Relato erótico
La pareja ideal
Se considera amante del buen sexo y siempre ha fantaseado con montar un trío con dos chicas y lo consiguió, pero lo mejor que ha experimentado ha sido al lado de su actual novia.
Nacho – Barcelona
Antes de nada quisiera presentarme. Mi nombre es Nacho, tengo 28 años y vivo en Barcelona capital.
Desde siempre me han atraído las diferentes formas en las que se puede practicar sexo. No soy nada convencional y me encanta disfrutar y hacer disfrutar utilizando la imaginación para conseguirlo. El gran problema que había tenido hasta ahora era encontrar una chica que fuera como yo, que sintiera el sexo de la misma forma y que tuviese una mente abierta para poner en práctica muchas de las fantasías que hasta ahora aún no había podido realizar.
Mi suerte cambió, para bien, hará cuestión de 2 años, cuando conocí a Lucía en un chat, no de sexo, por curioso que pueda parecer. Ella es una chica preciosa de 33 años, rubia, alta, unos ojos azules que estremecen y un cuerpo precioso. Me encantan sus curvas, su culito respingón, sus dos tetas, no demasiado grandes, tal y como más me gustan a mí y sus labios, qué labios tan dulces y carnosos tiene. Además de todo eso, su simpatía y su buen humor te enganchan.
Desde que la conozco he conocido también a bastantes hombres que de una manera u otra le han echado los tejos, pero para desgracia de ellos, Lucía está muy enamorada de mí y no le apetece tener relaciones con otros hombres si no estoy yo presente. Ella quiere compartirlo todo conmigo.
Hacía tiempo que mientras hacíamos el amor, en ocasiones le susurraba al oído escenas imaginadas por mí y que sabía que le encantaban, tales como el hacer un trío con otra chica. Eso es algo que a ella le enciende sobre manera. Le explicaba cómo otra chica le comía el coño mientras yo la penetraba o bien como se lo comía ella a la otra chica. También le excitaba mucho imaginarme follando con otra.
Varias veces habíamos hablado de llevarlo a la práctica, pero no conocíamos a nadie a quién poder proponérselo. Echamos un vistazo a alguna que otra página de contactos en Internet pero no tuvimos suerte.
Pusimos un anuncio en esta revista y después de varias semanas una chica contacto con nosotros. Tenía 23 años, mediana estatura, morena, muy guapa y quedamos en ir a tomar algo antes los tres, charlar, conocernos y si nos gustaba seguíamos adelante. Lo preferíamos así, pues era la primera vez que Lucía iba a estar con otra mujer y sabíamos que esa era la mejor manera de romper el hielo.
Estuvimos una media hora en una terraza tomando una copa y hablando. Nuestra contraseña para decir que estábamos de acuerdo era poner boca arriba el paquete de tabaco encima de la mesa. Si lo poníamos boca abajo alguno de los dos, no seguíamos adelante. Pero… ¡coincidimos! Las cajetillas mirando hacia arriba y nosotros, algo nerviosos aún, pero empezando a imaginar cómo sería aquél bombón desnuda en nuestra cama.
Una vez en mi casa, en el salón, nos sentamos en el sofá. Lucía tuvo que entrar al lavabo pero cuando salió se encontró que la fiesta ya había empezado. Sandra sentada a horcajadas sobre mis piernas metía con desenfreno su lengua en mi boca y viceversa. Era la primera vez que Lucía me veía con otra mujer, pero lejos de ponerse celosa, se sentó a nuestro lado y se unió a nosotros.
Besé a Lucía, entrelazando nuestras lenguas y de nuevo besé a Sandra. Hice una pausa entonces para preguntarle a Lucía:
-¿Así que nunca has besado a una chica? Pues verás, es lo mismo que besar a un hombre… ¡No, es incluso mejor! Entre otras cosas porque no te pinchas con su barba.
Sonrío y se acercó a la boca de Sandra. Cerró los ojos y le dio su primer morreo a una chica, mientras yo acariciaba un pecho a una y otro pecho a otra por debajo de la ropa. Sandra, empezaba a ponerse caliente también. Se movía sobre mi paquete ya completamente duro. Juntamos nuestras lenguas, los tres y rápidamente nos desprendimos de nuestras ropas.
Pero quise dejarlas solas, quería que Lucía disfrutara por un momento el poder estar con una chica a solas, así que escabulléndome, entré al baño. Estuve allí unos pocos minutos, imaginando qué podían estar haciendo y eso no hacía más que ponerme la polla mucho más dura.
Al cabo de unos minutos salí y la escena no podía ser mejor. Lucía sentada en el sofá, dejada caer y Sandra en el suelo entre sus piernas ya había empezado a saborear los jugos de su depiladísimo coño. Recuerdo cómo me miró Lucía, su mirada reflejaba placer, excitación, morbo, vicio…
Me senté al lado de Lucía, observando cómo Sandra pasaba su dulce lengua suavemente por la raja de mi amiga. Nos morreamos Lucía y yo y Sandra se puso entonces entre mis piernas para engullir mi rabo. Durante un rato estuvo comiéndonos el sexo, tanto al uno como al otro hasta que no pudimos esperar más para empezar a follar.
Me tumbé en el sofá, boca arriba. Lucía se sentó sobre mi polla, metiéndosela entera. Entró prácticamente sola hasta lo más profundo de su lubricado coño. Sandra también se sentó sobre mí, pero en la cara. Ella también tenía el coño depilado, eso me encanta, y también muy mojado. Me porté muy bien pues me lo comí todo mientras Lucía cabalgaba muy excitada.
Ellas se morreaban y Sandra le hacía un masaje en el clítoris a Lucía, al mismo tiempo que entraba y salía mi polla de su coño.
Debo decir que para mí no era el primer trío que hacía con dos chicas y además que siempre aguanto bastante tiempo follando, pero también es cierto que la escena era propia para haberse corrido 20 veces hacía ya rato. Aún así me comporté bastante bien dándoles buenas dosis de carne en barra a las dos gatitas en celo que tenía esa tarde en mi casa, en mi propio sofá.
Al rato de estar en esa posición vimos que el sofá era muy cómodo pero nos limitaba, en cuánto a posiciones sexuales se refiere, así que nos fuimos a la habitación donde tengo una cama de matrimonio bastante grande.
Allí, de rodillas yo sobre la cama, las dos caminando a gatas se acercaban a mí hambrientas de polla. Primero la chuparon con sus lenguas, morreándose de vez en cuando para metérsela dentro de la boca después. Luego Lucía pasó a estar detrás de mí para chuparme el culo, es algo que me encanta y ella lo sabe, mientras con mis manos sobre su cabeza, Sandra seguía tragándose mi polla.
Notar como sus dos lenguas me devoraban me hacía sentir en el paraíso pero ahora tenía ganas de clavársela a Sandra y de que Lucía viera cómo lo hacía. Me puse un preservativo y estando Sandra boca arriba, Lucía le separó los labios de su coño dejándome paso libre para metérsela.
Cuando ya tenía mi miembro dentro de Sandra, Lucía se colocó detrás nuestro para no perderse detalle de esa penetración. Al principio todo era suave, mis labios rozaban su boca, su cuello, sus orejas. Después empecé a acelerar el ritmo, bombeándola cada vez con más fuerza.
Cada vez la tenía más y más dura. Al poco rato Sandra tuvo un orgasmo descomunal. Su cuerpo se retorcía, su coño estaba muy mojado.
No iba a tardar demasiado en correrme, pero quería terminar dentro de Lucía, es algo que a los dos nos encanta, así que me quité la goma y la tumbé sobre la cama boca abajo con una almohada bajo el vientre para elevar su culito y dejar así su agujerito estrecho bien a la vista. Se lo lubricamos y dilatamos entre Sandra y yo metiéndole un dedo primero ella, luego yo y finalmente los dos a la vez.
Sandra me agarró la polla y apuntando hacia su ano empujé poco a poco hasta introducírsela entera, hasta los huevos. Lucía gemía, también experimentaba esa mezcla de dolor y placer, y al mismo tiempo que me morreaba con Sandra, ésta me metía un dedo a mí en el culo, yo le metía a ella un dedo en el coño y con mi otra mano masturbaba a Lucía.
Lucía se estremecía de placer cuando finalmente llegó al éxtasis, gritando se corrió y a los pocos segundos lo hice yo derramando toda la leche que había en mis huevos dentro de su culo.
Nos quedamos los tres en la cama durante unos minutos besándonos y hablando de lo mucho que nos había gustado aquél pedazo de polvo. Después nos vestimos y despedimos a Sandra, agradeciéndole su visita y deseando volverla a ver.
Os “enviamos un par de besos para todos.