La pareja ideal

Se conocían desde que iban a la escuela y la casualidad quiso que con los años acabaran trabajando juntos en la misma empresa. Era una chica guapa, buen cuerpo y muy inteligente. Lo demás, lo descubrió aquel día.

Iván – San Sebastián
Mi trabajo, no se puede decir que fuese aburrido. Normalmente, no tenías tiempo ni para ir al baño, y rara era la vez en que el teléfono dejaba de sonar.
Me acerqué al trabajo, como siempre, animado. Cuál fue mi sorpresa cuando al llegar me encuentro que debido a un problema informático, la empresa estaba funcionando a medio gas. Por primera vez en mi vida iba a ser un día tranquilo en el trabajo.
Entré en mi despacho y empecé a recuperar el tiempo perdido. Tenía más papeleo atrasado del que pudiera archivar, y ese era el día indicado para ponerme al día.
Entonces alguien golpeó la puerta.
– Adelante – dije yo –
Ella entró con una sonrisa en los labios. Aquella mañana estaba preciosa. Llevaba un vestido ajustado que destacaba sus curvas, y denotaba claramente su 110 de pecho. No llevaba sujetador, y sus pezones eran perfectamente visibles.
Rosa, que así se llama, es el encanto personificado. Pese a no ser muy alta, tiene un cuerpo que quita el hipo, con un culo que pide ser tocado. Es rubia y tiene dos enormes ojos azul claro. Siempre me he
llevado muy bien con ella, desde que estábamos juntos en la escuela, y siempre la he deseado.
Siempre fue muy inteligente, y alcanzó un cargo en la empresa de la misma categoría que el mío. Cuando me vio que estaba recuperando el papeleo me dijo:
– ¿Qué haces?
– Trato de ponerme al día con el papeleo – le dije -.
– ¿Y alguna vez has pensado que te podrías poner al día conmigo de una vez?
Me dejo helado. Ella, con la que siempre había deseado hacer el amor se me estaba insinuando.
Inmediatamente después, se inclinó sobre mí y me beso en los labios.
Primero con delicadeza, y luego introduciendo su lengua en mi boca con tanta pasión que la saliva salía de nuestras bocas sin dar tiempo a que la tragáramos.
– Creo que ya era hora de hacer algo así – me dijo cuando nos separamos –

Se quitó el vestido y dejó al descubierto su cuerpo. Sus generosos pechos dieron un respingo cuando el vestido pasó sobre ellos, y sus pezones inflamados de pasión apuntaban al cielo.
Me bajó los pantalones y me empezó a chuparme la polla de una manera increíble.
– Prepárate, porque voy a hacer que te corras en mi boca. Llevo años deseando probar el sabor de tu leche – me dijo -.
Me chupo de todas las maneras posibles. Su lengua se enroscaba alrededor de mi pene como si fuera una serpiente. Me chupaba los huevos, y se metía toda la polla en su boca. Su saliva goteaba por su barbilla, y yo casi no podía más.
Mis manos manoseaban sus pechos, y cuando estaba a punto le dije:
– ¡Para, que me corro!
– Dame de beber – me contestó ella sin sacar la polla de su boca.
Entonces un relámpago recorrió mi espalda y borbotones de semen empezaron a salir disparados dentro de su boca. Ella se lo tragaba todo, y yo viéndolo, me corría aún más.
Cuando por fin terminé, ella me miró me sonrió y me dijo:
– No ha estado mal para empezar, ¿seguimos ahora en serio?
No podía ni contestarle, pero ella lo dijo todo por mí:
-Con la excusa de la avería informática nos tomamos el día libre. Primero me marcho yo y después tú. Te espero en mi casa, ya sabes la dirección.
No me dio tiempo a contestarle, ya que se marchó a toda prisa. Seguí sus instrucciones y le dije a mi secretaria que iba a ver a un cliente y que estaría fuera hasta última hora de la tarde. Si quería algo, podía llamarme al móvil.
Llegué a su casa. Vivía bastante cerca del despacho en un ático precioso. Me abrió la puerta vestida solamente con sujetadores y un diminuto tanga. Era como una diosa.

Se colgó de mi cuello y empezamos a morrearnos sin parar hasta que tropezando llegamos al dormitorio.
Me tumbó en la cama y me desnudo. Era como una gata en celo y jadeaba sin parar. Me miró y dijo:
-Desde hace años que he deseado que me follaras. Es una asignatura pendiente que tengo contigo.
Empezó a mamarme la polla como una loca y a los pocos minutos la tenía como un palo, cosa que aprovecho para “montarme” y clavársela hasta el fondo.
Gritaba como una loca y decía lo mucho que le gustaba. De pronto sus gritos fueron más intermitentes y tuvo un orgasmo bestial.
Yo, aún no me había corrido, pero ella, lo tenía todo controlado. Volvió a meterse mi polla en la boca y no paró hasta que se la llené de leche.
Estaba molido, dos corridas en pocas horas era algo que hacía tiempo que no me ocurría, pero aquella mujer me excitaba como nadie lo había hecho nunca.
Se me ha olvidado contaros que yo tenía una novia formal desde hacía tres años y que Rosa, acababa de romper con su pareja. Pero aquel día marcó una nueva etapa para los dos.
A las dos semanas yo rompía con mi novia y empezamos a “salir”. Al cabo de cuatro meses fui a vivir a su casa. Han transcurrido ya dos años y seguimos tan felices y calientes como el primer día. Será verdad lo que a veces me dice cuando follamos:
-Desde el primer día que te vi, supe que eras el hombre de mi vida.
Por lo visto, tenía razón.
Un beso muy caliente para ti Charo y uno para todos los lectores. Gracias por publicar mi historia.