La convencí y… disfrutó

Llevaba un tiempo intentando convencer a su mujer para montar un intercambio de pareja. La sola idea de ver como mamaba otra polla o se comía un coñito, lo ponía caliente. Pensó en una estrategia, contestó un contacto de Clima y…

Diego L. – MADRID
Amiga Charo, mi mujer tiene 35 años y aunque es gordita está bien proporcionada. En algunas ocasiones habíamos hablado de encuentros con otras parejas, pero solo a nivel de conversación, pues ella me decía que no sería capaz de estar con desconocidos y menos tocar a una mujer.
Yo seguía con mi idea, tal vez descabellada, de verla chupar un coño o mamar una verga de otro hombre. Era solo morbo originado por imágenes en internet o películas porno, y aunque ella aceptaba la conversación sobre el tema, siempre terminaba diciendo que eso no era normal.
– Eso conmigo no va.
Como pasaron los años y no ocurría nada decidí fraguar un plan. Contacté con una pareja swinger a través de vuestra revista, primero fue por mail, luego por teléfono y por ultimo nos citamos para conversar. Ese día les dije lo que quería, iniciar a mi mujer en un intercambio. Confieso que tenia muchos nervios, pues para mí también era la primera vez. Ellos me tranquilizaron y me prometieron que lo íbamos a pasar tan bien que jamás nos olvidaríamos de esa velada.
Llego el día acordado, le dije a mi mujer que ese viernes vendrían unos amigos a jugar cartas esa noche. No le hablé mucho sobre ellos, solo que Alberto, que así se llamaba, era un compañero de la secundaria que me había encontrado después de muchos años y que vendría con su mujer Marisol, son de aproximadamente treinta años. Ella tampoco era una reina de belleza pero si tenía un culo y un par de tetas espectaculares.

Yo le pedí a Maria que no se pusiera ropa interior, que eso solo yo lo iba a saber y añadí que con solo recordar que no la llevaba me excitaría mucho. Ella me complació y me dejo riéndose al decirme:
– Tendré que cuidarme bien al sentarme, no querrás que le enseñe el chocho a tu amigo.
– ¡No faltaría más! – le dije yo.
Al llegar Alberto me abrazó como un gran amigo, él iba muy elegante y Marisol con un vestido vaporoso y muy corto, Traían una botella de whisky. Después de los saludos y presentaciones, nos sentamos en la sala a hablar un poco, aunque yo me moría de nervios imaginándome lo que estaba por venir. Bebimos, jugamos a las cartas y nos divertimos mucho, pues en realidad son muy agradables y fue fácil hacer buena amistad y pasarla bien. Pero todo estaba planificado para darle más licor a mi mujer, total que como a la hora ella ya estaba muy alegre.
Marisol resulta que tampoco llevaba bragas, eso no lo habíamos planificado pero me gustó mucho porque mi mujer se percató de ello gracias a los movimientos de piernas de Marisol. En un momento cuando fuimos a la cocina para preparar unos bocadillos, mi mujer me dijo:
– Esa chica no lleva bragas, acabo de verle el coño depilado.
– No me lo puedo creer, no inventes – le dije.
– Ahora te sentarás al frente y lo verás.
Era increíble, mi propia mujer me daba instrucciones para verle el chocho a otra mujer y pensé que aquello iba bien. Al regresar, con las miradas nos comunicamos con mi mujer y yo le confirmaba apagando un poco los ojos y con movimientos leves de cabeza, como cuando uno dice “no” lentamente.

Entonces, gracias a los tragos y a la vanidad femenina, no se quiso quedar atrás y entreabrió sus piernas dejando ver que ella tampoco llevaba nada. Casi me da un infarto, mi respiración se acelero y el morbo me corría a borbotones.
Marisol propuso bailar un poco pero Alberto y yo hablábamos de cómo mejorar el país y no le atendimos, entonces él le dijo a Maria que como las habíamos dejado solas bailaran un poco como un símbolo de protesta y así fue, bailaron separadas y normalmente. Fue entonces cuando Alberto apagó la luz del techo quedando solo una lámpara de mesa y dijo:
– Esto se esta poniendo bueno.
Al segundo baile María y Marisol estaban más cerca. María me miraba con una picara sonrisa, en ese momento Marisol acercó sus manos a las nalgas de mi mujer y empezó a subir su falda. Sorprendida María me miró como diciéndome ¿qué hago? y yo le sonreí y levanté un poco los hombros como símbolo de consentimiento. Mi mujer entonces, para no quedarse atrás, también pasó las manos por el culazo de Marisol, mientras que yo, tenía mi aparato a punto de reventar. Entonces Alberto se levantó y dijo que iba al baño, quedando yo solo con ese par de señoras tocándose el culo.
Al final no aguanté más y me saqué la polla fuera del pantalón. Al ver esto mi mujer, con unas copas de más, se me acercó llevando de la mano a Marisol y cogiéndome la verga se la metió en la boca empezando a mamármela e invitando a su nueva amiga a compartir mi polla. De verdad que yo estaba en la gloria, con mi mujercita y una amiga lamiéndome el miembro en la sala de mi casa.
Al rato y para mi sorpresa, María se fue despojando de la ropa sin dejar de mamar, y lo mismo hacía Marisol. Casi no me lo creía cuando mi mujer me dijo:
– ¡Chúpale el coño!

Ella había perdido la noción de todo, ni siquiera se acordaba que el marido de la otra estaba en casa también, y creo que ni se dio cuenta que había ido al baño. Cuando yo estaba con mi lengua saboreando los jugos de esa nueva amiga, me encontré con otra sorpresa y era que mi mujer se acercó a Marisol, le puso su coño en la cara y le dijo:
– ¡Mámame el chocho, so guarra!
María estaba muy excitada sin ninguna duda. Entonces decidí penetrar a Marisol y empecé a hacerlo como esperando la reacción de mi mujer pero no ella hizo ni dijo nada, solo me miraba mientras dibujada muecas de placer por las caricias de la lengua de Marisol en su propia almeja. Solo en este momento de la película apareció Alberto ya desnudo y masturbándose para mantener su miembro bien erecto. Yo creo que había estado espiándonos esperando el momento propicio para entrar en escena, y que mejor momento. Yo tenía ensartada a su mujer por el coño y él, en venganza, se follaría a la mía. Igual pensó mi mujer, como después me confesó. Así que se acercó a mi mujer y le puso su miembro en la boca y ella como si fuera el mío ella se lo tragó, mamándoselo con unas ganas mientras me miraba y lo hacia con muestras de placer.
Ver a tu mujercita recatada de toda la vida, 20 años largos, mamándosela a otro hombre y en tu presencia, pero con el agravante que ella te ve follando otra tía, es una escena de morbo indescriptible, sabes que no hay traición, cada uno goza con otro pero no se es infiel, solo se goza, se disfruta.

Al final estábamos Alberto y yo masturbándonos cerca de la cara de mi mujer, Marisol le pegaba una repasada que iba desde el culo pasando por el coño hasta el clítoris y María jadeando de placer y pidiendo más y más. Terminó primero Alberto, dejando caer su semen sobre su boca y cara, mientras ella gritaba de placer pasando sus dedos por la cara para tragar todo el líquido viscoso derramado. Esa visión me hizo excitar como nunca lo había hecho antes y un chorro de leche llenó la boca y cara de mi mujer que ella devoró igual, y como si no hubiese tenido miles de sorpresas esa noche, Marisol y Alberto empezaron a la lamer la cara de María disputándose mi semen derramado en su rostro.
Como quien llega a la meta de la maratón, caímos extenuados hasta que, después de unos minutos, Alberto y Marisol recogieron sus ropas y se fueron. María quedó fundida allí en la sala y me tocó cargarla para llevarla a la cama. Por la mañana volvimos a hacer el amor recordando la experiencia y no hubo recriminaciones, pues ambos entendimos que lo importante fue que los dos lo disfrutamos.
A Marisol y Alberto los hemos vuelto a encontrar en un par de ocasiones y la hemos pasado bien, en diferentes sitios.
Besos de los cuatro.