Relato erótico
La encerrona
Tiene dos amigas y con una de ellas, salió una temporada, aunque no follaron. Le llamaron y lo invitaron a ver una película y comer unas palomitas. De comer, comieron, pero no palomitas precisamente.
Marcos – Pamplona
El relato que a continuación te envío, amiga Charo, sucedió hace dos meses. Fue la experiencia más buena de mi vida y la pasé con dos chicas que siempre me gustaron, una se llama Andrea y la otra Carlota. Con Carlota anteriormente habíamos sido novios, pero no habíamos llegado a tener sexo y Andrea es su mejor amiga desde niñas.
Son dos chicas muy atractivas, Andrea es un poco más voluptuosa, con pechos grandes, redondos, hermosos y un bello trasero que contrasta con sus hermosas y bien torneadas piernas.
Carlota, es delgada y del tipo de chicas que no tienen grandes tetas, ni gran trasero, pero su figura delgada y torneada, es suficiente para hacerla una chica muy atractiva. Siempre mantuve una relación amistosa con ellas, incluso después de terminar con Carlota, no tenía problemas para que fuera mi amiga después de haber sido novios. Salíamos por ahí, y nos divertíamos juntos, pero nunca como en aquella ocasión que voy a contar.
Un martes por la tarde recibí una llamada de Carlota invitándome a ver una nueva película, en su casa. Su madre es profesora de escuela y su padre empleado de un banco, es decir, estaba sola en casa. También vendría Andrea.
Cuando estuvimos todos juntos, empezamos a ver la película, yo al lado de Carlota mi ex-novia, y Andrea en un sillón al lado. En medio de la película y casi sin venir a cuento, Carlota me dijo al oído.
– Reconozco que fue un verdadero error dejarte ir y estoy muy arrepentida por haber dejado que nuestra relación terminara.
Yo, algo desconcertado y sorprendido no supe decirle nada, solo mirarla y abrazarla. Luego pensé un poco y le dije:
– Yo aún te quiero mucho.
Me sonrió y continuamos con la película hasta que hicimos un intermedio, para hacer palomitas de maíz. Andrea y yo las haríamos mientras Carlota saldría a comprar algún refresco. En eso estábamos cuando Andrea se me acercó, me miró a los ojos y me dio un gran beso con el que pude sentir sus labios y su lengua algo agitados. Era un beso rápido, pero que yo estaba disfrutando. Cuando ella terminó de besarme me dijo:
– Ya no aguantaba más, eso era algo que hacía mucho tiempo quería hacerte.
Era una confesión, que a mí me encantó, mucho más de lo que me sorprendió y sin más cogí a Andrea de la cintura e hice que me besara de nuevo, pero esta vez fue un beso apasionado, lento y mientras lo hacíamos, acariciaba su espalda con una de mis manos y la otra la desplacé hacia abajo, hasta su hermoso trasero. Pero como no tenía suficiente con una mano para acariciar de aquel bellísimo culo, me decidí, y con las dos manos acaricié y apreté frenéticamente su trasero, de modo que a la vez el beso se convirtió de nuevo en algo rápido, pero mucho más caliente que el primero. No tardé en sentir muchos deseos de seguir acariciando el resto de su cuerpo.
Empecé besando su cuello, para darme espacio y poder subir mis manos por su cintura, dirigirlas a su estomago y subirlas hasta sus pechos, esas espectaculares tetas que provocaban deseos no solo de mirarlas sino acariciarlas y apretarlas como queriendo arrancarlas de su dueña. Pero todo hubiera sido mejor si no llevara la camiseta, definitivamente una hermosura para su atuendo, pero todo un estorbo.
De pronto, lo inevitable, el regreso de Carlota. Abrió la puerta sin necesidad de llamar, era la dueña de la casa, entró y sin darnos cuenta quedó parada en la entrada de la cocina mirándome con cara de no estar muy contenta por lo que veía. Cuando se fue, no supe qué hacer, lo único que vi fue a Andrea yendo tras ella. No sabía lo que pensaría Carlota, después de que me confesó su todavía amor por mí.
Cuando transcurrió un rato, fui a buscarlas por la casa pero no las encontraba por ninguna parte hasta que vi la habitación de Carlota con la puerta cerrada. Traté de abrirla pero estaba con el seguro, traté de escuchar, pero solo oí que hablaban sin entender nada de lo que decían y que era precisamente lo que más me inquietaba. Aunque estaban hablando de mí estaban, quizá de la manera en que jugué con las dos y también en la idea de vengarse o algo por el estilo, al fin eran amigas y confidentes de toda la vida. Pensé todo tipo de cosas menos en lo que realmente sucedió.
De pronto se abrió la puerta y apareció Andrea, que me dijo que entrara. Tenía los pechos desnudos, pues había dejado en la cocina su camisa. Carlota estaba dentro, pero no parecía enojada. Detrás de mí, Andrea me cogió por la espalda y empezó a darme deliciosos lametazos en el cuello mientras Carlota se levantó, dejándome verla totalmente desnuda. Andrea también se había quitado los pantalones. Estaba ahogándome en un mar de confusión, pero no iba a tratar del aclararlo, solo dejé que todo pasara. Carlota frente a mí, se acercó y lo primero que hizo fue darme un beso como nunca me lo había dado cuando éramos novios, y empezó a acariciar mi abdomen, desplazando mi camisa hacia arriba, hasta quitármela, Andrea por su parte desde atrás, hizo lo mismo con mi pantalón.
Estábamos desnudos los tres, y sin más ni más, Andrea se abrió camino entre mis piernas, para meterse debajo de ellas y coger mis testículos, para acariciarlos, seguidamente empezó a chupar mi tiesa polla. Carlota, no quería desprenderse de mi boca y tomando mis manos las puso en sus pechos que, inmediatamente, empecé a acariciar, pequeños, pero totalmente tiesos y con sus pezones bien duros. A esas dos hermosas chicas.
Decidí empezar a mandar en la situación y dije a Carlota que se acostara en su cama, a Andrea, que también se acostara, y entonces me dispuse a hacerle una lamida de coño a Carlota que la dejó extasiada, mientras que Andrea me hizo orgasmar en su boca. Para igualar las cosas, las cambié de posición y Andrea en la parte de arriba de la cama, abrió sus piernas para dejarme ver un chochito perfecto. Mientras Carlota se puso en la tarea de reanimar mi ya flácido pene, en la parte baja de la cama. Andrea, aún más expresiva que Carlota, no dejó de gemir hasta dar un largo grito de placer en su orgasmo y Carlota cumplió perfectamente su función de dejarme listo como para embestir a cualquiera de las dos.
Carlota se colocó al lado de Andrea, las dos me mostraban una vista suculenta y no sabía por cual decidirme. Andrea estaba frente a mí, con su chocho mojado y lista para metérsela y sin pensarlo más se lo introduje a ella. Fue un verdadero placer introducir mi polla en semejante chocho tan perfecto, de tan hermosa dueña. La embestí largamente provocándole varios orgasmos, mientras Carlota se acariciaba a la vez que le acariciaba los pechos a Andrea.
Cuando creí que Andrea había recibido una buena parte de placer, se la saqué y le dije a Carlota que la quería follar ella. Con rapidez dispuso su coño ante mí para que la pudiera embestir, sin embargo, las caricias que ella misma se propinaba no la mantuvieron lo suficientemente mojada y decidí que había que lamerle el coño para volverla a ponerlo a punto. Y ¿qué más apropiado que fuera la misma Andrea la que se lo hiciera? Andrea, no opuso resistencia.
Cuando Carlota ya estaba preparada quise que se sentara encima de mí y ella misma se clavara mi polla en todo el coño. Así lo hizo podía ver en su cara, en sus ojos desorbitados y en su firme movimiento encima de mí, el placer que todo eso le estaba dando. De esa manera obtuvo varios orgasmos conmigo y cuando me decidí a terminar yo mismo le pedí, que acelerara su movimiento y lo hizo con un espectacular meneo de la cadera, que muy pronto me hizo correr.
Entonces me dijo que era su turno de probarme, ya que Andrea había sido la primera en beber mi semen y lo hizo pegándome una mamada espectacular, sacándome toda la leche, de mis ya secos huevos. Andrea, que se había quedado a mi lado, se masturbaba.
Después de esto, me contaron que habían decidido hacer esto dada su atracción hacia mí, y aunque Carlota se había enojado un poco al principio cuando nos vio en la cocina, fue porque habíamos empezado sin ella. De verdad me sentí utilizado aquella tarde, pero felizmente utilizado. Después de esto seguimos siendo amigos para nada más.
Besos, Charo.