, y seguí lamiendo una y otra vez. Que rica estaba.
Con mis dedos separé los labios de su coño y chupé bien adentro. Sentí su clítoris con mi lengua, y haciendo círculos comencé a estimularlo, absorberlo, aspirarlo y lamerlo con movimientos pélvicos lentos.
– ¡Asíiii… sigue por favor… ummmmm… me estás volviendo loca con tu lengua… sigue, sigue…!
– ¿Te gusta? Quiero hacer que te corras en mi boca, quiero comértelo todo, ¿me oyes?
– ¡Aaaah… siií… no pares, no pareeeeeees….!
Seguí lamiendo con glotonería, estaba tan rica que deseé follarla así, con la lengua. Separé con mis dedos sus labios vaginales e introduje mi lengua tan al fondo como mi boca me lo permitía, luego saqué mi lengua de ella lentamente, mientras ella suspiraba y me pedía más. Volví a introducirla, y esta vez comencé a penetrarla a un ritmo rápido. Con velocidad metía y sacaba mi lengua de su coño. Sus jugos me resbalaban ahora hacia el cuello.
Me estaba volviendo loca aquel sabor, estaba perdiendo la noción del tiempo, del espacio y mi cordura. Sin dejar de penetrarla, embadurné bien un dedo con los líquidos de su coño y empecé a estimular su culo. Eso la volvió loca, y seguí tocando su ano haciendo círculos. Noté en mi dedo como su agujerito del culo se iba aflojando, y casi sin saber como y con una leve presión, mi dedo entró en su ano sin dificultad.
– ¡Siiií…. me voy a correr… sigue… sigue…. no pares, no pares… mmmmmmmm… aaaah… siiiiiiiiiiií…. me corro… me corro… chupa bien siiiiií… aaah…!
Se corrió en mi boca, y una descarga salada vino a mi lengua, seguí chupando como una loca, intentando comerme todos los jugos que venían a mi lengua hasta casi atragantarme. Poco a poco fui bajando el ritmo de mi chupadita hasta que se relajó y levanté mi cabeza para observarla. Sara estaba colorada después de la corrida, y unas gotitas de sudor caían por sus sienes. Sonreía y me miraba con ojos de putita con ganas de seguir follando. Me besó en la boca con un beso profundo y húmedo y me tumbó en la cama.
Espero que os haya gustado la primera parte de mi experiencia, y ya os contaré cómo acabé de bien follada aquella noche en la segunda parte de mi relato.
Un beso con lengua en la parte de vuestro cuerpo que más os guste.