Juagamos a las prendas

Habían quedado para ir a pescar a un lago cercano. Aunque había llovido decidieron ir igual. A nuestra amiga no le gusta la pesca, pero quería tomar el sol. Pasaba la maña y no pescaban nada, A ella se le ocurrió jugar a las prendas, si sacaban un pez ella se sacaba un pieza de ropa.

Ana – Asturias
Amiga Charo, en mi grupo de amigos hay varios chicos a los que le gusta la pesca en el lago que hay a varios kilómetros de nuestro pueblo. Decidimos ir un miércoles a pescar, y aunque la noche anterior había llovido, pensamos que eso sería lo mejor porque así estaríamos solos. Fuimos seis, Pepe, Luis, Antonio, Juan y su novia Marta y yo.
Yo no tengo ninguna afición por la pesca, pero si a tomar el sol, así que Marta y yo nos tumbamos a tomar el poco de sol que las nubes dejaban pasar, no iba a llover pero no era un buen día. Ambas estábamos en bikini viendo como los chicos intentaban pescar algo, pero no había forma, decían que el agua estaba muy turbia por las lluvias del día anterior. Yo me había fijado que Luis me miraba siempre que podía.
-¿No pescáis nada?- le dije en tono burlón.
– No lo que a mi me gustaría pescar.
– ¿Y que quieres pescar?
– Una sirena.
– Te será difícil, en los lagos no hay sirenas. Pero creo que no pescareis nada.
– ¿Qué te apuestas?
– Lo que tú quieras
– Tu bañador.
La broma dejó de serlo, noté la mirada de todos, los chicos estaban expectantes mientras Marta estaba algo ruborizada.
– De acuerdo, si pescáis algo en cinco minutos me quitaré la parte de arriba del bañador.
Eso no era un problema para mi, varias veces había ido a la playa y tomado el sol sin la parte de arriba, aunque nunca me habían visto mis amigos los pechos. Y sucedió lo lógico, tres horas sin pescar nada pero en tres minutos Juan sacó un pescado, los chicos gritaban de alegría mientras Juan lo sacaba del agua y todos ilusionados me miraron para ver si era capaz de cumplir la apuesta.
– Lo prometido es deuda – me dijo Luis.
– No te preocupes, que lo voy a cumplir – le dije para que se calmara un poco.
Sentada en la toalla, me quité la parte de arriba del bañador, mis grandes tetas fueron demasiado para mis amigos, Marta se molestó porque su novio no dejaba de mirarlos, yo no tenía los pezones duros porque no me daba vergüenza pero ellos si tenían algo duro debajo de bañador, sobre todo Luis.
Tan excitados que estaban que no se dieron cuenta de que había picado otro pez hasta que Antonio no levantó la vista de mis tetas. Después de haberlo sacado del agua los cuatro chicos me exigían que me quitara otra prenda, incluso a Juan que era el novio de Marta se le notaba un muy buen bulto en el bañador. Me decía que como en cinco minutos habían pescados dos yo debía quitarme dos prendas, es decir, todo.

Cada vez mi negativa era menos consistente, empezaba a estar caliente de ver esos bultos y pensaba que nunca había tenido para mí a tantos hombres. Miré alrededor, allí no había nadie.
– Esta bien, me desnudaré, pero solo mirar.
Sabía que eso sería imposible, una vez desnuda intentarían algo y si no sería yo la que me abalanzaría sobre ellos. Allí sentada, me quité la parte de abajo del bikini, menos mal que me había depilado el pubis y solo tenía una fina línea de bello. Los chicos se pusieron a mí alrededor pero yo cerré las piernas y me tapé con una mano en un gesto de falsa coquetería. Entonces Marta se levantó enfadada para llevarse a su novio de la escenita que yo les estaba montando a los chicos, pero él la abrazó y empezó a besarle en la boca, ella no se resistió mucho, luego todos vimos como él le apartaba el bikini de su rajita y le metía un dedo en su sexo. Eso fue suficiente para mí, me invadió el deseo de que mis amigos me hicieran de todo. Luis se puso de rodillas y me abrió las piernas, mi coño ya estaba mojado, aun más cuando empezó a pasarme un dedo por mi rajita, Pepe se puso de rodillas junto a mi cabeza y se sacó la polla.
– Vamos Ana, cómetela entera.
Me la acercó a la boca y yo, muerta de gusto, empecé a hacerle una mamada.
– Joder Ana, estás como un tren – me decía Antonio a la vez que me tocaba las tetas,
– Ana te la voy a meter entera en este coño tan jugoso que tienes – me dijo Luis mientras se sacaba la verga para metérmela.
La polla de Luis y de Pepe no eran nada del otro mundo, pero la de Antonio era gigante, cuando la vi pensé que esa polla tenía que ser para mi culo. Luis me follaba mientras me trabajaba la verga de Pepe con la boca, y en cinco minutos noté que Luis me embestía más rápido, se iba a correr.
– Me corro, me corro – dijo a la vez que me sacaba su verga y se corría en mi abdomen, llenándome el pubis y el ombligo de su leche.
– Ahora yo – dijo Pepe.
– Espera voy a cambiarme de postura, me pondré a gatas – le dije poniéndome a cuatro patas para que el me follara por detrás.
Pronto tuve su polla dentro de mi coño. Estando así, vi como Juan había llevado a Marta contra un árbol y la había puesto apoyando las manos en el tronco mientras que él se la metía por detrás, Marta gemía y sus tetas se movían al ritmo de las embestidas de su novio. Antonio se puso delante y agarrándome del pelo me dijo:
– Cómete esta ahora.

Me metió su verga en la boca, aunque esto no era lo que yo tenía pensado para ese tamaño, no me importó, además, me sentía a punto de correrme gracias a Pepe y sus embestidas. Pronto nos corrimos los dos y tuve que sacarme la polla de Antonio de la boca para gritar de gusto mientras el semen de Pepe me caía por toda la espalda.
Necesitaba recuperarme antes de meterme el pollón de Antonio, así que decidí ir a ayudar a Marta, me coloqué a gatas entre ella y el árbol, desde abajo veía la polla de Juan, que no estaba nada mal, salir del coño de Marta una y otra vez, veía sus embestidas y tuve celos de Marta por tener esa polla cada vez que lo deseara. Entonces Juan y Marta se empezaron a correr, le saqué la polla de Juan del coño de Marta y toda la leche caliente fue a caerme en mi cara.
– ¡Oooh… que bueno, mmmm…!
– Estuvo magnifico mi amor – se decían mientras aun yo sentía el líquido blanco caer por mis mejillas. Antonio había venido detrás de mí.
– Espera un momento a que me limpie, entonces podrás metérmela en un sitio secreto – le dije.
Su cara cambió de la excitación a la curiosidad, aunque su verga mantuvo el mismo tamaño. Fui hasta el lago a enjuagarme el semen de tres de mis amigos. Después de limpiarme lo mejor que pude, fui en busca de Antonio, estaba decidida, más aun cuando vi a Marta botar encima de Juan, se habían metido en la parte de atrás de su coche y seguían follando. Antonio me esperaba sentado en mi toalla, ahora sí su verga había perdido algo de tamaño y dureza.
– Túmbate que voy a hacer que se te ponga bien grande otra vez.
Me coloqué entre sus piernas y empecé una nueva mamada, Luis quiso
aprovechar para metérmela otra vez
– No, esta vez no te toca a ti – le dije.
Antonio y Pepe se rieron por el corte, pero yo solo pensaba en una cosa. Me puse encima de Antonio dándole la espalda. Con una mano le aguante la verga y con la otra me abrí la cacha de mi culo. Su polla estaba mojada y yo me acababa de bañar, así que estando mi culo lubricado, su verga me entro a la primera.
– ¡Aaaah…! – grité de gusto mientras ese enorme polla entraba en
mi culo.
Los ojos de Pepe se querían salir de sus órbitas, creo que a los tres les sorprendió que me gustara el sexo anal. Que bien me entraba en el culo y estuve un buen rato arriba y abajo sobre la polla de Antonio.
– Me he cansado Antonio, termina tú, ¿quieres? – le dije poniéndome a gatas a su lado.
Pero era demasiado bueno, tras cinco minutos de embestida Antonio
se iba a correr.

– Deja tu leche dentro – le dije para terminar de calentar a los otros dos y así lo hizo, terminando dentro de mi culo.
Un hilo de semen salió de mi agujerito al sacarme su verga, dando una apariencia más excitante.
– ¿Alguno de vosotros también quiere?
Tanto Luis como Pepe la tenían bien empalmada, pero Luis llego primero hasta mi culo y me la metió entera en la primera embestida.
– Ven Pepe deja que te la coma – le dije.
Pepe se sentó delante de mi cabeza y me la metió en la boca, de esta forma me iba a correr muy pronto. Tuve que sacarme la verga de Pepe de la boca para gemir y gritar de placer, estaba teniendo un orgasmo muy delicioso.
Incluso cuando yo ya había terminado, seguí lamiendo y besándole la polla a Pepe porque Luis me seguía follando el culo y quería que ellos también se corrieran. No tardaron mucho, Luis dentro de mi culo y Pepe en mi cara. Yo ya estaba satisfecha, cuando me puse de pie vi que Juan y Marta habían visto el final de la enculada, los dos estaban mirándome con una sonrisa picara y Marta con algo de sarcasmo me dijo:
– Ana, que puta eres.
Saludos y hasta otra.
Jugamos