Relato erótico
Invitado especial
Está divorciada y vive con su hijo. Un compañero de universidad de su hijo, y amigo de la infancia, iría a pasar unos días a su casa, ya que, sus padres se iban de viaje. Un acontecimiento familiar hizo que su hijo tuviera que irse unos días a Madrid y este hecho “cambio” un poco la convivencia.
Eugenia – Barcelona
Soy una mujer divorciada de 44 años, mido 1’75m, trabajo en un gimnasio como instructora de spinning, lo que para mi suerte me mantiene con buen cuerpo. Tengo pechos grandes y firmes, piernas duras y bien formadas, delgada y con un buen trasero, firme y duro. Vivo en un piso pequeño con mi hijo Alejandro, un joven de 19 años.
Al comenzar las vacaciones de diciembre, la madre de Alfredo, un amigo de la universidad de mi hijo, me preguntó si su hijo podía quedarse una semana en casa, ya que ella y su marido tenían que asistir a un viaje de negocios y no lo podía ir y, por otro lado, no les hacía gracia que se quedara solo en casa. Accedí, ya que los conocía desde que entraron al colegio en preescolar y ella y yo éramos muy buenas amigas.
Alfredo llegó a casa un lunes por la mañana, yo estaba en el gimnasio donde trabajaba hasta el mediodía, cuando llegué, Alfredo y Alejandro ya se habían acomodado en su cuarto, estaban jugando con PS4. Les preparé la comida y los llamé para comer, hablamos mientras comíamos y le dije que se sintiera como en su casa, que no tuviera pena con nada y que me pidiera cualquier cosa.
El miércoles recibí la llamada de mi ex dándonos la mala noticia que su madre había muerto y le había comprado el billete a Alejandro para que fuera a Madrid al entierro de su abuela, el cual salía ese mismo día por la noche. Alfredo y yo llevamos a Alejandro al aeropuerto y después fuimos a ver una película al cine y a comer un helado. Cuando llegamos a casa, le dije que aunque no estuviera Alejandro que hiciera las mismas cosas que antes. Me fui a bañar y me puse el camisón para dormir. Cuando entré a la habitación donde dormía Alfredo, lo encontré jugando sentado en la cama, solo con unos boxer. Me puse a recoger un poco todo lo que dejó por medio Alejandro al preparar la maleta y a ordenar un poco el cuarto. De pronto noté que Alfredo no me quitaba la vista de encima, entonces caí que el camisón que llevaba me queda un poco holgado y al agacharme, se me veía todo por dentro, y como no llevaba sujetador, se veía el pecho, lo que hizo que me sonrojara y saliera rápido de la habitación, con la excusa que iba a llevar la ropa al lavadero.
Ya más calmada, pasé otra vez pero solo para darle las buenas noches y al verlo, sin pensarlo, me fije en su cuerpo, estaba en muy buena forma, ya que iba con mi hijo al gimnasio, también jugaban en un equipo de fútbol y hacían natación, lo que los mantenía en buena forma. Tenía una espalda ancha y bien definida, al igual que el pecho y buenos brazos, debido a la natación, con un abdomen donde se le marcaban las tabletas,
Al acostarme no podía conciliar el sueño, ya que no quitaba de la mente la forma en que me miraba y su espectacular cuerpo. Al final me dormí.
A la mañana siguiente, cuando ya estaba preparada para irme a trabajar al gimnasio, salió corriendo de la habitación y me preguntó si podía ir conmigo. Nos fuimos juntos y al terminar mi clase lo encontré en las máquinas y dijo que ya estaba terminando que solo le faltaba una y lo ayudé a terminar. Fuimos para casa y mientras yo preparaba la comida, el fue a ducharse. Al poco vino a la cocina solo con una toalla atada a la cintura, pidiéndome un gel ya que se había acabado. Cuando había terminado de ducharse, fui yo a ducharme. Mientras me quitaba la ropa, él me gritó desde la cocina que olía a quemado y abriendo un poco la puerta del cuarto le di instrucciones. Como había dejado la puerta entreabierta sin querer, pudo ver como me terminaba de quitar la ropa y yo al ver que me estaba viendo, me hice la loca y seguí en lo que estaba, después salí con albornoz y le dije que iba a entrar a la ducha, que estuviera pendiente y me fui al baño.
Cuando entré me quité el albornoz, noté que me estaba espiando por la ventanita que tiene el baño y no dije nada, me metí en la ducha pensando en cuanto me gustaba que un joven de 19 años me espiara. Me hacía sentir todavía sexy. Al finalizar, retire la cortina, me escurría el agua del pelo y a peinarme para que tuviera tiempo de verme bien. Me sequé sensualmente, me puse el albornoz, lo que le dio tiempo de irse a la cocina y salí a ver cómo estaba la comida. Noté que tenía un bulto importante tras su bóxer. Disimuladamente me aflojé el albornoz un poco para que se me abriera al inclinarme y permitirle ver un poco más, eso me estaba calentando… Me fui a vestir, me puse un pantaloncito corto de los que uso para ir por casa, y una camiseta, sin sujetador para estar cómoda y darle el gusto a mí huésped.
Comimos y después me ayudó a recoger la mesa y mirarme cada vez que me agachaba, lo cual hacía con mucha frecuencia para que me viera. Al terminar tuve que salir a hacer unas compras. Llegué de noche, cenamos unos bocatas y charlamos. Le comenté que había alquilado una película para verla esa noche y le dije que si le apetecía verla, que viniera a mi habitación, que era donde tenía el reproductor de Dvd. Le pareció una idea interesante. Me acomodé en la cama y él se sentó en el suelo, a lo que le dije que subiera y se pusiera a mi lado sin problema. Al terminar la película hice movimientos de molestias en mi cuello y dije:
– ¡Qué lástima que no está Alejandro para que me dé unos masajes! ¿Tú sabes dar masajes en el cuello?- le pregunté.
Me dijo que nunca lo había hecho pero que podía intentarlo. Se situó detrás de mí y comenzó con los masajes, me bajé los tirantes del camisón un poco para que estuviera más cómodo y busqué una crema que tengo que tiene un olor muy agradable y sensual. Terminó el masaje, se despidió y se fue a dormir y yo me quedé pensando que mi plan no había dado resultado. El muchacho no era lanzado como creía y tenía que facilitarle las cosas un poco.
El viernes por la mañana no pasó nada interesante, fuimos al gimnasio y después de comer le dije que iba a salir y que llegaría un poco tarde, ya que iba al cumpleaños de una amiga. Estuve un rato en la fiesta y por ahí las 12 de la noche regresé a casa. Él estaba despierto viendo una película, yo iba algo bebida y estaba alegre, pero cuando lo vi hice como que estaba más borracha y tambaleando me senté en el sofá.
Me hice la dormida unos minutos, dejando un ojo medio abierto pero sin que se diera cuenta y él aprovechó para mirarme un poco. Yo llevaba una minifalda de cuero muy corta, que me quedaba muy ajustada y una camisa que tenía un gran escote en la espalda, lo que ocasionó que no me pusiera sujetador. Disimuladamente me recosté para un lado abriendo un poco mis piernas y él no me quitaba la vista de encima, ya que se me veía todo, entonces me desperté y le dije que me ayudara a ir a mi cuarto. Me dejó sentada en la cama y se fue dejando la puerta algo abierta para espiarme, entonces me quité la camisa, la falda y me puse una camiseta de dormir que tenía muy sexy. Él no dejaba de mirar y me tiré en la cama haciéndome la dormida nuevamente, sin taparme ni apagar la luz, al poco oí que entraba y comprobaba si estaba despierta. Como no le respondí, supuso lo contrario. Ahí estaba él contemplando mi cuerpo tirado en la cama con solo mi tanga y mi pijama de encaje, que dejaba ver mi pecho. Me moví un poco lo que ocasionó que saliera una de mis tetas y oí un ¡oh! que salió de su boca, me movió un poco y como no desperté se atrevió a tocarme con mucho cuidado mi teta al aire, la acarició con mucho cuidado hasta poner mi pezón duro, luego le dio una chupadita y no aguanté más y gemí lo que hizo que retrocediera, al darse cuenta que seguía dormida, me comenzó a tocar las piernas y como un reflejo se las abrí, ya estaba bastante mojada y cuando me tocó el coño, no aguanté más y le dije.
– Alfredo quiero que me folles…
Dio un brinco del susto, que llegó a la puerta del cuarto, le dije que no tuviera miedo, que había estado despierta y quería eso tanto como él. Le comenté que también había visto cuando me miraba por la puerta del baño y que me puse la ropa más sexy para provocarle.
Sonreí y me quité el pijama, quedando con mi tanga, lo abracé y le di un largo beso, el cual correspondió metiendo su lengua en mi boca y tocando mis nalgas. Lo llevé a la cama y lo acosté, lo puse boca arriba con los brazos abiertos y le ordené que no me tocara o besara hasta que le dijera, él me preguntó qué le iba a hacer y le dije que le iba a ser sentir lo mejor del mundo, me dijo que tenía miedo y me confesó que era virgen, y se dejó llevar por mis órdenes.
Empecé a besarlo por todo el cuerpo y le restregaba el mío por el suyo, le bajé el boxer con los dientes y salió de un salto su enorme y grueso pene, lo agarré entre mis manos y comencé a masturbarlo lentamente, él respiraba fuertemente y se retorcía de placer, luego me lo llevé a la boca y lo comencé a lamer, primero la cabeza y bajé hasta el tronco, luego sus bolas y me inspiré en la parte esa de piel que está debajo de las bolas y antes del culo. Cuando estaba en el clímax total me metí todo su miembro y se lo chupé hasta que me descargó toda su cálida leche en mi garganta. Me acosté a su lado y le dije que era su turno.
Comenzó con un beso muy cálido y apasionado, mientras me agarraba las tetas, luego bajó a ellas y las comenzó a lamer y chupar, me las masajeaba y mordisqueaba con mucha dulzura, luego bajó besándome el vientre mientras me quitaba el tanga, dejándome completamente desnuda ante sus ojos, me abrió las piernas al máximo y comenzó a besarme mi mojado y depilado chocho, luego separó los labios vaginales un poco, me metió la lengua y empezó a jugar con mi clítoris a la vez que con un dedo me penetraba, yo ya estaba muy caliente y gemía desesperada, luego metió dos y hasta tres dedos aumentando sus movimientos y a lo que sentí su lengua otra vez dentro de mí. Me corrí en su boca llenándosela de mis líquidos vaginales.
Esta sensacional chupada le provocó una nueva erección, lo que sin pensarlo le pedí que me penetrara, que deseaba sentir su enorme pene dentro de mí. Me quedé acostada con las piernas abiertas y él se acomodó encima y apuntó su enorme miembro a la entrada de mi mojado y caliente coño y de un empujón me lo metió de una sola vez, lo que provocó un chillido, ya que hacía muchos meses que no tenía relaciones. Comenzó lentamente con el mete y saca, lo que producía en mí inmensos gemidos de placer, fue acelerando mientras me chupaba las tetas cuando de repente soltó un grito y se corrió llenando mi coño de su tibia leche, que provocó mi inmediato orgasmo. Cuando sacó su ya flácida polla se la lamí hasta dejarla bien limpia, pero al ver que con mi limpieza ya se le estaba poniendo dura otra vez, me puse a cuatro patas y le pregunté que si estaba cansado, a lo que respondió empujándome todo su miembro dentro de mi dilatado coño y comenzó con el meneo otra vez.
Mientras lo hacía, con el dedo medio lleno de saliva, lo comenzó a meter en el hueco de mi virgen culito a lo que le dije que no, pero no me hizo caso y me dijo que quería probar como se sentía y yo accedí ante la misma curiosidad. Luego de haberlo dilatado un poco, me empezó a meter la cabeza y yo le suplicaba que no, al oírme lo excitó más y me empujó otro poco, dejándolo para que se abriera mi estrecho culito. Me sujetaba por las caderas mientras yo forcejeaba para que lo sacara y besándome el cachete me metió el resto de una sola embestida, produciendo un grito de mi parte por el inmenso dolor que sentía. Cuando me calmé un poco, empezó con su suave movimiento y empecé a cambiar mis quejidos por gemidos de placer, lo que le provocó un aumento en la velocidad y mi primer orgasmo gracias a la penetración anal. Él mientras agarraba mis tetas bamboleantes por el movimiento cuando noté que incremento su velocidad al máximo y entre nuestros gritos de placer se corrió dentro de mi culo provocándome otro orgasmo sensacional. Acabamos muertos de cansancio y nos quedamos dormidos abrazados.
A la mañana siguiente, cuando me desperté, busqué un tarro de miel que tenía en la cocina y le eché por todo el cuerpo mientras dormía, lo empecé a lamer, lo que provocó que se despertara y me hiciera el amor otras dos veces más antes de bañarnos juntos, para terminar haciéndolo enjabonados en la ducha. Desayunamos y fuimos juntos a buscar a mi hijo.
Cuando llegamos a casa no perdíamos ninguna oportunidad para besarnos y tocarnos, y aprovechábamos para hacer el amor en cualquier rincón. Alfredo sigue siendo el mejor amigo de mi hijo, ahora se queda a dormir con más frecuencia que antes y cada vez que puede se va de viaje con nosotros. Ahora no solo es el amigo de mi hijo sino que pasó a ser mi amante y compañero sexual.
Besos