Relato erótico
La mejor mamada
Era su compañera de clase y cada vez que la veía, su polla se ponía tiesa. Era vergonzosa y se ponía colorada cada vez que le hablaban. Poco a poco se fueron haciendo amigos y un día llegaron a algo más.
Daniel – Huelva
Esta historia que voy a contar me pasó hace ya un tiempo, cuando yo tenía 20 años. Me llamo Daniel y a la protagonista del relato la llamaremos Noelia para preservar su intimidad. Noelia era una chica súper apetecible, tenía mi edad, era una chica tímida y reservada, no sé por qué, ya que con ese cuerpazo se podría comer a quien se pusiese delante, era morenita de piel y tenía una cara pequeñita y unos labios sonrosados que pedían ser besados, era menuda de cuerpo, manejable, pero lo que más me impresionó de ella fueron unas tetas inmensas, de las que se sentía avergonzada.
La conocí en un curso de inglés al que me apunté, cuando le preguntaban en clase, hablaba muy bajo y se sonrojaba con frecuencia, a mí me tenía absorto toda la clase, soñaba cómo poder conquistarla y follármela. ¡Cómo me ponía! Creo que todos los chicos de la clase sentían lo mismo por ella y creo que también ella lo sabía. No vestía demasiado provocativa, pero no podía evitar que se entrevieran esos dos pechazos y esos pezonazos que yo me imaginaba sonrosados y a punto de estallar.
Yo quería entablar conversación con ella, pero Noelia no hablaba con nadie y lo máximo a lo que llegué fue a algunas miradas sensuales, que ella recibía con un suave enrojecimiento de sus mejillas.
Pero un día todo cambió. Noelia llegó tarde a clase, pero iba vestida de una manera muy excitante, con unos pantalones ajustados que resaltaban ese culito respingón y la parte de arriba del bikini con sus dos tetazas blancas a punto de desbordarse. Nada más verla me puse a cien, oyendo como explicaba a la profesora que había estado en la piscina con sus amigas. Toda la clase de inglés estuve mirándola, no me podía creerlo, hasta se le marcaban los pezones, seguro que estaba excitada de saber las erecciones que estaba provocando entre el personal. Incluso yo me tuve que salir un momento al baño a desahogarme.
La clase prosiguió y yo estaba planeando como abordarla a la salida, tenía que entrarle hoy, ya que se la veía con cara de zorrilla y esos pezones estaban pidiendo ser sobados. Así que a la salida me puse a hablar con ella de las clases de inglés, de cómo lo había pasado con sus amigas. Yo estaba bastante nervioso y a veces se me iba la vista a esos dos senos grandiosos esculpidos en mármol. Ella también estaba nerviosa, notaba que le costaba hablar y se le estaba resecando la boca. Sería por la ansiedad y por las ganas de ser magreada como comprobé después.
Así hablando, llegamos hasta cerca de donde ella vivía y empecé a tirarle los tejos, y la dije que últimamente me estaba gustando mucho y que quería besarla. Ella pegó su espalda a una pared y me atrajo hacia sí, no me lo podía creer.
Busqué su boca con ahínco y nuestras lenguas se unieron con pasión descontrolada, la verdad es que ella estaba súper acelerada y jadeaba a cada instante, era un auténtico volcán sexual, y empecé a tocarle el culo, que estaba bien durito y al pegarme contra ella, Noelia pudo notar mi nabo a punto de estallar. Subí mis manos y me lancé a sus tetas, duras y grandes, con unos pezones respingones y cuando se las empecé a tocar, sus jadeos aumentaron. Así estuvimos un buen rato jugueteando hasta que ella me dijo que teníamos que dejarlo porque podían verla sus padres que vivían cerca. Me tuve que ir no sin antes quedar con ella para el día siguiente.
Toda la noche estuve pensando en ella y en las ganas que tenía de tirármela. Al día siguiente quedamos cerca de su casa y cuando la vi venir me volvió la excitación, llevaba un vestido de una pieza blanco, que transparentaba un poco los pezones y que le llegaba muy por encima de sus rodillas, no sabíamos donde ir hasta que ella se le ocurrió ir a un gran parque, mitad bosque mitad parque que había a cinco minutos de su casa. Cuando dijo esto yo ya me imaginé que quería marcha y me puse a mil. Al ir para allá fuimos hablando de nuestras cosas, ella reía y se pegaba contra mí y en más de una ocasión rocé sus deliciosas tetas, hasta que ya no pude más y la besé en los labios. Ella respondió muy fogosamente y según íbamos andando hacia el parque nos íbamos besando, lamiendo y tocando hasta que llegamos. Allí la invité a ir a un lugar apartado, accedió y nos metimos por entre los árboles hasta una zona llena de arbustos. Según nos adentrábamos ella echó, de repente, mano a mi paquete y se rió.
– ¿Lo quieres probar? – le pregunté.
– Me encantaría – dijo ella con su habitual sonrojo, mordiéndose el labio.
Se agachó en el suelo, se puso de rodillas, empezó a bajarme la cremallera y yo me lancé a sobar sus tetas por encima de su sutil vestido blanco. Cuando me sacó la polla, exclamó:
– Mmm… que bonita es, me la voy a meter hasta la campanilla, en mi clase me dicen la garganta profunda, a ver que te parece lo que te voy a hacer.
¡Que delicia! Nunca me habían comido de esa forma la polla, la lamía con lujuria, recreándose en cada parte y acto seguido se la metía hasta dentro. También me hizo una buena lamida de huevos hasta que yo le dije que parara, que no podía más, que iba a estallar allí mismo. Con los pantalones bajados y el instrumento apuntando a los cielos le pedí que se tumbara, ella se sentó en la hierba, se subió el vestido hasta el ombligo y me mostró un tanga negro que estaba medio metido por sus depilados labios, echó la cabeza para atrás y me dejó hacer, le aparté el tanga y comencé a lamerle el chochito, entreteniéndome en su clítoris hasta que ella empezó a gemir y tuve que meterle un dedo en la boca para que me lo mordiera y se entretuviera mientras yo la hacía llegar a los cielos.
– ¡Aaah… me estoy corriendo, Daniel… sí…aaah…! – exclamó de pronto.
Noelia se corrió entre espasmos y un hilo de líquido proveniente de su coño cayó sobre la hierba.
– Ahora quiero sentir tu polla llenándome, y quiero hacerlo aquí – me dijo.
La verdad es que estábamos apartados de los caminos pero en cualquier momento nos podían sorprender, aunque en cierto modo esto daba más emoción al asunto así que cogí a Noelia y le seguí levantando el vestido hasta dejarla con el tanga negro y el sujetador. Yo me senté en el suelo y atraje a Noelia hacia mí, mi polla estaba enhiesta así que Noelia se quitó el tanga y se dejó caer con su chocho lubricado hacia mí y restregó su coño depilado contra la punta de mi polla, cosa que me puso a mil y quería metérsela de una vez.
Pronto ella misma se la fue metiendo suavemente dejándose llevar y yo la arranqué el sujetador dejándome sus tetas a la altura de mi boca, pudiendo ver de cerca, por fin, sus preciosos pezones granulados y sonrosados, que estaban erectos y lamí con pasión. Ella empezó a moverse encima de mí, sintiendo mi polla bien dentro, se movía con soltura, dándome cuenta que debía de tener bastante experiencia en el asunto, y yo, cogiéndola de su culazo, la atraía hacia mí, haciendo los movimientos cada vez más rápidos, Nos besábamos, de su boca salía un aliento entrecortado y aceleré el ritmo hasta que estuve a punto de explotar. Ella también estaba en éxtasis y al notar que me corría, se detuvo y me dijo al oído:
– Estoy súper caliente, quiero probarlo por atrás.
Era un sueño mío, nunca había dado a una chica por el culo y este bombón me lo acababa de proponer, me moví más lento con ella encima y con mi mano la fui tocando el culo hasta que llegué a su pequeño agujerito, le metí un dedo, la gustaba, le metí dos, me salí de ella y la dije que se pusiera a cuatro patas y que pegara la cabeza al suelo. ¡Que visión! Su torneado culo se me ofrecía caliente y dilatado, acerqué mi polla e hice círculos alrededor de su ano- Ella se estremecía y decía suspirando:
– ¡Métemela ya, Daniel, no me dejes así…!
Se la fui introduciendo poco a poco y suavemente, empecé a bombear, cada vez me movía más rápido dentro de ella. Cuando me miró observé que de su boca caía algo de baba producto de su calentura. Le agarré sus senos, que se bamboleaban, y apreté mi cuerpo contra el suyo.
Estaba a punto de correrme y le saqué la polla, se dio la vuelta y apunté hacia su cara y su boca. Sus labios pedían leche y eyaculé en su cara y en su boca. Para sorpresa mía relamió todo y se lo tragó.
– Ha sido precioso, nunca había disfrutado tanto, esto vale mucho – dijo dando un beso a mi ya flácida polla.
Nos vestimos y salimos a los caminos para irnos casa, pasamos por delante de un viejo que se la quedó mirando, me imaginé que era por lo buena que estaba.
– ¡Oh! – exclamó restregándose la cara con la mano – He olvidado limpiarme la cara.
– Mejor – le dije – es bueno para el cutis.
Saludos.