“Invitado” sorpresa

Decidió no ir a clase de inglés y fue a su casa a relajarse. Se estiró en una tumbona y descansó un rato. Cuando iba a la cocina a buscar una cerveza oyó voces en la habitación de invitados. Seguramente sería su novia que había vuelto de correr con su amigo.

Alex – Irún

Pese a que tendría que haber ido, aquella tarde me dio mucha pereza ir a clase de inglés. En su lugar, preferí quedarme en casa a disfrutar de la buena vida.
Aprovechando el día soleado, salí a la terraza y me estiré en una tumbona con una buena cerveza, buena música en el reproductor de MP3 y un buen libro con el que entretenerme.
Gloria, mi novia, aún no había llegado a casa. Últimamente se iba a correr por las tardes con un compañero del trabajo. Imaginé que aquella tarde no habría dejado pasar la oportunidad de hacer un poco de deporte.
Me estaba relajando y disfrutando a tope del día. Cuando se me acabó la cerveza decidí ir a buscarme otra. Me quité los cascos y dejé el MP3 y el libro encima de la tumbona. Al abrir el frigorífico oí un ruido proveniente del cuarto de invitados. Debía de ser Gloria, que ya había vuelto. Me descalcé y me acerqué al cuarto listo para darle un susto a mi chica. Me acerqué a hurtadillas a la puerta que estaba entrecerrada y cogí aire para dar un buen grito con el que asustarla. Justo antes de soltar todo el aire que tenía en los pulmones una voz masculina proveniente del cuarto me cortó la respiración.
¿Quién estaba allí? Me agazapé a escuchar. Escuché risas y después la inconfundible voz de mi novia dirigiéndose a Víctor, su compañero de trabajo con el que solía ir a correr.
Me asomé por la rendija de la puerta y pude ver a un chico sin camiseta tumbado bocabajo en la cama de 90 y a mi novia, sentada encima, masajeándole la espalda.
Falsa alarma. Por un momento pensé que me estaba engañando, pero parecía que simplemente le estaba dando un masaje tras algún dolor de hacer ejercicio.
Gloria iba vestida con la ropa de hacer ejercicio que consistía en unas deportivas, un pantaloncito muy corto que dejaba al descubierto sus preciosas piernas y marcaba su culito perfecto y un top que dejaba al descubierto su tripita totalmente plana.
Mi novia se levantó un momento para coger más pomada y el chico aprovechó para darse la vuelta y decirle que era suficiente. Víctor lucía una potente erección que se le notaba a través del pantalón corto para hacer deporte.
-¡Vaya, qué tenemos aquí! – dijo mi chica sin quitar ojo de aquella pequeña tienda de campaña.
De repente Gloria hizo algo que me dejó helado y me hizo sentir como si me hubieran disparado en el estómago: puso su mano encima de aquel bulto y lo manoseó por encima de la ropa.
– ¿No te has cansado lo suficiente corriendo o qué?
– Sí, por eso ahora necesito relajarme.- Puso la mano sobre la de Gloria e intensificó el masaje genital.
Tras una risita picarona mi novia se inclinó sobre el chico y empezó a darle mordisquitos a aquel paquete por encima de la ropa. El chico se bajó los pantalones junto con los calzoncillos de golpe y su pene erecto fue a dar como un resorte contra la cara angelical de Gloria.

Mi chica se tumbó también en la cara y acercó su cara a aquel miembro erecto. Pasó su lengua en cortos lengüetazos por el prepucio del chico hasta que agarró aquella polla con una mano y se la llevó a la boca. Se la mamaba lenta y profundamente mientras que Víctor le ayudaba al tener una mano sobre la cabeza de ella.
El shock inicial empezó a convertirse en excitación, y en seguida me di cuenta que yo también estaba empalmado. Instintivamente me llevé la mano a la entrepierna y me acaricié.
– Mmmmmmmmm. ¡Qué bien la chupas! -decía de forma entrecortada Víctor.- Síiii, cómetela todaaaa.
Gloria se la mamaba a fondo y de vez en cuando paraba para pasarle la lengua desde los testículos hasta el capullo. Mi novia se incorporó y se quitó el top, dejando su sujetador deportivo a la vista. Se lo desabrochó con una sola mano y Víctor se lanzó sobre sus tetitas. Apretó una teta con la otra mientras intentaba chupar ambos pezones a la vez. Ella le acariciaba los brazos hasta que él paró y le quitó el pantaloncito corto.
Gloria no le dio tiempo a más y se lanzó de nuevo, con más energía, sobre su polla. Víctor acercó aquel culito perfecto a su cara, y tras apartar las braguitas a un lado, hundió su cabeza sobre su coño. Lo tenía empapado y tal el placer que le daba a Gloria que ella paraba de vez en cuando su mamada para gemir y disfrutar de aquella comida de coño.
– Vengaaa, fóllame ya Víctor, fóllame.
Se separaron y Gloria se tumbó bocarriba. Víctor le quitó las braguitas con rapidez y las tiró al suelo. Con sus manos, le abrió bien las piernas y apoyó la punta de su polla en la entrada de aquella vagina deseosa. Ella apoyó sus en las piernas de él y le atrajo para que se la metiera toda. Víctor empezó a follársela con furia. Me dio la impresión que mi chica gritaba más alto de lo que lo solía hacer conmigo.
Cada vez estaba más cachondo mientras veía cómo se follaban a mi novia con sus tetitas saltando al ritmo de las embestidas.
– ¡Te voy a follar como a una perra!
– Síii, mmmm, me encanta.

Cambiaron de postura y follaron a lo perrito. Gloria estaba alineada hacia la puerta del cuarto y por un momento temí que me viera. Ya todo me daba igual, estaba muy cachondo con aquel espectáculo. Víctor se apoyaba en las nalgas de mi chica y la atraía hacia sí follándosela como si estuviera zarandeando un cojín.
Ahora o nunca, pensé. Sin dejar de masturbarme y con la polla al aire, entré en el cuarto.
Víctor no se dio cuenta, concentrado como estaba, pero Gloria, débilmente le suplicaba que parase. Cuando estuve lo suficientemente cerca se dio cuenta y paró. No se desenganchó.
-¡Ostias! -dijo.
Mi chica empezó a tartamudear.
-Shhhh -le dije llevándome el dedo a los labios. -Ya hablaremos de lo que ha pasado aquí. Ahora vamos a terminar lo que habéis empezado.
Al ver que no había problemas y yo me estaba masturbando lentamente, Víctor comenzó un mete-saca muy lento y disimulado. Acerqué mi polla a la carita de ángel de mi amor, y le dije:
-Vamos, demuéstrame a mí también lo guarra que eres.
Sin pensárselo, se metió mi miembro en la boca y comenzó a mamármela como una salvaje. Animado, Víctor continuó su mete saca cada vez más rápido.
Me tumbé en la cama e indiqué a Gloria qué me montara.
Le agarré del culito y se la metí a la primera por el coño. Aquello parecía un parque acuático. Estaba hirviendo y empapado. Mi polla entraba con demasiada facilidad. Empezó a cabalgarme como una amazona hasta que se acercó Víctor.
Osada, me dijo:
– ¿Te pone ver cómo me follo a otro? ¿Quieres que se la coma a Víctor?
– Sí, haznos disfrutar a los dos.
Empezó a mamársela a aquel chico y casi paró su cabalgar. Aproveché la oportunidad y agarrándole fuertemente de aquel culito prieto, lo hice subir y bajar mientras me la follaba.
Cambiamos los puestos y Gloria cabalgó a su amigo mientras me la comía a mí. Víctor y yo estábamos muy excitados y no sabía cuánto iba a poder continuar aquello.
Me imaginé que aquello acabaría con nosotros dos llenándole la cara de semen, pero no fue así.
Empecé a follarme a Gloria a lo misionero, pero al poco tiempo Víctor me suplicó que le dejara a él. Follaron cada vez con más pasión y velocidad. Gloria apenas me la chupaba. Víctor no aguantó más y gritó que se corría. Sacó su polla del interior de mi chica y soltó grandes chorros de esperma sobre su abdomen y tetas.
– Ufff, casi me corro -dijo apenada mi novia-.

– Tranquila cariño, que en eso nunca te fallaré.
Víctor se fue a limpiar y mientras Gloria se colocó a cuatro patas. Follamos a toda velocidad mientras le estrujaba las tetas y le acariciaba. Ella empezó a mover el culo cada vez más rápido. Estaba a punto de correrse. Hice un esfuerzo sobre-humano, pero conseguí aguantar mientras Gloria se corría y se movía como un mago escapista.
Víctor contemplaba la escena de pies y vestido.
– No te vayas, aún falta el final.
Se la metí de nuevo a Gloria en aquella postura e hice ceder todo mi cuerpo sobre el suyo. Ella quedó totalmente tumbada bocabajo y yo encima de ella. Aplastándola con mi cuerpo me la follé con furia a toda velocidad. No sé cómo conseguí aguantar tanto, pero cuando no pude más, me saqué la polla y me corrí sobre aquel culito enrojecido.
Víctor se despidió y se fue dejándonos a Gloria y a mí solos, desnudos, sucios y exhaustos.
Había merecido la pena no ir a inglés. Me alegraba de haber estado en casa cuando se suponía que no debería estar.
Un saludo a todos.