Relato erótico

La cita esperada

Charo
25 de enero del 2020

Su chico la citó en un hotel  con un mensaje muy erótico. Se fue a comprar un vestido y ropa interior muy sexy. Llegó el día y el encuentro fue mejor de lo esperado.

Noelia – Valencia

Escurría semen por mis piernas y por mi raja, mi pelo impregnado de ti y mi mano acariciando el saco que envuelve tus pelotas, con tu miembro entre mis labios y el delicioso sabor de la batalla anterior. Al rayar el alba, con los primeros rayos de luz, me despertó tu miembro en pie de guerra, casi como en un sueño succionaba y lamía tu dulce caramelo, podía sentirlo crecer dentro de mí, pidiendo guerra una vez más. Mis labios comenzaron a succionar y engullirte una y otra vez, a cada paso de mi boca crecías inundándome y tocando mi garganta. Tus fuertes manos hurgaban mi trasero y restregaban semen en mi cueva ardiente. Aprisioné tu dedo con mi suave cavidad aflojando y apretando una y otra vez, yo pedía tu miembro inundándome de nuevo con movimientos circulares de cadera, mientras mis labios no paraban de comerte. Tomaste mi cadera y de un solo movimiento sacaste tu instrumento de mi boca, cubriendo ese vació con tus labios. Sin dejar pasar más tiempo comprendí lo que querías y me senté sobre tu instrumento mientras lo sujetabas con una mano, me dejé caer toda y sentí lo largo y grueso que era, como si fuera la primera vez que me follabas, subí y baje mis caderas en círculos sobre ti hasta que golpeabas duro contra mis entrañas. Tus manos en mis caderas imponían el ritmo y yo sentada, cabalgaba a la vez que mi pelo agitaba el aire. Pude sentir las primeras pulsaciones dentro de mí, pero era muy pronto, necesitaba tener más tiempo, así que me pegué a tu pecho deteniendo nuestros frenéticos movimientos y apreté con fuerza, evitando tu corrida. No moví ni un músculo y acaricié tus bolas pegadas a mis nalgas. Después me acostaste suavemente boca arriba y sin salirte ni un instante, subiste mis piernas a tus hombros y con furia embestías hasta lo más profundo de mi ser. Yo solo atinaba a mascar tu instrumento para sentir mejor cada centímetro de placer. Unos espasmos se apoderaron de mí y sin poder evitarlo, me corrí abundantemente, esta vez no pude evitarlo y me invadiste con tu leche, que como un río invadió mi cueva, te desplomaste sobre mí, tu respiración jadeante acariciaba mis oídos. Este fue el despertar de una fantasía que empezó desde que me preparé para ser tuya…Todo empezó al recibir tu correo:

“¡Hola muñeca! Me han encantado tus relatos y tus palabras me han llevado al borde del éxtasis, quiero devolverte el placer que me has dado. Te veo en el hotel de Campo el viernes al anochecer, espérame en la habitación con el móvil encendido entre las piernas. Tengo un regalito que te hará feliz. Besos en tu ardiente culito. David.” No lo podía creer, era una cita y no tenía más que acudir para ser tuya. Tenía solo una semana, así que debía apresurarme para estar lista a tiempo. Lo primero que hice fue ir a mi armario y sacar la cajita donde guardaba toda la lencería y toda mi ropa femenina, junto con varios cosméticos y mis instrumentos de placer. Busqué y no encontré nada lo suficientemente especial para ti, así que me preparé a salir con una falda a media pierna, una blusa de color rosa, mis zapatos negros y mi cabello suelto. Lucía sensacional, mis pechos estaban firmes y llenaban por completo mi sujetador. Me dirigí a una tienda y busqué un vestido sexy y muy atrevido. Elegí uno de corte recto que se ajustaba a las caderas y hacía lucir mis piernas torneadas. Era a medio muslo y bien pegado a mi culito, que lucía desafiante y listo para pelear en aquella armadura azul.

En el departamento de lencería, me decidí a comprar un body de color negro, que tenía liguero para sujetar las medias y me hacía una cintura divina. Compré unas medias del mismo color y unas medias caladas color humo. Estaba tan satisfecha de mi elección, que quise salir del lugar con la ropa puesta, pero era solo para ti. Llegado el día de la cita, me apresuré a tomar la habitación temprano por la mañana para hacer todos los arreglos y que me encontraras preciosa y fresca. Comencé por un baño bien caliente, con sales y una depilación de todo mi cuerpo, exceptuando una delgada raya de bello en mi pubis. Para estar lista, me apliqué unos enemas de agua tibia, los cuales me provocaron algunos pequeños orgasmos y encendieron la pasión que de por sí, ya era mucha. Después perfumé el agua del baño con rosas y reposé durante una hora, mi piel quedó tersa y brillante. Al salir, me puse crema hidratante por todo el cuerpo. Salí del baño solamente tapada con una bata y con mi pelo largo hasta el hombro enredado en una toalla, me puse frente al espejo para maquillarme, delineando bien mis cejas y pestañas.

Me maquillé, mi rostro parecía de porcelana, unas sombras oscuras en los párpados, pestañas postizas y largas, algo de rubor rosado y labios delineados por púrpura, un poco de café al centro con un tono carmesí. Me vestí con el bodi y las medias que había comprado para la ocasión. Acomodé mis pechos para realzar su forma y tamaño, me puse el vestido y los zapatos. Solo un poco de perfume y ya estaba lista. El peinado que decidí, fue un moño informal, de verdad estaba muy bonita y ansiosa por tenerte cerca. Para estar lista, engullí unas bolas chinas, cinco en total. Como aún era temprano, decidí ir a por un café al bar, además quería lucir mi nueva ropa y ver la reacción de otros hombres al verme. No olvidé poner el teléfono justo entre mis piernas, escondido entre mis medias.

Saliendo de la habitación un hombre que pasaba por mi lado, se giró a mirarme y me sonrío con cara de deseo; supe que estaba perfecta. Llegué al bar, pedí solo un café y me senté en un rincón, con las piernas cruzadas, dejando todos mis muslos al descubierto. Se podía ver el liguero y mi piel desnuda. No pasó mucho tiempo cuando un hombre alto se acercó a mí y se sentó a mi lado sin pedir permiso, pidiendo al camarero un par de copas de vino. Era un hombre muy guapo y no pude evitar mojarme un poco más mis braguitas, me giré hacia él abriendo un poco mis piernas, en posición de guerra, él colocó su mano entre mis piernas con maestría y el deslizar de sus dedos, me hizo estremecer, provocando un inconsciente bamboleo de cadera. Al llegar al fondo, frunció el ceño y solo atiné en contestar:

– Mi novio vendrá en unos minutos y me gusta sentir las vibraciones del aparato.

– Eres una chica muy caliente, si quieres invítame a la fiesta, no me importaría compartirte, te vi salir de la habitación y estoy al lado -atinó a decir.

No pude decir más, pues el móvil vibró y mi corazón con él. Era David, había llegado, saqué sin pudor el móvil de su escondite, descolgué y le dije el número de habitación. Él estaba impaciente y colgó, llamando de nuevo (sabía que adoraba las vibraciones). Miré al caballero que estaba junto a mí, fijándome en su paquete y presenciando una erección que prometía una buena dotación, pero yo ya tenía a mi hombre…

Me despedí amablemente y subí tan pronto como pude. Entre en la habitación rápidamente y unos segundos después tocaron la puerta. Era él, alto, fuerte y con unos brazos del grueso de mis piernas. Me mojé solo de verlo. Le hice entrar y con toda cortesía me saludó con un beso en la mejilla, cogiendo seguidamente mi mano. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, sacando un collar y colocándomelo, de él colgaba una estrellita que llegaba a mi pecho, justo donde se juntan ambos montes, y no atinó más que a decir:

– Eres más hermosa de lo que pensaba.

Me ofreció su brazo llevándome hasta la mesita, separó una silla y me lo ofreció cortésmente, me sentía toda una dama. Llamó al servicio del bar y pidió algo de beber y comer. Estuvimos hablando un buen rato mientras él solo acariciaba mis manos y a veces mi cara, halagando mis preciosos ojos y sin quitar la vista de mi pecho. Yo solo quería saltar sobre él y descubrir lo que tenía guardado para mí… Tocaron a la puerta y era el servicio. Sirvió unas copas y me invito a sentarme en sus piernas, al tiempo que tomaba mi cintura, me senté y sentí su paquete listo para la acción, pero se mostró indiferente. Solo brindamos y derramó un poco de cava en mi cuello, recogiéndolo con su lengua. Después me besó a la vez que sus manos recorrían mi torso y senos y mi culo parecía arder sobre sus piernas. Me contorneé un poco por sus caricias y otro poco para acomodar su instrumento justo en el medio de mi raja. Siguió besándome sin parar y se apodero de mi pelo, soltando el moño.

– Vaya, que sexy eres -me dijo.Yo me aferré fuertemente a su cuello, dándole un dulce beso apasionado y deleitándome con su bigote en mis labios; era tal cual lo imaginaba. Metí mis manos dentro de su camisa y su velludo pecho me hizo vibrar de emoción. Sin pensarlo, mi culo daba vueltas sobre su herramienta, dura y caliente. Susurró a mi oído que sería solo suya y me sentó sobre la mesa, despojándome del vestido. Empezó lamiendo mis pechos, sin quitarme la ropa que los protegía. Levantó mis piernas y oliéndolas, llevó su lengua hasta mi hoyito hambriento y se sorprendió al ver el hilo de las bolas chinas a la entrada.

– Así que ya estas listas, por adelantarte debo castigarte primero.

Metió un dedo dentro de mí y sacó una de las bolas. Sentí un gran placer, pero volvió a meter la bola y me prohibió tocarme hasta que él lo hiciera. Estaba totalmente excitada y con el coño muy dilatado. Se levantó y me sentó en la cama, restregando mi cara contra su paquete.

– No lo tendrás en tu cueva golosa hasta que pruebes mis jugos primero.

Si ese era el castigo, ¿cuál sería el premio? Me apresuré a desabrochar su camisa y el pantalón, pero me lo impidió, con señas comprendí que quería que lo hiciera solo con la boca. Con trabajos, pero motivada por el premio, liberé sus pantalones y bajé sus calzoncillos dejando frente a mí una preciosa pieza. Lamí sus testículos repletos de semen y pasé mi lengua por toda su polla, hasta la punta, que debía ser descubierta para liberar aquel delicioso capullo. Besando la punta y con mis labios recorriendo la piel hacia abajo, descubrí la cabeza rosada y suave que, sin dudar, guie hasta mi garganta, recorriendo su pellejo hasta la base. Él seguía sin soltar mis cabellos y con sus dedos en mi nuca controlaba el ritmo y la profundidad. Puse mi culo en pompa sin dejar de saborear y él sacó el hilo lentamente. Una a una las bolas salieron, dejándome abierta con una cueva rosada que podía ser vista desde fuera y deseosa abrí y cerré mostrando lo que le esperaba.

Súbitamente comenzó a brincar y aunque estaba deseosa de probar su leche, lo detuve presionando entre sus piernas, pude sentir todo el orgasmo en mi boca, pero no deje escapar ni una gota de semen. Me preguntó que le había hecho, contesté que solo un truco para guardar su fuerza pues la noche era joven. No perdió la erección y se lanzó sobre mí tendiéndome en la cama. Levantó mis piernas y dejando mi brillosa cavidad al aire, me insertó de una sola estocada aquel bello pedazo de carne.

Recorría una y otra vez mi interior mientras mis caderas se bamboleaban con locura de un lado a otro, reculando a cada embestida. Sus bolas pegaban en mis nalgas, mientras sus labios chupaban mis senos con fuerza brutal. Lo abracé con fuerza y colgada en el aire se sentó manteniéndose dentro de mí y al dejarme caer, lo sentí profundo y fuerte.

Me cogió de las nalgas e impuso su ritmo a mi bamboleo, mientras recargaba mi cara en sus hombros y ceñía mi cuerpo al suyo. En cada reculada abría mis nalgas, cerrándolas al retirarme de nuevo. Como loca solté mis jugos sin siquiera tocarme y mil descargas de electricidad recorrieron mi cuerpo.

Se acostó sobre la cama y yo monté con locura recargando mis manos sobre su pecho, mientras cientos de escalofríos recorrían mi cuerpo en cada sentón. Subía y bajaba en espiral guiada por su instrumento y unos brincos dentro de mí me hicieron acelerar el ritmo. Esta vez quería que me llenará toda.

Explotó y un río se vino dentro de mí, otro orgasmo me sacudió y atiné liberarte de tu prisión para aprisionarte con mis labios y beber las últimas gotas de néctar, pero con el calor de mis labios y el fuego de mi boca, logré sacar de nuevo una metralla de leche que bebí y disfruté como loca. Caímos rendidos, yo con su sexo latiendo en mis labios y sus piernas aprisionando mi cabeza, solo puede tomar sus bolas en una de mis manos y perdí el conocimiento hasta el amanecer…

Abrazos para todos.

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